Tercera Semana Tiempo Ordinario, Fr Julio César González Carretti OCD
1. TERCERA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
(Año Impar. Ciclo B)
DOMINGO
Lecturas bíblicas
a.- Jon.3, 1-5: Los ninivitas se convirtieron de su mala
conducta.
El profeta Jonás aparece como quien a huye de Dios. Ha
escuchado su voz, su mensaje, sin embargo, teme hacer la
voluntad de Dios (cfr. Jon.1-2). En este segundo llamado aprendió
la lección, no se puede huir de Dios, más aún no puede ser
desobedecido. Va a Nínive, capital de imperio asirio. El mensaje es
que tiene que dar es: “Jonás comenzó a adentrarse en la ciudad, e
hizo un día de camino proclamando: «Dentro de cuarenta días
Nínive será destruida.» (v. 4). El número 40 significa plenitud,
tiempo necesario para hacer algo importante. Un solo día le basta a
Jonás de predicación para que Nínive se convierta, sus habitantes
creen en Yahvé, con una fe semejante a la de Abraham (Gn. 15,
6). Desde el rey hasta el último habitante hizo penitencia y se
convirtieron al Señor. El contraste con Israel es asombroso, Nínive
supo convertirse puesto que unió a la penitencia externa la
conversión interior de vida. La oración del rey es significativa:
“¡Quién sabe! Quizás vuelva Dios y se arrepienta, se vuelva del
ardor de su cólera, y no perezcamos.» Vio Dios lo que hacían, cómo
se convirtieron de su mala conducta, y se arrepintió Dios del mal
que había determinado hacerles, y no lo hizo.” (vv. 9-10). El oráculo
no se cumplió. Es el triunfo del amor de Dios sobre la maldad
humana. Todo está condicionado por la conversión del corazón, al
cambio de vida. La lección fue clara para Israel y para nosotros.
b.- 1Cor. 7, 29-31: La apariencia de este mundo se termina.
El apóstol, está respondiendo a las inquietudes de los corintios,
concretamente sobre la virginidad y el matrimonio (cfr. 1Cor. 5,1-13;
6,12- 20). El tiempo apremia (v. 29), respecto a la parusía, de ahí la
necesidad de mantener la sana tensión entre el presente y un futuro
que se avecina, con la esperanza de alcanzar lo definitivo en el
2. Señor. Luego de hablar de la ética sexual y matrimonial, como es su
situación familiar y afectiva, debe estar orientada hacia el Reino, es
decir, el don de Dios. Toda la vida del creyente se mueve en Cristo
y su culmen, como camino de fe, en el Juicio final. Corinto era
ciudad rica, la comunidad cristiana, tenía miembros ricos, pero el
apóstol les advierte que la seguridad de las riquezas, más bien,
excluye del Reino. Pablo, invita a los corintios a trabajar y vivir en
perspectiva de lo que quiere Cristo Jesús y el Reino. La invitación
es a leer sus opciones e vida cristiana, relativizarlas, respecto a la
venida del Señor, construyendo unidad de vida y de fe. Aconseja
vivir en el desarraigo y teniendo conciencia que las cosas de este
mundo pasan (v.31). Los casados, los que lloran, lo que lo pasan
bien y tienen poder adquisitivo, “como sí” no vivieran nada de eso,
evitando los absolutismos y la apatía; son vivencias para la fuerza
de la esperanza cristiana.
c.- Mc. 1,14-20: Convertíos y creed la Buena Noticia.
Este evangelio tiene dos momentos: Jesús inicia su predicación
(vv.14-15), y la elección de los cuatro primeros discípulos (vv.16-
20). Luego de las tentaciones, Jesús marcha a Galilea y se
presenta como un predicador: “El tiempo se ha cumplido y el Reino
de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva.” (v.15).
El tiempo del cumplimiento se refiera al tiempo de espera de la
salvación prometida por los profetas y que ahora llega cual aurora.
