Durante el siglo XIX, Estados Unidos se expandió territorialmente hacia el oeste a través de compras y conquistas, poblando rápidamente los nuevos territorios. Esta expansión hacia el oeste trajo consigo la resistencia de los pueblos indígenas que fueron desplazados. Al mismo tiempo, Estados Unidos experimentó un rápido crecimiento económico basado en la revolución industrial, convirtiéndose en una potencia industrial y sentando las bases para su futuro como potencia mundial.