Un vuelo doméstico de Aeroméxico con 104 pasajeros fue secuestrado el 9 de septiembre de 2009 cuando volaba de Cancún a la Ciudad de México. El único secuestrador, identificado como el ciudadano boliviano José Marc Flores Pereira, exigió hablar con el presidente mexicano, aterrizó el avión de manera segura en la Ciudad de México, y fue detenido por la policía sin incidentes después de que resultó que el paquete que portaba no contenía explosivos.