La Perla Peregrina fue originalmente propiedad de la familia real española, luego pasó a manos de varios propietarios franceses y finalmente fue comprada por Richard Burton para regalársela a Elizabeth Taylor, quien la conservó hasta su muerte. Años después, la perla fue subastada nuevamente por 9 millones de euros. El documento también menciona que los tesoros robados por los españoles de Panamá y América eran incalculables.