La web ha evolucionado de una forma básica en los años 60 a incorporar HTML en los 90 para mejorar la estética. La primera generación permitía exponer información al mundo de forma pasiva sin retroalimentación. La segunda generación se basa en comunidades de usuarios e interacción a través de redes sociales y blogs. La web actual permite la retroalimentación inmediata pero plantea riesgos de seguridad al almacenar datos en servidores externos y depender de internet.