El documento critica a los "zutanos", personas que discriminan a otros por su origen y edad en los procesos de selección laboral. Estas personas usan factores arbitrarios como la procedencia y la edad para descartar candidatos en lugar de valorar el mérito y el talento. Además, fomentan el nepotismo al favorecer a parientes y conocidos sobre otros candidatos mejor cualificados. El documento denuncia esta práctica discriminatoria y aboga por un trato igualitario para todos los ciudadanos independientemente de su origen, edad
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Procedencias datadas, ¿por quién?
¡Ay, de la existencia de ese amplísimo colectivo sin apercibimiento, sin
denominación formal! Por abundante, imperceptible. Ni leyéndose su descripción se
sentarán aludidos; huye la reacción. Quien sepa de su adivinanza, se imaginará el lugar
de emplazamiento lúgubre: Mientras más grande, menos se ve. A través de estrategias
oscurantistas con las que relegar al siguiente con arte incógnita. Del que resulta un
alpechín por debajo de su asiento, cuya fluidez es corriente, y presente; es actual, y
usual; es conocida, y homicida. Solo algo así, es a la vez apestoso, y dañoso.
Ante la carencia de apelativos para este cardumen, como nombre común y
contable, ni mucho menos como referencia a su decadente enjambre cuyo
complemento predicativo es vasto, tendremos la insuficiencia de tratarles cual zutanos.
Fulanos en una casa de lenocinio, con cortinas alcahuetas para sus conjuras. Valedores
de su propia intriga, apologetas de la apropiación de sus puestos contraotro.
¿Y quiénes son estos sujetos inmovilizados en sus planteamientos?, los sujetos
agentes de poca monta. Las personas discriminadas por su origen y edad son
extrañadas por aquellas. Acaban siendo los sujetos pacientes sin cabalgadura.
La estupidez de todos estos zutanos es inseparable de un cuadro vivo estólido,
cuya plasticidad pasa a sufrir de cretinismo. Suelen pensar, poco, y actuar más de lo
deseado, provocando la segregación laboral o profesional por razones casi siempre
iludidas. ¡Hay que ser acéfalo!, para escasear en el centro nervioso de su encéfalo la más
mínima sesera que proteja la integridad de un cierto intelecto aceptable, basado en un
juicio y razón, a su vez, con auténtico asenso. Es evidente la existencia de moluscos, ya
sean almejas, mejillones u ostras, con más cabeza si cabe, hasta en el interior de su
concha bivalva. Alguien debería encargarse de desbullar a tanto zutano. Sus jugos por
fenecimiento mueran de entusiasmo.
Quien corrompe la templanza aportada por un reglamento; quien pervierte el
orden ecléctico entre aspavientos; quien descamina la prioridad de naturaleza de las
cosas, figurará en los futuros edictos. Se hará notoria su identidad, la única forma ante
la noticia en un lugar público de que reluzcan sus getas escondidas tras la personalidad
jurídica. Allí obran. Son personas las que discriminan, no son las empresas. Allí tallan.
Son personas cuyo reconocimiento y reputación cabría estar bajo cuestionamiento,
pero se mantienen en sus escondrijos mientras defienden a fuego la reverberación de la
llama, como flama hacia un potencial candidato: aspirante a prójimo y semejante, ¡tú
veras! Completamente temerosos. Su suspicacia les hace mantenerse cuidadosos. Tanto
celo ha de aplacarse convirtiendo esa actitud medrosa en una auténtica aptitud
chovinista.
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Ni a uno solo de los zutanos les parece mal, por supuesto, la igualdad ante la ley
de cualquier ciudadano, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de
nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia
personal o social. Será solo hacia ellos. Muy textual y constitucional, ¡a que sí! Incluso
serán defensores activos de determinados derechos y libertades en algún otro foro
distinto al de su casa de tolerancia a nivel empresarial. Sin embargo, discriminan por
origen y edad. Sin quererlo, todo activismo eficaz provee un rédito individual
instantáneo, previo al provechocomún. Alegra tus cojones.
