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La iniciación
en oriente
(prosa poética)




                  carabajo
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A la madre no le había tocado un pelo. Me había hablado todo el tiempo de su hija. Que
ya era modelo publicitaria a los 17 y que necesitaba que alguien la ayudase a crecer ya
que había tenido ausencia de padre. Que su belleza bien merecía que alguien como yo
cultor de la belleza en las artes y de la estética como fin simbólico la llevase a creer que
era verdaderamente bella y no solo a serlo. Había algo importante afín a mis
posibilidades: su hija Cala era muy lectora.



Un río corría escapándose de la realidad. Las praderas tenían ese color de verde
inmaduro. La luz era diáfana pero no era todo realmente claro. La sensación de la
naturaleza al tacto era diferente a lo visible. El sabor de los dulces empalagaba de
regocijo. La piel semidesnuda era acariciada por la brisa. Los pantalones muy ajustados
le marcaban el contorno hermoso de su cuerpo deseable. La blusa sin mangas y semi
escotada dejaba sentir lo que sería tocar esos senos jóvenes firmes y anhelantes. Su
mirada soñadora se entretenía con la conversación.

-¿Ustedes sienten el cuerpo o se les para por cualquier cosa?
- La belleza no es cualquier cosa.
- Sí pero a veces pensamos que cualquier mina en nuestro lugar les podría producir lo
mismo
La energía se desplazaba incesantemente por la naturaleza y por sus cuerpos a ella
perteneciente. Qué sería de contestar por el absurdo de que su afirmación no era cierta.
- En verdad nos elegimos entre las personas. Una vez que ello sucede es cierto que otras
personas también nos excitarían. Pero somos individuos con voluntad y el elegir a quién
o con quién en medio de ese azar no es tan azaroso.
-¿A vos te gusta mi mamá?
-Claro que sí. Por algo también sos tan bella. Pero no encuentro con ella el canal que
conduce a la sensualidad. En este caso mi elección es hacia vos porque sí lo siento. Y
ella me encomendó que te guiara. ¿Y vos, que sentís hacia mí?
- Me gusta como hablas. Me atrapa escucharte y…………..me excita. Cuando te conocí
eras linda. Pero yo quiero hacer de vos una mujer bella.
- ¿Qué diferencia hay? No entiendo.
- La mujer bella es dueña de su belleza y la controla. Porque conoce lo que genera en la
experiencia de ser tenida y amada. Maneja su fuerza.

Las manos entraron por el escote y acariciaron suavemente sus senos. No usaba sostén.
Ella cerraba los ojos y se dejaba sentir. Las manos tenían esa magia que todo lo pueden.
Minutos después la blusa era quitada y los pechos lamidos especialmente en sus
pezones. Estos tomaban un color morado y se humedecían. Ella ya gemía y respiraba
hondo. El aire que entraba en su cuerpo era distinto. Sus labios se habían ablandado
solícitos del beso como fruta silvestre que quiere ser comida. El lo notó y se inclinó
sobre ellos al mezclarlos con los suyos. Ella sin pensarlo saco su lengüita rosada y se los
lamió. El la recostó sobre el verde y le dio algo de madurez para empezar. La iniciación
estaba en curso. Los pájaros se dejaban oír. Las flores eran el contexto para adorarla.
Para rendirle tributo a su encanto incipiente que empezaba a brotar.
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-Qué estás leyendo, preguntó él.
Ella tapó el título del libro como si la hubiesen sorprendido
-Ah, se rió él: ¡el Kamasutra!
 Entonces ella tomó la iniciativa para vencer ese momento
 -¿Qué puede ser tan lindo de penetrar en distintas posturas?¿No es lo mismo?
- Es que la fantasía lo hace diferente. No el hecho.
-¿En qué piensan? ¿Qué se imaginan?
- No solo nosotros sino ustedes.
- ¡A mí me da lo mismo!
- Por ejemplo: qué me dirías si ves a dos animales en la calle o en el bosque subiéndose
uno sobre otro.
-¡Me da risa!
- Bien. Pero ahora quiero que cierres los ojos y te concentres en un león subiéndose por
detrás a una leona. Que veas la situación. No que te la imagines. Eso te da risa. Yo
quiero que la veas. Como si sucediese a pocos metros tuyo y estuvieras a salvo de ellos.
- ¡Me encanta!
-Qué es lo que te gusta
- Que lo hacen porque son animales.
- ¡Bien! Ahora, qué sentirías si te comportases como un animal también. De esa manera.
- ¡Sería vergonzoso! ¡Estaría pensando que hago el ridículo!
-Exacto. Pero solo porque en esa suposición tuya no hay excitación sino solo dos
personas. Ponte en cuatro como ese animal. Vamos a hacer un ejercicio.
- Bueno, jaja!
El deslizó su mano dentro de su pubis mientras también se paraba en cuatro y jugaba a
una carretilla.
- ¡Haaay! ¡Que lindo!
Y mientras sus dedos jugaban así con su clítoris y ella aprobaba, sin dejar la postura la
desnudó y la tuvo.




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Ella pensaba y se sostenía la cabeza apoyada sobre el pastizal del jardín. Había sido
testigo en el asombro de algo que en los animales no le divertía esta vez. Pero se
tranquilizó en que era solo instinto y que nada significaba que se pudiese explicar. Que
el hombre era un ser superior sobre la tierra y que eso explicaba muchas cosas.

- Qué te tiene tan preocupada
- ¡Nada! ¡Cosas de animales!
- Qué fue lo que viste
- Una perrita en celo. Y muchos perros se le acercaban y lamían ahí. Intentaban
preñarla.
- Y cuál es el problema.
- Una vez hablamos de que ustedes y nosotras elegimos a alguien. ¡No parece que los
animales lo respeten!
- ¿Sabías que a las mujeres se les dice perras en juego?
- Sí, pero no es que lo sean. Al menos no como esa perrita.
- ¿Te gustaría que dos hombres te tuviesen al mismo tiempo.
- ¡Que asco! ¿No habíamos hablado de elegir?
- Te voy a pedir nuevamente que cierres los ojos. Que pienses en dos hombres que te
gusten por el mismo o por distintos motivos. Seguramente te gustaría ser amada o ser
atractiva a ambos. Entonces ¿qué sería de ser el centro de atención de ellos al mismo
tiempo? Que ellos sean solo tuyos y que AMBOS se fijen únicamente en vos. La
fantasía solo se toma esa licencia cuando ambos están presentes. Es la única manera de
que ellos no renuncien a tenerte en caso de que te vean con el otro.
- ¡Es cierto! Pienso en dos que se sentirían dejados si me vieran solo con el otro. Me
darían por perdida.
-Exacto. Ahora que te preguntes si con tal que eso no suceda accederías a estar con
ambos si ellos están de acuerdo.
- No, no podría estar con los dos.
- Bien. Porqué.
- Porque los conozco y me conocen.
-Exacto. A eso quería que llegues. Sin embargo en la fantasía sí los pudiste unir
teniéndote
- Sí, pero solo es fantasía.
- Te propongo un ejercicio para que uses esa fantasía a tu favor. Yo voy a traer a Kim a
quien solo conoces de vista. Le voy a pedir que nos ayude a ser ambos el dúo que no te
estaba permitido tener.
- No, no voy as poder ver a dos hombres cerca de mí.
- Está bien. Entonces voy a inventar otro ejercicio. Primero te voy a vendar lo ojos.
Con una seña llamó a Kim. Ambos empezaron a lamerle la zona vaginal. Ella no podía
distinguir dos lenguas de una así que se abandonó al placer. Las manos también eran
difíciles de adivinar. Pero solo al principio. En un momento sintió dos manos que le
sujetaban ambos pechos, boca abajo y en cuatro ella, pero dos más que le apretaban las
nalgas y al mismo tiempo era penetrada.
- Qué pasa, gritó vendada. Hay alguien más.
Entonces se dio cuenta de que estaba lamiendo un pene al mismo tiempo que la
penetraban y no le desagradó.
-Somos tu fantasía. Los dos chicos que estaban en ella y que no aceptabas compartir por
pudor. Olvídate de que sí, de que somos dos, y con los ojos vendados piensa en ellos.
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(Los tres llegaron al clímax. Primero ella. Que luego se durmió con los ojos vendados.
Soñando).




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Ella miraba las aves. Sabía que algo le atraía de ellas más que su belleza. ¿Serían los
sonidos?¿O la forma en que caminaban a saltitos?¿O el simple hecho de que la gente
disfrutase tanto viéndolas? Eran suaves. Eso era. Su delicadeza. Sus plumas.

-A mí siempre me gustaron los ositos de peluche- inició la conversación.
-Como a todas las mujeres.
- Si pero mis amigas no hacen lo que hago yo.
-Qué haces.
Se ruborizó.
- Me los paso por la piel y la cara. ¡Es una sensación tan linda!
-Te apuesto a que ellas también lo hacen. Solo que como vos. En privado.
Se puso seria. Miraba hacia el piso. No hablo durante cinco minutos.
- ¿Pensás en tus amigas?
Silencio.
-A veces jugamos y muchas veces nos tocamos. Pero con cariño- se animó a decir.
- ¿Te asusta pensar en que te guste el tocarte con otra chica?
Silencio
- Con alguna de tus amigas pasa mas seguido ¿no?
Silencio
- Vamos a hacer un ejercicio. Nos vamos a tocar pero en el cuarto y con la luz apagada.
Entraron y ella se recostó. La empezó a acariciar. Sus manos eran suaves. Mucho más
de lo habitual. También sintió el peluche y alguna pluma que la recorrieron por
completo. Incuso en la cara. La nariz. Los párpados. Y la boca. Unos dedos suaves le
acariciaban el clítoris y ella llegó. Unos días después y notando lo que había disfrutado
él le mostró la foto de una chica de espaldas. Que había sido ella y no él quien la había
honrado con tanta dedicación y ternura. Como era de esperar no quiso conocerla. Pero
el supo que ella semanas mas tarde busco en un sitio web lésbico y pactó con una chica
un encuentro. También a oscuras y con peluche y plumas. Pero esta vez conociéndola y
hablando largo rato sobre ella y lo vivido.




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Su madre la notaba mejor. Quiso que charláramos. Y así fue.
-Hay algo que ella no se anima a decirme, me contaba.
-Es que sos su madre y yo tu amigo. Seguramente confiaría más en mí. Al menos
durante la iniciación.
-Me preguntó si vos me habías tocado íntimamente. Le dije la verdad. Que no.
-¿Vos creés que ella quiere que eso suceda o que le indignaría que hubiese ya sucedido?
- Las dos cosas. No me quiere cerca tuyo pero sabe que yo sé cosas de vos que ella no
sabe.
- ¿Alguna prohibida?
- No, pero te conozco. Para ella es como si yo tuviese más que ella en el amor. Me dijo
que yo a vos te dominaba por saber tu historia y que ella no podía dominarte como yo.
Que por ese dominio es que nunca nos habíamos tenido nosotros como vos con ella.
- Qué querés decir.
- Es obvio que ella también quiere dominarte. Pero no quiere saber de vos por boca mía
sino por la tuya. Saber que yo sé no es lo mismo que qué seas vos el que se lo diga. Si
fuese yo me odiaría.




-Cala qué querés que te cuente de mí.
-Nada. Lo que quieras ¿Porque?
-Hablé con tu mamá. Me dijo que te enoja que ella sea mi amiga y me conozca.
-¡No! ¡¿Yo que tengo que ver?!
-Mucho. Estás en la iniciación. Y conmigo. No con cualquiera. Porque ella confió en
mí. Y vos creo que también.
- Vos tendrías que estar con ella, dijo, no conmigo.
-Nunca estuve con ella. Vos lo sabes. En eso soy solo para vos y no para ella.
-Si pero eso no es todo.
-Lo otro, lo que sabe ella, tampoco. Jamás la tuve.
-¿Vos te animarías a estar con ella si estas conmigo al mismo tiempo?
-¿Lo decís en serio?
-Aunque sea que esté presente y desnuda cuando nos tenemos. En la oscuridad. O
vendados.

Nos pusimos de acuerdo en el día el lugar y el horario. No iba a ser en el jardín. Sino en
un hotel alojamiento.
La ansiedad hizo que ni yo ni Cala llegásemos a terminar por lo que el encuentro se hizo
largo. La madre, Adabel, lo notó y se frotó de a poco desnuda como estaba contra
nuestros cuerpos tratando de animar y quitar presiones. No se besaban entre ellas pero si
me reexploraban cada una por su cuenta como si la otra no estuviese. Tampoco se
miraban. La situación se complicó cuando la que acabó fue Adabel y no Cala.
Inmediatamente para equilibrar y con cierta culpa yo llegué pero en Cala. Ella no pudo
hasta que le pidió a su madre que se fuese un rato de el cuarto del hotel y sí entonces
pudo ella.



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A pesar del desencanto de ese trío ambas quisieron que el jardín nos viese posar para la
misma pertenencia en la que ahora el dominio estaba en juego. Adabel quería ser parte
del aprendizaje en la iniciación de su hija. Cala se puso más cerca de su madre porque el
hecho de que llegara en el hotel la hacía tan vulnerable y no dominante respecto de mí
como ella. Ahora el dominio según ambas me pertenecía totalmente. Por eso pensé en
un juego que le enseñara a Cala que su madre bien podría ser sometida y dominada por
ella en lo erótico de la fantasía y más aun: en presencia mía.

-A mí no me gusta que me miren desnuda. Solo lo hago con la luz apagada, decía
Adabel.
Era claro que su cuerpo no era tan bello como el de su hija joven.
-Qué tiene de malo tu cuerpo, mamá
-Nada, pero para la mirada de un mismo hombre y en el mismo lugar y momento el tuyo
me cohíbe Cala.
-Y a vos, master, no te avergüenza que ella tenga sexo con vos y su hija. Más sabiendo
que te conoce.
Esa última frase nos volvió a helar. Estaba claro que con o sin dominio la que sabía de
mí era Adabel. Pensé en provocar preguntas que yo respondiese de cualquiera de ambas
pero hechas y respondidas en frente de Cala. Esto quitaba exclusividad hacia Adabel al
menos de algunas respuestas.

-Qué es lo que mas te excita, lanzó Cala.
-Que una madre me vea con su hija y la hija con la madre.
-A cuál de las dos preferís a solas ahora que yo no te domino, apuntó Adabel.
-Depende del día y de cómo siga este juego de tres, respondí equitativo.
-Si tuvieses que echar de aquí a una ahora para estar con la otra, ¿A cuál echarías?,
pidió Cala.
-Las echaría a las dos pero una a la vez. Luego dejaría que se cuenten y finalmente las
elegiría a ambas para festejar- seguía siendo ecuánime.

Tal como lo dicho la primera en irse fue Cala y quedamos con Adabel. Ella buscó algo
que seguramente su hija iniciada no había hecho: el beso frontal para empezar. Luego se
puso a bailar con gestos obscenos, algo que Cala recién comenzada tampoco elegiría.
Finalmente otra cosa que su hija no había hecho: se hizo penetrar análmente y acabó.
Entonces se fue y entró Cala. Ella llegó vestida de colegiala y se quitó la ropa con
gestos de timidez bien planeados. Encendió las luces para que se notara la diferencia
entre su cuerpo y el de su madre. Y me frotó peluches y plumas para refrescar mi
memoria sobre ella. Finalmente dejó entrar a su amiga lésbica y entre las dos me
predispusieron increíblemente. La otra se fue y fue Kim el ultimo invitado para que
ambos le hiciésemos lo que ella sin lo ojos vendados pedía dando indicaciones y con
voz sexy.
Se encontraron según lo pactado Cala y Adabel para contarse. Y entraron esta vez juntas
de nuevo. La luz se prendía y apagaba por minutos. La prendía Cala y Adabel la
apagaba. Cayó el telón y nos despedimos.



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Es sabido que las mujeres hablan de amor cuando el hombre con el que están las tiene
como rivales de otras mujeres. Y si consiguen ganar se cuidan de volver a competir
casándose. Cala y Adabel empezaron a partir de aquel encuentro a celarse. Competían
como con poco disimulo lo habían ya planteado en sus solos conmigo buscando cada
una llamar más la atención que la otra con sus recursos diferentes a su edad y a mi
vínculo la última vez de trío. En frente mío se decían cosas de descalificar la una de la
otra o hablaban de lo que una tenía que la otra no. A veces se gritaban y llegaban al
insulto. Una vez se agarraron tirándose de los pelos y revolcándose en una franca lucha.
Esta vez sí el que tenía que elegir era yo para que cualquiera fuese la agresión entre
ellas alguna tuviese que ceder ante mi preferencia sobre la otra.
Lo resolví con un desafío: mis condiciones para elegir eran que ambas debían estar con
otro hombre cada una con el suyo. Yo sabía que no era que me prefiriesen ambas sino
que una vez mas madre e hija competían y yo era la excusa para ganar una a la otra
frente a un hombre. Que cada una se tuviese que ver frente a un hombre distinto sacaría
la competencia de la mirada de él mismo sobre ellas.

-Y por cuánto tiempo tenemos que estar con otro hombre, preguntó Cala.
-Un mínimo de diez veces en el lapso de tres semanas. Si no se sostienen en ese tiempo
con él la que abandona pierde la posibilidad de volver a verme. La que cumple sí lo
hará. Y si ambas cumplen buscaré otro modo.
Mi expectativa era que una o ambas trabasen una relación con el que les tocase y no lo
quisieren dejar. Elegí cuidadosamente en el caso de Adabel conociéndola a quien
pudiese lograrlo ya que yo prefería seguir con la iniciación de Cala. Así sucedió y a las
tres semanas Adabel tenia su pareja, madre e hija dejaron las peleas y los celos, y Cala
volvió a mí.

-¿Cómo sigue mi iniciación?, preguntó con voz de alumna. ¡Que adefesio el tipo con
que me acosté por tu culpa!
- Lo sé, dije con cómplice sonrisa-
Y mientras nos reíamos y me contaba detalles de su pareja temporaria yo me preguntaba
lo mismo: ¿¡cómo sigue!? A pesar de mi preferencia ella ya había pasado por un estado
de celos respecto de mí. Eso era un alerta. Debía guiarla hacia lo opuesto. La mujer sin
celos. Así sería. Lo primero fue ya no hacer tríos sino dos parejas teniéndose en el
mismo lugar e intercambiando de partenaire. Aprender a ver la parte del
desprendimiento participando de notar que se podía hacer una predisposición futura no
tanto por cambiar pareja sino por el tipo de sujeción. Un desapropiarse de la persona sin
dejar de desearla.
En un momento me di cuenta de que ella demostraba una mayor conexión con los otros
hombres que formaban las dos parejas. Primero pensé que se trataba de que yo viese
que aceptaba la propuesta. Pero después entendí que quería mi mirada de aprobación
sobre su interés sexual desde fuera ya que yo era un instructor. Yo planificaba su
interés. Entonces me puse celoso yo. Si elegía un hombre grande que participe era una
mayor competencia. Si era joven su cuerpo era más atractivo que el mío. Recuperarla
era escucharla y aprovechar la información y lo que yo pudiese interpretar de sus
conclusiones confusas. Los juegos de cuatro terminaron. Les puse fin. Me pregunté
entonces qué debía estimular de su necesidad fuera del jardín. Tenía que entender el
mundo. Su significado ligado al jardín. Ver espectáculos. Tomarnos vacaciones.
Adabel, su madre, se había ido a París a vivir con su nueva pareja Jaques, francés, y nos
deseaba lo mejor.
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Indignado con mi adicción a Cala me propuse encontrar yo otra pareja. Esta vez el que
tenía que ponerse a tono era el maestro. El que estaba haciendo mal el iniciar a la
discípula. El que se enojaba y comprometía su búsqueda por su cuenta sin Cala
mediante de mujeres que le interesasen. Lo primero era recorrer en mi memoria a
alguna conocida. Siempre había estado en la vereda del pescador aunque la carnada no
era buena si la necesidad no era grande. Recordando que estar desesperado y encontrar
alguien luego de largas soledades no condecía con mi presente. Sin embargo había
estado sin ese peso de el no dar mas cuando alguna mujer se hizo picardía y
cotidianeidad. Entonces no parecía que el sufrimiento extremo o la anarquía de meses
fuesen la única manera.

Débora se devoraba los libros. Lectora persistente. Algo en ella era lúgubre. Además no
me aseguraba nada ni éxito el intentar contactarla. Ya había estado en su casa de mujer
separada con dos hijas adolescentes hacía menos de un año. Tenía un amante muy joven
me contó. Quizá pertenecía a esas mujeres que por naturaleza compiten con el hombre y
le hablan de igual a igual. Que no se dejan enamorar. Que no se abandonan a la
seducción por inseguridad. Por eso ser como ¨ madre de un jovencito ¨ al que le dice
qué hacer y como tenerla. Buscan ser de las que impresionen por alguna capacidad
sujeta a opiniones.
La llamé y tomamos unos mates. La noté insegura. Mi casa da un poco de miedo porque
la convierto en un lugar de culto a mi persona. Nada más difícil de aceptar por ella
agazapada. Estaba vestida como monja. No se le veía nada. No estaba en venta o en
remate. Ni siquiera esperaba una buena oferta. Solo la contienda. Pero yo conocía a su
hija. Una veinte añera llena de conflictos y complejos. Callada hasta no decir nada. Una
vez me había dado su teléfono móvil porque quería que le ayudara.
-¡Vos conoces a mi mamá!, me dijo Tiara.
-Sí pero vos sos vos y te conozco de paso.
-Porqué te evadís. Si yo también puedo actuar como adulta.
-Veníte a casa y hablamos.

Vino y ella sí llevaba escote y una pollera con tajo casi transparente. Se sentó y cruzó
las piernas mostrándome todo su muslo. Si las abría la bombacha rosa me decía que sí.
--¿Me subís el cierre que está atascado?
Su cuello y sus hombros tenían perfume que inhalé y ella se tiró hacia atrás a lo que
respondí besándole toda esa expuesta manera de pedirme que lo hiciera. Levantando su
pollera encontré su rosa bombacha que esta vez saqué del sitio en donde a esa altura no
debía estar ya. Apoyada contra la mesa ella, la subí y le saqué jugo a su dolor vaginal.
Abría las piernas a180 grados. La geometría me dio aviso de poner mi compás con la
punta en el vértice del ángulo.

Tiara empezó a venir seguido. A iniciarse. Cala tenía otro horario y empecé a poner
menos atención en ella. Los ejercicios eran repetitivos y ella se distraía hablándome de
las llamadas de Adabel desde París con Jaques.

- Mamá me invitó a pasar un tiempo con ella y Jaques allá. Me voy el viernes. Te
escribo para decirte lo que sea.

Invitación ideal en el momento justo. Nunca supo de Tiara.
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Un día supe que Tiara le había dicho a su madre Débora que estaba conmigo. Débora
llegó a mi casa vestida de monja como siempre. Se sentó y antes que yo hablara empezó
ella un monólogo indignado.