Se trata de la plenitud de los tiempos en que Jesús se presenta, en
el momento justo, como heraldo del Evangelio, del mensaje de
salvación para los hombres. Se pasa del tiempo del pecado y la ira
divina, al tiempo de la gracia y salvación en Cristo Jesús. El Reino
de Dios está cerca, viene a significar, que la plena soberanía de
Dios se comienza a manifestar en el ministerio de Jesús, al sanar a
los enfermos, expulsar demonios, resucitar muertos, etc. La Buena
Nueva si Dios la comunica a todo los hombres: santos y pecadores,
pobres y ricos, oprimidos y desesperanzados, etc, pero espera una
respuesta personal. Si ama y se compadece del pecador, espera la
misma respuesta del hombre para sus semejantes. La conversión
se entiende más que un cambio de mente, es el retorno a Dios,
luego de estar apartado de su camino. Los profetas, Juan y Jesús
exigen la renovación del corazón en pureza, humildad y confianza
en el amor de Dios. En un segundo momento Jesús escoge sus
primeros discípulos, la conversión y la fe se realizan en el
seguimiento de Cristo; seguimiento que será respuesta a la llamada
de Jesús. Jesús conoce a estos hermanos desde antes, eran
3. pescadores (cfr.Jn.1, 35-51). Lo que narra Marcos es la llamada
definitiva de parte de Jesús y la respuesta generosa de estos
jóvenes. Lo primero que encontramos es la mirada de Jesús, los
llama a Sí (v.20). La llamada de Jesús, es la llamada de Dios
mismo, poderosa, penetrante, ante la cual no cabe duda. La
llamada consiste en seguir a Jesús, ir detrás de ÉL. En un sentido
más profundo se trata de entrar en comunión de vida con el
Maestro, que desde ahora le cambia la vida, le da su doctrina, le
confía tareas como la predicación del evangelio, etc. El objetivo de
la llamada es hacer de ellos pescadores de hombres, es decir, si
antes capturaban peces, ahora deberán ganar hombres para Dios y
el Reino de los cielos (Mc. 6, 7-13). El seguimiento conlleva llevar la
cruz con Jesús y estar dispuesto a dar la vida por ÉL. Las dos
parejas de hermanos: Simón y Andrés, Santiago y Juan, lo dejan
todo, su trabajo y sus bienes, representan la primera convocatoria
del nuevo pueblo de Dios.
Santa Teresa habla de cómo ser buenos amigos de Jesús: “Puede
en este estado hacer muchos actos para determinarse a hacer
mucho por Dios y despertar el amor; otros para ayudar a crecer las
virtudes, conforme a lo que dice un libro llamado Arte de servir a
Dios, que es muy bueno y apropiado para los que están en este
estado, porque obra el entendimiento. Puede representarse delante
de Cristo y acostumbrarse a enamorarse mucho de su sagrada
Humanidad, y traerle siempre consigo y hablar con El, pedirle para
sus necesidades y quejársele de sus trabajos, alegrarse con El en
sus contentos y no olvidarle por ellos, sin procurar oraciones
compuestas, sino palabras conforme a sus deseos y necesidad. Es
excelente manera de aprovechar y muy en breve; y quien trabajare
a traer consigo esta preciosa compañía y se aprovechare mucho de
ella y de veras cobrare amor a este Señor, a quien tanto debemos,
yo le doy por aprovechado.” (Vida 12,2).
LUNES
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 9,15.24-28: Se ofreció una sola vez.
b.- Mc. 3, 22-30: Jesús incomprendido y calumniado.
4. Los fariseos, venidos de Jerusalén, levantan dos calumnias a
Jesús: primero que está poseído por Satanás, y que se habría
aliado con él para expulsar a los demonios. La calumnia significa
que Jesús es un poseído, y que sus éxitos se debe al poder
demoníaco (v. 22). Es una imputación absurda, porque el que
expulsa los demonios con el poder del Espíritu de Dios, no puede
tener un espíritu malo, o estar aliado con el demonio. Si esto fuera
verdad, Jesús se habría aliado con el enemigo de Dios,
convirtiéndose en siervo de Satanás. La parábola de la casa en
guerra contra sí misma, rechaza toda alianza con el demonio; si
Satanás lucha contra sí mismo o contra los suyos, se derrumbaría
su reino (v.25). Deja bien a las claras Jesús, que su obra no se
separa de su persona: es Él, por quien tienen efecto la expulsión de
demonios, por ÉL irrumpe el reino de Dios entre los hombres (cfr.
