El autor, un ateo convencido, escribe una carta a Dios a pesar de no creer en su existencia. Expresa que aunque no cree en Dios, siente la necesidad de compartir sus dolencias y soledad. Argumenta que no tiene pruebas reales de la existencia de Dios y le pide a Dios que le demuestre que no existe para reforzar su ateísmo. Finalmente, le pide a Dios amor a pesar de no creer en él.