-¿No ves que mi hija es muy joven para vos? No sabe lo qué es el mundo. No sabe lo
quiere. Tiene problemas de verdad. Está mal en la facultad. No la vi nunca con un
novio. Se viste como atorranta. Viene a cualquier hora. No me habla. ¿Qué tenés que
hacer vos con ella?
-En verdad Tiara no sabe nada. Te doy la razón. No sabe porqué vive. Y como vos no la
podías ayudar porque no confía en vos me buscó. Ella no siente que vos representes
nada de lo que quiere o le gusta.
-¿Y qué es lo que le gusta? ¿Tu falo?
-No creo ser un falo sino alguien que la puede iniciar.
-¡¿Iniciar en qué?!
-En buscarse a sí misma. Algo que con vos no consigue. Lo erótico no es el fin sino
parte de la comunicación.
-¿Usa tu pene de micrófono?
-No seas limitada. ¿No será que ella no ve ningún hombre que sienta algo por una mujer
en tu casa? ¿Cuánto hace que te vestís así? ¿Desde que te separaste? ¿O toda la vida?
¿De qué hablan con tu hija? O mejor dicho: de qué hablaban cuando hablaban.
-Cosas de mujeres. De la vida. De lo difícil que es. De la necesidad de hacerse un
futuro.
-Que raro porque cuando llegó acá de todo eso no sabía nada.


-Tiara, estuvo tu mamá acá.
-Si, ya se. ¿Me puedo venir a vivir con vos?
-Y qué harías.
-¡¡Por lo menos ya puedo hablar de algo!! ¡Por algo se empieza! No sé qué hacer en la
calle. Estudiar. Ir. Venir. ¿Para qué?
-No. Yo no soy tu padre. Pero si tu mamá cambia de opinión podes seguir viniendo.

Al cabo de unos días me llamó Débora.
-¡Tiara se escapó de la casa! ¡Pensé que estaba con vos!
-Desde que viniste a hablarme le dije que solo podía volver con tu permiso. Después no
supe más. Debe estar en lo de una amiga.
-¡No tiene amigas! Me decía que ¨ vos ¨ eras su amigo.
 -Ella no se escapo de mí. Se escapó de vos. Dale permiso para que pueda verme. O
mejor. Dame permiso para que si sé de ella la deje volver.


-¿Tiara? ¿Dónde estas? Tu mamá dijo que si querés podes venir.

Llegó y entró sin hablar. No habló hasta el día siguiente. Había estado caminando por
Capital. Entrando a lugares. Me preguntó que qué eran los bohemios. Había teatro a la
gorra en un lugar frente a una plaza y le gustó la función.

-Quiero actuar. Esa gente disfruta. Viven por el mango. Pero viven.
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-Esa gente se preparó durante años. Aprender lo que quieras cuando estés lista.
-¿Y cuaaaando voy a poder estudiar lo que me gusta?
-Eso lo vas saber vos. Ganas. Confianza. Dudas. Y fe. Y tiempo. Todo se hace de a
poco. Hay que perder el miedo.




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Le aclaré que debía vivir con su madre a pesar de poder venir. Débora había estado
conmovida desde su huida. Quería que todo cambiase. Hasta se había comprado ropa
con colores y estilos modernos. Y también había aceptado una invitación a salir. Todo
por Tiara. ¿Y por ella? La invitaron al teatro y a cenar. Lo que dio para que Tiara le
hablase después de meses.

-¿Cómo estuvo la obra?, le preguntó sin levantar los ojos del piso pero con evidente
curiosidad.
-Linda. Nunca había ido al teatro, respondió Débora. ¡Gente rara!
-Yo fui al teatro hace poco. Cuando me escapé. Quiero estudiar teatro, dijo esperando el
reto Tiara.
-¡Me parece bien! ¡Hacelo! Gerardo sabe mucho de teatro. El te puede orientar. Me
habló toda la noche de eso. Dijo que soy linda. Vos qué crees.
-En serio me puede orientar.
-¡Sí!. Llamalo.

 La cara de Débora era otra. Como si las cosas le importasen más. Sería Gerardo. Tiara
se encontró con Gerardo en un café. Hablaron con la misma frecuencia de comprensión.
Gerardo sabía de mí. Tiara le contó.

-¿No es grande para vos?
-El me entiende.
-Yo también te entiendo pero no te llevo a la cama.
-No entendés. El no está pensando en eso.
-Pero lo hacen.
-Soy mayor de edad y elijo.
-Tu mamá qué dice
-No se haga el gil. Ella ya le habrá dicho que me escapé y que lo conoce.
-Tuteame.

 Gerardo siguió la conversación. El quería ocupar mi lugar de confidente. Quería ser
parte del problema que sabía de parte de Débora. Tiara lo notó y fue amable pero no lo
dejo ser mi sustituto. Será que cuando se entrega la confianza a alguien se lo prefiere
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antes que a otros. Que los espacios llenos no se vacían así nomás. Y que haber estado
conmigo era una diferencia respecto de cualquier conversación aunque pereciese ser
buen tipo. El silencio de estar callados luego del amor encierra mil palabras
insustituibles por cualquier conversación de horas. La intimidad cuida de hacer verdad
hasta lo que no se dice. Y Gerardo era eso para su madre. O lo sería pronto. Quizá
pronto Débora encontrase en él lo que ese silencio significaba. Parecía muy locuaz para
pensar que con su madre ya habían llegado a lo íntimo. Si ya lo hubieran hecho el pudor
de hablar con la hija sería mayor. Le divertía a Tiara pensar que su madre podía estar
con un hombre. Con ESE hombre. Gerardo. Verla arreglarse para él le hacía suponer
que su madre quería seguir adelante hasta llegar a ello. O quizá no sabía donde iba pero
había empezado.




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Cala llegó de París. Yo estaba avocado a Tiara. Pero no fue problema. El hijo de Jaques
estaba con ella. Eran pareja. El, francés. Jaques era un hombre de dinero. Y su
hijo…..también. Jean Pierre. Habían estado paseando por Europa dos meses. El
flechazo fue a primera vista. Adabel sabía que podía suceder y por eso planeó la
invitación como excusa. Jean Pierre tocaba el clarinete en la filarmónica de París. Era
un prodigioso del instrumento. Y la había alentado a Cala a que estudiara el oboe. Ella
también tenía su instrumento. Lo trajo consigo y tocó para mí toda una tarde. Jean
Pierre estaba con ella y lo conocí. El sabía que yo la había iniciado. A Cala no le
importó entonces lo de Tiara. Me felicitó. Y yo a ella. Casi sin pensarlo hicimos una
fiesta en la que ambas parejas nos permitimos todo la una frente a la otra. Pero no hubo
intercambio de partenaire. Cala y Tiara se hicieron amigas. Tiara cambio de parecer
sobre el teatro. Incitada por Cala se decidió por estudiar violín. Quizá algún día ambas
compartiesen la misma orquesta con sus respectivos instrumentos.


-¿Cómo es París?, preguntó Tiara.
-¡La cité del amour!, adujo Cala apretándose contra Pierre.

Cala no quería compartir a Pierre de forma que a ella le tocase yo. Pero una tarde de
música Cala, Pierre y Tiara se desvistieron y brindaron por la vocación. A mí no me
molestó. Era un acto en la iniciación de Tiara. Pero pronto la invitaron a París.
Estudiaría violín allá. Débora, su madre, se molestó. Ya había estado varias veces con
Gerardo y Tiara lo sabía. Pero Cala y Pierre le prometieron que su hija viajaría a Buenos
Aires seguido hasta que ambas se acostumbrasen a la distancia. Gerardo quiso saber del
teatro en París y pensó en que podrían visitarlos. Gerardo veía en esa amistad una salida
para Tiara. Débora también. Yo también. Y se fueron.
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Nuevamente pensé en mí. Feliz por Tiara. Y por Cala.

Adelí era camarera. Además había estudiado piano varios años. Su abuelo había dado
conferencias sobre música erudita en alguna época. Era rubia de ojos claros. Austriaca
por el abuelo. Ya había sido iniciada. También tenía una hija. Pero Adelí era muy joven
y su hija pequeña aun. Adelí no aceptaba parejas estables. Me había visto con Cala
varias veces en el café en que atendía. Por eso un día me habló. Yo estaba solo ese día.
Pero Adelí tenía el sí fácil. Dormía con cuanto hombre se lo propusiese. Decidí ayudarla
a superarlo. Tenía que recuperar el porqué. Iniciarse nuevamente podía ser la solución.


-A mí me gusta ¨ la carne ¨, dijo con desdén.
-Tampoco pretendo hacerte vegetariana, respondí.

El primer ejercicio era estar ambos desnudos con las piernas cruzas sin poder tocarnos.
Podíamos decirnos cosas. Agradables o groserías. Pero si no resistíamos el deseo de
buscarnos nos parábamos y terminaba el juego. Al principio no fue difícil aguantar.
Pero en la medida que nos conocíamos la atracción iba en aumento. Eso era lo que yo
quería que ella sintiese. Que el conocimiento del hombre la podía llevar a no dejarse
llevar por impulsos de dormir con ellos porque sí y que notase como ese conocimiento
mutuo generaba un deseo genuino. Lo hicimos por fin y el desahogo fue enorme. Para
afianzar la recuperación acudí a la presencia de Kim nuevamente. El tenía un atractivo
físico joven y enorme. También era musculoso. Le dije a Adelí que se saciase con él.
Los dejé solos.


-No sentí nada. Ninguna excitación, me dijo después. No lo pudimos hacer.
Se habían tocado y mirado con lujuria pero algo dentro de ella le pedía o impedía que se
decidiese a hacerlo con él a quién no conocía. Entonces le propuse que hiciese con él
durante una semana el ejercicio o juego que había hecho conmigo. Que sentados
desnudos no se tocasen y que se pudiesen conocer.

-Tampoco lo hicimos, me dijo al cabo de una semana.
Esa era la posibilidad ya que el conocer a un hombre tampoco aseguraba desearlo. Bien
podía suceder que luego de conocerlo no le atrajese más que al comienzo. Esta segunda
etapa accidental de la iniciación le dio esa verdad. Conocer no siempre lleva al deseo.
El sí fácil de Adelí estaba siendo reeducado.




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La mamá de Adelí había estado viviendo en España. Allí tuvo encuentros con la
corriente sadomasoquista de los que reiniciaban a personas con ausencia de parejas.
Fetiches, elementos vibrantes, cadenas y prácticas desde la violencia de la fantasía.
Sometimientos, actuaciones con la maldad fingida pero creída, golpes que simulaban o
pretendían ser terribles y palabras e insultos y actitudes de índole militar que jugaban
con las humillación. Finalmente había sido contratada para filmar videos para gente
adulta de erotismo pornográfico. Estuvo cerca de gente que moría de sida vinculado a
una corriente llamada sexo terminal. Consistía esta en exacerbar los impulsos y actos
sexuales de gente con HIV. En ellos la palabra muerte o el deseo o acto de querer matar
estimulaba a los que iban siendo víctimas de ese destino producto del virus. Zulma
conocía ese lado oscuro de la perversión. Es que ella también era portadora. Seguía el
tratamiento pero no renunciaba a potenciar sus deseos. En gran parte sujetos a ello.


-Mamá quiere conocerte, dijo Adelí luego de una tarde contándome estos detalles de la
vida de Zulma.

Zulma era un poco mayor que yo. Al poco tiempo estaba yo siendo iniciado en las artes
que había ella aprendido. Todo se tomaba con seriedad. Nada era producto de bromas.
En eso consistía el creer y querer ser parte de esos módulos. Adelí tomó parte de estos
cuando notó que yo los tomaba con seriedad. Ella quiso también probar situaciones. En
un momento ya ambos, Adelí y yo, estábamos listos para entrar al club en que las
prácticas de estos métodos eran grupales y alternantes de partenaire. Pero Adelí ya tenía
por fin una pareja estable y se fue de ellos luego de satisfecha su curiosidad.


-Se llama Luciano, me dijo. Es aviador. Va muy seguido a Estados Unidos y a veces a
Paris, sonrió a referencia de Cala y Tiara.


Llegó la noticia a los pocos días de que Débora había fallecido estando en París con
Gerardo en la vorágine del viaje. Luciano se ofreció a traer sus restos mortales. Ella
quería reposar en el jardín de su casa. Fue su última voluntad. Gerardo accedió. Tiara
retomó su silencio y dejó las clases de violín. Esta vez sí le dejé que se quedase
conmigo.
Débora había muerto de un infarto. No se supo porqué. Tiara ya llevaba tres años en
Paris con Jaques, Adabel, Cala y Jean Pierre. Gerardo admitió que Débora había sido la
mujer de su vida. Débora y Tiara habían estado unidas a raíz de Gerardo y del viaje.
Ahora yo intentaba convencer a Tiara de que retomase sus estudios de violín. Eso le
evitaría pensar. Con el tiempo podría rehacer su amistad con Cala y Jean Pierre y volver
a París.
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La vida después de la vida le explicaba yo a Tiara. Tu mamá está viva. Lo podes
entender en el momento de llegar con un hombre. ¿Qué significa eso? Es un milagro. Es
la descarga de la vida en el mas allá. Es la pertenencia al mundo sin estar en él. ¿Qué es
sino entonces la memoria en los que pensamos en ellos? Ahí está la vida. La
supervivencia. El desarrollo de la existencia bajo cualquier forma. Ya no física. Sino
abstracta. El metabolismo entre la materia y lo que ya no es ni éter. La antimateria. Lo
que se convierte en pensamiento. En lo absoluto. Que es de todos. En lo divino. Lo
celestial. Lo superior a la condición humana. La raíz del origen del universo. La
polaridad que busca lo oscuro y lo claro, la verdad y la mentira, el cuerpo y el alma, la
alegría y la tristeza, lo concreto y lo infinito, la salud y la enfermedad, lo espantoso y la
belleza. La polaridad. Sí. Que emerge para fusionarse en el mañana y negarse hacia lo
neutro.

-La vida es mas linda que la incertidumbre, me refutó Tiara.
-La vida ES incertidumbre, respondí. No dividas lo indivisible.

Tiara cayó en depresión. Empezó terapia y le recetaron medicamentos. Su psicólogo se
llamaba Jerónimo. Jero, para ella. Eso sí, con el tiempo. El señor Benavides de
momento. Yo no podía indicarle a Tiara lo que un tutor sí. Aunque él fuese psicólogo. Y
le apartase de la gente que ella mas conocía. Entre ellos, yo. Lo desconocido de la
muerte precisaba de lo desconocido. Gente desconocida. Profesionales desconocidos.
Especialistas en lo desconocido. Pero que no fuesen conocidos. Al menos por ella.
Benavides la veía tres veces a la semana.

-En qué pensás.
-En nada.
-Qué sentís.
-Nada.
-¿No querés tomar algo?
-No.
-Bueno, por hoy terminamos. Te veo el jueves.

Y Tiara odiaría a ese hombre que no podía resolver nada y que encima cobraba por
escuchar su silencio. Ella estaba en la nada. Una especie de locura permitida en la que
nada importa. Una enajenación completa y no querer pensar en sí. El uno mismo para
ella ya no existía. Estaba en el mundo de los muertos. Era la dominación de que todo
finalmente se acaba. Se reía de la vida o de que su futuro le hubiese importado. Del
intento por destacarse o hacer lo que le gustase. Para al fin dejarlo todo en cenizas y
huesos rotos y su cuerpo de iniciada lleno de gusanos y pestes de la tierra.

-Qué pensás de la muerte.
Silencio.
-Hablo de la de tu madre. Cómo era tu relación con ella.
Silencio.
Hasta que al fin Benavides, Jerónimo a partir de esto para ella, dijo:
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-Yo creo que Dios existe.
Y cuando ella se disponía a hablar por fin y arremeter contra ello:
-Bueno, por hoy terminamos. Te veo el lunes.



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Zulma se estaba muriendo. Su HIV ya estaba sobrepasando a sus apetitos eróticos.
Adelí seguía con Luciano. El aviador. Le había dicho Zulma a su hija alguna vez que no
quería morirse sin que ambas estuviesen casadas. Adelí me dijo que eso era muy
importante para su madre y que estaba dispuesta a casarse con Luciano y él también con
ella para cumplir este sueño. Pero su madre moriría sin haber tenido esposo. El padre de
Adelí había muerto siendo alcohólico y nunca se había casado con su madre. Lo pensé
largamente. Qué había que no fuese finito. Qué sería del cosmos si la unión no hiciese
la fuerza de atracción. Porqué el egoísmo era capaz de romper los sueños de los
inmortales al morir. Acaso la verdad del ser no era la trascendencia y la de sus
instituciones. Quién era capaz de sostener que lo efímero le podía ganar a la
permanencia. Y si la luz reinaba en la tierra y en el cielo, cuál era la diferencia.

-Yo me voy a casar con ella.
-¿Con mi mamá?
-Sí.
-¿Serías capaz de hacerlo?

La ceremonia doble tuvo lugar en el lugar de los hechos: el jardín. Por supuesto todos
los miembros del club asistieron con sus disfraces adecuados al morbo de cada uno. El
sadomasoquismo se vistió de negro. El sacerdote estaba de negro. Había accedido
gentilmente a que lo decoraran los del club. Adelí me explicó que en el club no se podía
ofrecer nadie para cumplir el sueño de su madre porque podía morirse antes que ella y
dejarla viuda. Y eso sería terrible para el final feliz.
Zulma, yo, Luciano y Adelí tuvimos nuestra luna de miel. En el mismo lugar y hotel.
Pero en cuartos separados. Cuando estábamos por volver de España cruzando una calle
Zulma se cayó y murió atropellada. Era una noche de luna llena. Un sábado.
Seguramente muchos estaban festejando su descanso. Adeli, Luciano y yo el eterno de
Zulma. Morir de algo diferente había cambiado nuestra dedicatoria al virus. Yo había
quedado viudo. Y madre e hija habían cumplido el sueño de aquella.

Otra vez estaba solo. Luciano y Adelí se peleaban todo el tiempo. El tenía aventuras con
azafatas. Uno no sabe porqué hace las cosas. Se da cuenta de que ya están hechas. Las
mira desde el futuro. Las juzga imparcial. Como si las hubiera hecho otro. Se pregunta
si aquel que fue es el que ahora es. Hace y deshace los nudos de los problemas ya
terminados resueltos. De los inmutables. Lo que está hecho, hecho está. El mirarse con
una lupa desde el foco del que estudia al que fue. La mirada perdida en el ayer y no en
el horizonte. El modo de retroceder en los aspectos personales y los ajenos. Lo
verosímil de cambiar de opinión sobre lo que ya ocupó su lugar es solo el destierro.
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Querer irse del mundo. A otro país. Pensar en culturas mejores. Más avanzadas. En la
superación de lo negado. Desterrar los miedos y estar dispuestos a todo.
Luciano y Adelí se separaron. Divorcio. ¡Que no se entere la difunta madre! Lo que el
sueño ha unido el hombre no lo pueda separar. Adelí otra vez sola. Con el tiempo
repasaría lo de tener una pareja estable. Entre la muerte de la madre y el divorcio se
inclinaba por el duelo de una manera muy memoriosa. Con el sí fácil.



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-DIOS NO EXISTE!!, gritó Tiara entrando a lo de Benavides el lunes por la tarde.
-Yo digo que sí, adujo Jerónimo.
Sí, Jerónimo. Porque luego de hablar un rato ya sin silencios lo empezó a llamar así, por
su nombre. La razón era simple. Ella creía en Dios y alguien a quien detestaba le había
por fin condescendido. ¿Habíase averiguado que ella creía? Quién sabe qué poder tenían
estos psicólogos de rastrear la palabra Dios en el inconciente. En cualquier expresión
paralela a él aunque no lo tocase. En un rastro de plenitud o de poder que lo invocase
indirectamente o en la pobre desgracia de mencionarlo sin pronunciar la palabra. En el
nombre de otra persona. En el reflejo de alguien conocido. O de algo.

-¡No sé qué hacer Jerónimo!, dijo al fin de la charla.
-Y qué dice tu novio de Dios.
-Qué novio. No es mi novio.
-Y qué es.
-No es que sea Dios pero………..
-Bueno, por hoy terminamos. Te veo el miércoles.




Tiara me miró como nunca antes lo había hecho. Era una mirada de acusación. ¡Vos!,
decía la mirada. Vos me hiciste creer en Dios. Me hiciste creer en vos. Me hiciste creer
en algo. Pero no lo dijo. Lo leí en su mirada luego de escucharla.

-¿En serio crees en Dios?, me preguntó ¿Y porqué nunca me dijiste?
-Vos nunca me preguntaste. Nunca hablamos de eso directamente. Solo de forma leve
para que la iniciación no te perturbase. Los conceptos absolutos dan miedo cuando se
los invoca antes de tiempo.

Tiara entendió que yo no era Dios, SU Dios y eso la tranquilizó. El conocimiento que
yo tenía de las cosas de este mundo y las especulaciones sobre lo supraterreno lo son
sobre lo absoluto. No es el que lo dice el todo sino alguien que se refiere a ello. Pero
solo nos podemos desplazar de forma evidente de ese lugar cuando el que aprende está
listo para no caerse. Por un tiempo ser su dios es sano para entender que Dios tiene un
lado en el ser humano y que por ende no es inalcanzable. Conocer la belleza y lo
agradable es una aproximación al supremo llegar a entender de la abstracta idealización
que el que lo sabe tiene de ello. La fe.
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Tiara provenía de una familia humilde e ignorante de todo saber. Salvo Débora, su
madre y conocida mía, cuya muerte la había afectado tanto. Eso era su madre en su
vida. El eslabón entre su familia y yo. Las rebeldías de tener que ir a una ceremonia los
domingos con los que a diferencia de su madre y siendo de su sangre nada les
preocupaba o importaba mucho. Su madre. El silencio que la había tenido a Tiara entre
el no creer y el creer en mí. La duda sobre sí y la negación al resto de su familia. La
separación del vínculo que nos hace ser parte de algo. La aceptación que incurre por
exceso o por defecto de tener una esperanza. Benavides, Jerónimo, la había dirigido
hacia mí cuando ella creía que era contra mí para resolver su problema. La paz volvía a
reinar consigo, conmigo y con Jerónimo.



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Cala, Jean Pierre y Tiara hicieron un trío. Oboe, clarinete y violín. Rehicieron su
amistad otra vez todos en París. El duelo de Tiara por su madre había empezado a ceder.
Dios existía. Ya estaba cerca de esa posibilidad. Podía entenderla sin asustarse. Gerardo
sin Débora ya también se preguntaba por la ida del ser querido que ella había sido en su
vida los últimos meses en que su relación había crecido. Fue Tiara ya recuperada la que
lo alentó a volver a pensar en alguien más. Su hijastra temporaria. Pero Tiara fue más
allá y le presentó a una compañera de la orquesta menor que él pero mayor que ella para
probar suerte con el violonchello. Si Delmira era chelista. Y él comenzó por ir a sus
conciertos y poco a poco a su departamento. Yo había trabado amistad con los amigos
del club que Zulma me había dejado antes de su partida y mi viudez consecuente. La
directora del club no era portadora. Era sexóloga. Intervenía supervisando a los que
tenían más problemas de adaptación para que lo superasen o se fuesen. Ludovica. Ella
se había acercado a mí desde el inicio de mi decisión de desposarme con Zulma. Estaba
entre sorprendida y aturdida. Nunca entendió algo tan morbo. Ella que alentaba esos
hábitos del sex club que supervisaba se vio superada por mi exceso de lo que me
describió como delirio emergente. O más exactamente martirio voluntario. A partir de
ello me había visto como alguien diferente. Especial. Pero temible. Quién sino quien es
capaz de cualquier atrocidad accede a algo así. Supe por alguien del grupo que ella
pensó alguna vez que era yo un asesino serial o un demente psicópata. Pero pasado el
susto yo noté que confiaba ella en mi sensibilidad con los demás lo que me hacía más
creíble.

