1. EPISCOPEO
La venida del Señor: tiempo de gracia, de gozo y de reconciliación
Iniciamos el año litúrgico y también las expectativas del mundo y de nuestro México se
manifiestan en la esperanza del inicio de algo nuevo. Un nuevo gobierno en nuestro país, las
“profecías mayas” del fin del mundo, el fin de año civil, la crisis económica mundial, el hambre
en África, las migraciones, la pobreza, la guerra en el medio oriente y la creciente violencia, nos
hacen querer escuchar cosas nuevas, noticias diferentes, de esperanza.
El Adviento es para la Iglesia, para los discípulos del Señor, el tiempo que actualiza la
espera del Señor, especialmente en la “escucha de la Palabra”. Es la misma Palabra que se hizo
carne para la salvación del mundo (Jn 1,14). Es el evento que constituye el comienzo del camino
de los discípulos de Cristo. Es la Palabra recogida en las Escrituras Santas, y que instruye al
discípulo para discernir cuales son las actitudes correctas para prepararse y recibir la vida
abundante, la “gracia y la verdad” que vienen por Jesucristo (Jn 1,17).
La venida de Cristo al mundo es la visita de Dios mismo anunciada por los profetas
antiguos, y que anunciaron al pueblo un tiempo de restauración de todo lo humano que el pecado
antes había destruido. Es un momento de salvación, dice Isaías: “Ahí viene el Señor Yahvé con
poder, y su brazo lo sojuzga todo. Vean que su salario le acompaña y su paga le precede, como
pastor que pastorea su rebaño recoge en brazos los corderitos, en el seno lo lleva” (Is 40, 10-11).
La visita del Señor es un tiempo de gracia que remite al ministerio de perdón y reconciliación,
especialmente para los perdidos o alejados de Dios.
La llegada de la salvación es gozo y es causa de alegría para todos, así la anunciarán
los pastores en la noche de la Natividad. Al mismo tiempo el Adviento del Señor es el tiempo de
la actuación de la misericordia del Dios-Amor. María se inspira en “Aquél que ha recordado su
misericordia para siempre” (Lc 1,54) y es la clave para entender lo que hará el Mesías que viene:
buscar y salvar lo que estaba perdido (Lc 19,10).
Ante esta acción de Dios en la historia humana, cuál es la actitud con la que debemos
responder ? El modelo es la actitud de María: la fe y la esperanza en la fidelidad divina. Es la
actitud propia de los pobres de Yahvé, y es la manera humana y creyente de corresponder a Dios
en ese encuentro maravilloso entre su riqueza y nuestra pobreza, ante su potencia y nuestra
debilidad. Una actitud que lo espera todo de Dios, incluso la transformación de la historia
negativa y violenta del mundo.
El inicio de este adviento, como tiempo de gracia es una invitación a vivir una vigilancia
llena de esperanza en la venida del Señor. Una vigilancia-esperanza con una tonalidad de gozo
responsable. Esperar a uno que se conoce y que se ama, a uno de quien depende lo más
importante de la propia existencia. Al que esperamos es “nuestra justicia”. Además el Señor es
alguien que se goza en la “santificación de los suyos”. Somos invitados como una comunidad de
discípulos a preparar la “lámpara de nuestra fe” para recibir dignamente a Cristo en su
segunda venida: para ello debemos estar atentos a los acontecimientos de la Historia que nos
rodea y sobre las propias acciones, pero perseverantes en la fe. Somos llamados a imitar la
misericordia de Dios hacia los demás.
La venida del Señor implica una evaluación de lo más profundo de la vida personal y
comunitaria: una evaluación del corazón, de nuestras decisiones.
Durango, Dgo., 2 de Diciembre del 2012 + Mons. Enrique Sánchez Martínez
Obispo Auxiliar de Durango
Email: episcopeo@hotmail.com