Clasificaciones, modalidades y tendencias de investigación educativa.
Solemnidad de todos los santos
1.
2. SOLEMNIDAD DE TODOS LOS
SANTOS
"Celebramos la fiesta de la santidad. Esa
santidad que, tal vez, no se manifiesta en
grandes obras o en sucesos extraordinarios,
sino la que sabe vivir fielmente y día a día
las exigencias del bautismo".
Papa Francisco
Ser cristiano, ante todo, es el llamado a vivir al estilo de
Jesús; quien se ha fijado en nosotros con un amor
desbordante y auténtico, capaz de transformar la
realidad y construir en ella un nuevo sentido: ser santos.
El Señor suscita en el corazón del discípulo el deseo de
permanecer con él; es su voz y su mirada las que
estremecen la existencia y le permiten orientar todos
sus proyectos según la propuesta del Maestro.
Evidentemente, es un proceso que no implica una
finalización, pero si un constante crecimiento, pues
aceptar el llamado de Jesús trae consigo la exigencia
de renunciar y entregarse; abandonar todo aquello que
no corresponde a Jesús y amarlo única y
exclusivamente a Él.
El cristiano recibe la gracia del Espíritu Santo, que
forma a Jesús en él y le ayuda a discernir para vivir una
permanente entrega y comprender que la propuesta
de vida a la cual ha sido llamado consiste en vivir de su
mismo corazón. La profunda experiencia de fe y la
consciencia existencial que se crea en ella han de llevar
al cristiano a vivir la santidad de Jesús, asumiendo con
libertad las virtudes de una persona orante,
evangelizadora y misionera.
3. Celebrar la solemnidad de todos los santos, nos
permite reflexionar con sensatez en torno al
llamado que el Señor nos ha hecho a orientar
nuestra vida según su corazón. Es la oportunidad
pertinente para discernir que tan profunda es
nuestra carencia de Dios, y pedir que su gracia la
llene y la rebose con su amor.
Finalmente, es tomar consciencia del reto a vivir la
santidad de Jesús; esforzándonos en hacer de
nuestra vida una oración, un evangelio viviente
para los demás y una actitud misionera incansable.
No deja de ser preciso recordar la invitación que
san Juan Eudes nos hace a escoger un santo, de
los que la iglesia hace memoria durante el mes, y
pedirle que nos ayude a amar más a Jesús. He
aquí las palabras del santo: "hay una práctica muy
santa que consiste en tomar un santo cada mes y
pedirle todos los días que él ame a nuestro Señor
por nosotros, que nos ayude a amarlo y que se
sirva de nosotros para amarlo y glorificarlo".
"La principal oración que
debemos hacerle a los santos y a
los ángeles, y que les gusta
mucho y atienden con gusto y
escuchan con alegría, es
pedirles que amen a Jesús por
nosotros y que nos ayuden a
amarlo; en esto ellos ponen toda
su alegría".
4. Dios nos ha puesto en la tierra para el mismo fin
que a los santos patriarcas, profetas, apóstoles,
mártires, pastores y sacerdotes y demás santos
que vivieron acá abajo y que ahora se
encuentran en el cielo. Ellos eran hombres como
nosotros, de carne y hueso, igualmente frágiles,
expuestos a los mismos peligros y tentaciones.
Nosotros formamos parte de la misma Iglesia
que ellos, adoramos el mismo Dios, tenemos el
mismo Salvador y mediador, Jesucristo, nuestro
Señor; poseemos el mismo Evangelio, los
mismos sacramentos, la misma fe, la misma
esperanza y las mismas promesas. Y el mismo
que los santificó tiene un deseo infinito de
santificamos si no lo obstaculizamos. Sin
embargo, ellos son santos y sirvieron a Dios en
santidad y justicia en su presencia todos los días
de su vida. (Lc 1, 75)
¿Y nosotros? ¿Qué somos y qué hacemos?
¡Cuántos motivos tenemos para humillarnos!
