2. La semana antes de Reyes, Laura e Isabel discutían sobre los regalos de
Navidad.
- ¡Que no mamá! Todas mis amigas lo tienen, siempre soy la única que no
tiene las cosas.
Esa noche Laura se acostó enfadada con su madre, pues no conseguía que le
comprara un móvil nuevo.
A la mañana siguiente Laura se fue al colegio, mientras su madre Isabel cogió
un autobús para ir a comprar a la gran ciudad los regalos.
Laura pasaba un día normal en el colegio, cuando de repente, Sor Mercedes
apareció por la puerta interrumpiendo a la profesora.
Los cuchicheos entre la profesora y sor Mercedes se pierden entre el
escándalo de los alumnos aprovechando el momento para hablar.
- Laura, por favor, ven aquí.
Le indicó la señorita, mientras ella se dirigía hacia allí.
- Haz el favor de irte un momento con Sor Mercedes.
Laura estaba aterrorizada, pensaba que algo muy gordo había tenido que pasar
para que le saquen de clase para hablar a solas.
Sor Mercedes le condujo hasta la sala de reuniones, una pequeña sala, llena
de estanterías con libros y más libros. Era una sala fría, con una mesa
redonda en medio de ella. La mesa estaba llena de trastos y tenía un mantel
azul que arrastraba por el suelo.
En ese momento Sor Mercedes comenzó a hablar:
- Haber Laura, tu sabes, que a veces ocurren accidentes...
Laura se empezó a asustar.
- Accidentes en los que muere mucha gente. A veces los vemos en las
televisión, pero sin embargo, otras, se viven mucho más de cerca...
- ¿Qué quiere decir?
Le preguntó Laura.
- Laura, hoy un autobús destino a la ciudad se ha chocado contra un
camión. Nos han llamado del hospital, creemos que tu madre ha sido una
de las accidentadas.
3. En ese momento, Laura sintió como el corazón se le paraba, como le recorrían
escalofríos por el cuerpo, de cómo sentía miedo.
A Laura se le escapo una lagrima, que le fue recorriendo por el moflete hasta
llegar a su boca. Una salada lagrima que mostraba el más remoto dolor para
Laura.
- No. A mi madre no le puede haber pasado esto.
Se negaba Laura.
- A veces las cosas pasan Laura.
Le explicaba con paciencia Sor Mercedes.
- ¿Qué voy a hacer? ¡Sor Mercedes, que voy a hacer!
Le preguntaba una y mil veces.
De momento iremos al hospital, veremos a ver si es tu madre, y luego
hablaremos...
Intentaba consolarle Sor Mercedes.
Juntas fueron a la parada de autobús. Cuando el autobús llego, Laura tembló
de miedo al recordar lo que le había ocurrido a su madre aquel día. Sor
Mercedes se dio cuenta de su inquietud y le apretó la mano aún más fuerte.
Cuando llegaron al hospital, Laura y Sor Mercedes fueron directamente a
preguntar por la habitación 308, en la que habían ingresado a su madre.
Al llegar al pasillo correspondiente, les paró una enfermera, Sonia.
- Perdona, la niña no puede estar aquí.
- ¿Cómo no va a poder estar aquí? Nos han llamado para reconocer a una
mujer del accidente del autobús esta mañana.
A Laura le daba igual lo que estaban hablando la enfermera y Sor Mercedes.
Ella solo pensaba en su madre, en verla, en sentirla...
- En ese caso, vale, podréis entrar, la habitación 308.
Decidió la enfermera.
- Muchas gracias.
Laura y sor Mercedes avanzaban por los pasillos del hospital buscando aquella
maldita habitación.
4. En aquel momento Laura leyó, ‘Habitación 308’.
- ¡Mamá!
Entro gritando con la esperanza que estuviese bien.
- ¡Mama! ¡No! ¡Mama no me dejes!
Gritó Laura cogiéndole la mano fuertemente al darse cuenta de que su madre
estaba tumbada en la cama, sin realizar ningún movimiento.
- Tu madre está en coma...
Le explico una misteriosa voz cálida que le resultaba protectora. Era la
doctora Teresa.
- ¿Se va a recuperar?
Preguntó Laura.
- ¿Tu madre es valiente?
Le respondió Teresa.
- Sí, mucho...
