El documento argumenta que la enseñanza del derecho debe formar abogados humanistas con una amplia cultura general, más allá del mero aprendizaje de códigos y leyes. Propone que los abogados deben estudiar otras disciplinas como las ciencias sociales y humanidades para desarrollar su sensibilidad artística y comprender mejor el mundo. Además, sostiene que la enseñanza del derecho debe enfocarse en un 70% en el desarrollo de la creatividad de los estudiantes y en un 30% en el conocimiento técnico