Ludovica. Nombre de alguien de alguna nobleza europea. O de alguna bruja mala o
hechicera. Ella me parecía macabra. Por su nombre por lo que hacia y..……por su cara.
Tenía el pelo que parecía peluca (o lo era) todo revuelto y sus ojos desorbitados que la
hacían más próxima a una persona oculta en su vínculo con el club para no estar
expuesta la sociedad. Para no ser descubierta o sorprendida en la calle como alguien
sospechoso. Ser sexóloga en un antro no era un buen currículum para el qué dirán. Pero
ella mantenía su trabajo en reserva al igual que todos los que eran miembros del club
que al entrar se transformaban respecto de lo que eran puertas afuera. Una doble vida.
Una vez la vi en la calle en un almacén y no supe si era ella. Me llamó con señas y
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comprendí que su forma y aspecto tenebroso también eran solo de la vida alternativa.
Estaba rozagante y llena de colores adecuados a un día de sol de primavera y a la
sensualidad de esa época del año. Tomamos un café. Me dio lujosos datos acerca de su
procedencia étnica y de su vida fuera del club. Era descendiente de ucranianos que
emigraron luego de una plaga que arrasó sus tierras y mató a muchísimos cientos o
miles de personas. En su familia una abuela había sido curandera y un tío general del
ejército. Su hermano mayor había vuelto a Ucrania y le escribía. Su hermana menor era
prostituta de lujo en cruceros y hoteles cinco estrellas.

-El café se te enfrió, dijo.
-En mí jardín hay cosas que te quiero mostrar.
-Me gustan los jardines y las huertas. Más si están bien cuidados. Y preguntó ¡¿Así que
iniciaciones?! ¿Te llamo maestro?
-Por lo que vos instruís en el club yo más bien fui tu discípulo.

En el jardín no usamos fetiches ni nos insultamos pasa provocar la llama del deseo. Ya
estaba encendido en todo lo que el uno sabía sobre el otro.



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Un día Ludovica llevó al club a su hermana menor. La prostitución vip era reservada a
mujeres de un cuerpo y belleza fuera de lo común. Como Yamila. Cuando entró todos
los hombres nos dimos vuelta para contemplarla. Además de ser inmensamente
atractiva venía vestida (desvestida) con poquísimos trapitos, ya que no eran más que
eso, que no le cubrían lo que el tapado que se había quitado llegando de la calle. Sus
movimientos eran tan firmes, seguros y sexys que nadie se animó a decirle los piropos
que su exhuberancia había enmudecido. Ella se sentó en su trono y fue Ludovica la que
pronunciando bien las palabras como si fuese un ceremonial que Yamila se merecía la
presentó.

-Esta hermana mía conoce artes que acá jamás hemos usado. El arte de dominar con la
mirada y todo tipo de acciones y claro está con su belleza en todo lugar donde lo sensual
es tan pago y caro que el dinero es parte de el desprecio del que no hay groserías ni
maltratos. Solo la fijación que ella atrae hacia sí de cuanta persona se mueve a su
alrededor.
Uno empezó a aplaudir y aprobar y Yamila lo congeló con la mirada y este pidiendo
disculpas se retiró hacia el fondo del salón escondiéndose del impacto que sufriese en
ello.
-Como les decía esto no es más que el arte de matar propio de las mujeres que algunos
han visto en la ciudad y a las que nunca se le han animado. Bellas, como ella.
Portadoras del arma de ser semidiosas en su trato y atracción que intimidan por conocer
la práctica de ello. Son las que asesinan sus sueños de tener a alguien como ellas y lo
hacen adrede y premeditadamente. Son las que los hombres darían un brazo con tal de
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estar una noche íntima con ellas y un ojo con tal de mirarlas aunque más no sea por
única vez con él.

La gente silenciosa esperaba permiso para lo que fuere. Estaban todos sujetos de Yamila
y de las palabras de la hermana. Las mujeres por su parte veían en sus látigos, tachas y
cadenas estúpidas mentiras en relación a Yamila y su evidente poder.

-La pregunta es para qué está ella hoy acá, continuó Ludovica. Pues bien. La nueva
etapa de este club será que las mujeres hasta las menos bellas aprendan ese arte y los
hombres se preparen para que las que están en ese pedestal en el que ellas las que se le
parecen se sitúan no los caigan en temor y las consigan como presa.

Dicho esto Yamila habló:
- La preparación llevará meses pero aquí nadie va a temerle más a este icono de mujer
que yo represento. Y algo más. Ese trabajo que les voy a dedicar será bien pago por
todos ustedes. Soy una puta. Y si alguno se enamora de mí ahí está la puerta para irse.
Acá mando yo. Y es contra eso que durante meses los voy a proteger. Pero no de mí. De
las que se me equiparan. Exijo el respeto que mi voluntad ejerce ya sin que se los deba
pedir. La amenaza está. Sepan dejar que les enseñe cómo y porque para tolerarla y con
artificios que les dé ser inmunes a ella.

Dicho esto se puso el tapado dio una vuelta que arrastró los latidos de todos los
corazones y se fue.


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La voz de mando. Cuántas veces hemos escuchado que alguien nos dice o sugiere hacer
algo y nos sentimos con ese sentido de desorientación que se aparece ante cualquier
contradicción. Con ese modo dual en el que lo que sucede y lo que debemos hacer no
debemos hacerlo. Una impresión que detiene nuestra posibilidad de pensar en nada y
mucho menos en hacer lo que se está pidiendo. La voz que confunde lo que hay y lo
transforma en una descripción del absurdo que recorre nuestro interior ante el shock que
no es medido como la verdad sino como una fracción de la distracción que pone a la
merced del impulso natural de toda una vida de reaccionar sin tener en claro lo que se
hace. La orden. Quiénes tienen la postura y el derecho a darlas y en qué caso o
situaciones si las hubiere. Obedecer. Cuando se obedece a lo mecánico de una similitud
anacrónica con el ayer que ya no es tal. La autoridad. La que delega la decisión en la
que se puede impactar con una resignación que se impregna del desafío a lo que no gana
ni pierde pero recibe lo que es necesidad bajo la obligación de tomar una determinación
imperativa frente a lo que no sigue la voluntad propia.

-Cuántas veces una mujer les ha hecho sentir esto, preguntó Yamila.

Yamila en sí representaba esta idea y ella lo sabía. Ella era autoridad, órdenes y mando.
Pero su discurso invitaba a descubrir porqué. A escuchar lo que decía y cómo. A notar
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que el lado maternal de la mujer era el arma de conducción de la voluntad del hombre.
Que los derechos que se les reconoce son solo afirmación de que manda.

-Qué pasaría si se permitiesen desobedecerme en cualquier cosa que les diga ahora,
remató.

Todos los símbolos representan obediencia. Las instituciones, los cuidados. Son
jerarquías. Por ello la ofensa del que no ve que se los respetó a los valores es indirecta
porque la derivación es que tampoco se los notará a ellos como parte de esa cadena. La
organización es una delicada tarea en la que se dispone a quién hay que observar antes
de hacer algo.

-¿Qué pasaría si yo en lugar de estar con uno de ustedes me desnudase ante todos ahora?
¿Acaso el miedo a la verdad no es perderle el respeto a la mentira que la aprueba?, dejó
entrever. ¿Porqué yo no renuncio a mi poder? Porque ustedes creen que lo necesitan y
yo disfruto de ello.

La base de sustentación de la admiración por ella estaba ya teniendo algunos rebeldes y
eso era lo que ella traducía como el objetivo de su mensaje. Algunos se miraban
buscando ver si los demás entendían también. Si la obsecuencia no era parte de una
enseñanza que se podía olvidar, negar o destruir por la preferencia espontánea de lo que
no se era inalcanzado.

-Bueno, no se olviden de ser generosos al pagar esta muestra no gratis de lo que pueden
hacer. Nos vemos la próxima.

-Pagar sería avalar que sigas parada ahí diciéndonos lo que tenemos que hacer- dije yo.
-Yo no pago por tener sexo si puedo evitarlo, continué, y con vos no voy a tenerlo.
Entonces me retiro. Y me fui.


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Recibí una llamada anónima al día siguiente. Reconocí sin embargo la voz de Yamila
pero en otro timbre de voz y sin el imperativo modo de hablar en público. Sin embargo
fingí que no sabía. Era una mujer que decía estar buscándome para conocernos mejor.
Le pregunté si la conocía haciéndome el tonto y se rió. Dijo que sabía yo que era ella y
que me proponía un pacto. Estaría conmigo si lo deseaba a cambio de salvar su
performance frente a los demás. Dije que no tenía precio. Que solo si me gustaba la iba
a tener y que eso dependía también de que su hermana con quien yo ya había tenido
algo se lo permitiese y a mí. Tanto ella como yo nos dimos cuenta al decir yo esto que
mi ataque en la jornada anterior estaba apoyada en lo imprescindible para dominar que
era saber mucho de alguien y en particular para mí de la mujer que ella representaba ser.
Su hermana me había dicho lo suficiente.
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-Dice Ludovica que hagamos con libertad, me respondió luego de llamarla.

Este semáforo en verde dado por su hermana Ludovica era una estrategia para que la
sacase a Yamila de su perfil. Lo había pensado mucho antes de llevarla al club para que
yo le diese un golpe a su propaganda familiar. No era gracioso que aun viviendo llena
de dinero la hermana se detuviese en decir que lo que le faltaba era ser como ella y no
sexóloga por unos pesos. Ludovica la odiaba. Sabía que yo la iba a herir en su ego y que
me encargaría de no dejarla ir más que a una exposición final del ridículo. Yamila había
sido sorprendida en una trampa y su vida de lujos corría peligro con su imagen. Estaba
desesperada y pensaba fría y velozmente como el que corre peligro de ser derrotado por
el enemigo oculto.

Yamila empezó a decirme ya en el jardín y confiando en mi sabiduría de lo cotidiano:

- ¨ Mis padres ¨ trabajaban para vivir ¨. Nunca les sobró plata. A veces no alcanzaba.
Tenían el mango justo. Ellos bien temprano a la mañana se iban al trabajo y volvían a la
tarde después de caído el sol. Entonces mi hermana y yo nos desviamos hacia el
negocio del sexo. Nunca entendimos el trabajo y el sacrificio y éramos bellas las dos. La
mujer ya era un icono en la revolución sexual. Entonces ella sexóloga y yo puta cara nos
hicimos un camino diferente al de ellos. Un poco por impotencia. Por no haber
conocido la necesidad ni querer conocerla y por ser mujeres. Eramos malcriadas en el
sentido en que la sociedad les daba a los hijos el ver que todo se hacía para ellos.
Entonces creíamos que la parte difícil ya había sido hecha en los padres y que los
tiempos de bonanza y el relajamiento moral nos permitían esa oportunidad. La de no
tener horarios y tomar como que el valor de nuestros padres había sido preparar ese
mundo diferente al que habían vivido. Pero ahora me doy cuenta que hay muchos
conocidos y amigos que siguen levantándose para trabajar y que hacen de su vida la
responsabilidad de tener que ganarse el sustento y el derecho a vivir. Que en el silencio
no nos recriminan nada pero que son una muestra más real que la nuestra. Que los
tiempos no han cambiado salvo que trabajar ya no te permite tener una familia e hijos
porque la plata y los problemas no lo permiten. La gente tiene la libertad de hacer pie de
forma de vivir y eso que es tan moderno genera desocupación y desinterés por el
trabajo. A veces si trabajas parece que sos un idiota o un pobre tipo que se mata
mientras los demás se rascan porque acumulan con negocios y una plata para no tener
que hacerlo. Eso es el capitalismo que tiene ventajas pero que al que trabaja lo condena
a ser una víctima que presencia la fiesta de los que no hacen nada o hacen plata fácil.
Entonces también está internet y el querer estar haciendo cosas con el dinero que hasta
llega del estado para no tener que ocuparte de vos y no ser causa de tu crecimiento. La
gente ya se acostumbró a usar su inteligencia y ventajas personales y de familia para
sacar provecho del sistema y nosotras dos lo hacemos de esta manera. Pero mucha gente
querida que no tiene posibilidades más que sus fuerzas interiores trabajó toda la vida y
fue casi esclava de este modelo. Entonces vos los miras buscar trabajo. Su Salir a buscar
trabajo cuando lo pierden y te agarra culpa y remordimiento y no te das cuenta de lo que
sucede alrededor de esta burbuja. A veces sostienen a algún familiar o hasta a una pareja
con hijos y tienen la desgracia de que no les ha tocado en gracia ser elegidos y elegir. Y
las chicas quieren ser modelos y los varones manejar computadoras. Y la gente en
general encuentra la changa que la saca del mundo laboral y le da plata para vivir. Estas
changas son aprovechar cada cosa que la viveza criolla les permite y provee de
circunstancias en al que ser parte de una cadena de ganar haciendo algo los saca del
problema. Pero como la libertad es la misma para todos, nos hacen creer, es justa y
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depende de cada cual conseguir su objetivo que para muchos es sobresalir en algo y que
su nombre o su acción sea notada y festejada. Entonces vas a tener mucha gente notable
que se lo merece pero también hay muchos que se la pasan llorando porque no se les
reconoce que la vagancia no les hace ser alguien en algo que en los que trabajan sí es
ponderado si la vida los premia de verdad ¨.


Esta era Yamila. Una conciencia a toda prueba del camino que ella y su hermana habían
elegido para bien o para mal. Su hermana no obstante se enemistaba porque lo de ella
era un verdadero negocio mientras que lo suyo era ayudar en ponderaciones del sexo a
gente necesitada y con problemas. Pero lo cierto era que mientras muchos llegaban con
el pan a su hogar o lo que fuese de su vida solitaria de trabajadores ellas dos se relajaban
en consideraciones sobre el erotismo y en su caso en la valuación económica cara de
tenerla a Yamila en una cama de primer nivel en gente de mucho dinero y en lugares
elegidos. Mucha gente con necesidades extremas también era aburguesada con dinero
de planes sociales y en la droga y el alcohol encontraban una gran cantidad de ellos una
vida de pobres fácil que llevaba los a centros de recuperación para destruidos. Otros en
la pobreza aprovechaban bien el destino del dinero para completar la falta en sus
ingresos pero a veces para no tener que trabajar. Eso era la libertad. Igual para todos los
que tenían y los que no tenían nada. Menos para los que trabajan por necesidad
imperiosa e ineludible sin recibir ayuda de nadie. Lo cierto es que en la situación de
burgueses cada una a su manera se encontraban las clases sociales todas porque la gente
de dinero estaba también con sus pertenencias al día a día de no tener límites en el afán
de no querer hacer nada o no poder ser responsables.



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Esa tarde las iniciadas del primer curso tenían su primera lección de sexo anal. Consistía
en que todas se ponían con la cola para arriba en cuatro. Eran diez. Yo pasaba una por
una lubricándoles el ano así el culo de cara al sol y penetrándolas dos minutos por vez a
cada una. Así durante tres veces. Después ellas en dos grupos de cinco usando penes de
sex shop se seguían practicando turnándose los pares en la función de penetrar y luego
con una rueda de sillas en la que las cinco que se sentaban en las cinco sillas primero
finalizada la música de oriente que se oía y que las hacía bailar en puntillas de pie
podían elegir cualquiera de la otras cinco para hacérselo y a su vez recibir.

Con el tiempo me fui enterando que muchas de esas personas que tenían que salir a
trabajar sí o sí por necesidad tenían un rato de su semana para prácticas orientales y
afines incluyendo las de estimulación sexual y de equilibrio y armonía. El cuerpo como
24

herramienta de trabajo necesitaba ser cuidado, atendido, protegido y entendido para
afianzar una seguridad en el momento de trabajar y hacer cosas con él que dieran el
dinero para vivir.


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Bernarda era virgen. Tenía 17 años. Ella era bella y por ello no quería ser tocada. No
quería perder el impulso de coquetear y reírse entre hombres que la adoraban. Ella lucía
sus pechos abultados su divina cintura y su cola que giraba con ritmo. Ella había
trabajado desde muy adolescente. Conocía la calle y las miradas de los depravados
sobre ella y su bello cuerpo. Hombres que fijaban su atención en jovencitas a las que
miraban con lascivia desde sus años viejos. Pero gente que en fin trabajaban también y
desde su humildad y escasos ingresos se hacían ilusiones y fantasías con las chicas en
flor. Se sabe que los pobres les hacen comentarios o piropos grotescos a las mujercitas
curvilíneas que son acorde a su brutalidad pero sin juzgarla a esta nosotros en su lado
instintivo. Que la mayoría de ellos trabajan en la calle y la calle tiene otro lenguaje y es
imperiosa y vertiginosa y caldera de sus ansiedades. Que el macho les aflora con vos
ronca desde una camioneta o desde un peatón que vive con el peso y se las quiere
devorar a ellas. Hombres simples y recios y que carecen de toda formalidad o
caballerosidad de esas que son producto de una educación mas fina en otros de oficinas
ambulantes. Sin embargo las mujeres reconocen a veces que las lenguas sádicas las
excitan en aquellos y que el deseo que les expiden de chuparlas o de partirlas en un
degüello de carnicería les dan el alivio de toda mujer carnal. Así fue como Bernarda
sucumbió a ser violada voluntariamente en un corralón en el que cuatro hombres le
hicieron de todo sin maltratar su integridad física ni lastimarla y con su total
consentimiento. Desnuda, penetrada y chupeteada se dejó sacar varios gritos agudos y
gemidos de pecho durante cuarenta minutos. La faena terminó cuando los caballeros y
ella saciados todos fueron a la taberna de la esquina y compartieron unas pizzas de
muzzarela prometiendo repetir el encuentro una vez por semanas cosa que sucedió a lo
largo de tres meses. Terminado el lujo Bernarda notó que los hombres no debían ser tan
educados y finos al exteriorizar esa función vital según el modo de los que seducían al
estilo de hombres con dinero y que seguramente habría un desesperado en el interior de
muchos de estos que ella intentaría hacer salir de su control y cortesía de celofán. Se
trataba de generarles el deseo de perder la necesidad de ser ella princesa ante ellos y sí
de ser insultada como el desbocado querer hacer uso de esa maldad sutil propia del sexo
que no le abre la puerta a una dama sino que la encierra como a una yegua. Ser montada
no era hacer el amor pero animalmente menos complicado que el buen trato que usa las
palabras te quiero como muletilla de temor ante la mujer. Así Bernarda logró no solo
perder su virginidad sino perderle el miedo al respeto insoportable que ella desafiaba
causando la locura de los que le llegaban galantemente.

Bernarda llegó a mi jardín y le ofrecí un ramo de flores que escupió agarrándome de las
bolas y rompiéndose la blusa y la bombacha que decoloraron de rosa y celeste lo que
parecía un edén y se mutó a un plácido infierno de cielo.
-Qué querés de mí Bernarda- le pregunté
25

-Quiero pertenecer al club en el que sé que está Ludovica. Me gusta vivir al límite con
mi cuerpo.
Y dicho esto la invité adonde ya no quedaban los restos mortales Zulma, madre de
Adelí, mi ex-esposa fallecida pisada por un auto portadora del HIV como tantos ahí,
pero sí la perdurable Ludovica y su sexológica idea de conductora del harén de machos
y hembras en el negro de una vertiente de lo opaco de la luz del día.




…………………………………………………………………………………………




Easy era una mujer a la que le encantaba la intimidad pero solo de una manera fácil.
Tener contacto genital y llegar. Todo lo demás le parecía absurdo y ser víctima de la
propaganda. Del boca en boca de los comentarios con humor y los mitos populares. Ella
disfrutaba de lo básico. Entendía que la gente necesitaba descargar su necesidad pero
más que nada en el lecho nupcial al recostarse a dormir y ella y su marido Juan dormían
desnudos. Se buscaban en el sentirse bajo las sábanas así desnudos entrelazados y hacer
lo básico de la forma más rápida para estar ambos bien. Easy no tenía fantasías con
hacer nada raro ni fingir que le gustaba eso que llamaban ¨ posiciones ¨. Ambos
llegaban rápido. Era un caso peculiar debido a la facilidad con que sus cuerpos se
deshacían de las tensiones y del cansancio del día de esa forma. Esto era porque ambos
trabajaban y mucho pensando en llegar a fin de mes. Tenían unos vecinos a los que en
la noche ya ellos completamente aliviados y listos para dormir abrazados escuchaban
gritar y los chillidos de la cama a horas de la madrugada que los despertaba. Pero
entonces ya les costaba volver a dormir. Odiaban a sus vecinos por ello. Querían sin
embargo ser testigos de lo que pasaba ahí ya desvelados. Había un baño que daba el
respiradero al de ellos y con ambos baños de puertas abiertas se podía ver por las
rendijas. El novio de Valeria era muy rudo con ella. Pero por sobre todo hablaban como
si fueran chicos. Vale hacía de nenita ingenua e inocente y él le proponía frases que se
parecían a las del lobo. Ella se reía todo el tiempo y esto desconcertó a Easy y su marido
Juan que no entendían que el sexo pudiese ser con diversión sino con búsqueda natural
en el lecho y no más. Una madrugada, desvelados como siempre por ellos, algo les
causó mucha gracia y su risa fue escuchada por Vale y el novio. A la pregunta de quién
anda ahí no hubo forma de evitar ser descubiertos y con las disculpas de que en el baño
se oían ruidos quedó todo aclarado y sin mayores problemas con sus vecinos. Pero Easy
se la cruzó una tarde a Vale en el pasillo. Vale le dijo que ellos intimaban de madrugada
porque el silencio y la certeza de que todos dormían los excitaba. Que era el único modo
en que ambos se permitían relajarse para llegar. Easy le contó que a ella y a Juan los
desvelaban. Entonces luego de consultarlo con su novio vale le dijo a Easy que podían
26

mirar todo lo que quisieran desde el baño ya que les parecía también divertido ser vistos
por una pareja distinta. Al poco tiempo en los juegos de la niña y el lobo mencionaban
que podían ser sorprendidos por mirones y cosas parecidas y que qué les podía pasar si
así fuese. Los mirones Easy y Juan les decían cosas divertidas desde el baño acorde a
cada nuevo argumento. Pero con el agregado de que al volver a su lecho seguían el
juego entre ellos, se prestaban a fantasías de la historia seguida en su departamento y
además de la adrenalina que nunca había sido necesaria y que se multiplicó pudieron
después dormir luego de cada ocasión por fin.

