España gasta menos en sanidad y educación que otros países de la OCDE, y ha reducido su gasto social desde que el Partido Popular llegó al poder en 1996. A pesar de recaudar menos impuestos, los más beneficiados son las familias de mayores ingresos, mientras que las familias de menores ingresos pierden prestaciones básicas. El estado de bienestar español se ha quebrado al abandonar su función redistributiva.