Lc. 11, 20), por sus obras, Satanás es vencido (v.26; Lc. 10, 18).
Sólo Jesús es más fuerte que Satanás, porque lo vence con la
fuerza de Dios, lo que nos habla de la conciencia que tenía el propio
Jesús de su obra salvífica (cfr. Mc.1, 12-13). De los enemigos,
Jesús es el más fuerte y garantiza a la Iglesia, que en su lucha
contra Satanás vencerá el Señor, poniendo en ÉL toda su
confianza. La blasfemia, siempre es un ataque al honor y poder de
Dios, en forma directa o indirecta, por medio de injurias o
desprestigio de los enviados de Dios. Es un pecado grave, pero
Jesús asegura que todo pecado se perdonará, a excepción de los
que se comentan contra el Espíritu Santo (v.28). Jesús lo dice todo
esto en parábolas, porque sabe que los fariseos no escuchan, con
lo que firman sus propia condena (cfr. Mc. 4, 10.12). La exigencia
de la conversión es esencial (cfr. Lc. 13, 1-5; 15, 7. 10. 18ss);
cuando el pecador se convierte, es cuando, como dice Jesús, el
Padre se dispone a perdonar todo pecado (cfr. Mt. 18, 23-35). ¿Por
qué no se perdonará una blasfemia contra el Espíritu Santo? El
pecado o blasfemia contra el Espíritu Santo, no es sólo un hecho,
es una disposición interior permanente, ceguera culpable por sí
misma, es un resistirse a la salvación de Dios. Dios misericordioso,
pero por otra parte, nos presenta lo que sucede al hombre que se
resiste a la acción del Espíritu de Dios y a su enviado Jesucristo, el
Señor.
Santa Teresa de Jesús, como mística tuvo especiales relaciones
con el misterio de la Santísima Trinidad: Dios hizo una historia de
salvación en esta mujer admirable, en un tiempo muy complejo para
la Iglesia y la Orden Carmelitana. La acción del Espíritu Santo en
ella es una joya de la más fina orfebrería cristiana. “Estando un día
5. muy penada por el remedio de la Orden, me dijo el Señor: «Haz lo
que es en ti y déjame tú a Mí y no te inquietes por nada; goza del
bien que te ha sido dado, que es muy grande; mi Padre se deleita
contigo y el Espíritu Santo te ama». (R 13).
MARTES
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 10, 1-10: Aquí estoy para hacer tu voluntad.
b.- Mc. 3, 31-35: El verdadero parentesco de Jesús.
El evangelista nuevamente nos presenta a la familia de Jesús,
quien sigue rodeado de personas; una vez retirados los fariseos, le
mandan llamar. Jesús, pertenece cada vez más a Dios, por lo
mismo se ha escogido una familia de carácter más espiritual o de
fe. Echa una mirada alrededor y a esos hombres y mujeres que lo
rodean, y los llama sus hermanas y hermanos, su madre.
Pensamos que el mirar de Jesús, es amor que atrae, purifica y une
(cfr. Mc. 3, 5; 5, 37; 10, 23; 11, 21). Son sus parientes, porque
escuchan atentamente su palabra, pero más aún, porque cumplen,
guardan, hacen realidad la voluntad divina en su existencia. Es la
forma de entrar en comunión con Jesús, es ahora la comunidad la
que atenta a la palabra de Jesús, escucha, pero, más aún, está
dispuesta a cumplir la voluntad de Dios, en forma exclusiva y plena
(cfr. Lc. 10, 39-42; 11, 27ss). Llamada y exhortación, elección y
exigencia, unión y deber, se saborea de estas palabras de Jesús y
es en esa conciencia donde se forma la comunidad, la nueva familia
del Hijo enviado por el Padre, la Iglesia. Una gran llamada que hace
Jesús, para vivir esa comunión espiritual con ÉL, por medio del
cumplimiento de su voluntad divina. Nace la comunidad que
escucha la palabra de Jesús y está dispuesta a cumplir su voluntad
en forma total y exclusiva. Cada domingo la asamblea eclesial
celebra y ora la Palabra de Jesús, para luego comulgar su Cuerpo y
Sangre en la Eucaristía.
