2. LA COSMETOLOGÍA EN LA
EDAD ANTIGUA
La primera prueba arqueológica del uso de cosméticos se
encontró en el Antiguo Egipto, alrededor del año 4000 a. C.
Se sabe que los antiguos griegos y romanos también usaban
cosméticos.
La mitología nos dice que Venus y Palas o Minerva se
disputaron un día el premio de la hermosura. Venus estuvo
por largo tiempo en el tocador para ataviarse, consultó el
espejo, volvió a componer sus cabellos y arregló la vivacidad
de su color por medio de los afeites.
3. LA COSMETOLOGÍA EN LA
EDAD ANTIGUA
Minerva nada de todo hizo, ni
se miraba en el metal del espejo
ni en las aguas y para dar color
a su rostro no se valió sino de
una buena corrida por el campo
como hacían las jóvenes
lacedemonias que tenían la
costumbre de hacer este
ejercicio por la orilla del Eurotas.
A excepción de la cerusa y el
antinomio que se conocían
como cosméticos desde muy
antiguo, todos los afeites
usados por las mujeres eran
tomados del reino animal y
vegetal.
4. LA COSMETOLOGÍA EN LA
EDAD ANTIGUA
El primer cosmético rojo que usaron las mujeres de la
antigüedad fue el musgo llamado orchilla Lischen roscella,
de Linneo, con el que se prepara el tornasol. Este musgo se
llamaba antiguamente fucus, nombre con el cual se vino con
el tiempo a indicar todo tipo de cosmético. Se servían
igualmente de ciertas plantas tintóreas, particularmente de la
Anchusa tinctoria. Del reino animal, se servían del aesypum,
extracto procedente del sudor de los carneros que se
adhiere a su lana, bien purificado y se servían del estiércol
de los cocodrilos de Egipto pulverizado, de cuya sustancia
se servían para curar ciertas enfermedades de la piel y para
hacer desaparecer las manchas.
5. LA COSMETOLOGÍA EN LA
EDAD ANTIGUA
Entre las mujeres de la antigüedad la saliva era uno de los
principales ingredientes de sus afeites. A fin de que la saliva
fuese olorosa, la esclava encargada de prepararlos tomaba
todas las mañanas unas pastillas preparadas para este
efecto. Antes de comenzar a desleir el afeite echaba su
aliento sobre un espejo de metal y le presentaba a su
señora, para manifestarle que su saliva era pura y aromática.
Unas cejas negras formando un semicírculo perfecto
reuniéndose en lo alto de la nariz, son consideradas en
Oriente como una parte principal de la belleza de una mujer
y asimismo era también una circunstancia de la belleza de
las antiguas mujeres griegas y romanas.
6. LA COSMETOLOGÍA EN LA
EDAD ANTIGUA
Las mujeres turcas en sus harenes ocupaban horas enteras en
pintarse las cejas y las pestañas con un polvo negro que llaman surmé.
Las romanas de distinción tenían esclavas únicamente encargadas de
esta parte del tocador. El polvo de que se servían era de galena, de
plomo o de bismuto llamado en griego stimmé y en latín stibium y le
aplicaban con dos punzones o agujas encorvadas en la punta.
Poppea, esposa de Nerón, había inventado un cosmético particular que
debía conservar la pastosidad y la delicadeza de la piel, y que se llamó
poppeana de haberle ella inventado. Consistía en una pasta de miga
de pan mojada en leche de burra, con la cual se cubría toda la cara
antes de acostarse. Durante la noche esta pasta se secaba, de manera
que por la mañana la cara de estas mujeres había de tener el aspecto
de un barrado de yeso lleno de grietas. Así es que Juvenal hablando
detalladamente en su sátira 6. de esta pasta la llama lectorium.
7. LA COSMETOLOGÍA EN LA
EDAD ANTIGUA
Además se servían también de otra composición de arroz y de harina
de habas para desarrugar la piel y ponerla lisa. Por la mañana,
después de haber levantado con esponjas esta costra que cubría la
cara, se lavaban con leche de burra todavía caliente.
Entre los antiguos la leche de burra servía no solo para restablecer el
pulmón, sino también para dar frescura a la piel, acerca cuya propiedad
había las opiniones mas singulares. Plinio en el lib. XXVIII. de su
Historia natural habla de la leche de burra como de un excelente
cosmético y con este motivo cita la superstición de algunas mujeres
que se lavaban la cara con ella todos los días muchas veces. El mismo
autor en su libro XI y muchos otros escritores refieren que Poppea se
hacía seguir en sus viajes de una recua de quinientas burras para
poderse bañar en su leche.
8. LA COSMETOLOGÍA EN LA
EDAD MODERNA
Del siglo XVI data un
anónimo escrito en
castellano titulado «Manual
de mujeres en el cual se
contienen muchas y
diversas recetas muy
buenas», que contiene
numerosas
recomendaciones sobre la
fabricación de cosméticos.
9. LA COSMETOLOGÍA EN LA
EDAD MODERNA
En el siglo XIX, la reina Victoria declaró el maquillaje
públicamente descortés. Se veía como algo vulgar que solo
usaban los actores y las prostitutas. En la época de la
Segunda Guerra Mundial, los cosméticos tenían una
aplicación común en el este (aunque estaban vetados en la
Alemania nazi).
En Japón, las geishas usaban lápices labiales hechos a
partir de pétalos aplastados de cártamo para pintarse las
cejas y las comisuras de los ojos al igual que los labios.
También usaron como base de maquillaje barras de cera
bintsuke, una versión más suave de la cera depilatoria de los
luchadores de sumo.
10. LA COSMETOLOGÍA EN LA
EDAD MODERNA
Pasta blanca y polvos coloreaban el rostro y la espalda; el
ojo se delineaba con rouge, que también definía la nariz. Los
dientes se coloreaban con pintura negra para la ceremonia
cuando las maiko (aprendices de geishas) se graduaban y
se volvían independientes.
Muchos pueblos americanos actuales, Wayúu, (Venezuela y
Colombia), Emberá (Colombia y Panamá), usan tinturas
vegetales para adornar la cara y otras partes del cuerpo.
Con frecuencia el maquillaje no cumple una función
meramente estética sino de protección, contra el polvo, la
radiación solar, el viento, etc., que puede evolucionar hacia
un uso estético.