Easy me contaba este cambio y defendía su idea de que había sido forzado. Yo le dejaba
ver que dormir bien lo merecía por más que le ¨ desagradara tener fantasías ¨. Hay algo
que todas las parejas saben y es que durante la noche el despertar de una o de ambas
solo se sacia y se somnifica con el buscarse. El tranquilizante natural que desagota lo
que impide el sueño. Sí, es verdad. Es tan básico como eso. Y a Easy le gustaba lo
básico y le gustó la explicación. Empezó a defender que todo era tan básico que la
fantasía no era tal sino que cumplía ese rol y ese propósito.
La iniciación a veces se abstiene de modificar los hechos que solucionan problemas en
busca de resultados. Cambiar o enseñar a comparar lo que ya está y se puede mantener
sin miedo a ello o al ridículo como también así son los que en contento de ello y de lo
que son en la vida privada, mas comúnmente…..los secretos de alcoba……… que algún
confidente mantiene con el honor de recibir esa confianza en la tumba de su silencio
sobre ello. Las tumbas del comentario y sus pactos secretos suelen ser violados y los
muertos se dan a una cadena de comunicar lo que está sepultado solo en apariencias y
que nadie devela haber sabido de otro.


……………………………………………………………………………………………




Chicos y chicas subsisten a todo deseo con tal de ser parte de su edad y de mantener la
fuerza que les da quererse y compartir intacta y no ser parejas formadas que pierdan la
espontánea manera de estas entre sí para apoyarse en el crecimiento, en el estudio y en
la consecutiva manera de hacer cosas gracias a no tener un techo propio donde sembrar
y cosechar aislamientos y secuelas de separatismos. Los momentos de iniciación son
rodeados del afecto y del quitarle peso a cualquier cosa grande que haya ocurrido o no
se haya previsto en el que hacer intercambios o entre los que son grupo luego del reírse
de los miedos y los pudores y de rápidamente desligar al otro de ser parte de un drama
compartido. Se trata de hacer. De la acción. Y los jóvenes son las ideas la voluntad y el
pelear por cosas que superan la intimidad o la usan solo desde la energía de estar en
vistas desde lograr cosas que dejan entender como lo que más les importa.


No era así con ellas las más maduras:
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Vívoras, renacuajos, serpientes, ella era una máquina de escupirme odio. No paraba de
mirarme mientras me insultaba una palabra tras otra, con el deprecio del que saber que
toda su desgracia se le debe culpar a un hombre o a todos los hombres en mí. O a todas
las mujeres incluyendo las de su familia que no le prestaban atención o la trataban mal
con las que estaba en desventaja en ese momento de ira. Sus ojos hinchados de rabia y
su boca con labios agresivos no paraban de atacarme. La mujer poseída por la venganza
y dispuesta a matar o a suicidarse. Amenazando poner bombas o destrozarme a mí y a
toda una lista de personas que morirían si ella moría. Nadie se salvaría. El poder de
convertirse en otra persona al ser puesto en peligro su propósito y entonces el deseo de
aniquilar. El cielo se le venía abajo. El mundo se le caía encima. Todo lo adverso que
soportaba y silenciaba de repente cobró vida y fue argumento para describir con furia su
desgracia. La maldad se apoderó de ella. Con sus palabras caían monumentos, se
derrumbaban edificios, moría la gente, el poder le alcanzaba para ser dueña del mundo y
disponer de un apocalíptico modo de hacerse cargo de sus problemas con la soberana
potestad de ser dueña del decidir el destino de todo. Bastaba que dijese lo que era su
voluntad para que con sus dedos y sus pensamientos señalando al objeto o persona
volase en mil pedazos todo según su deseo despiadado de gobernar sobre la creación
como una Diosa que se ha levantado a hacer justicia. Que se ha rebelado al orden
existente y que decida lo que será de aquí en más con todo y con todos aunque ella deba
morir en el intento. El sacrificio solemne que devasta con toda contemplación o
apreciación de piedad. La vertiginosa caída del imperio de sus amores y odios a sus pies
por una horas hasta que se le pase la rabieta. Rayos, truenos y relámpagos en el destello
de gritos al abismo que sangra de dolor y la desesperación de una versión en la que
todos son malos y culpables y el ego la transforma en irrefrenable para que la ungida
tarea de hacerse cargo de todo tenga como iracundo la belleza del detener lo que
molesta con la varita de una hada que se deja abandonar a la transformación en bruja
que se encuentra con su lado oscuro que en llamas hace que el incendio se lo lleve todo.
Los ángeles piden que se calme y que recuerde que lo malo no es solo malo sino que
hay un lado bueno al amanecer. En suma: con la naturalidad con que cualquier mujer se
encarga de castigar a un hombre cuando este no pone la tierra a sus pies y los tesoros
que ella necesita. La iniciación de Lucrecia debía empezar por recordar el verdadero
valor de las cosas de la tierra y sus tesoros fingidos. Por recordar los pasajes de su vida
en los que sí había salido airosa de alguna bondad e intentar repetir la experiencia, el
modo y el resultado.

…………………………………………………………………………………………….




Con el tiempo he descubierto el poder de la comida. No solo da satisfacción que une la
gente la hace amiga y se produce una común afirmación de que tenerla y que sea rica es
lo que importa. Hasta los que tienen diferencias se hacen amigos al comer. Siendo una
necesidad básica se la pondera al punto de ser un lujo sea lo que sea lo que se disfruta al
comer. Es un símbolo de humildad. La gente de dinero también se deja sumir por el
lado sacro del comer. Del recibir su alimento. La gente puede ser feliz en ese momento.
28

Hablar de eso que llamamos a exaltar como menú en un restaurante, el menú preferido,
es una cuestión de peso e interés general y de cómo llevar su cocción. La gente
abandona sus objetivos al sentarse a comer. Deja sus problemas, sus debates y hasta sus
motivos de enojo. Se sienta, se relaja, disfruta, saborea. La iniciación al son del
alimento es muy a menudo festejada en los lugares de valoración del equilibrio o el
despertar personal. La boca tiene una preocupación y lo oral está también en otros
deseos que a veces se los considera igualmente volitivos de comerse al otro, lamerlo o
deseos de la lengua y disfrutarse de contactos y comunicaciones de energías poderosas
que llevan a distender y poner en lo alto de la torre el devorarse a alguien en la
desnudez. El placer del canibalismo en que se funde todo lo que hay entre el hablar, el
comer y el ser caníbal. Todo desde la boca. Respiramos por la boca también, un placer
permanente y enorme e inconciente. Y bebemos. Y también el alcohol y muchas
sustancias que estimulan son de interrelación oral. También las infusiones. Hay quienes
dicen que hay una memoria de todos los sabores y lo placentero de la gastronomía, el
oxígeno y las bebidas en la intimidad del buscarse oralmente en todos los lugares del
cuerpo incluyendo, claro está, la boca. E insisto que el hablar es otro instrumento de
placer oral no declarado o inconciente. Los pensamientos también se pueden
potencialmente pronunciar lo que los hace sabrosos. El dolor y el sufrimiento se pueden
expresar y ese alivio es placentero por ser alivio. El llanto deja lágrimas en los ojos y
quiebra el corazón pero se exhala el dolor con sonidos a veces desgarradores que sacan
lo que no se podía ya sostener dentro. Los sentimientos y las palabras de amor se
pueden pronunciar en palabras elegidas con mucho cuidado, paciencia y detenimiento.
El mismo cuidado, paciencia y detenimiento del comer. Es suma la misma ceremonia y
la dedicación de un tiempo a veces deliberadamente exagerado a ello. El mismo que
oralmente recorre el cuerpo del ser amado. Sin cesar, sin pausa en busca de completar lo
que uno tiene de apetito por el otro.
Azucena había preparado un manjar ese día que nos llevo desaforadamente a los gustos
por esa buena cocina. Parecíamos animales que no habíamos comido en semanas.
Probamos todo sin hablar. No hubo conversación. El postre fuimos nosotros el uno para
el otro con la dulzura y el empalague de la piel y los lugares reservados a la intimidad.
Ya colmados brindamos por la dicha.




………………………………………………………………………………………….
29

Me he dado cuenta que la gente busca ser herida. Ser herida por el ser amado es el
súmun del interés por recuperar el cerrar esa herida que forzosamente se debe abrir para
legitimar la cicatriz posterior. A veces la indiferencia notada en el que ama provoca el
deseo de herir. Hay una advertencia que se consagra al miedo y a perder al otro. Hay
una vaciedad de horror que produce ser ignorado y tener que ver al instinto de la
violencia aflorar como lanza mortal para dar a entender y escucharse decir lo que el otro
oye sin poder entender el origen del desprecio. Las heridas que consumen el mundo
para que el mundo se cure. El arrancar el pesar y las prisiones que ordenan el caos. La
variedad de recitar una académica formulación del recuperar y recriminar al que hace
mal. La subjetiva renuencia a ser víctima del que se apodera de nuestro ego. El ego y el
amor. La posesión del que es dueño del otro o puede pedir. La vertiginosa manera de
ocuparse de los que nos son implícitos argumentos en nuestro ser. La vida expuesta en
la mano de una minuciosa provocación del género que se despierta en el otro. Sí, los
géneros se despiertan entre los que se buscan y la conciencia del género en el otro es
sentimiento, verdad y realidad. Se descubre la falta de lo que ahora se tiene. Consuelo
tenía ese valor moral de la que pide derechos por lo que ha dado. Que acude a la
memoria de cada beso. Cada lengua que se mordió y se anudó al que la tomó. Ella se
siente así cuando toca mí puerta.


-Quiero que me des lo que te di- señaló.
-¿Y qué es lo que te pide reclamar lo que con generosidad ofreciste?, conjeturé.
-Mi corazón que late y no puede perder lo que le motivó esa lucha.
-Tu corazón es tu orgullo, le dije severamente. Es la soberbia de no querer declinar a la
voluntad del otro que busca ser libre y decide también.
-La voluntad es orgullo también, me atacó. Es un poder que se maneja cuando el otro es
mas débil.

Consuelo se consolaba en que yo me sintiese culpable. No se quería ir sin que yo no
fuese aceptado en el mundo de los verdugos. Nadie se va si el otro no dice algo que le
da la razón. Es la ley de las parejas de cada jardín. Se entiende que ganar o perder
prepara para una próxima unión con ventajas o desventajas. Que la declinación y el ser
abandonado son aspectos de peso. Que cada viaje es un misterio y en las bifurcaciones
de caminos los que se separan se pierden. El que en el cruce elige cambiar de rumbo es
mirado como un despiadado. La vulnerable forma de exponer al otro a la salvaje
desatención de quien se estuvo durante tanto tiempo. El ser lanzado a la realidad súbita
e inesperadamente sin defensas ni protección. La aceptación que se inclina a no poder
cambiar ese vértigo de no detener el desastre que funde en la desolación. Y agarrarse de
todas las cosas posibles para no caer en un pozo que es ineludible e inevitable. Los
manotazos de incredulidad que al borde de la muerte de todo lo que estaba en pie
levantado por el tiempo. El ver la caída de ser responsable del estar como se está y dejar
todo atrás como perdido y olvidado en busca de una fábula que extraiga el néctar de la
verdad.

-Yo no hice la belleza del jardín sola sino con quien me inició en ello, dijo Cosuelo.
-Hoy nuestras flores están marchitas y buscan alguien nuevo que las riegue, agregué.

Sumidos en el pensamiento y la meditación la oración al Dios fue larga y esperanzada.

…………………………………………………………………………………………….
30



La gente cree que uno sabe qué hacer. Uno. El que hace. Que el peso de la ansiedad no
nos acorrala. Que la angustia es cosa de otros. Que los mitos fueron inventados para
rendirles culto en las personas que los practican y no en sí mismos. El culto a los
personajes que son y fueron la leyenda de un país o del mundo. La sobreestimación de
todo referente de la cultura y la identidad. La canonización épica de los símbolos del
pensamiento. El poner en la pirámide del mundo el termómetro de las dolencias que
afectan al fenómeno de la tendencia al hundimiento de todo lo que tiene que
necesariamente flotar. A la superstición alegada al hedonismo de una tendencia de sentir
cosas y vértigos que antes no. Al macabro y siniestro tener que poner en boca de otros
lo que ni siquiera es de uno. Al traslado de una proclividad al desastre que se eleva en lo
inverosímil de ser parte de auto desanimación que desarticula el fenómeno de la
continuidad permanente. Al fracaso de un increpar a las valentías que no desentonen
con el informe que se da de lo que hay que hacer. ¿Qué es lo que hay que hacer? Solo
uno lo sabe. Uno es él, ella o aquel. Cada uno a su manera. Y lo inalcanzable se cuidado
de ser tomado como el más allá de los que se deben a tener algo que hacer en el devenir
de las cosas.


-No sé qué hacer –decía Solange
-El que hace lo que hace no está pensando en qué hacer. Si no sabés qué hacer hacé lo
que podes y nada más. Lo que podes es lo que tenés que hacer.
-Eso es sacarme el problema de encima.
-No, el problema es no hacer nada.

 Mientras tanto en la calle sucedían cosas. Había accidentes, tragedias y desgracias. Una
cantidad de resultados del hacer de lo que se hace una impredecible consecuencia. Un
millón de problemas de gente que todos los días tiene que enfrentar eso y mucho se lo
devora cada día.


-¿Cuál es tu problema, Sol?
-Ninguno, no sé qué hacer.
-Empezá por no morir en el intento de evitar hacer algo. Por ahí te salvás, dije
lascivamente y con enojo.

Acaso Vladimir, su novio, le daba unas tarjetas para poder ella seguir pensado y
mantenerla conflictuada para poseerla dócil de noche. El hombre sabe que ellas están en
venta. Que tienen un precio y se les puede adornar como a una casa. Que saben la
medida de sus zapatos de taco y de sus botas y agarran fuertemente sus carteras. Que la
ingenuidad es el dramático buscar más aunque tengan mucho. Que tener sus cuerpos y
sus voluntades necesita de una plataforma en la que ellas siguen eligiendo y ahí sí saben
qué elegir.



……………………………………………………………………………………………
31

Hay deseos incumplidos que son frustraciones. Fracasos. No puedo. No soy capaz. No
lo merezco. Es la injusticia. Duelen en el alma y en la destrucción de todo sueño. Se
convierten en la razón de haber sido víctimas de alguna vez haber querido eso. Alguien
que lo sugirió. Que lo prometió. Que nos dijo que éramos capaces. Que dijo que lo
merecíamos. Que encendió la ilusión. Que nos hizo creer en una vida diferente. Pero por
sobre todo alguien que describió la felicidad a su manera y nos hizo creer que era eso,
una idea equivocada de ponernos la atención en el error y en pensar que consiguiendo lo
que se nos enseñó como lo bueno teníamos la vida que más nos iba a ser nuestra. Un
apremio que una vez conseguido o visto desde lejos igualmente iba a ser un fraude. Hay
una estrategia en la gente para adiestrar la atención hacia los fines que ellos se
proponen. Una forma de ganar tiempo para conseguir ellos lo que la distracción de los
demás genera en el ser llevados a lugares equivocados. Tienen la ventaja de tener cara
de buenos y en que jamás sospecharíamos que solo persiguen su propio beneficio. Son
sicópatas que buscan gente que necesite que le digan lo que tiene que hacer. Gente
insegura o sin rumbo que busca en el que está dominado por el descontrol general y
encuentra que la meta parece genuina tal cual estos la describen. Son gente que obedece
a cosas ya que nunca tomó decisiones propias y que está entrenada en el mando y la
obediencia como método de incitar a esa respuesta inmediata que la orden genera en un
ser perdido que necesita que lo manden. Un modelo que fue muy arraigado en estos
países y que persiste el resabio de que nadie piensa en qué hace pero sí en captar cosas y
trasmitirlas en la irresponsable manera de con mucha velocidad impedir que el otro
reaccione y no se defienda en tener que hacer su propia elección. El modelo militar que
en la sociedad civil tuvo amplias repercusiones y la anulación de la voluntad como
fenómeno que cumplía las veces de protección frente a la imposible libertad que nada
permitía tomar aun teniéndola. Es necesario decir que estos proclives al mando
obediencia se forman en la fe de que es la única forma de ellos y de que los que
obedecen consigan propósitos. Hay una disciplina que impera en el acudir al
inconciente en que nadie es mejor que nadie lo que genera adicción a sentirse en grupos
que tramiten órdenes y producen resultados concretos. La jerarquía de traslado de la
orden hasta los de más abajo en la ejecución supone un operativo que se comanda pero
que trata de conseguir ganar en esa operación conjunta con mandos que la estructuran.
Podría equipararse a un equipo de destreza física o a cualquier grupo en el que todos
dependen de todos para alcanzar un fin. Una empresa, un armado de algo, la ejecución
de una obra por una orquesta, la limpieza de un lugar, el organizar un evento……..hay
muchas demostraciones y ejemplos en los que la organización está por encima del
individuo y de las personas como tales en procura de llegar a feliz término el objetivo.
La gente que ha participado en su vida de esta cadena de responsabilidades en la
búsqueda de un bien común la sigue incitando y consigue convencer en que se llega a
muchos logros que se intensifican cuando el fines hacer un negocio, dinero o conseguir
algo importante en lo que necesidades de mucha gente están en juego. En donde no
puede haber subjetividades que sean parte de la objetividad total salvo la inherente a la
capacidad que es imperiosa para encargarse cada persona ensamble del problema de su
especialidad. Ese es el punto. La especialidad no es solo obedecer sino saber y resolver
rápida y eficazmente. Entonces estas organizaciones tienen una complejidad mucho mas
avanzada que la de un simple ejército porque el conocimiento de los obstáculos y el
haber estudiado y saber su solución es infinitamente mas importante que el tomar una
colina y pasar un río frente al enemigo. Se trata de la sociedad moderna en donde lo que
hace que algo resulte ha tenido a muchos preparándose durante años en su especialidad
y hoy esta es tan poco dependientes de un mismo saber de uno solo o de unos pocos que
sepan todo sobre todo que la idea del libreto está consagrada en incorporar la capacidad
32

de la que ese individuo que se ha hecho necesario en el conocer lo que agrega la
complejidad se adosa al organizar en lo que su parte le confiera. Y la utilización de
recursos necesita de gente que los sepa usar pero también otra gama de gente que
eventualmente los sepa reparar y otra que los sepa revestir y presentar. Un infinito
número de gente que participa y en que la finitud es el que todos estén atentos a tener
que intervenir en el momento que sea preciso si este llega.
La iniciación prepara para cumplir con estar preparados para formarse en la mentalidad
social de ser útil y creer en lo que se sabe. La seguridad que se instruye como ejercicio
de ocuparse de lo que es tan veloz se entrena en el Jardín del conocimiento de cada
cosa. Del aprendizaje y de la confrontación de lo que se va haciendo para organizarse
hacia ello.

Dentro de los deseos incumplidos que dan presencia de fracaso están los inherentes a la
búsqueda del cuerpo. Detrás de cualquier funcionamiento social hay una dependencia de
que cada uno en su vida privada puede prepararse para que su arte u oficio o saber y su
vida en el fin de la jornada lo encuentre en el reposo y el descanso que hace al poder
disfrutar de una cantidad de elementos de los que prescindir sería lastimar al hombre
que no es máquina y lo confirma en el hogar en que deposita su premio de detener el
tiempo hacia lo que le da regocijo a su distracción que se acomete a la felicidad de ese
hogar y su causa y presencia en ella. Al despertar de la satisfacción que lo dispone a
entretenerse con la vida paralela de su familia, sus hijos y su mujer con la que deshace
tensiones y busca recrearse en la alegría de lo que él es y hace de lo que ellos son parte
al fin de su día en los juegos el interés por ellos y por lo que hicieron durante el día y las
maneras en que compartir esas horas de la tarde y la noche le justifica poner una nota
distinta al tecnicismo de una fábrica de hombres que es la sociedad fuera de ese hogar.




…………………………………………………………………………………………….




Los tiempos muertos son los que le lleva a una persona que detiene su actividad durante
el día en distintos momentos para componerse y decidir lo que le da mejor resultado
especulando sobre lo que va a hacer o su posibilidad. Está comprobado que la longitud
y cantidad de tiempos muertos durante el día son factor decisivo en potenciar un mejor
avance en lo que se hace con vistas al desarrollo de algo con inteligencia y oportunismo.
La persona se detiene ante lo pragmático y puede posicionar lo que es el fin en sí y
como conseguir lo mismo o más con menor esfuerzo. La cabeza fríamente está
solucionando la manera de seguir la optimización. A veces hay que parar. Hay que
frenar. Darse cuenta de lo que se está haciendo. Entender porqué y cómo se lo hace.
33

Decidir si se va bien o mal. Dejar la duda en un espacio de introversión que ponga cosas
en su sitio. Hacer uso de lo que no se ha valorado. Comparar. Pero desde la distancia de
estar detenido. Observar. Contemplar. Volar. Imaginar. Dejarle vida al absurdo de no
tener que ser defensor de lo hecho. Cuestionar. Discutir. Pensar en voz alta y hacia
adentro. Tiempo muerto. Tiempo vivo. Verdad que vale lo que una buena alternativa.
Corregir. Hacer deporte de la distracción para dejar reposando lo que no se va a mover
mientras cambiando de tema y de objeto de atención. O se va a mover y notar hacia
adónde. Distancia que deja abrir una ventana al sitio en que al volver se verá lo que es.
Desinterés practicado que se olvida de lo que le importaba y se abstrae en cosas
sencillas. Que confía en lo que sucede mientras lo otro sigue solo o no sigue o qué se
yo. ¡La falla! ¡Ahí estaba! Ahora la veo. Retorno. Lucidez. Conjetura de como se puede
tener que interpretar el cambio. Cómo explicar la variante que pulveriza premisas y
prejuicios que estaban estipulados como inamovibles. Los tiempos muertos son vivos.
Resuelven. Ayudan. No es perder tiempo. Es cambiar el cristal con que la referencia se
hace de una manera más aguda. El tiempo muerto que nos afianza en seguir de la misma
forma o con el mismo recurso. También. Vale. Sirve.

-Me dicen que soy vaga, comentaba Mercedes. Que me distraigo y pienso en otras cosas
Que me voy del tema. Que no escucho. Que es evidente que no escucho porque lo que
digo no está relacionado. Que me sorprenden mirando para cualquier lugar. Que me
cuelgo.
-¿Y es cierto?, pregunté.
-¡No! Me gusta concentrarme solo en lo que importa.
El contacto visual entre nosotros era intenso. Nos mirábamos como también mirábamos
en la calle a al gente. Solo que más íntimamente. Nos dedicábamos mucho tiempo.
¿Acaso eso no era lo mismo que un tiempo muerto? Dejarnos llevar por eso que hay
entre personas que distraídamente acuden a observar detalles pasajeros de su cercanía.
Explorar como si lo que vemos y no vemos fuese importante. Centrar la mirada en un
punto. Y recordar algo relativo a un tema que viene y que va por ocasiones. Durante el
día y la noche. Singularmente atraídos por lo incomprendido. Por lo que no está
definido. La mirada que se va y nos deja y que se introduce en el escote de una chica o
en la cola de una mujer o en alguien que pasa o en un negocio a la calle. La mirada que
se dirigen dos personas entre sí directa y verticalmente condeso de mirarse y con la
evidencia de haberlo hecho. Con el alivio y la tranquilidad de esa mirada humana que
no da algo en el pecho en ese estar ligados en esa breve noción de alguien al que ni
siquiera vamos más que sostener la mirada a ellos o ellas. Deliberadamente lo gente lo
hace y lo busca. No lo esconde. No hay porqué. Te miro porque me gustas. Porque sos
distinta. Por tu cuerpo. Por tu pelo. Por todo. Y ella a vos. Responde. Por lo que sea.
Mercedes y yo nos mirábamos. Era un tiempo vivo. A veces en silencio. Otra al hablar.
La iniciación estaba en pie. No era cierto que ella no atendía. Eran sus tiempos vivos.