Una de las características de la espiritualidad de Santa Teresa de
Jesús es la experiencia de contar siempre con la voluntad de Dios
en su vida, sobre todo luego de su conversión. El evangelio fue para
Teresa la fuente donde conoció el querer divino. “¡Oh buen Jesús!
¡qué claro habéis mostrado ser una cosa con el Padre, y que
vuestra voluntad es la suya y la suya vuestra!” (R 27,4).
6. MIERCOLES
Lecturas bíblicas
a.- Hb.10, 11-18: Ha perfeccionado a los que van siendo
consagrados.
b.- Mc. 4, 1-20: Salió el sembrador a sembrar.
El evangelio nos presenta la parábola la parábola del sembrador
completa, es decir, las tres partes que la conforman: la narración de
la parábola (vv.1.9), porqué Jesús habla en parábolas (vv.10-12), y
la explicación de la parábola (vv.13-20). A Jesús ya no le basta la
casa de Pedro, las sinagogas para predicar, necesita un espacio
amplio: la orilla del mar, desde la barca, sentado predica a la gente
reunida en la orilla. En un primer momento, la atención de la
parábola se centra en la diversidad del terreno y su rendimiento.
Propone tres situaciones desfavorables: el camino y las aves (v.4),
las piedras y falta de tierra (v.5-6), y los cardos que ahogaron la
semilla (v.7); en cambio, otras cayeron en tierra buena, que produjo
abundantes frutos, el treinta, el sesenta y el cien por uno (v.8). En
un segundo momento, encontramos la explicación de la parábola.
Esta Palabra de Dios está destinada a todos, pero su aceptación
varía: desde quien no asume ningún compromiso, pasando por la
superficialidad de algunos, la buena intención de otros, hasta el
compromiso de aquellos que con fe comprenden su pleno sentido.
El evangelista centra todo, en la respuesta de Jesús a los
apóstoles: “A vosotros se os ha comunicado el misterio del reino de
Dios” (v.11). Si las parábolas, eran comprensibles por la sencillez
de sus imágenes, se condena a quedar ciegos, “a los de fuera”,
(v.12); sólo los discípulos, han sido admitidos al misterio del Reino
de Dios. La fuerza de este reino de Dios se descubre por la palabra
y las obras; pero encuentra resistencias como Satanás, y las
calumnias de los hombres. La semilla ya está sembrada, las fuerzas
del reino ya comienzan a actuar con Jesús en este mundo. Basta
tener ojos para ver las curaciones, resurrección de muertos,
expulsión de demonios, signos de la presencia del reino de Dios. Se
enfrentan dos grupos de personas: los prudentes y sabios a los que
permanece oculto el reino y los pequeños e incultos, a quien Dios
les revela el reino por medio de la fe (cfr. Lc.10, 21.23; Mt.13,16s;
11,25). Los de fuera son los incrédulos, sin la inteligencia de la fe,
para quienes Jesús es un enigma. El texto de Isaías viene a
significar el endurecimiento culpable de los hombres que
7. escuchando y viendo las obras de Jesús, se niegan a creer a su
palabra (v.12; Is.6,9-10). Toda una exhortación a no dejar pasar la
hora de la salvación, y no a la desesperación. Finalmente, (vv.14-
20), viene la explicación de la parábola, donde encontramos una
aplicación de la Iglesia a quienes se convierten a la fe. Se pasa de
la siembra y la cosecha a los hombres sembrados, es decir, ahora
ellos son la tierra donde ha caído la semilla. Los que están al borde
del camino, son aquellos a quienes los adversarios de Cristo, les
arrebatan la fe. Otros no tienen hondura en sí mismos, ni
consistencia, son el suelo pedregoso, llevan en sí la causa de su
para apostatar de su fe. No han comprendido el sentido de la cruz,
el seguimiento de Cristo, por ello, ante las persecuciones y
tribulaciones sucumben con facilidad. “Las preocupaciones del
mundo” (v.19), en otros les hacen olvidarse de la Dios y de su
propia salvación, porque su seguridad lo ponen en las riquezas y el
bienestar, lo que ahoga la palabra y queda sin fruto (cfr. Lc.12,16-
20). Dios no siembra en vano, porque cuando cae en buena tierra
da frutos abundantes. De este modo el reino de Dios se hace
presente con la predicación de Jesús y la de la Iglesia hoy. La
comunidad revive el misterio del reino de Dios con las obras que
nacen de la fe y el amor, la eficacia de las fuerzas de Dios que en
ella, mueven desde lo interior de su existir.
