El poema describe a la Iglesia como un cuerpo unido que nació en la Pascua y fue redimido por la sangre de Cristo. Afirma que el Espíritu Santo guía y alimenta a la Iglesia peregrina en la tierra para ser testigos de amor, paz y luz. Aunque a veces la Iglesia se siente sin rumbo, mantiene la esperanza en la presencia prometida de Dios.