Pues entonces seguro que saldrá de esta...
En ese momento, Laura, corrió por los pasillos, intentando escapar de esa
pesadilla...
A día siguiente Laura se tendría que instalar en un orfanato lleno de niñas
sin padres...
Los meses pasaron y Laura tuvo que madurar muy pronto. No se acostumbraba a
aquel tipo de vida, el tiempo pasaba, y ella seguía pensando en su madre.
Todos los días iba a ver a su madre, se sentaba junto a ella, y le cogía la
mano y le repetía:
- Mama, no me dejes. Recupérate pronto...
Tanto era así que se hizo amiga de Marta, la anestesista, de Carlos el
enfermero, y por supuesto de Teresa, la doctora.
Laura llevaba casi un año en el orfanato, cuando un día de Diciembre, una
familia llegó al orfanato. Buscaban una niña de unos 12 años para que jugase
con su hija pequeña Jennifer.
5. El Director llegó a la habitación de la niña, e interrumpiendo el silencio
dijo:
- Laura ven conmigo.
El director la condujo hasta una pequeña sala donde se encontraba aquella
extraña familia.
- Es una muy buena niña.
Dijo el director intentándola vender como si fuera un objeto.
- Su madre está enferma.
- ¡Ohh, pobrecita...! Debe de haber sido duro para ella...
Laura odiaba que se compadecieran de ella, pero decidió no decir nada.
- Entre nosotros tres, dudo que se vaya a recuperar, pero bueno, que
ingenuos son los niños, no se le puede quitar la ilusión.
Dijo el director acercándose a la familia como si les fuera a contar un
secreto.
- ¡No! ¡Mi madre está bien! ¡Y se va a recuperar!
Dijo mientras se levantó de la silla y se escapó corriendo a su habitación.
El director, muy enfadado, despidió a la familia y les pidió disculpas.
- De todas formas, nos parecía muy mal educada.
Le consoló la familia.
A continuación fue a la habitación de Laura, abrió la puerta y la cogió de la
muñeca arrastrándola por los pasillos hasta llegar a su despacho.
Allí le obligó a sentarse en una silla y empezó a decirle:
- ¡Has perdido una gran oportunidad! ¡Tu madre no se recuperara y no
puedes quedarte aquí para toda la vida!
Le gritaba cada vez más fuerte y más enfadado el director.
Entonces ella le dijo:
- ¡Mi madre se recuperará! ¡Y todo volverá a ser como antes! ¡No
necesitaré estar aquí!
- ¡Laura tu madre está muerta!
6. Grito el director.
- ¡No!
Gritó con todas sus fuerzas Laura.
En ese momento el director le pegó una torta que a Laura le dolió muchísimo
pero intento aguantar el dolor.
Se levanto y salió corriendo por los pasillos mientras las primeras lágrimas
se le escapaban de su triste rostro.
Laura llegó al hospital, y siguió corriendo hacia la habitación de su madre.
Laura estaba tan dolida que ni siquiera contestó al amable saludo de Teresa.
Cuando llegó a la habitación, se sentó al lado de su madre, y le empezó a
decir:
- Mama, te necesito. ¡Por favor!
Repetía y repetía mientras le cogía la mano y sus lágrimas bajaban por su
cuello.
- Laura, tranquila, tu madre se recuperará.
Era Teresa, que estaba junto a Marta y Carlos preocupados por la niña.
Pero Laura no les contestó, solo pensaba en su madre, y en que se recuperara.
- Sera mejor dejarlas solas.
Dijo Teresa.
- Mama...
Las horas pasaron y Laura seguía al lado de su madre, llorando y pidiéndole
que se recuperase.
- ¿Laura? ¿Hija, estas ahí?
- ¡Mama! Mama... ¡Te he echado mucho de menos!
Dijo Laura, explotando a llorar como nunca había hecho...
Marta, Carlos y Teresa que estaban escuchando detrás de la puerta tampoco
pudieron evitar que se le escaparan unas lagrimillas...
- Hija, ¿Qué día es hoy?
7. Preguntó su madre como si nada hubiese pasado.
- 23 de Diciembre. ¿Por qué?
Contestó Laura extrañada.
- ¿Qué quieres para Navidad?
- Nada, mama. Hoy me han hecho el mejor regalo que hubiesen podido
hacer.