La Santa Madre Teresa buscó luz en el Evangelio, para su vida
cristiana y carmelitana, y tanto fue su afán, que todas sus obras
están impregnadas de sabiduría bíblica. “En la Sagrada Escritura
que tratan los letrados, siempre hallan la verdad del buen espíritu”
(V 13,18).
JUEVES
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 10,19-25: Mantengamos firmes la esperanza.
b.- Mc. 4, 21-25: La medida que uséis, se usará con vosotros.
Marco presenta cuatro sentencias de Jesús sobre el reino de Dios.
Para los que creen, las parábolas son luz, que revelan su contenido
salvífico, en cambio, para los incrédulos, ocultan su sentido más
profundo, pero, finalmente ésta triunfará y será reconocida. Esa luz
es Jesucristo (cfr. Jn. 8, 12). La lámpara (v.21), que se pone sobre
el candelero, se refiere a la predicación del reino de Dios por parte
8. de Jesús, pero la reacción de incomprensión e incredulidad fue la
nota que caracterizó ese primer momento; pero hubo un pequeño
resto, los discípulos que recibieron con fe esas palabras y el Padre
les abrió las mentes y el corazón al misterio del reino de Dios.
Desde estos humildes comienzos, el evangelio debe predicarse al
mundo entero (cfr. Mc. 13, 10; 14, 9), puesto que en la palabra y la
predicación está la fuerza transformadora del reino de Dios. La fe es
misionera por esencia, lo mismo que la comunidad cristiana, no
puede guardarse esa luz para sí, colocarla debajo del celemín, debe
comunicarla, es decir, ponerla sobre el candelero. Es lámpara que
debe iluminar a todos los hombres. Lo oculto y lo secreto (v. 22),
que debe ser pregonado, se refiere al misterio de la persona y obra
de Jesús y de la comunidad cristiana que debe ser revelado
después de Pascua. Los predicadores y la comunidad deben estar
atentos a la Palabra y estar atentos y comprender el compromiso de
actuar en la sociedad. Es contrario a la voluntad divina, que la
Iglesia se convierta en una sociedad cerrada en sí misma, está
llamada a ser un signo de Dios en medio de los hombres (cfr. Mt. 5,
13-16). La última sentencia. “Atended a lo que escucháis…” (v. 24),
se refiere a la medida, es decir, al tiempo de atención prestada a la
Palabra de Dios en su vida, y la deja fructificar, obtendrá una
ganancia abundante. Sólo quien la recibe con ánimo bien dispuesto
y la acoge con fe, está destinado a dar frutos (cfr. Col. 3,16). El
llamado de Jesús, es a escuchar, cuánto espacio hacemos a la
palabra de Dios, cuánta colaboración personal ponemos de nuestra
parte para hacer fructificar lo que hemos escuchado con
atentamente. Si escuchamos como revelación y exigencia divina la
Palabra de Dios sacará mucho provecho y grandes ganancias, es
más, Dios Padre, le aumentará la fe y caridad. Quien no posea esto,
sin embargo, se le quitará hasta la posibilidad de creer, sus manos
quedarán vacías. Esto es lo paradojal de la Palabra de Dios que
mientras al que cree lo salva, al que la rechaza, lo lleva a la
increencia. La palabra encierra la fuerza divina, por eso hay que
recibirla con ánimo bien dispuesto, protegerla, para vivirla en forma
incontaminada, y dar frutos que el Espíritu de Jesús, fecunda en el
alma, mente y voluntad del cristiano y de la Iglesia en la sociedad
de hoy.
Santa Teresa de Jesús, recibió muchas visitas de Jesús –Esposo,
donde le manifestaba la obra que estaba haciendo en ella.