Mala práctica tratar a los demás por su origen, por su procedencia. Nuestro
regionalismo profundo limita la movilidad funcional en procesos de selección sencillos.
Un poco lejos de aquí, ¿no?, apunta el susodicho. Pero es que poseemos un fermento
vivaz en todo esto. En nuestra antropología más profunda, tanto fervorosos del
conservadurismo como apasionados del progresismo, han tratado a los demás en la
alcoba del comercio, el negocio y el lucro de forma parcial, interesada, inicua. Contra
quienes no son afines, leales o chupacabras entre tanto ardoroso suelto. Ser clasista es
el mal compartido por todas las ideologías, hasta las de género. Una gerente que
fomenta el falso autónomo entre sus contrataciones, puede llegar hasta secundar una
huelga feminista. Sirva de ejemplo del despropósito que se sufre en nuestro mercado
laboral. Aguantando las excentricidades de los zutanos.
El origen es usado para descartar. Para relegar; en otros tiempos fue una pena,
de gran tristeza, denominado destierro. Sin embargo, para compartir utilidades hasta
de dudosa honorabilidad, la genealogía del más próximo que se hace de los míos,
destaca como fuente de selección principal. Según la ascendencia. Coloquialmente,
admirados parientes. Quien sea el progenitor asegura «indefinidades» futuras. La
prosapia del individuo se convirtió en el factor arbitrario principal, devoradora de ese
ideal que algunos quieren aún engrasar con total untuosidad: la meritocracia y el
talento. La primera tratada con absoluto desdén: los requisitos son innumerables. El
segundo soplando en el agua y el jabón para crear pompas, cuya burbuja posee una piel
finísima. Su tamaño depende del diámetro del soplador. Algunos ya se han pasado
destruyendo su fuerza de cohesión. Hay moléculas que se suicidan en un venéreo juego
de amor y odio entre el aire y el agua. Si existe el talento, no es como algunas tropas de
expertos en recursos humanos lo quieren ensayar: un método heurístico de prueba y
error cuyo resultado se ha disipado. ¿Hace falta talento para buscar y encontrar
talento?
¿Y qué me dicen, si a esa procedencia se le pone fecha? Tu edad. Submúltiplo de
la discriminación por origen. Galopante. Horrorosa su aceptación, insoportable. Quien
discrimina debe ser que no pasan los años por su semblante, faz secretora a cuyas
tinieblas le salen arrugas. Digo yo que tendrán decidido cuándo consideran de sí
mismos el momento de anticipar su exilio laboral. Dejarían paso al menos. No
necesariamente a la juventud, sino a la frescura. Independiente de su procedencia
datada. ¡Ojalá si el predecesor con criterios de urbanidad más consistentes! Ser vivo,
renovado y original no lo puede matar quien no lo es. Cada sucesiva primavera no se
agota tras cada traslación: el renacimiento de las ideas, la renovación de los estilos, el
colorido de los nuevos parajes, el cantar alado, el brillo del sol y hasta los días más
largos.
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Pero claro, el clientelismo, el enchufismo y el nepotismo…, tienen ya compradas
todas las entradas antes de la apertura de la taquilla, para apalancarlo mediante la
reventa. No será la primera vez que con la siguiente metáfora entendemos todo un
poquito mejor. Como cuando un cargador contrata los servicios de transporte de
mercancías por carretera en carga completa antes de que se celebre la venta pública de
los bienes que tendrá comomercancía para esa carga y su entrega.
Desconozco para cuándo ni hasta cuándo servirá que no le conozcan a uno. Lo
que puedo asegurar es que un zutano similar me tendrá en frente para rebatirle de
forma humanística su pérdida de cordura, mucho antes, hasta de discreción.
Miércoles, 8 de marzo de 2018,
Félix Sánchez.
Un ciudadano más.