El gato de trapo de Marcela, Leopoldo, tiene una costura en la pancita. Un día se le abrió un agujero y Marcela comenzó a guardar objetos dentro, incluyendo semillas. Las semillas germinaron con el sol y una planta creció dentro de la pancita de Leopoldo, saliendo finalmente una flor celeste de su costura.
Max es un niño travieso y sensible que se siente incomprendido en casa y un día decide fugarse en una pequeña barca. Max llega a una isla donde se encuentra con misteriosas criaturas, cuyas emociones son tan salvajes e imprevisibles como sus acciones. Los monstruos buscan desesperadamente un líder que les guíe, igual que Max desea un reino que gobernar. Cuando Max es coronado monarca, promete crear un lugar donde todo el mundo sea feliz. Sin embargo, pronto se da cuenta de que gobernar su reino no es una tarea tan fácil y que sus relaciones allí resultan ser más complicadas de lo que pensó al principio.
Max es un niño travieso y sensible que se siente incomprendido en casa y un día decide fugarse en una pequeña barca. Max llega a una isla donde se encuentra con misteriosas criaturas, cuyas emociones son tan salvajes e imprevisibles como sus acciones. Los monstruos buscan desesperadamente un líder que les guíe, igual que Max desea un reino que gobernar. Cuando Max es coronado monarca, promete crear un lugar donde todo el mundo sea feliz. Sin embargo, pronto se da cuenta de que gobernar su reino no es una tarea tan fácil y que sus relaciones allí resultan ser más complicadas de lo que pensó al principio.
Estimada familia,
Le damos la bienvenida a “Leemos juntos”, una estrategia que busca fomentar la lectura en el hogar.
Cada semana, les alcanzaremos distintos textos para que puedan elegir cuál o cuáles leer.
Gracias por conectarte y ser parte de “Aprendo en casa”. En esta oportunidad, te invitamos a que la
lectura sea un motivo para compartir, abrazarse y recorrer el mismo camino.
En esta primera semana, estarán presentes dos cuentos: Tabita y Tabito.
1. LA PANCITA DEL GATO
Leopoldo es negro pero tiene la cola y las patitas blancas. También
tiene los bigotes largos, la lengua rosadita y los ojos verdes. Y
tiene además… una costura en la pancita, porque Leopoldo, ¡es el
gato de trapo de Marcela!
Marcela anda todo el día de aquí para allá con Leopoldo a cuestas.
Lo alza, lo estruja, lo zamarrea, lo abraza, lo besa y lo hace dormir
a su lado.
Seguramente fue por eso… por tanto moverlo que un día, un hilo
hizo ¡clic! Y a Leopoldo se le abrió un agujero en la pancita.
—¡Leopoldo! ¿Qué te pasó? —gritó Marcela a punto de dormirse.
—Ahora vos también tenés un agujerito en la panza llena de
algodón … —le decía mientras metía el dedo por el pedacito
descosido y lo sacaba lleno de hilachas grises.
—¿Sabés, Leopoldo? Se me ocurre una cosa: ¡¿Dale que vos sos
una alcancía?! —y sin esperar la aprobación del gatito buscó una
moneda que tenía en el pantalón vaquero y la metió por el
agujerito.
Al día siguiente buscó las tres que tenía en su carterita de jugar a
las visitas y también las metió en la pancita de Leopoldo, y cuando
las monedas se acabaron metió el lápiz de labios de mamá, los
gemelos de papá, el dedal de la abuelita, un cigarrillo del abuelito,
cuatro botones, algunos tornillos, tres boletos capicúa y un
2. puñadito de tierra con piedritas que trajo de la plaza. ¿Piedritas?
No … eran unas semillitas que andaban volando por ahí. Y ellas
fueron las causantes de la sorpresa.
Después de algunos días, mamá encontró a Leopoldo sobre la
alfombra y al levantarlo vio la pancita descosida.
—¡Oh, pobre! Tenés un agujerito … y la panza llena de cosas raras
…¡Qué Marcela ésta!
Mamá sacudió a Leopoldo hasta que cayeron todas las cosas raras.
Todas, menos las semillitas, que sin duda estaban muy cómodas y
calentitas entre el algodón. Después volvió a cerrar el agujero con
varias puntadas. Le miró las patitas y dijo:
—Estas patitas están muy sucias, Leopoldo … Te voy a bañar — y
lo bañó y lo colgó al sol para que se secara.
Y así fue lo que pasó. Con tanto sol en la terraza y la tierrita que
se había quedado adentro y los lindos días de septiembre que se
asomaban en el cielo … las piedritas semillitas se inflaron, se
abrieron y ¡¡ a Leopoldo le apareció una planta en la pancita!! La
plantita se estiró … el hilo de la costura se volvió a cortar y el
último día de septiembre, justo el último, a Leopoldo le asomó una
flor celeste por la costura de la pancita.
Cuando Marcela lo vio … abrió grandes los ojos … después infló los
cachetes, después frunció el ceño, arrugó la nariz y gritó mientras
abrazaba al gatito:
— ¡Mamiiii…! ¿A mí también me va a salir una flor en la pancita?