“Dijéronme, sin ver quién, mas bien entendí ser la misma Verdad:
No es poco esto que hago por ti, que una de las cosas es en que
mucho me debes; porque todo el daño que viene al mundo es de no
9. conocer las verdades de la Escritura con clara verdad; no faltará
una tilde de ella. A mí me pareció que siempre había creído esto, y
que todos los fieles lo creían. Díjome: ¡Ay, hija, qué pocos me aman
con verdad!, que si me amasen, no les encubriría Yo mis secretos.
¿Sabes qué es amarme con verdad? Entender que todo es mentira
lo que no es agradable a Mí. Con claridad verás esto que ahora no
entiendes en lo que aprovecha a tu alma.” (V 40,1).
VIERNES
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 10, 32-39: No renunciéis a vuestra valentía.
b.- Mc. 4, 26-34: La semilla crece sola y el grano de mostaza.
Este es evangelio consta de dos momentos: la parábola de la
semilla que crece sola (vv. 26-29) y la parábola del grano de
mostaza (vv.30-34). Esta primera parábola es propia de Marcos, y
quiere profundizar en el tiempo que va entre el anuncio y la
cosecha. La enseñanza de Jesús es evidente para sus oyentes:
luego de la siembra, el campesino espera la recolección con
paciencia. La tierra produce por sí sola, hasta que se recoge el fruto
maduro. Jesús ha sembrado con éxito, de ahí que espera que su
predicación no fuese inútil. Pero la intención de Jesús, es enseñar a
sus oyentes, que si bien la predicación ya fue hecha, la fuerza
divina sigue trabajando, aunque en forma oculta, callada,
germinando en la tierra. La cosecha, llegará sin tardar, hay que
esperar pacientemente, confiar en la acción de Dios. La actividad
del hombre no suple la acción de Dios, la iniciativa es siempre suya,
por lo tanto, el reino de Dios, no lo hacen los hombres sino la gracia
divina. Maduro el fruto se mete la hoz, ha llegado el tiempo de la
siega (cfr. Jl 4,13). Los oyentes deben poner su confianza en Dios
y en su obrar: el reino llega, ya está entre nosotros, pero actúa
calladamente, sin que notemos su crecimiento. La predicación de la
comunidad primitiva, llena de infortunios y persecuciones, puso su
confianza en Dios, enseñanza a tener presente hoy, donde lo que
cuenta es la cercanía siempre operante de Dios y no tanto la
proximidad temporal de la cosecha o recolección (cfr. Mc. 9,1; 13,
30; 13, 28). Sólo Dios Padre conoce el día y la hora (cfr. Mc. 13,
32), y esa confianza en su obrar callado pero fecundo, nos da paz y
fortaleza. La parábola del grano de mostaza, quiere destacar el
insignificante comienzo y su esplendoroso final (cfr. Mt.13,31-32;
17,20; Lc.13,18-19; 17,6). Ese grano de mostaza contiene la fuerza
10. para formar un gran árbol, donde hasta los pájaros pueden anidar.
Imagen bíblica del reino de Dios, que acoge a muchos pueblos
hasta convertirlo en su morada definitiva. Este reino de Dios, actúa
en la Iglesia, pero también fuera de ella; no es visible como la
Iglesia, pero está presente en todas partes, porque crece por la
fuerza de Dios. Las parábolas del grano de mostaza y de la
levadura quieren constatar la llegada del reino de Dios entre los
hombres, independiente de la intensidad y extensión de la actividad
de la Iglesia. Jesús, cuenta con la Iglesia, pero también con esas
fuerza divina y con el resultado final ese recolección de frutos de
santidad. Esta parábola quiere estimular una gran dosis de fe
inquebrantable y una esperanza cierta en su cumplimiento, es decir,
de victoria. Esto no quita realismo al evangelista que mira este
futuro espléndido, porque sabe que antes que Jesús venga al final
de los tiempos no sólo se anunciará el evangelio en todas partes
sino que padecerá la Iglesia persecuciones y grandes angustias
(cfr. Mc. 13, 10; 13, 5-23). El triunfo final es de Dios.
