El documento contrasta a Dios, el verdadero creador que está en los cielos, con los ídolos creados por el hombre que no pueden ver, oír, oler, tocar o hablar. Advierte a los lectores que confiar o adorar ídolos es como confiar en la muerte, y en su lugar les dice que amen a Dios en su corazón y confíen en Él.