La Batalla de Agamos fue un combate naval entre el monitor peruano Huáscar y la escuadra chilena compuesta por 6 naves en 1879. A pesar de la superioridad numérica chilena, el comandante peruano Miguel Grau se enfrentó valientemente hasta que fue alcanzado por una granada enemiga. Aunque la tripulación peruana continuó luchando con coraje, el Huáscar terminó hundiéndose luego de que su último comandante ordenara abrir las válvulas ante la imposibilidad de defender la nave.
1. La BATALLA DE AGAMOS
Como del carbón sale el diamante, así de la negrura de esta guerra sale Grau. (...) Al
estudiar lo que hizo, preciso es recordar con qué elementos trabajó y cabe preguntar
qué hubiera sido del Perú con Grau en un barco como el Cochrane o el Blanco
Encalada..." (Jorge Basadre).
Chile, ya capturado el Rímac y renovado sus mandos, se concentró en la toma del Huáscar.
Las naves chilenas recibieron los mejores cuidados. Los transportes fueron armados con la
artillería recién llegada de Europa. Puestas las naves en las mejores condiciones, el nuevo
comandante de la escuadra chilena, Galverino Riveros, se dispuso a acabar con la presencia del
Huáscar en el Pacífico.
El 8 de octubre de 1879 a las tres y media de la madrugada el Huáscar y la Unión, que
llegaban de Antofagasta, divisaron tres humos, constancia indudable de la presencia de naves
enemigas
Grau actuó como otras veces, ya que no había otra posibilidad, y enrumbó hacia el este para
continuar luego al norte. A las 7:15 am. se pudieron distinguir hacia el norte, cerrándoles el paso,
otros tres humos: eran el Cochrane, el O'Higgins y el Loa.
En la convicción de que eludir el combate ante fuerzas tan superiores era imposible, el
comandante Grau se dispuso a cumplir con su deber. Ordenó al comandante de la Unión huir, lo
que permitió la salvación de aquella nave.
En la convicción de que eludir el combate ante fuerzas tan superiores era imposible, el
comandante Grau se dispuso a cumplir con su deber. Ordenó al comandante de la Unión huir, lo
que permitió la salvación de aquella nave.
A los veinte minutos de iniciada la acción, una granada lanzada desde el Cochrane
"chocó en la torre del comandante, la perforó y estallando dentro hizo volar al contralmirante Miguel
Grau Seminario, que tenía el mando del buque y dejó moribundo al teniente primero don Diego
Ferré, que le servía de ayudante", según consta en el parte de combate firmado en San Bernardo,
el 16 de octubre, por Manuel Melitón Carbajal.
2. Se continuó el combate con singular coraje de parte de los defensores del Huáscar,
cuyo blindaje no tenía resistencia ante las poderosas baterías de las naves chilenas.
En la convicción de que eludir el combate ante fuerzas tan superiores era imposible, el
comandante Grau se dispuso a cumplir con su deber. Ordenó al comandante de la Unión huir, lo
que permitió la salvación de aquella nave.
A los veinte minutos de iniciada la acción, una granada lanzada desde el Cochrane
"chocó en la torre del comandante, la perforó y estallando dentro hizo volar al contralmirante Miguel
Grau Seminario, que tenía el mando del buque y dejó moribundo al teniente primero don Diego
Ferré, que le servía de ayudante", según consta en el parte de combate firmado en San Bernardo,
el 16 de octubre, por Manuel Melitón Carbajal.
Se continuó el combate con singular coraje de parte de los defensores del Huáscar,
cuyo blindaje no tenía resistencia ante las poderosas baterías de las naves chilenas.
El combate fue tenaz y sostenido, y se sucedieron en el comando de la nave peruana
los oficiales Aguirre y Rodríguez, hasta que, no quedando nada por hacer, el último comandante
del Huáscar, el teniente primero Pedro Gárezon, ordenó abrir las válvulas para hundir el buque. La
nave, ya incapacitada para la defensa, sufrió el abordaje del enemigo.