Teresa de Jesús nos enseña que la vida de oración hay que
comenzarla con una determinada determinación, es decir, fijos los
ojos en Jesucristo, que inició este camino hasta llegar al Reino de
Dios. Bien lo comprendió: “Por esto y por otras muchas cosas
avisé yo en el primer modo de oración, en la primera agua, que es
gran negocio comenzar las almas oración, comenzándose a desasir
de todo género de tormentos, y entrar determinadas a sólo ayudar a
llevar su cruz a Cristo, como buenos caballeros, que sin sueldo
quieren servir a su Rey, pues le tienen tan seguro. Los ojos en el
verdadero y perpetuo reino que pretendemos ganar.” (V 15,11).
SABADO
Lecturas bíblicas
a.- Hb. 11, 1-2. 8-19: La fe es seguridad de lo que se espera.
b.- Mc. 4, 35-41: ¿Quién es este? ¡Hasta el viento y las aguas le
obedecen!
Este pasaje de la tormenta calmada, hace comprender a los
discípulos la soberanía que tiene Jesús sobre los elementos
naturales, el mar y la fuerza del viento, que se calman a una orden
suya. La comunidad y los discípulos están llamados a una fe
inconmovible en ÉL, en su Señor. Las palabras: “Calla, enmudece”
(v. 39), son las mismas que usa Jesús para increpar a los demonios
11. (cfr. Mc. 1, 25; 9, 25). Viento y mar, se calman a la voz de Jesús.
Estas tormentas, se producen con cierta frecuencia en el lago, son
de poca duración y no debieran haber sido un problema, para
pescadores experimentados, como los discípulos. ¿Qué pasó? Los
invade una angustia de muerte, y luego de realizado el prodigio,
nace el temor ante Aquel que había realizado todo, sólo con el uso
de su voz. El poder demostrado por Jesús, lo pone como vencedor
sobre los elementos naturales y como sobre los demonios y la
muerte. En este pasaje, vemos a Jesús como un hombre, que
después de predicar y estar con las muchedumbres, se siente
cansado y se duerme, no lo despiertan el ruido del mar y la
borrasca. Su reacción cuando lo despiertan: “¿Por qué estáis con
tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?” (v. 40). Sólo Dios salva de los
peligros del mar, debido a la oración de hombres piadosos: aquí
alguien actúa en nombre de Dios y a su voz se produce la calma del
viento y del mar. La pregunta de los discípulos, es la mejor
respuesta: “Pues, ¿quien es éste que hasta el viento y el mar le
obedecen?” (v. 41). El poder de Jesús está oculto, pero no deja de
manifestarse en forma concreta. El asombro de los discípulos es
total, rasgo propio de Marco. La angustia les impidió ver a Quien
tenían en la barca, el miedo superó a la fe que ardía en sus
corazones, de ahí el reproche divino: son miedoso y cobardes.
Marcos recalca la falta de fe (cfr. Mt. 8, 26; Lc. 8,25). La fe de los
discípulos es todavía muy elemental, falta la reflexión sobre la
persona de Jesús, como Mesías e Hijo de Dios. Es una fe que hay
que vivirla y manifestarla, frente a todas los ataques del enemigo de
Dios. Sin la fe, no se comprende el reino de Dios, y la última
pregunta es una invitación a tener una fe en Cristo Jesús. La
comunidad, la Iglesia, ven este milagro como una gran exhortación
a mantener la fe en medio de su devenir histórico, ya conoce las
persecuciones y tribulaciones, y la fe se ve combatida, pese a la
cercanía del Señor (cfr. Mc.13). La debilidad mostrada por Jesús en
su pasión, es la fuerza que la comunidad eclesial, necesita para
mantener su fe en esa fuerza divina, que oculta, esta presente en
Jesús, en su resurrección. La comunidad, la Iglesia, no sucumbirá,
es la nave donde siempre está Jesús. Es la fe la que obra milagros,
precisamente lo que les faltó a los apóstoles.
Santa Teresa, no duda que Jesús hará milagros, acogiendo la fe
que nos propone el evangelio de la gracia. “¿Qué hay que dudar
que hará milagros estando tan dentro de mí, si tenemos fe, y nos
dará lo que le pidiéremos, pues está en nuestra casa? Y no suele
12. su Majestad pagar mal la posada si le hacen buen hospedaje” (CV
34,11).