¡Qué diremos al Hijo de Dios cuando, en el día
del juicio, nos mostrará a todos sus santos, que
fueron semejantes a nosotros y nos hará ver que
era mucho más fácil seguirlo a él corno ellos que
imitar a los que ahora se ven forzados a gritar en
el infierno: Nosotros, insensatos, nos apartamos
del camino de la verdad y recorrimos desiertos
intransitables.(Sb 5, 67)
Palabras de San Juan Eudes:
¿Con qué fin nos ha creado Dios?
"Me doy a ti, Dios mío, como a
mi principio; toma plena
posesión de mí, para que yo
permanezca siempre en ti; que
nada haga que no sea digno de
mi origen y que seas tú el
principio y fin de mis
acciones. ".
5. Decidámonos a caminar por las sendas de los
santos, a leer y escudriñar sus vidas,
especialmente las de aquellos que tuvieron
nuestra misma profesión, para imitarlos. Y
roguémosles que nos alcancen esa gracia.
Pero no sólo tenemos un mismo fin con los
ángeles, arcángeles, querubines y serafines y
con todos los santos; también lo tenemos con la
reina de los ángeles y de los santos, con nuestro
Señor Jesucristo y con el Dios tres veces santo.
Porque la santa Virgen y nuestro Señor
Jesucristo estuvieron en la tierra únicamente
para honrar y glorificar a Dios y para hacerlo
conocer y adorar. ¿Y cuál es la finalidad de Dios
sino Dios mismo? ¿Cuál es la mayor y continua
ocupación de las tres divinas Personas sino
alabarse, bendecirse, amarse y glorificarse las
unas a las otras?
Pues bien, para ese mismo fin nos ha hecho
nacer Dios: para honrarlo y glorificarlo y darlo a
conocer a los demás en todas las formas
posibles. ¡Cuántas obligaciones tenemos con
nuestro Creador por habernos hecho para un fin
tan admirable y por habernos unido en alianza
maravillosa con sus ángeles y santos, con su
santa Madre y con él mismo!
¡Qué santa debe ser nuestra vida! ¡Cuán puros
deben ser el fin y las intenciones de nuestros
pensamientos, palabras y acciones!
San Juan Eudes
(O. C. II, 143 - 145)
"El cristiano es templo del
Espíritu Santo, al decir de san
Pablo: Saben muy bien que su
cuerpo es templo del Espíritu
Santo (1 Cor 6, 19). Porque si
somos hijos de Dios y una sola
cosa con el Hijo de Dios".
6. Director: P. Álvaro Duarte Torres CJM
Diseño y compilación: Jorge Luis Baquero
espiritualidad.eudista@gmail.com
Facebook: Espiritualidad Eudista Unidad CJM
Un solo Espíritu, un mismo Corazón
Oración
Jesús, te adoro en todo lo que eres, en todo
lo que has realizado en los santos y santas.
Jesús, tú eres el todo en todas las cosas. No
quiero contemplar ni honrar nada fuera de ti, en
especial en tus santos.
Te ofrezco el honor y el amor que tus santos te
han
tributado y te tributan eternamente.
Me entrego a ti. Destruye en mí cuanto te
desagrada. Concédeme ser partícipe de las
gracias que has dado a tus santos, en especial
de su humildad y del amor que te han tenido
a ti y a todos los hermanos.
Escucho al Espíritu que me dice: La voluntad
del Padre Dios es tu santificación (1 Ts 4, 3). Por
mi bautismo estoy obligado a ser santo.
Llevo el santo nombre de
cristiano.
Soy miembro del Cuerpo de Cristo, el Santo
de los Santos.
Estoy en su cuerpo místico que es la
santa Iglesia.
Estoy habitado y animado por el mismo
Espíritu Santo.
Concédeme ser discípulo incansable
en tu escuela de santidad.
(O.C. I, 345; VI, 386 - 394)
"El Espíritu Santo viene a nosotros
en nuestro bautismo, para formar
en nosotros a Jesucristo y para
incorporarnos a él, para hacemos
nacer y vivir en él, para aplicarnos
los frutos de su sangre y de su
muerte y para animamos,
inspiramos, movernos y
conducirnos ".