                                        FIN

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Iniciación en oriente ( prosa poética) (1)

  • 2. 2 A la madre no le había tocado un pelo. Me había hablado todo el tiempo de su hija. Que ya era modelo publicitaria a los 17 y que necesitaba que alguien la ayudase a crecer ya que había tenido ausencia de padre. Que su belleza bien merecía que alguien como yo cultor de la belleza en las artes y de la estética como fin simbólico la llevase a creer que era verdaderamente bella y no solo a serlo. Había algo importante afín a mis posibilidades: su hija Cala era muy lectora. Un río corría escapándose de la realidad. Las praderas tenían ese color de verde inmaduro. La luz era diáfana pero no era todo realmente claro. La sensación de la naturaleza al tacto era diferente a lo visible. El sabor de los dulces empalagaba de regocijo. La piel semidesnuda era acariciada por la brisa. Los pantalones muy ajustados le marcaban el contorno hermoso de su cuerpo deseable. La blusa sin mangas y semi escotada dejaba sentir lo que sería tocar esos senos jóvenes firmes y anhelantes. Su mirada soñadora se entretenía con la conversación. -¿Ustedes sienten el cuerpo o se les para por cualquier cosa? - La belleza no es cualquier cosa. - Sí pero a veces pensamos que cualquier mina en nuestro lugar les podría producir lo mismo La energía se desplazaba incesantemente por la naturaleza y por sus cuerpos a ella perteneciente. Qué sería de contestar por el absurdo de que su afirmación no era cierta. - En verdad nos elegimos entre las personas. Una vez que ello sucede es cierto que otras personas también nos excitarían. Pero somos individuos con voluntad y el elegir a quién o con quién en medio de ese azar no es tan azaroso. -¿A vos te gusta mi mamá? -Claro que sí. Por algo también sos tan bella. Pero no encuentro con ella el canal que conduce a la sensualidad. En este caso mi elección es hacia vos porque sí lo siento. Y ella me encomendó que te guiara. ¿Y vos, que sentís hacia mí? - Me gusta como hablas. Me atrapa escucharte y…………..me excita. Cuando te conocí eras linda. Pero yo quiero hacer de vos una mujer bella. - ¿Qué diferencia hay? No entiendo. - La mujer bella es dueña de su belleza y la controla. Porque conoce lo que genera en la experiencia de ser tenida y amada. Maneja su fuerza. Las manos entraron por el escote y acariciaron suavemente sus senos. No usaba sostén. Ella cerraba los ojos y se dejaba sentir. Las manos tenían esa magia que todo lo pueden. Minutos después la blusa era quitada y los pechos lamidos especialmente en sus pezones. Estos tomaban un color morado y se humedecían. Ella ya gemía y respiraba hondo. El aire que entraba en su cuerpo era distinto. Sus labios se habían ablandado solícitos del beso como fruta silvestre que quiere ser comida. El lo notó y se inclinó sobre ellos al mezclarlos con los suyos. Ella sin pensarlo saco su lengüita rosada y se los lamió. El la recostó sobre el verde y le dio algo de madurez para empezar. La iniciación estaba en curso. Los pájaros se dejaban oír. Las flores eran el contexto para adorarla. Para rendirle tributo a su encanto incipiente que empezaba a brotar.
  • 3. 3 ………………………………………………………………………………………… -Qué estás leyendo, preguntó él. Ella tapó el título del libro como si la hubiesen sorprendido -Ah, se rió él: ¡el Kamasutra! Entonces ella tomó la iniciativa para vencer ese momento -¿Qué puede ser tan lindo de penetrar en distintas posturas?¿No es lo mismo? - Es que la fantasía lo hace diferente. No el hecho. -¿En qué piensan? ¿Qué se imaginan? - No solo nosotros sino ustedes. - ¡A mí me da lo mismo! - Por ejemplo: qué me dirías si ves a dos animales en la calle o en el bosque subiéndose uno sobre otro. -¡Me da risa! - Bien. Pero ahora quiero que cierres los ojos y te concentres en un león subiéndose por detrás a una leona. Que veas la situación. No que te la imagines. Eso te da risa. Yo quiero que la veas. Como si sucediese a pocos metros tuyo y estuvieras a salvo de ellos. - ¡Me encanta! -Qué es lo que te gusta - Que lo hacen porque son animales. - ¡Bien! Ahora, qué sentirías si te comportases como un animal también. De esa manera. - ¡Sería vergonzoso! ¡Estaría pensando que hago el ridículo! -Exacto. Pero solo porque en esa suposición tuya no hay excitación sino solo dos personas. Ponte en cuatro como ese animal. Vamos a hacer un ejercicio. - Bueno, jaja! El deslizó su mano dentro de su pubis mientras también se paraba en cuatro y jugaba a una carretilla. - ¡Haaay! ¡Que lindo! Y mientras sus dedos jugaban así con su clítoris y ella aprobaba, sin dejar la postura la desnudó y la tuvo. …………………………………………………………………………………………
  • 4. 4 Ella pensaba y se sostenía la cabeza apoyada sobre el pastizal del jardín. Había sido testigo en el asombro de algo que en los animales no le divertía esta vez. Pero se tranquilizó en que era solo instinto y que nada significaba que se pudiese explicar. Que el hombre era un ser superior sobre la tierra y que eso explicaba muchas cosas. - Qué te tiene tan preocupada - ¡Nada! ¡Cosas de animales! - Qué fue lo que viste - Una perrita en celo. Y muchos perros se le acercaban y lamían ahí. Intentaban preñarla. - Y cuál es el problema. - Una vez hablamos de que ustedes y nosotras elegimos a alguien. ¡No parece que los animales lo respeten! - ¿Sabías que a las mujeres se les dice perras en juego? - Sí, pero no es que lo sean. Al menos no como esa perrita. - ¿Te gustaría que dos hombres te tuviesen al mismo tiempo. - ¡Que asco! ¿No habíamos hablado de elegir? - Te voy a pedir nuevamente que cierres los ojos. Que pienses en dos hombres que te gusten por el mismo o por distintos motivos. Seguramente te gustaría ser amada o ser atractiva a ambos. Entonces ¿qué sería de ser el centro de atención de ellos al mismo tiempo? Que ellos sean solo tuyos y que AMBOS se fijen únicamente en vos. La fantasía solo se toma esa licencia cuando ambos están presentes. Es la única manera de que ellos no renuncien a tenerte en caso de que te vean con el otro. - ¡Es cierto! Pienso en dos que se sentirían dejados si me vieran solo con el otro. Me darían por perdida. -Exacto. Ahora que te preguntes si con tal que eso no suceda accederías a estar con ambos si ellos están de acuerdo. - No, no podría estar con los dos. - Bien. Porqué. - Porque los conozco y me conocen. -Exacto. A eso quería que llegues. Sin embargo en la fantasía sí los pudiste unir teniéndote - Sí, pero solo es fantasía. - Te propongo un ejercicio para que uses esa fantasía a tu favor. Yo voy a traer a Kim a quien solo conoces de vista. Le voy a pedir que nos ayude a ser ambos el dúo que no te estaba permitido tener. - No, no voy as poder ver a dos hombres cerca de mí. - Está bien. Entonces voy a inventar otro ejercicio. Primero te voy a vendar lo ojos. Con una seña llamó a Kim. Ambos empezaron a lamerle la zona vaginal. Ella no podía distinguir dos lenguas de una así que se abandonó al placer. Las manos también eran difíciles de adivinar. Pero solo al principio. En un momento sintió dos manos que le sujetaban ambos pechos, boca abajo y en cuatro ella, pero dos más que le apretaban las nalgas y al mismo tiempo era penetrada. - Qué pasa, gritó vendada. Hay alguien más. Entonces se dio cuenta de que estaba lamiendo un pene al mismo tiempo que la penetraban y no le desagradó. -Somos tu fantasía. Los dos chicos que estaban en ella y que no aceptabas compartir por pudor. Olvídate de que sí, de que somos dos, y con los ojos vendados piensa en ellos.
  • 5. 5 (Los tres llegaron al clímax. Primero ella. Que luego se durmió con los ojos vendados. Soñando). ……………………………………………………………………………………….. Ella miraba las aves. Sabía que algo le atraía de ellas más que su belleza. ¿Serían los sonidos?¿O la forma en que caminaban a saltitos?¿O el simple hecho de que la gente disfrutase tanto viéndolas? Eran suaves. Eso era. Su delicadeza. Sus plumas. -A mí siempre me gustaron los ositos de peluche- inició la conversación. -Como a todas las mujeres. - Si pero mis amigas no hacen lo que hago yo. -Qué haces. Se ruborizó. - Me los paso por la piel y la cara. ¡Es una sensación tan linda! -Te apuesto a que ellas también lo hacen. Solo que como vos. En privado. Se puso seria. Miraba hacia el piso. No hablo durante cinco minutos. - ¿Pensás en tus amigas? Silencio. -A veces jugamos y muchas veces nos tocamos. Pero con cariño- se animó a decir. - ¿Te asusta pensar en que te guste el tocarte con otra chica? Silencio - Con alguna de tus amigas pasa mas seguido ¿no? Silencio - Vamos a hacer un ejercicio. Nos vamos a tocar pero en el cuarto y con la luz apagada. Entraron y ella se recostó. La empezó a acariciar. Sus manos eran suaves. Mucho más de lo habitual. También sintió el peluche y alguna pluma que la recorrieron por completo. Incuso en la cara. La nariz. Los párpados. Y la boca. Unos dedos suaves le acariciaban el clítoris y ella llegó. Unos días después y notando lo que había disfrutado él le mostró la foto de una chica de espaldas. Que había sido ella y no él quien la había honrado con tanta dedicación y ternura. Como era de esperar no quiso conocerla. Pero el supo que ella semanas mas tarde busco en un sitio web lésbico y pactó con una chica un encuentro. También a oscuras y con peluche y plumas. Pero esta vez conociéndola y hablando largo rato sobre ella y lo vivido. ……………………………………………………………………………………
  • 6. 6 Su madre la notaba mejor. Quiso que charláramos. Y así fue. -Hay algo que ella no se anima a decirme, me contaba. -Es que sos su madre y yo tu amigo. Seguramente confiaría más en mí. Al menos durante la iniciación. -Me preguntó si vos me habías tocado íntimamente. Le dije la verdad. Que no. -¿Vos creés que ella quiere que eso suceda o que le indignaría que hubiese ya sucedido? - Las dos cosas. No me quiere cerca tuyo pero sabe que yo sé cosas de vos que ella no sabe. - ¿Alguna prohibida? - No, pero te conozco. Para ella es como si yo tuviese más que ella en el amor. Me dijo que yo a vos te dominaba por saber tu historia y que ella no podía dominarte como yo. Que por ese dominio es que nunca nos habíamos tenido nosotros como vos con ella. - Qué querés decir. - Es obvio que ella también quiere dominarte. Pero no quiere saber de vos por boca mía sino por la tuya. Saber que yo sé no es lo mismo que qué seas vos el que se lo diga. Si fuese yo me odiaría. -Cala qué querés que te cuente de mí. -Nada. Lo que quieras ¿Porque? -Hablé con tu mamá. Me dijo que te enoja que ella sea mi amiga y me conozca. -¡No! ¡¿Yo que tengo que ver?! -Mucho. Estás en la iniciación. Y conmigo. No con cualquiera. Porque ella confió en mí. Y vos creo que también. - Vos tendrías que estar con ella, dijo, no conmigo. -Nunca estuve con ella. Vos lo sabes. En eso soy solo para vos y no para ella. -Si pero eso no es todo. -Lo otro, lo que sabe ella, tampoco. Jamás la tuve. -¿Vos te animarías a estar con ella si estas conmigo al mismo tiempo? -¿Lo decís en serio? -Aunque sea que esté presente y desnuda cuando nos tenemos. En la oscuridad. O vendados. Nos pusimos de acuerdo en el día el lugar y el horario. No iba a ser en el jardín. Sino en un hotel alojamiento. La ansiedad hizo que ni yo ni Cala llegásemos a terminar por lo que el encuentro se hizo largo. La madre, Adabel, lo notó y se frotó de a poco desnuda como estaba contra nuestros cuerpos tratando de animar y quitar presiones. No se besaban entre ellas pero si me reexploraban cada una por su cuenta como si la otra no estuviese. Tampoco se miraban. La situación se complicó cuando la que acabó fue Adabel y no Cala. Inmediatamente para equilibrar y con cierta culpa yo llegué pero en Cala. Ella no pudo hasta que le pidió a su madre que se fuese un rato de el cuarto del hotel y sí entonces pudo ella. …………………………………………………………………………………………..
  • 7. 7 A pesar del desencanto de ese trío ambas quisieron que el jardín nos viese posar para la misma pertenencia en la que ahora el dominio estaba en juego. Adabel quería ser parte del aprendizaje en la iniciación de su hija. Cala se puso más cerca de su madre porque el hecho de que llegara en el hotel la hacía tan vulnerable y no dominante respecto de mí como ella. Ahora el dominio según ambas me pertenecía totalmente. Por eso pensé en un juego que le enseñara a Cala que su madre bien podría ser sometida y dominada por ella en lo erótico de la fantasía y más aun: en presencia mía. -A mí no me gusta que me miren desnuda. Solo lo hago con la luz apagada, decía Adabel. Era claro que su cuerpo no era tan bello como el de su hija joven. -Qué tiene de malo tu cuerpo, mamá -Nada, pero para la mirada de un mismo hombre y en el mismo lugar y momento el tuyo me cohíbe Cala. -Y a vos, master, no te avergüenza que ella tenga sexo con vos y su hija. Más sabiendo que te conoce. Esa última frase nos volvió a helar. Estaba claro que con o sin dominio la que sabía de mí era Adabel. Pensé en provocar preguntas que yo respondiese de cualquiera de ambas pero hechas y respondidas en frente de Cala. Esto quitaba exclusividad hacia Adabel al menos de algunas respuestas. -Qué es lo que mas te excita, lanzó Cala. -Que una madre me vea con su hija y la hija con la madre. -A cuál de las dos preferís a solas ahora que yo no te domino, apuntó Adabel. -Depende del día y de cómo siga este juego de tres, respondí equitativo. -Si tuvieses que echar de aquí a una ahora para estar con la otra, ¿A cuál echarías?, pidió Cala. -Las echaría a las dos pero una a la vez. Luego dejaría que se cuenten y finalmente las elegiría a ambas para festejar- seguía siendo ecuánime. Tal como lo dicho la primera en irse fue Cala y quedamos con Adabel. Ella buscó algo que seguramente su hija iniciada no había hecho: el beso frontal para empezar. Luego se puso a bailar con gestos obscenos, algo que Cala recién comenzada tampoco elegiría. Finalmente otra cosa que su hija no había hecho: se hizo penetrar análmente y acabó. Entonces se fue y entró Cala. Ella llegó vestida de colegiala y se quitó la ropa con gestos de timidez bien planeados. Encendió las luces para que se notara la diferencia entre su cuerpo y el de su madre. Y me frotó peluches y plumas para refrescar mi memoria sobre ella. Finalmente dejó entrar a su amiga lésbica y entre las dos me predispusieron increíblemente. La otra se fue y fue Kim el ultimo invitado para que ambos le hiciésemos lo que ella sin lo ojos vendados pedía dando indicaciones y con voz sexy. Se encontraron según lo pactado Cala y Adabel para contarse. Y entraron esta vez juntas de nuevo. La luz se prendía y apagaba por minutos. La prendía Cala y Adabel la apagaba. Cayó el telón y nos despedimos. ………………………………………………………………………………………
  • 8. 8 Es sabido que las mujeres hablan de amor cuando el hombre con el que están las tiene como rivales de otras mujeres. Y si consiguen ganar se cuidan de volver a competir casándose. Cala y Adabel empezaron a partir de aquel encuentro a celarse. Competían como con poco disimulo lo habían ya planteado en sus solos conmigo buscando cada una llamar más la atención que la otra con sus recursos diferentes a su edad y a mi vínculo la última vez de trío. En frente mío se decían cosas de descalificar la una de la otra o hablaban de lo que una tenía que la otra no. A veces se gritaban y llegaban al insulto. Una vez se agarraron tirándose de los pelos y revolcándose en una franca lucha. Esta vez sí el que tenía que elegir era yo para que cualquiera fuese la agresión entre ellas alguna tuviese que ceder ante mi preferencia sobre la otra. Lo resolví con un desafío: mis condiciones para elegir eran que ambas debían estar con otro hombre cada una con el suyo. Yo sabía que no era que me prefiriesen ambas sino que una vez mas madre e hija competían y yo era la excusa para ganar una a la otra frente a un hombre. Que cada una se tuviese que ver frente a un hombre distinto sacaría la competencia de la mirada de él mismo sobre ellas. -Y por cuánto tiempo tenemos que estar con otro hombre, preguntó Cala. -Un mínimo de diez veces en el lapso de tres semanas. Si no se sostienen en ese tiempo con él la que abandona pierde la posibilidad de volver a verme. La que cumple sí lo hará. Y si ambas cumplen buscaré otro modo. Mi expectativa era que una o ambas trabasen una relación con el que les tocase y no lo quisieren dejar. Elegí cuidadosamente en el caso de Adabel conociéndola a quien pudiese lograrlo ya que yo prefería seguir con la iniciación de Cala. Así sucedió y a las tres semanas Adabel tenia su pareja, madre e hija dejaron las peleas y los celos, y Cala volvió a mí. -¿Cómo sigue mi iniciación?, preguntó con voz de alumna. ¡Que adefesio el tipo con que me acosté por tu culpa! - Lo sé, dije con cómplice sonrisa- Y mientras nos reíamos y me contaba detalles de su pareja temporaria yo me preguntaba lo mismo: ¿¡cómo sigue!? A pesar de mi preferencia ella ya había pasado por un estado de celos respecto de mí. Eso era un alerta. Debía guiarla hacia lo opuesto. La mujer sin celos. Así sería. Lo primero fue ya no hacer tríos sino dos parejas teniéndose en el mismo lugar e intercambiando de partenaire. Aprender a ver la parte del desprendimiento participando de notar que se podía hacer una predisposición futura no tanto por cambiar pareja sino por el tipo de sujeción. Un desapropiarse de la persona sin dejar de desearla. En un momento me di cuenta de que ella demostraba una mayor conexión con los otros hombres que formaban las dos parejas. Primero pensé que se trataba de que yo viese que aceptaba la propuesta. Pero después entendí que quería mi mirada de aprobación sobre su interés sexual desde fuera ya que yo era un instructor. Yo planificaba su interés. Entonces me puse celoso yo. Si elegía un hombre grande que participe era una mayor competencia. Si era joven su cuerpo era más atractivo que el mío. Recuperarla era escucharla y aprovechar la información y lo que yo pudiese interpretar de sus conclusiones confusas. Los juegos de cuatro terminaron. Les puse fin. Me pregunté entonces qué debía estimular de su necesidad fuera del jardín. Tenía que entender el mundo. Su significado ligado al jardín. Ver espectáculos. Tomarnos vacaciones. Adabel, su madre, se había ido a París a vivir con su nueva pareja Jaques, francés, y nos deseaba lo mejor. …………………………………………………………………………………………….
  • 9. 9 Indignado con mi adicción a Cala me propuse encontrar yo otra pareja. Esta vez el que tenía que ponerse a tono era el maestro. El que estaba haciendo mal el iniciar a la discípula. El que se enojaba y comprometía su búsqueda por su cuenta sin Cala mediante de mujeres que le interesasen. Lo primero era recorrer en mi memoria a alguna conocida. Siempre había estado en la vereda del pescador aunque la carnada no era buena si la necesidad no era grande. Recordando que estar desesperado y encontrar alguien luego de largas soledades no condecía con mi presente. Sin embargo había estado sin ese peso de el no dar mas cuando alguna mujer se hizo picardía y cotidianeidad. Entonces no parecía que el sufrimiento extremo o la anarquía de meses fuesen la única manera. Débora se devoraba los libros. Lectora persistente. Algo en ella era lúgubre. Además no me aseguraba nada ni éxito el intentar contactarla. Ya había estado en su casa de mujer separada con dos hijas adolescentes hacía menos de un año. Tenía un amante muy joven me contó. Quizá pertenecía a esas mujeres que por naturaleza compiten con el hombre y le hablan de igual a igual. Que no se dejan enamorar. Que no se abandonan a la seducción por inseguridad. Por eso ser como ¨ madre de un jovencito ¨ al que le dice qué hacer y como tenerla. Buscan ser de las que impresionen por alguna capacidad sujeta a opiniones. La llamé y tomamos unos mates. La noté insegura. Mi casa da un poco de miedo porque la convierto en un lugar de culto a mi persona. Nada más difícil de aceptar por ella agazapada. Estaba vestida como monja. No se le veía nada. No estaba en venta o en remate. Ni siquiera esperaba una buena oferta. Solo la contienda. Pero yo conocía a su hija. Una veinte añera llena de conflictos y complejos. Callada hasta no decir nada. Una vez me había dado su teléfono móvil porque quería que le ayudara. -¡Vos conoces a mi mamá!, me dijo Tiara. -Sí pero vos sos vos y te conozco de paso. -Porqué te evadís. Si yo también puedo actuar como adulta. -Veníte a casa y hablamos. Vino y ella sí llevaba escote y una pollera con tajo casi transparente. Se sentó y cruzó las piernas mostrándome todo su muslo. Si las abría la bombacha rosa me decía que sí. --¿Me subís el cierre que está atascado? Su cuello y sus hombros tenían perfume que inhalé y ella se tiró hacia atrás a lo que respondí besándole toda esa expuesta manera de pedirme que lo hiciera. Levantando su pollera encontré su rosa bombacha que esta vez saqué del sitio en donde a esa altura no debía estar ya. Apoyada contra la mesa ella, la subí y le saqué jugo a su dolor vaginal. Abría las piernas a180 grados. La geometría me dio aviso de poner mi compás con la punta en el vértice del ángulo. Tiara empezó a venir seguido. A iniciarse. Cala tenía otro horario y empecé a poner menos atención en ella. Los ejercicios eran repetitivos y ella se distraía hablándome de las llamadas de Adabel desde París con Jaques. - Mamá me invitó a pasar un tiempo con ella y Jaques allá. Me voy el viernes. Te escribo para decirte lo que sea. Invitación ideal en el momento justo. Nunca supo de Tiara.
  • 10. 10 ………………………………………………………………………………………….. Un día supe que Tiara le había dicho a su madre Débora que estaba conmigo. Débora llegó a mi casa vestida de monja como siempre. Se sentó y antes que yo hablara empezó ella un monólogo indignado. -¿No ves que mi hija es muy joven para vos? No sabe lo qué es el mundo. No sabe lo quiere. Tiene problemas de verdad. Está mal en la facultad. No la vi nunca con un novio. Se viste como atorranta. Viene a cualquier hora. No me habla. ¿Qué tenés que hacer vos con ella? -En verdad Tiara no sabe nada. Te doy la razón. No sabe porqué vive. Y como vos no la podías ayudar porque no confía en vos me buscó. Ella no siente que vos representes nada de lo que quiere o le gusta. -¿Y qué es lo que le gusta? ¿Tu falo? -No creo ser un falo sino alguien que la puede iniciar. -¡¿Iniciar en qué?! -En buscarse a sí misma. Algo que con vos no consigue. Lo erótico no es el fin sino parte de la comunicación. -¿Usa tu pene de micrófono? -No seas limitada. ¿No será que ella no ve ningún hombre que sienta algo por una mujer en tu casa? ¿Cuánto hace que te vestís así? ¿Desde que te separaste? ¿O toda la vida? ¿De qué hablan con tu hija? O mejor dicho: de qué hablaban cuando hablaban. -Cosas de mujeres. De la vida. De lo difícil que es. De la necesidad de hacerse un futuro. -Que raro porque cuando llegó acá de todo eso no sabía nada. -Tiara, estuvo tu mamá acá. -Si, ya se. ¿Me puedo venir a vivir con vos? -Y qué harías. -¡¡Por lo menos ya puedo hablar de algo!! ¡Por algo se empieza! No sé qué hacer en la calle. Estudiar. Ir. Venir. ¿Para qué? -No. Yo no soy tu padre. Pero si tu mamá cambia de opinión podes seguir viniendo. Al cabo de unos días me llamó Débora. -¡Tiara se escapó de la casa! ¡Pensé que estaba con vos! -Desde que viniste a hablarme le dije que solo podía volver con tu permiso. Después no supe más. Debe estar en lo de una amiga. -¡No tiene amigas! Me decía que ¨ vos ¨ eras su amigo. -Ella no se escapo de mí. Se escapó de vos. Dale permiso para que pueda verme. O mejor. Dame permiso para que si sé de ella la deje volver. -¿Tiara? ¿Dónde estas? Tu mamá dijo que si querés podes venir. Llegó y entró sin hablar. No habló hasta el día siguiente. Había estado caminando por Capital. Entrando a lugares. Me preguntó que qué eran los bohemios. Había teatro a la gorra en un lugar frente a una plaza y le gustó la función. -Quiero actuar. Esa gente disfruta. Viven por el mango. Pero viven.
  • 11. 11 -Esa gente se preparó durante años. Aprender lo que quieras cuando estés lista. -¿Y cuaaaando voy a poder estudiar lo que me gusta? -Eso lo vas saber vos. Ganas. Confianza. Dudas. Y fe. Y tiempo. Todo se hace de a poco. Hay que perder el miedo. ………………………………………………………………………………………. Le aclaré que debía vivir con su madre a pesar de poder venir. Débora había estado conmovida desde su huida. Quería que todo cambiase. Hasta se había comprado ropa con colores y estilos modernos. Y también había aceptado una invitación a salir. Todo por Tiara. ¿Y por ella? La invitaron al teatro y a cenar. Lo que dio para que Tiara le hablase después de meses. -¿Cómo estuvo la obra?, le preguntó sin levantar los ojos del piso pero con evidente curiosidad. -Linda. Nunca había ido al teatro, respondió Débora. ¡Gente rara! -Yo fui al teatro hace poco. Cuando me escapé. Quiero estudiar teatro, dijo esperando el reto Tiara. -¡Me parece bien! ¡Hacelo! Gerardo sabe mucho de teatro. El te puede orientar. Me habló toda la noche de eso. Dijo que soy linda. Vos qué crees. -En serio me puede orientar. -¡Sí!. Llamalo. La cara de Débora era otra. Como si las cosas le importasen más. Sería Gerardo. Tiara se encontró con Gerardo en un café. Hablaron con la misma frecuencia de comprensión. Gerardo sabía de mí. Tiara le contó. -¿No es grande para vos? -El me entiende. -Yo también te entiendo pero no te llevo a la cama. -No entendés. El no está pensando en eso. -Pero lo hacen. -Soy mayor de edad y elijo. -Tu mamá qué dice -No se haga el gil. Ella ya le habrá dicho que me escapé y que lo conoce. -Tuteame. Gerardo siguió la conversación. El quería ocupar mi lugar de confidente. Quería ser parte del problema que sabía de parte de Débora. Tiara lo notó y fue amable pero no lo dejo ser mi sustituto. Será que cuando se entrega la confianza a alguien se lo prefiere
  • 12. 12 antes que a otros. Que los espacios llenos no se vacían así nomás. Y que haber estado conmigo era una diferencia respecto de cualquier conversación aunque pereciese ser buen tipo. El silencio de estar callados luego del amor encierra mil palabras insustituibles por cualquier conversación de horas. La intimidad cuida de hacer verdad hasta lo que no se dice. Y Gerardo era eso para su madre. O lo sería pronto. Quizá pronto Débora encontrase en él lo que ese silencio significaba. Parecía muy locuaz para pensar que con su madre ya habían llegado a lo íntimo. Si ya lo hubieran hecho el pudor de hablar con la hija sería mayor. Le divertía a Tiara pensar que su madre podía estar con un hombre. Con ESE hombre. Gerardo. Verla arreglarse para él le hacía suponer que su madre quería seguir adelante hasta llegar a ello. O quizá no sabía donde iba pero había empezado. ……………………………………………………………………………………………. Cala llegó de París. Yo estaba avocado a Tiara. Pero no fue problema. El hijo de Jaques estaba con ella. Eran pareja. El, francés. Jaques era un hombre de dinero. Y su hijo…..también. Jean Pierre. Habían estado paseando por Europa dos meses. El flechazo fue a primera vista. Adabel sabía que podía suceder y por eso planeó la invitación como excusa. Jean Pierre tocaba el clarinete en la filarmónica de París. Era un prodigioso del instrumento. Y la había alentado a Cala a que estudiara el oboe. Ella también tenía su instrumento. Lo trajo consigo y tocó para mí toda una tarde. Jean Pierre estaba con ella y lo conocí. El sabía que yo la había iniciado. A Cala no le importó entonces lo de Tiara. Me felicitó. Y yo a ella. Casi sin pensarlo hicimos una fiesta en la que ambas parejas nos permitimos todo la una frente a la otra. Pero no hubo intercambio de partenaire. Cala y Tiara se hicieron amigas. Tiara cambio de parecer sobre el teatro. Incitada por Cala se decidió por estudiar violín. Quizá algún día ambas compartiesen la misma orquesta con sus respectivos instrumentos. -¿Cómo es París?, preguntó Tiara. -¡La cité del amour!, adujo Cala apretándose contra Pierre. Cala no quería compartir a Pierre de forma que a ella le tocase yo. Pero una tarde de música Cala, Pierre y Tiara se desvistieron y brindaron por la vocación. A mí no me molestó. Era un acto en la iniciación de Tiara. Pero pronto la invitaron a París. Estudiaría violín allá. Débora, su madre, se molestó. Ya había estado varias veces con Gerardo y Tiara lo sabía. Pero Cala y Pierre le prometieron que su hija viajaría a Buenos Aires seguido hasta que ambas se acostumbrasen a la distancia. Gerardo quiso saber del teatro en París y pensó en que podrían visitarlos. Gerardo veía en esa amistad una salida para Tiara. Débora también. Yo también. Y se fueron.
  • 13. 13 ………………………………………………………………………………………… Nuevamente pensé en mí. Feliz por Tiara. Y por Cala. Adelí era camarera. Además había estudiado piano varios años. Su abuelo había dado conferencias sobre música erudita en alguna época. Era rubia de ojos claros. Austriaca por el abuelo. Ya había sido iniciada. También tenía una hija. Pero Adelí era muy joven y su hija pequeña aun. Adelí no aceptaba parejas estables. Me había visto con Cala varias veces en el café en que atendía. Por eso un día me habló. Yo estaba solo ese día. Pero Adelí tenía el sí fácil. Dormía con cuanto hombre se lo propusiese. Decidí ayudarla a superarlo. Tenía que recuperar el porqué. Iniciarse nuevamente podía ser la solución. -A mí me gusta ¨ la carne ¨, dijo con desdén. -Tampoco pretendo hacerte vegetariana, respondí. El primer ejercicio era estar ambos desnudos con las piernas cruzas sin poder tocarnos. Podíamos decirnos cosas. Agradables o groserías. Pero si no resistíamos el deseo de buscarnos nos parábamos y terminaba el juego. Al principio no fue difícil aguantar. Pero en la medida que nos conocíamos la atracción iba en aumento. Eso era lo que yo quería que ella sintiese. Que el conocimiento del hombre la podía llevar a no dejarse llevar por impulsos de dormir con ellos porque sí y que notase como ese conocimiento mutuo generaba un deseo genuino. Lo hicimos por fin y el desahogo fue enorme. Para afianzar la recuperación acudí a la presencia de Kim nuevamente. El tenía un atractivo físico joven y enorme. También era musculoso. Le dije a Adelí que se saciase con él. Los dejé solos. -No sentí nada. Ninguna excitación, me dijo después. No lo pudimos hacer. Se habían tocado y mirado con lujuria pero algo dentro de ella le pedía o impedía que se decidiese a hacerlo con él a quién no conocía. Entonces le propuse que hiciese con él durante una semana el ejercicio o juego que había hecho conmigo. Que sentados desnudos no se tocasen y que se pudiesen conocer. -Tampoco lo hicimos, me dijo al cabo de una semana. Esa era la posibilidad ya que el conocer a un hombre tampoco aseguraba desearlo. Bien podía suceder que luego de conocerlo no le atrajese más que al comienzo. Esta segunda etapa accidental de la iniciación le dio esa verdad. Conocer no siempre lleva al deseo. El sí fácil de Adelí estaba siendo reeducado. ……………………………………………………………………………………………
  • 14. 14 La mamá de Adelí había estado viviendo en España. Allí tuvo encuentros con la corriente sadomasoquista de los que reiniciaban a personas con ausencia de parejas. Fetiches, elementos vibrantes, cadenas y prácticas desde la violencia de la fantasía. Sometimientos, actuaciones con la maldad fingida pero creída, golpes que simulaban o pretendían ser terribles y palabras e insultos y actitudes de índole militar que jugaban con las humillación. Finalmente había sido contratada para filmar videos para gente adulta de erotismo pornográfico. Estuvo cerca de gente que moría de sida vinculado a una corriente llamada sexo terminal. Consistía esta en exacerbar los impulsos y actos sexuales de gente con HIV. En ellos la palabra muerte o el deseo o acto de querer matar estimulaba a los que iban siendo víctimas de ese destino producto del virus. Zulma conocía ese lado oscuro de la perversión. Es que ella también era portadora. Seguía el tratamiento pero no renunciaba a potenciar sus deseos. En gran parte sujetos a ello. -Mamá quiere conocerte, dijo Adelí luego de una tarde contándome estos detalles de la vida de Zulma. Zulma era un poco mayor que yo. Al poco tiempo estaba yo siendo iniciado en las artes que había ella aprendido. Todo se tomaba con seriedad. Nada era producto de bromas. En eso consistía el creer y querer ser parte de esos módulos. Adelí tomó parte de estos cuando notó que yo los tomaba con seriedad. Ella quiso también probar situaciones. En un momento ya ambos, Adelí y yo, estábamos listos para entrar al club en que las prácticas de estos métodos eran grupales y alternantes de partenaire. Pero Adelí ya tenía por fin una pareja estable y se fue de ellos luego de satisfecha su curiosidad. -Se llama Luciano, me dijo. Es aviador. Va muy seguido a Estados Unidos y a veces a Paris, sonrió a referencia de Cala y Tiara. Llegó la noticia a los pocos días de que Débora había fallecido estando en París con Gerardo en la vorágine del viaje. Luciano se ofreció a traer sus restos mortales. Ella quería reposar en el jardín de su casa. Fue su última voluntad. Gerardo accedió. Tiara retomó su silencio y dejó las clases de violín. Esta vez sí le dejé que se quedase conmigo. Débora había muerto de un infarto. No se supo porqué. Tiara ya llevaba tres años en Paris con Jaques, Adabel, Cala y Jean Pierre. Gerardo admitió que Débora había sido la mujer de su vida. Débora y Tiara habían estado unidas a raíz de Gerardo y del viaje. Ahora yo intentaba convencer a Tiara de que retomase sus estudios de violín. Eso le evitaría pensar. Con el tiempo podría rehacer su amistad con Cala y Jean Pierre y volver a París.
  • 15. 15 ………………………………………………………………………………………….. La vida después de la vida le explicaba yo a Tiara. Tu mamá está viva. Lo podes entender en el momento de llegar con un hombre. ¿Qué significa eso? Es un milagro. Es la descarga de la vida en el mas allá. Es la pertenencia al mundo sin estar en él. ¿Qué es sino entonces la memoria en los que pensamos en ellos? Ahí está la vida. La supervivencia. El desarrollo de la existencia bajo cualquier forma. Ya no física. Sino abstracta. El metabolismo entre la materia y lo que ya no es ni éter. La antimateria. Lo que se convierte en pensamiento. En lo absoluto. Que es de todos. En lo divino. Lo celestial. Lo superior a la condición humana. La raíz del origen del universo. La polaridad que busca lo oscuro y lo claro, la verdad y la mentira, el cuerpo y el alma, la alegría y la tristeza, lo concreto y lo infinito, la salud y la enfermedad, lo espantoso y la belleza. La polaridad. Sí. Que emerge para fusionarse en el mañana y negarse hacia lo neutro. -La vida es mas linda que la incertidumbre, me refutó Tiara. -La vida ES incertidumbre, respondí. No dividas lo indivisible. Tiara cayó en depresión. Empezó terapia y le recetaron medicamentos. Su psicólogo se llamaba Jerónimo. Jero, para ella. Eso sí, con el tiempo. El señor Benavides de momento. Yo no podía indicarle a Tiara lo que un tutor sí. Aunque él fuese psicólogo. Y le apartase de la gente que ella mas conocía. Entre ellos, yo. Lo desconocido de la muerte precisaba de lo desconocido. Gente desconocida. Profesionales desconocidos. Especialistas en lo desconocido. Pero que no fuesen conocidos. Al menos por ella. Benavides la veía tres veces a la semana. -En qué pensás. -En nada. -Qué sentís. -Nada. -¿No querés tomar algo? -No. -Bueno, por hoy terminamos. Te veo el jueves. Y Tiara odiaría a ese hombre que no podía resolver nada y que encima cobraba por escuchar su silencio. Ella estaba en la nada. Una especie de locura permitida en la que nada importa. Una enajenación completa y no querer pensar en sí. El uno mismo para ella ya no existía. Estaba en el mundo de los muertos. Era la dominación de que todo finalmente se acaba. Se reía de la vida o de que su futuro le hubiese importado. Del intento por destacarse o hacer lo que le gustase. Para al fin dejarlo todo en cenizas y huesos rotos y su cuerpo de iniciada lleno de gusanos y pestes de la tierra. -Qué pensás de la muerte. Silencio. -Hablo de la de tu madre. Cómo era tu relación con ella. Silencio. Hasta que al fin Benavides, Jerónimo a partir de esto para ella, dijo:
  • 16. 16 -Yo creo que Dios existe. Y cuando ella se disponía a hablar por fin y arremeter contra ello: -Bueno, por hoy terminamos. Te veo el lunes. ………………………………………………………………………………………….. Zulma se estaba muriendo. Su HIV ya estaba sobrepasando a sus apetitos eróticos. Adelí seguía con Luciano. El aviador. Le había dicho Zulma a su hija alguna vez que no quería morirse sin que ambas estuviesen casadas. Adelí me dijo que eso era muy importante para su madre y que estaba dispuesta a casarse con Luciano y él también con ella para cumplir este sueño. Pero su madre moriría sin haber tenido esposo. El padre de Adelí había muerto siendo alcohólico y nunca se había casado con su madre. Lo pensé largamente. Qué había que no fuese finito. Qué sería del cosmos si la unión no hiciese la fuerza de atracción. Porqué el egoísmo era capaz de romper los sueños de los inmortales al morir. Acaso la verdad del ser no era la trascendencia y la de sus instituciones. Quién era capaz de sostener que lo efímero le podía ganar a la permanencia. Y si la luz reinaba en la tierra y en el cielo, cuál era la diferencia. -Yo me voy a casar con ella. -¿Con mi mamá? -Sí. -¿Serías capaz de hacerlo? La ceremonia doble tuvo lugar en el lugar de los hechos: el jardín. Por supuesto todos los miembros del club asistieron con sus disfraces adecuados al morbo de cada uno. El sadomasoquismo se vistió de negro. El sacerdote estaba de negro. Había accedido gentilmente a que lo decoraran los del club. Adelí me explicó que en el club no se podía ofrecer nadie para cumplir el sueño de su madre porque podía morirse antes que ella y dejarla viuda. Y eso sería terrible para el final feliz. Zulma, yo, Luciano y Adelí tuvimos nuestra luna de miel. En el mismo lugar y hotel. Pero en cuartos separados. Cuando estábamos por volver de España cruzando una calle Zulma se cayó y murió atropellada. Era una noche de luna llena. Un sábado. Seguramente muchos estaban festejando su descanso. Adeli, Luciano y yo el eterno de Zulma. Morir de algo diferente había cambiado nuestra dedicatoria al virus. Yo había quedado viudo. Y madre e hija habían cumplido el sueño de aquella. Otra vez estaba solo. Luciano y Adelí se peleaban todo el tiempo. El tenía aventuras con azafatas. Uno no sabe porqué hace las cosas. Se da cuenta de que ya están hechas. Las mira desde el futuro. Las juzga imparcial. Como si las hubiera hecho otro. Se pregunta si aquel que fue es el que ahora es. Hace y deshace los nudos de los problemas ya terminados resueltos. De los inmutables. Lo que está hecho, hecho está. El mirarse con una lupa desde el foco del que estudia al que fue. La mirada perdida en el ayer y no en el horizonte. El modo de retroceder en los aspectos personales y los ajenos. Lo verosímil de cambiar de opinión sobre lo que ya ocupó su lugar es solo el destierro.
  • 17. 17 Querer irse del mundo. A otro país. Pensar en culturas mejores. Más avanzadas. En la superación de lo negado. Desterrar los miedos y estar dispuestos a todo. Luciano y Adelí se separaron. Divorcio. ¡Que no se entere la difunta madre! Lo que el sueño ha unido el hombre no lo pueda separar. Adelí otra vez sola. Con el tiempo repasaría lo de tener una pareja estable. Entre la muerte de la madre y el divorcio se inclinaba por el duelo de una manera muy memoriosa. Con el sí fácil. …………………………………………………………………………………………… -DIOS NO EXISTE!!, gritó Tiara entrando a lo de Benavides el lunes por la tarde. -Yo digo que sí, adujo Jerónimo. Sí, Jerónimo. Porque luego de hablar un rato ya sin silencios lo empezó a llamar así, por su nombre. La razón era simple. Ella creía en Dios y alguien a quien detestaba le había por fin condescendido. ¿Habíase averiguado que ella creía? Quién sabe qué poder tenían estos psicólogos de rastrear la palabra Dios en el inconciente. En cualquier expresión paralela a él aunque no lo tocase. En un rastro de plenitud o de poder que lo invocase indirectamente o en la pobre desgracia de mencionarlo sin pronunciar la palabra. En el nombre de otra persona. En el reflejo de alguien conocido. O de algo. -¡No sé qué hacer Jerónimo!, dijo al fin de la charla. -Y qué dice tu novio de Dios. -Qué novio. No es mi novio. -Y qué es. -No es que sea Dios pero……….. -Bueno, por hoy terminamos. Te veo el miércoles. Tiara me miró como nunca antes lo había hecho. Era una mirada de acusación. ¡Vos!, decía la mirada. Vos me hiciste creer en Dios. Me hiciste creer en vos. Me hiciste creer en algo. Pero no lo dijo. Lo leí en su mirada luego de escucharla. -¿En serio crees en Dios?, me preguntó ¿Y porqué nunca me dijiste? -Vos nunca me preguntaste. Nunca hablamos de eso directamente. Solo de forma leve para que la iniciación no te perturbase. Los conceptos absolutos dan miedo cuando se los invoca antes de tiempo. Tiara entendió que yo no era Dios, SU Dios y eso la tranquilizó. El conocimiento que yo tenía de las cosas de este mundo y las especulaciones sobre lo supraterreno lo son sobre lo absoluto. No es el que lo dice el todo sino alguien que se refiere a ello. Pero solo nos podemos desplazar de forma evidente de ese lugar cuando el que aprende está listo para no caerse. Por un tiempo ser su dios es sano para entender que Dios tiene un lado en el ser humano y que por ende no es inalcanzable. Conocer la belleza y lo agradable es una aproximación al supremo llegar a entender de la abstracta idealización que el que lo sabe tiene de ello. La fe.
  • 18. 18 Tiara provenía de una familia humilde e ignorante de todo saber. Salvo Débora, su madre y conocida mía, cuya muerte la había afectado tanto. Eso era su madre en su vida. El eslabón entre su familia y yo. Las rebeldías de tener que ir a una ceremonia los domingos con los que a diferencia de su madre y siendo de su sangre nada les preocupaba o importaba mucho. Su madre. El silencio que la había tenido a Tiara entre el no creer y el creer en mí. La duda sobre sí y la negación al resto de su familia. La separación del vínculo que nos hace ser parte de algo. La aceptación que incurre por exceso o por defecto de tener una esperanza. Benavides, Jerónimo, la había dirigido hacia mí cuando ella creía que era contra mí para resolver su problema. La paz volvía a reinar consigo, conmigo y con Jerónimo. ……………………………………………………………………………………………. Cala, Jean Pierre y Tiara hicieron un trío. Oboe, clarinete y violín. Rehicieron su amistad otra vez todos en París. El duelo de Tiara por su madre había empezado a ceder. Dios existía. Ya estaba cerca de esa posibilidad. Podía entenderla sin asustarse. Gerardo sin Débora ya también se preguntaba por la ida del ser querido que ella había sido en su vida los últimos meses en que su relación había crecido. Fue Tiara ya recuperada la que lo alentó a volver a pensar en alguien más. Su hijastra temporaria. Pero Tiara fue más allá y le presentó a una compañera de la orquesta menor que él pero mayor que ella para probar suerte con el violonchello. Si Delmira era chelista. Y él comenzó por ir a sus conciertos y poco a poco a su departamento. Yo había trabado amistad con los amigos del club que Zulma me había dejado antes de su partida y mi viudez consecuente. La directora del club no era portadora. Era sexóloga. Intervenía supervisando a los que tenían más problemas de adaptación para que lo superasen o se fuesen. Ludovica. Ella se había acercado a mí desde el inicio de mi decisión de desposarme con Zulma. Estaba entre sorprendida y aturdida. Nunca entendió algo tan morbo. Ella que alentaba esos hábitos del sex club que supervisaba se vio superada por mi exceso de lo que me describió como delirio emergente. O más exactamente martirio voluntario. A partir de ello me había visto como alguien diferente. Especial. Pero temible. Quién sino quien es capaz de cualquier atrocidad accede a algo así. Supe por alguien del grupo que ella pensó alguna vez que era yo un asesino serial o un demente psicópata. Pero pasado el susto yo noté que confiaba ella en mi sensibilidad con los demás lo que me hacía más creíble. Ludovica. Nombre de alguien de alguna nobleza europea. O de alguna bruja mala o hechicera. Ella me parecía macabra. Por su nombre por lo que hacia y..……por su cara. Tenía el pelo que parecía peluca (o lo era) todo revuelto y sus ojos desorbitados que la hacían más próxima a una persona oculta en su vínculo con el club para no estar expuesta la sociedad. Para no ser descubierta o sorprendida en la calle como alguien sospechoso. Ser sexóloga en un antro no era un buen currículum para el qué dirán. Pero ella mantenía su trabajo en reserva al igual que todos los que eran miembros del club que al entrar se transformaban respecto de lo que eran puertas afuera. Una doble vida. Una vez la vi en la calle en un almacén y no supe si era ella. Me llamó con señas y
  • 19. 19 comprendí que su forma y aspecto tenebroso también eran solo de la vida alternativa. Estaba rozagante y llena de colores adecuados a un día de sol de primavera y a la sensualidad de esa época del año. Tomamos un café. Me dio lujosos datos acerca de su procedencia étnica y de su vida fuera del club. Era descendiente de ucranianos que emigraron luego de una plaga que arrasó sus tierras y mató a muchísimos cientos o miles de personas. En su familia una abuela había sido curandera y un tío general del ejército. Su hermano mayor había vuelto a Ucrania y le escribía. Su hermana menor era prostituta de lujo en cruceros y hoteles cinco estrellas. -El café se te enfrió, dijo. -En mí jardín hay cosas que te quiero mostrar. -Me gustan los jardines y las huertas. Más si están bien cuidados. Y preguntó ¡¿Así que iniciaciones?! ¿Te llamo maestro? -Por lo que vos instruís en el club yo más bien fui tu discípulo. En el jardín no usamos fetiches ni nos insultamos pasa provocar la llama del deseo. Ya estaba encendido en todo lo que el uno sabía sobre el otro. ……………………………………………………………………………………………. Un día Ludovica llevó al club a su hermana menor. La prostitución vip era reservada a mujeres de un cuerpo y belleza fuera de lo común. Como Yamila. Cuando entró todos los hombres nos dimos vuelta para contemplarla. Además de ser inmensamente atractiva venía vestida (desvestida) con poquísimos trapitos, ya que no eran más que eso, que no le cubrían lo que el tapado que se había quitado llegando de la calle. Sus movimientos eran tan firmes, seguros y sexys que nadie se animó a decirle los piropos que su exhuberancia había enmudecido. Ella se sentó en su trono y fue Ludovica la que pronunciando bien las palabras como si fuese un ceremonial que Yamila se merecía la presentó. -Esta hermana mía conoce artes que acá jamás hemos usado. El arte de dominar con la mirada y todo tipo de acciones y claro está con su belleza en todo lugar donde lo sensual es tan pago y caro que el dinero es parte de el desprecio del que no hay groserías ni maltratos. Solo la fijación que ella atrae hacia sí de cuanta persona se mueve a su alrededor. Uno empezó a aplaudir y aprobar y Yamila lo congeló con la mirada y este pidiendo disculpas se retiró hacia el fondo del salón escondiéndose del impacto que sufriese en ello. -Como les decía esto no es más que el arte de matar propio de las mujeres que algunos han visto en la ciudad y a las que nunca se le han animado. Bellas, como ella. Portadoras del arma de ser semidiosas en su trato y atracción que intimidan por conocer la práctica de ello. Son las que asesinan sus sueños de tener a alguien como ellas y lo hacen adrede y premeditadamente. Son las que los hombres darían un brazo con tal de
  • 20. 20 estar una noche íntima con ellas y un ojo con tal de mirarlas aunque más no sea por única vez con él. La gente silenciosa esperaba permiso para lo que fuere. Estaban todos sujetos de Yamila y de las palabras de la hermana. Las mujeres por su parte veían en sus látigos, tachas y cadenas estúpidas mentiras en relación a Yamila y su evidente poder. -La pregunta es para qué está ella hoy acá, continuó Ludovica. Pues bien. La nueva etapa de este club será que las mujeres hasta las menos bellas aprendan ese arte y los hombres se preparen para que las que están en ese pedestal en el que ellas las que se le parecen se sitúan no los caigan en temor y las consigan como presa. Dicho esto Yamila habló: - La preparación llevará meses pero aquí nadie va a temerle más a este icono de mujer que yo represento. Y algo más. Ese trabajo que les voy a dedicar será bien pago por todos ustedes. Soy una puta. Y si alguno se enamora de mí ahí está la puerta para irse. Acá mando yo. Y es contra eso que durante meses los voy a proteger. Pero no de mí. De las que se me equiparan. Exijo el respeto que mi voluntad ejerce ya sin que se los deba pedir. La amenaza está. Sepan dejar que les enseñe cómo y porque para tolerarla y con artificios que les dé ser inmunes a ella. Dicho esto se puso el tapado dio una vuelta que arrastró los latidos de todos los corazones y se fue. ……………………………………………………………………………………………. La voz de mando. Cuántas veces hemos escuchado que alguien nos dice o sugiere hacer algo y nos sentimos con ese sentido de desorientación que se aparece ante cualquier contradicción. Con ese modo dual en el que lo que sucede y lo que debemos hacer no debemos hacerlo. Una impresión que detiene nuestra posibilidad de pensar en nada y mucho menos en hacer lo que se está pidiendo. La voz que confunde lo que hay y lo transforma en una descripción del absurdo que recorre nuestro interior ante el shock que no es medido como la verdad sino como una fracción de la distracción que pone a la merced del impulso natural de toda una vida de reaccionar sin tener en claro lo que se hace. La orden. Quiénes tienen la postura y el derecho a darlas y en qué caso o situaciones si las hubiere. Obedecer. Cuando se obedece a lo mecánico de una similitud anacrónica con el ayer que ya no es tal. La autoridad. La que delega la decisión en la que se puede impactar con una resignación que se impregna del desafío a lo que no gana ni pierde pero recibe lo que es necesidad bajo la obligación de tomar una determinación imperativa frente a lo que no sigue la voluntad propia. -Cuántas veces una mujer les ha hecho sentir esto, preguntó Yamila. Yamila en sí representaba esta idea y ella lo sabía. Ella era autoridad, órdenes y mando. Pero su discurso invitaba a descubrir porqué. A escuchar lo que decía y cómo. A notar
  • 21. 21 que el lado maternal de la mujer era el arma de conducción de la voluntad del hombre. Que los derechos que se les reconoce son solo afirmación de que manda. -Qué pasaría si se permitiesen desobedecerme en cualquier cosa que les diga ahora, remató. Todos los símbolos representan obediencia. Las instituciones, los cuidados. Son jerarquías. Por ello la ofensa del que no ve que se los respetó a los valores es indirecta porque la derivación es que tampoco se los notará a ellos como parte de esa cadena. La organización es una delicada tarea en la que se dispone a quién hay que observar antes de hacer algo. -¿Qué pasaría si yo en lugar de estar con uno de ustedes me desnudase ante todos ahora? ¿Acaso el miedo a la verdad no es perderle el respeto a la mentira que la aprueba?, dejó entrever. ¿Porqué yo no renuncio a mi poder? Porque ustedes creen que lo necesitan y yo disfruto de ello. La base de sustentación de la admiración por ella estaba ya teniendo algunos rebeldes y eso era lo que ella traducía como el objetivo de su mensaje. Algunos se miraban buscando ver si los demás entendían también. Si la obsecuencia no era parte de una enseñanza que se podía olvidar, negar o destruir por la preferencia espontánea de lo que no se era inalcanzado. -Bueno, no se olviden de ser generosos al pagar esta muestra no gratis de lo que pueden hacer. Nos vemos la próxima. -Pagar sería avalar que sigas parada ahí diciéndonos lo que tenemos que hacer- dije yo. -Yo no pago por tener sexo si puedo evitarlo, continué, y con vos no voy a tenerlo. Entonces me retiro. Y me fui. ……………………………………………………………………………………………. Recibí una llamada anónima al día siguiente. Reconocí sin embargo la voz de Yamila pero en otro timbre de voz y sin el imperativo modo de hablar en público. Sin embargo fingí que no sabía. Era una mujer que decía estar buscándome para conocernos mejor. Le pregunté si la conocía haciéndome el tonto y se rió. Dijo que sabía yo que era ella y que me proponía un pacto. Estaría conmigo si lo deseaba a cambio de salvar su performance frente a los demás. Dije que no tenía precio. Que solo si me gustaba la iba a tener y que eso dependía también de que su hermana con quien yo ya había tenido algo se lo permitiese y a mí. Tanto ella como yo nos dimos cuenta al decir yo esto que mi ataque en la jornada anterior estaba apoyada en lo imprescindible para dominar que era saber mucho de alguien y en particular para mí de la mujer que ella representaba ser. Su hermana me había dicho lo suficiente.
  • 22. 22 -Dice Ludovica que hagamos con libertad, me respondió luego de llamarla. Este semáforo en verde dado por su hermana Ludovica era una estrategia para que la sacase a Yamila de su perfil. Lo había pensado mucho antes de llevarla al club para que yo le diese un golpe a su propaganda familiar. No era gracioso que aun viviendo llena de dinero la hermana se detuviese en decir que lo que le faltaba era ser como ella y no sexóloga por unos pesos. Ludovica la odiaba. Sabía que yo la iba a herir en su ego y que me encargaría de no dejarla ir más que a una exposición final del ridículo. Yamila había sido sorprendida en una trampa y su vida de lujos corría peligro con su imagen. Estaba desesperada y pensaba fría y velozmente como el que corre peligro de ser derrotado por el enemigo oculto. Yamila empezó a decirme ya en el jardín y confiando en mi sabiduría de lo cotidiano: - ¨ Mis padres ¨ trabajaban para vivir ¨. Nunca les sobró plata. A veces no alcanzaba. Tenían el mango justo. Ellos bien temprano a la mañana se iban al trabajo y volvían a la tarde después de caído el sol. Entonces mi hermana y yo nos desviamos hacia el negocio del sexo. Nunca entendimos el trabajo y el sacrificio y éramos bellas las dos. La mujer ya era un icono en la revolución sexual. Entonces ella sexóloga y yo puta cara nos hicimos un camino diferente al de ellos. Un poco por impotencia. Por no haber conocido la necesidad ni querer conocerla y por ser mujeres. Eramos malcriadas en el sentido en que la sociedad les daba a los hijos el ver que todo se hacía para ellos. Entonces creíamos que la parte difícil ya había sido hecha en los padres y que los tiempos de bonanza y el relajamiento moral nos permitían esa oportunidad. La de no tener horarios y tomar como que el valor de nuestros padres había sido preparar ese mundo diferente al que habían vivido. Pero ahora me doy cuenta que hay muchos conocidos y amigos que siguen levantándose para trabajar y que hacen de su vida la responsabilidad de tener que ganarse el sustento y el derecho a vivir. Que en el silencio no nos recriminan nada pero que son una muestra más real que la nuestra. Que los tiempos no han cambiado salvo que trabajar ya no te permite tener una familia e hijos porque la plata y los problemas no lo permiten. La gente tiene la libertad de hacer pie de forma de vivir y eso que es tan moderno genera desocupación y desinterés por el trabajo. A veces si trabajas parece que sos un idiota o un pobre tipo que se mata mientras los demás se rascan porque acumulan con negocios y una plata para no tener que hacerlo. Eso es el capitalismo que tiene ventajas pero que al que trabaja lo condena a ser una víctima que presencia la fiesta de los que no hacen nada o hacen plata fácil. Entonces también está internet y el querer estar haciendo cosas con el dinero que hasta llega del estado para no tener que ocuparte de vos y no ser causa de tu crecimiento. La gente ya se acostumbró a usar su inteligencia y ventajas personales y de familia para sacar provecho del sistema y nosotras dos lo hacemos de esta manera. Pero mucha gente querida que no tiene posibilidades más que sus fuerzas interiores trabajó toda la vida y fue casi esclava de este modelo. Entonces vos los miras buscar trabajo. Su Salir a buscar trabajo cuando lo pierden y te agarra culpa y remordimiento y no te das cuenta de lo que sucede alrededor de esta burbuja. A veces sostienen a algún familiar o hasta a una pareja con hijos y tienen la desgracia de que no les ha tocado en gracia ser elegidos y elegir. Y las chicas quieren ser modelos y los varones manejar computadoras. Y la gente en general encuentra la changa que la saca del mundo laboral y le da plata para vivir. Estas changas son aprovechar cada cosa que la viveza criolla les permite y provee de circunstancias en al que ser parte de una cadena de ganar haciendo algo los saca del problema. Pero como la libertad es la misma para todos, nos hacen creer, es justa y
  • 23. 23 depende de cada cual conseguir su objetivo que para muchos es sobresalir en algo y que su nombre o su acción sea notada y festejada. Entonces vas a tener mucha gente notable que se lo merece pero también hay muchos que se la pasan llorando porque no se les reconoce que la vagancia no les hace ser alguien en algo que en los que trabajan sí es ponderado si la vida los premia de verdad ¨. Esta era Yamila. Una conciencia a toda prueba del camino que ella y su hermana habían elegido para bien o para mal. Su hermana no obstante se enemistaba porque lo de ella era un verdadero negocio mientras que lo suyo era ayudar en ponderaciones del sexo a gente necesitada y con problemas. Pero lo cierto era que mientras muchos llegaban con el pan a su hogar o lo que fuese de su vida solitaria de trabajadores ellas dos se relajaban en consideraciones sobre el erotismo y en su caso en la valuación económica cara de tenerla a Yamila en una cama de primer nivel en gente de mucho dinero y en lugares elegidos. Mucha gente con necesidades extremas también era aburguesada con dinero de planes sociales y en la droga y el alcohol encontraban una gran cantidad de ellos una vida de pobres fácil que llevaba los a centros de recuperación para destruidos. Otros en la pobreza aprovechaban bien el destino del dinero para completar la falta en sus ingresos pero a veces para no tener que trabajar. Eso era la libertad. Igual para todos los que tenían y los que no tenían nada. Menos para los que trabajan por necesidad imperiosa e ineludible sin recibir ayuda de nadie. Lo cierto es que en la situación de burgueses cada una a su manera se encontraban las clases sociales todas porque la gente de dinero estaba también con sus pertenencias al día a día de no tener límites en el afán de no querer hacer nada o no poder ser responsables. ……………………………………………………………………………………………. Esa tarde las iniciadas del primer curso tenían su primera lección de sexo anal. Consistía en que todas se ponían con la cola para arriba en cuatro. Eran diez. Yo pasaba una por una lubricándoles el ano así el culo de cara al sol y penetrándolas dos minutos por vez a cada una. Así durante tres veces. Después ellas en dos grupos de cinco usando penes de sex shop se seguían practicando turnándose los pares en la función de penetrar y luego con una rueda de sillas en la que las cinco que se sentaban en las cinco sillas primero finalizada la música de oriente que se oía y que las hacía bailar en puntillas de pie podían elegir cualquiera de la otras cinco para hacérselo y a su vez recibir. Con el tiempo me fui enterando que muchas de esas personas que tenían que salir a trabajar sí o sí por necesidad tenían un rato de su semana para prácticas orientales y afines incluyendo las de estimulación sexual y de equilibrio y armonía. El cuerpo como
  • 24. 24 herramienta de trabajo necesitaba ser cuidado, atendido, protegido y entendido para afianzar una seguridad en el momento de trabajar y hacer cosas con él que dieran el dinero para vivir. …………………………………………………………………………………………… Bernarda era virgen. Tenía 17 años. Ella era bella y por ello no quería ser tocada. No quería perder el impulso de coquetear y reírse entre hombres que la adoraban. Ella lucía sus pechos abultados su divina cintura y su cola que giraba con ritmo. Ella había trabajado desde muy adolescente. Conocía la calle y las miradas de los depravados sobre ella y su bello cuerpo. Hombres que fijaban su atención en jovencitas a las que miraban con lascivia desde sus años viejos. Pero gente que en fin trabajaban también y desde su humildad y escasos ingresos se hacían ilusiones y fantasías con las chicas en flor. Se sabe que los pobres les hacen comentarios o piropos grotescos a las mujercitas curvilíneas que son acorde a su brutalidad pero sin juzgarla a esta nosotros en su lado instintivo. Que la mayoría de ellos trabajan en la calle y la calle tiene otro lenguaje y es imperiosa y vertiginosa y caldera de sus ansiedades. Que el macho les aflora con vos ronca desde una camioneta o desde un peatón que vive con el peso y se las quiere devorar a ellas. Hombres simples y recios y que carecen de toda formalidad o caballerosidad de esas que son producto de una educación mas fina en otros de oficinas ambulantes. Sin embargo las mujeres reconocen a veces que las lenguas sádicas las excitan en aquellos y que el deseo que les expiden de chuparlas o de partirlas en un degüello de carnicería les dan el alivio de toda mujer carnal. Así fue como Bernarda sucumbió a ser violada voluntariamente en un corralón en el que cuatro hombres le hicieron de todo sin maltratar su integridad física ni lastimarla y con su total consentimiento. Desnuda, penetrada y chupeteada se dejó sacar varios gritos agudos y gemidos de pecho durante cuarenta minutos. La faena terminó cuando los caballeros y ella saciados todos fueron a la taberna de la esquina y compartieron unas pizzas de muzzarela prometiendo repetir el encuentro una vez por semanas cosa que sucedió a lo largo de tres meses. Terminado el lujo Bernarda notó que los hombres no debían ser tan educados y finos al exteriorizar esa función vital según el modo de los que seducían al estilo de hombres con dinero y que seguramente habría un desesperado en el interior de muchos de estos que ella intentaría hacer salir de su control y cortesía de celofán. Se trataba de generarles el deseo de perder la necesidad de ser ella princesa ante ellos y sí de ser insultada como el desbocado querer hacer uso de esa maldad sutil propia del sexo que no le abre la puerta a una dama sino que la encierra como a una yegua. Ser montada no era hacer el amor pero animalmente menos complicado que el buen trato que usa las palabras te quiero como muletilla de temor ante la mujer. Así Bernarda logró no solo perder su virginidad sino perderle el miedo al respeto insoportable que ella desafiaba causando la locura de los que le llegaban galantemente. Bernarda llegó a mi jardín y le ofrecí un ramo de flores que escupió agarrándome de las bolas y rompiéndose la blusa y la bombacha que decoloraron de rosa y celeste lo que parecía un edén y se mutó a un plácido infierno de cielo. -Qué querés de mí Bernarda- le pregunté
  • 25. 25 -Quiero pertenecer al club en el que sé que está Ludovica. Me gusta vivir al límite con mi cuerpo. Y dicho esto la invité adonde ya no quedaban los restos mortales Zulma, madre de Adelí, mi ex-esposa fallecida pisada por un auto portadora del HIV como tantos ahí, pero sí la perdurable Ludovica y su sexológica idea de conductora del harén de machos y hembras en el negro de una vertiente de lo opaco de la luz del día. ………………………………………………………………………………………… Easy era una mujer a la que le encantaba la intimidad pero solo de una manera fácil. Tener contacto genital y llegar. Todo lo demás le parecía absurdo y ser víctima de la propaganda. Del boca en boca de los comentarios con humor y los mitos populares. Ella disfrutaba de lo básico. Entendía que la gente necesitaba descargar su necesidad pero más que nada en el lecho nupcial al recostarse a dormir y ella y su marido Juan dormían desnudos. Se buscaban en el sentirse bajo las sábanas así desnudos entrelazados y hacer lo básico de la forma más rápida para estar ambos bien. Easy no tenía fantasías con hacer nada raro ni fingir que le gustaba eso que llamaban ¨ posiciones ¨. Ambos llegaban rápido. Era un caso peculiar debido a la facilidad con que sus cuerpos se deshacían de las tensiones y del cansancio del día de esa forma. Esto era porque ambos trabajaban y mucho pensando en llegar a fin de mes. Tenían unos vecinos a los que en la noche ya ellos completamente aliviados y listos para dormir abrazados escuchaban gritar y los chillidos de la cama a horas de la madrugada que los despertaba. Pero entonces ya les costaba volver a dormir. Odiaban a sus vecinos por ello. Querían sin embargo ser testigos de lo que pasaba ahí ya desvelados. Había un baño que daba el respiradero al de ellos y con ambos baños de puertas abiertas se podía ver por las rendijas. El novio de Valeria era muy rudo con ella. Pero por sobre todo hablaban como si fueran chicos. Vale hacía de nenita ingenua e inocente y él le proponía frases que se parecían a las del lobo. Ella se reía todo el tiempo y esto desconcertó a Easy y su marido Juan que no entendían que el sexo pudiese ser con diversión sino con búsqueda natural en el lecho y no más. Una madrugada, desvelados como siempre por ellos, algo les causó mucha gracia y su risa fue escuchada por Vale y el novio. A la pregunta de quién anda ahí no hubo forma de evitar ser descubiertos y con las disculpas de que en el baño se oían ruidos quedó todo aclarado y sin mayores problemas con sus vecinos. Pero Easy se la cruzó una tarde a Vale en el pasillo. Vale le dijo que ellos intimaban de madrugada porque el silencio y la certeza de que todos dormían los excitaba. Que era el único modo en que ambos se permitían relajarse para llegar. Easy le contó que a ella y a Juan los desvelaban. Entonces luego de consultarlo con su novio vale le dijo a Easy que podían
  • 26. 26 mirar todo lo que quisieran desde el baño ya que les parecía también divertido ser vistos por una pareja distinta. Al poco tiempo en los juegos de la niña y el lobo mencionaban que podían ser sorprendidos por mirones y cosas parecidas y que qué les podía pasar si así fuese. Los mirones Easy y Juan les decían cosas divertidas desde el baño acorde a cada nuevo argumento. Pero con el agregado de que al volver a su lecho seguían el juego entre ellos, se prestaban a fantasías de la historia seguida en su departamento y además de la adrenalina que nunca había sido necesaria y que se multiplicó pudieron después dormir luego de cada ocasión por fin. Easy me contaba este cambio y defendía su idea de que había sido forzado. Yo le dejaba ver que dormir bien lo merecía por más que le ¨ desagradara tener fantasías ¨. Hay algo que todas las parejas saben y es que durante la noche el despertar de una o de ambas solo se sacia y se somnifica con el buscarse. El tranquilizante natural que desagota lo que impide el sueño. Sí, es verdad. Es tan básico como eso. Y a Easy le gustaba lo básico y le gustó la explicación. Empezó a defender que todo era tan básico que la fantasía no era tal sino que cumplía ese rol y ese propósito. La iniciación a veces se abstiene de modificar los hechos que solucionan problemas en busca de resultados. Cambiar o enseñar a comparar lo que ya está y se puede mantener sin miedo a ello o al ridículo como también así son los que en contento de ello y de lo que son en la vida privada, mas comúnmente…..los secretos de alcoba……… que algún confidente mantiene con el honor de recibir esa confianza en la tumba de su silencio sobre ello. Las tumbas del comentario y sus pactos secretos suelen ser violados y los muertos se dan a una cadena de comunicar lo que está sepultado solo en apariencias y que nadie devela haber sabido de otro. …………………………………………………………………………………………… Chicos y chicas subsisten a todo deseo con tal de ser parte de su edad y de mantener la fuerza que les da quererse y compartir intacta y no ser parejas formadas que pierdan la espontánea manera de estas entre sí para apoyarse en el crecimiento, en el estudio y en la consecutiva manera de hacer cosas gracias a no tener un techo propio donde sembrar y cosechar aislamientos y secuelas de separatismos. Los momentos de iniciación son rodeados del afecto y del quitarle peso a cualquier cosa grande que haya ocurrido o no se haya previsto en el que hacer intercambios o entre los que son grupo luego del reírse de los miedos y los pudores y de rápidamente desligar al otro de ser parte de un drama compartido. Se trata de hacer. De la acción. Y los jóvenes son las ideas la voluntad y el pelear por cosas que superan la intimidad o la usan solo desde la energía de estar en vistas desde lograr cosas que dejan entender como lo que más les importa. No era así con ellas las más maduras:
  • 27. 27 Vívoras, renacuajos, serpientes, ella era una máquina de escupirme odio. No paraba de mirarme mientras me insultaba una palabra tras otra, con el deprecio del que saber que toda su desgracia se le debe culpar a un hombre o a todos los hombres en mí. O a todas las mujeres incluyendo las de su familia que no le prestaban atención o la trataban mal con las que estaba en desventaja en ese momento de ira. Sus ojos hinchados de rabia y su boca con labios agresivos no paraban de atacarme. La mujer poseída por la venganza y dispuesta a matar o a suicidarse. Amenazando poner bombas o destrozarme a mí y a toda una lista de personas que morirían si ella moría. Nadie se salvaría. El poder de convertirse en otra persona al ser puesto en peligro su propósito y entonces el deseo de aniquilar. El cielo se le venía abajo. El mundo se le caía encima. Todo lo adverso que soportaba y silenciaba de repente cobró vida y fue argumento para describir con furia su desgracia. La maldad se apoderó de ella. Con sus palabras caían monumentos, se derrumbaban edificios, moría la gente, el poder le alcanzaba para ser dueña del mundo y disponer de un apocalíptico modo de hacerse cargo de sus problemas con la soberana potestad de ser dueña del decidir el destino de todo. Bastaba que dijese lo que era su voluntad para que con sus dedos y sus pensamientos señalando al objeto o persona volase en mil pedazos todo según su deseo despiadado de gobernar sobre la creación como una Diosa que se ha levantado a hacer justicia. Que se ha rebelado al orden existente y que decida lo que será de aquí en más con todo y con todos aunque ella deba morir en el intento. El sacrificio solemne que devasta con toda contemplación o apreciación de piedad. La vertiginosa caída del imperio de sus amores y odios a sus pies por una horas hasta que se le pase la rabieta. Rayos, truenos y relámpagos en el destello de gritos al abismo que sangra de dolor y la desesperación de una versión en la que todos son malos y culpables y el ego la transforma en irrefrenable para que la ungida tarea de hacerse cargo de todo tenga como iracundo la belleza del detener lo que molesta con la varita de una hada que se deja abandonar a la transformación en bruja que se encuentra con su lado oscuro que en llamas hace que el incendio se lo lleve todo. Los ángeles piden que se calme y que recuerde que lo malo no es solo malo sino que hay un lado bueno al amanecer. En suma: con la naturalidad con que cualquier mujer se encarga de castigar a un hombre cuando este no pone la tierra a sus pies y los tesoros que ella necesita. La iniciación de Lucrecia debía empezar por recordar el verdadero valor de las cosas de la tierra y sus tesoros fingidos. Por recordar los pasajes de su vida en los que sí había salido airosa de alguna bondad e intentar repetir la experiencia, el modo y el resultado. ……………………………………………………………………………………………. Con el tiempo he descubierto el poder de la comida. No solo da satisfacción que une la gente la hace amiga y se produce una común afirmación de que tenerla y que sea rica es lo que importa. Hasta los que tienen diferencias se hacen amigos al comer. Siendo una necesidad básica se la pondera al punto de ser un lujo sea lo que sea lo que se disfruta al comer. Es un símbolo de humildad. La gente de dinero también se deja sumir por el lado sacro del comer. Del recibir su alimento. La gente puede ser feliz en ese momento.
  • 28. 28 Hablar de eso que llamamos a exaltar como menú en un restaurante, el menú preferido, es una cuestión de peso e interés general y de cómo llevar su cocción. La gente abandona sus objetivos al sentarse a comer. Deja sus problemas, sus debates y hasta sus motivos de enojo. Se sienta, se relaja, disfruta, saborea. La iniciación al son del alimento es muy a menudo festejada en los lugares de valoración del equilibrio o el despertar personal. La boca tiene una preocupación y lo oral está también en otros deseos que a veces se los considera igualmente volitivos de comerse al otro, lamerlo o deseos de la lengua y disfrutarse de contactos y comunicaciones de energías poderosas que llevan a distender y poner en lo alto de la torre el devorarse a alguien en la desnudez. El placer del canibalismo en que se funde todo lo que hay entre el hablar, el comer y el ser caníbal. Todo desde la boca. Respiramos por la boca también, un placer permanente y enorme e inconciente. Y bebemos. Y también el alcohol y muchas sustancias que estimulan son de interrelación oral. También las infusiones. Hay quienes dicen que hay una memoria de todos los sabores y lo placentero de la gastronomía, el oxígeno y las bebidas en la intimidad del buscarse oralmente en todos los lugares del cuerpo incluyendo, claro está, la boca. E insisto que el hablar es otro instrumento de placer oral no declarado o inconciente. Los pensamientos también se pueden potencialmente pronunciar lo que los hace sabrosos. El dolor y el sufrimiento se pueden expresar y ese alivio es placentero por ser alivio. El llanto deja lágrimas en los ojos y quiebra el corazón pero se exhala el dolor con sonidos a veces desgarradores que sacan lo que no se podía ya sostener dentro. Los sentimientos y las palabras de amor se pueden pronunciar en palabras elegidas con mucho cuidado, paciencia y detenimiento. El mismo cuidado, paciencia y detenimiento del comer. Es suma la misma ceremonia y la dedicación de un tiempo a veces deliberadamente exagerado a ello. El mismo que oralmente recorre el cuerpo del ser amado. Sin cesar, sin pausa en busca de completar lo que uno tiene de apetito por el otro. Azucena había preparado un manjar ese día que nos llevo desaforadamente a los gustos por esa buena cocina. Parecíamos animales que no habíamos comido en semanas. Probamos todo sin hablar. No hubo conversación. El postre fuimos nosotros el uno para el otro con la dulzura y el empalague de la piel y los lugares reservados a la intimidad. Ya colmados brindamos por la dicha. ………………………………………………………………………………………….
  • 29. 29 Me he dado cuenta que la gente busca ser herida. Ser herida por el ser amado es el súmun del interés por recuperar el cerrar esa herida que forzosamente se debe abrir para legitimar la cicatriz posterior. A veces la indiferencia notada en el que ama provoca el deseo de herir. Hay una advertencia que se consagra al miedo y a perder al otro. Hay una vaciedad de horror que produce ser ignorado y tener que ver al instinto de la violencia aflorar como lanza mortal para dar a entender y escucharse decir lo que el otro oye sin poder entender el origen del desprecio. Las heridas que consumen el mundo para que el mundo se cure. El arrancar el pesar y las prisiones que ordenan el caos. La variedad de recitar una académica formulación del recuperar y recriminar al que hace mal. La subjetiva renuencia a ser víctima del que se apodera de nuestro ego. El ego y el amor. La posesión del que es dueño del otro o puede pedir. La vertiginosa manera de ocuparse de los que nos son implícitos argumentos en nuestro ser. La vida expuesta en la mano de una minuciosa provocación del género que se despierta en el otro. Sí, los géneros se despiertan entre los que se buscan y la conciencia del género en el otro es sentimiento, verdad y realidad. Se descubre la falta de lo que ahora se tiene. Consuelo tenía ese valor moral de la que pide derechos por lo que ha dado. Que acude a la memoria de cada beso. Cada lengua que se mordió y se anudó al que la tomó. Ella se siente así cuando toca mí puerta. -Quiero que me des lo que te di- señaló. -¿Y qué es lo que te pide reclamar lo que con generosidad ofreciste?, conjeturé. -Mi corazón que late y no puede perder lo que le motivó esa lucha. -Tu corazón es tu orgullo, le dije severamente. Es la soberbia de no querer declinar a la voluntad del otro que busca ser libre y decide también. -La voluntad es orgullo también, me atacó. Es un poder que se maneja cuando el otro es mas débil. Consuelo se consolaba en que yo me sintiese culpable. No se quería ir sin que yo no fuese aceptado en el mundo de los verdugos. Nadie se va si el otro no dice algo que le da la razón. Es la ley de las parejas de cada jardín. Se entiende que ganar o perder prepara para una próxima unión con ventajas o desventajas. Que la declinación y el ser abandonado son aspectos de peso. Que cada viaje es un misterio y en las bifurcaciones de caminos los que se separan se pierden. El que en el cruce elige cambiar de rumbo es mirado como un despiadado. La vulnerable forma de exponer al otro a la salvaje desatención de quien se estuvo durante tanto tiempo. El ser lanzado a la realidad súbita e inesperadamente sin defensas ni protección. La aceptación que se inclina a no poder cambiar ese vértigo de no detener el desastre que funde en la desolación. Y agarrarse de todas las cosas posibles para no caer en un pozo que es ineludible e inevitable. Los manotazos de incredulidad que al borde de la muerte de todo lo que estaba en pie levantado por el tiempo. El ver la caída de ser responsable del estar como se está y dejar todo atrás como perdido y olvidado en busca de una fábula que extraiga el néctar de la verdad. -Yo no hice la belleza del jardín sola sino con quien me inició en ello, dijo Cosuelo. -Hoy nuestras flores están marchitas y buscan alguien nuevo que las riegue, agregué. Sumidos en el pensamiento y la meditación la oración al Dios fue larga y esperanzada. …………………………………………………………………………………………….
  • 30. 30 La gente cree que uno sabe qué hacer. Uno. El que hace. Que el peso de la ansiedad no nos acorrala. Que la angustia es cosa de otros. Que los mitos fueron inventados para rendirles culto en las personas que los practican y no en sí mismos. El culto a los personajes que son y fueron la leyenda de un país o del mundo. La sobreestimación de todo referente de la cultura y la identidad. La canonización épica de los símbolos del pensamiento. El poner en la pirámide del mundo el termómetro de las dolencias que afectan al fenómeno de la tendencia al hundimiento de todo lo que tiene que necesariamente flotar. A la superstición alegada al hedonismo de una tendencia de sentir cosas y vértigos que antes no. Al macabro y siniestro tener que poner en boca de otros lo que ni siquiera es de uno. Al traslado de una proclividad al desastre que se eleva en lo inverosímil de ser parte de auto desanimación que desarticula el fenómeno de la continuidad permanente. Al fracaso de un increpar a las valentías que no desentonen con el informe que se da de lo que hay que hacer. ¿Qué es lo que hay que hacer? Solo uno lo sabe. Uno es él, ella o aquel. Cada uno a su manera. Y lo inalcanzable se cuidado de ser tomado como el más allá de los que se deben a tener algo que hacer en el devenir de las cosas. -No sé qué hacer –decía Solange -El que hace lo que hace no está pensando en qué hacer. Si no sabés qué hacer hacé lo que podes y nada más. Lo que podes es lo que tenés que hacer. -Eso es sacarme el problema de encima. -No, el problema es no hacer nada. Mientras tanto en la calle sucedían cosas. Había accidentes, tragedias y desgracias. Una cantidad de resultados del hacer de lo que se hace una impredecible consecuencia. Un millón de problemas de gente que todos los días tiene que enfrentar eso y mucho se lo devora cada día. -¿Cuál es tu problema, Sol? -Ninguno, no sé qué hacer. -Empezá por no morir en el intento de evitar hacer algo. Por ahí te salvás, dije lascivamente y con enojo. Acaso Vladimir, su novio, le daba unas tarjetas para poder ella seguir pensado y mantenerla conflictuada para poseerla dócil de noche. El hombre sabe que ellas están en venta. Que tienen un precio y se les puede adornar como a una casa. Que saben la medida de sus zapatos de taco y de sus botas y agarran fuertemente sus carteras. Que la ingenuidad es el dramático buscar más aunque tengan mucho. Que tener sus cuerpos y sus voluntades necesita de una plataforma en la que ellas siguen eligiendo y ahí sí saben qué elegir. ……………………………………………………………………………………………
  • 31. 31 Hay deseos incumplidos que son frustraciones. Fracasos. No puedo. No soy capaz. No lo merezco. Es la injusticia. Duelen en el alma y en la destrucción de todo sueño. Se convierten en la razón de haber sido víctimas de alguna vez haber querido eso. Alguien que lo sugirió. Que lo prometió. Que nos dijo que éramos capaces. Que dijo que lo merecíamos. Que encendió la ilusión. Que nos hizo creer en una vida diferente. Pero por sobre todo alguien que describió la felicidad a su manera y nos hizo creer que era eso, una idea equivocada de ponernos la atención en el error y en pensar que consiguiendo lo que se nos enseñó como lo bueno teníamos la vida que más nos iba a ser nuestra. Un apremio que una vez conseguido o visto desde lejos igualmente iba a ser un fraude. Hay una estrategia en la gente para adiestrar la atención hacia los fines que ellos se proponen. Una forma de ganar tiempo para conseguir ellos lo que la distracción de los demás genera en el ser llevados a lugares equivocados. Tienen la ventaja de tener cara de buenos y en que jamás sospecharíamos que solo persiguen su propio beneficio. Son sicópatas que buscan gente que necesite que le digan lo que tiene que hacer. Gente insegura o sin rumbo que busca en el que está dominado por el descontrol general y encuentra que la meta parece genuina tal cual estos la describen. Son gente que obedece a cosas ya que nunca tomó decisiones propias y que está entrenada en el mando y la obediencia como método de incitar a esa respuesta inmediata que la orden genera en un ser perdido que necesita que lo manden. Un modelo que fue muy arraigado en estos países y que persiste el resabio de que nadie piensa en qué hace pero sí en captar cosas y trasmitirlas en la irresponsable manera de con mucha velocidad impedir que el otro reaccione y no se defienda en tener que hacer su propia elección. El modelo militar que en la sociedad civil tuvo amplias repercusiones y la anulación de la voluntad como fenómeno que cumplía las veces de protección frente a la imposible libertad que nada permitía tomar aun teniéndola. Es necesario decir que estos proclives al mando obediencia se forman en la fe de que es la única forma de ellos y de que los que obedecen consigan propósitos. Hay una disciplina que impera en el acudir al inconciente en que nadie es mejor que nadie lo que genera adicción a sentirse en grupos que tramiten órdenes y producen resultados concretos. La jerarquía de traslado de la orden hasta los de más abajo en la ejecución supone un operativo que se comanda pero que trata de conseguir ganar en esa operación conjunta con mandos que la estructuran. Podría equipararse a un equipo de destreza física o a cualquier grupo en el que todos dependen de todos para alcanzar un fin. Una empresa, un armado de algo, la ejecución de una obra por una orquesta, la limpieza de un lugar, el organizar un evento……..hay muchas demostraciones y ejemplos en los que la organización está por encima del individuo y de las personas como tales en procura de llegar a feliz término el objetivo. La gente que ha participado en su vida de esta cadena de responsabilidades en la búsqueda de un bien común la sigue incitando y consigue convencer en que se llega a muchos logros que se intensifican cuando el fines hacer un negocio, dinero o conseguir algo importante en lo que necesidades de mucha gente están en juego. En donde no puede haber subjetividades que sean parte de la objetividad total salvo la inherente a la capacidad que es imperiosa para encargarse cada persona ensamble del problema de su especialidad. Ese es el punto. La especialidad no es solo obedecer sino saber y resolver rápida y eficazmente. Entonces estas organizaciones tienen una complejidad mucho mas avanzada que la de un simple ejército porque el conocimiento de los obstáculos y el haber estudiado y saber su solución es infinitamente mas importante que el tomar una colina y pasar un río frente al enemigo. Se trata de la sociedad moderna en donde lo que hace que algo resulte ha tenido a muchos preparándose durante años en su especialidad y hoy esta es tan poco dependientes de un mismo saber de uno solo o de unos pocos que sepan todo sobre todo que la idea del libreto está consagrada en incorporar la capacidad
  • 32. 32 de la que ese individuo que se ha hecho necesario en el conocer lo que agrega la complejidad se adosa al organizar en lo que su parte le confiera. Y la utilización de recursos necesita de gente que los sepa usar pero también otra gama de gente que eventualmente los sepa reparar y otra que los sepa revestir y presentar. Un infinito número de gente que participa y en que la finitud es el que todos estén atentos a tener que intervenir en el momento que sea preciso si este llega. La iniciación prepara para cumplir con estar preparados para formarse en la mentalidad social de ser útil y creer en lo que se sabe. La seguridad que se instruye como ejercicio de ocuparse de lo que es tan veloz se entrena en el Jardín del conocimiento de cada cosa. Del aprendizaje y de la confrontación de lo que se va haciendo para organizarse hacia ello. Dentro de los deseos incumplidos que dan presencia de fracaso están los inherentes a la búsqueda del cuerpo. Detrás de cualquier funcionamiento social hay una dependencia de que cada uno en su vida privada puede prepararse para que su arte u oficio o saber y su vida en el fin de la jornada lo encuentre en el reposo y el descanso que hace al poder disfrutar de una cantidad de elementos de los que prescindir sería lastimar al hombre que no es máquina y lo confirma en el hogar en que deposita su premio de detener el tiempo hacia lo que le da regocijo a su distracción que se acomete a la felicidad de ese hogar y su causa y presencia en ella. Al despertar de la satisfacción que lo dispone a entretenerse con la vida paralela de su familia, sus hijos y su mujer con la que deshace tensiones y busca recrearse en la alegría de lo que él es y hace de lo que ellos son parte al fin de su día en los juegos el interés por ellos y por lo que hicieron durante el día y las maneras en que compartir esas horas de la tarde y la noche le justifica poner una nota distinta al tecnicismo de una fábrica de hombres que es la sociedad fuera de ese hogar. ……………………………………………………………………………………………. Los tiempos muertos son los que le lleva a una persona que detiene su actividad durante el día en distintos momentos para componerse y decidir lo que le da mejor resultado especulando sobre lo que va a hacer o su posibilidad. Está comprobado que la longitud y cantidad de tiempos muertos durante el día son factor decisivo en potenciar un mejor avance en lo que se hace con vistas al desarrollo de algo con inteligencia y oportunismo. La persona se detiene ante lo pragmático y puede posicionar lo que es el fin en sí y como conseguir lo mismo o más con menor esfuerzo. La cabeza fríamente está solucionando la manera de seguir la optimización. A veces hay que parar. Hay que frenar. Darse cuenta de lo que se está haciendo. Entender porqué y cómo se lo hace.
  • 33. 33 Decidir si se va bien o mal. Dejar la duda en un espacio de introversión que ponga cosas en su sitio. Hacer uso de lo que no se ha valorado. Comparar. Pero desde la distancia de estar detenido. Observar. Contemplar. Volar. Imaginar. Dejarle vida al absurdo de no tener que ser defensor de lo hecho. Cuestionar. Discutir. Pensar en voz alta y hacia adentro. Tiempo muerto. Tiempo vivo. Verdad que vale lo que una buena alternativa. Corregir. Hacer deporte de la distracción para dejar reposando lo que no se va a mover mientras cambiando de tema y de objeto de atención. O se va a mover y notar hacia adónde. Distancia que deja abrir una ventana al sitio en que al volver se verá lo que es. Desinterés practicado que se olvida de lo que le importaba y se abstrae en cosas sencillas. Que confía en lo que sucede mientras lo otro sigue solo o no sigue o qué se yo. ¡La falla! ¡Ahí estaba! Ahora la veo. Retorno. Lucidez. Conjetura de como se puede tener que interpretar el cambio. Cómo explicar la variante que pulveriza premisas y prejuicios que estaban estipulados como inamovibles. Los tiempos muertos son vivos. Resuelven. Ayudan. No es perder tiempo. Es cambiar el cristal con que la referencia se hace de una manera más aguda. El tiempo muerto que nos afianza en seguir de la misma forma o con el mismo recurso. También. Vale. Sirve. -Me dicen que soy vaga, comentaba Mercedes. Que me distraigo y pienso en otras cosas Que me voy del tema. Que no escucho. Que es evidente que no escucho porque lo que digo no está relacionado. Que me sorprenden mirando para cualquier lugar. Que me cuelgo. -¿Y es cierto?, pregunté. -¡No! Me gusta concentrarme solo en lo que importa. El contacto visual entre nosotros era intenso. Nos mirábamos como también mirábamos en la calle a al gente. Solo que más íntimamente. Nos dedicábamos mucho tiempo. ¿Acaso eso no era lo mismo que un tiempo muerto? Dejarnos llevar por eso que hay entre personas que distraídamente acuden a observar detalles pasajeros de su cercanía. Explorar como si lo que vemos y no vemos fuese importante. Centrar la mirada en un punto. Y recordar algo relativo a un tema que viene y que va por ocasiones. Durante el día y la noche. Singularmente atraídos por lo incomprendido. Por lo que no está definido. La mirada que se va y nos deja y que se introduce en el escote de una chica o en la cola de una mujer o en alguien que pasa o en un negocio a la calle. La mirada que se dirigen dos personas entre sí directa y verticalmente condeso de mirarse y con la evidencia de haberlo hecho. Con el alivio y la tranquilidad de esa mirada humana que no da algo en el pecho en ese estar ligados en esa breve noción de alguien al que ni siquiera vamos más que sostener la mirada a ellos o ellas. Deliberadamente lo gente lo hace y lo busca. No lo esconde. No hay porqué. Te miro porque me gustas. Porque sos distinta. Por tu cuerpo. Por tu pelo. Por todo. Y ella a vos. Responde. Por lo que sea. Mercedes y yo nos mirábamos. Era un tiempo vivo. A veces en silencio. Otra al hablar. La iniciación estaba en pie. No era cierto que ella no atendía. Eran sus tiempos vivos. FIN