1. Arzobispado de Arequipa
Domingo
03 de
Mayo
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba
MES DE MARÍA
Hemos comenzado el mes de mayo, mes de la
Virgen María. Madre de Dios, María es también
Madre nuestra porque Jesús nos la entrego
como Madre en la Cruz. No se trata de un título
meramente decorativo, sino que los católicos
sabemos, por propia experiencia, que realmente
la Virgen María ha participado de una manera
especial en la victoria de Jesucristo sobre el
pecado y sobre la muerte, ha sido coronada por
Dios como Reina de todo lo creado y, como una
buena madre, está siempre atenta a las
necesidades de sus hijos. Por eso, desde hace
mucho tiempo la Iglesia dedica especialmente
este mes a reflexionar y contemplar ese gran
misterio de amor que Dios ha realizado en la
Virgen María y, a través de ella, en nosotros.
La Virgen María tuvo la gracia de llevar a Jesús
en su seno, darlo a luz, tenerlo bebito en sus
brazos, darle de lactar, educarlo y cuidarlo
durante su infancia y juventud. Tuvo también la
gracia de ser su primera discípula, la primera en
reconocer en ese niño, en ese joven y en ese
hombre al Hijo de Dios vivo. En consecuencia,
María fue la primera y más fiel seguidora de las
huellas que Jesús iba marcando en su camino,
hasta acompañarlo a los pies de la Cruz. Cuando
los apóstoles lo abandonaron, cuando todos se
dispersaron, Ella, con su corazón traspasado
como por una espada de dolor, se mantuvo firme
en la fe sabiendo que la historia no terminaba en
la Cruz ni en el sepulcro. Mujer de esperanza, la
Virgen María fue quien volvió a convocar a los
apóstoles y los reunió en el Cenáculo. Y, como
dijo hace años el santo Papa Juan Pablo II, María
fue la primera testigo de la resurrección de
nuestro Señor Jesucristo.
Cuando, terminado el curso de su vida en la
tierra, María fue llevada en cuerpo y alma al
Cielo, no abandonó su participación en la misión
salvífica de Jesús sino que continúa
procurándonos, con su múltiple intercesión, los
dones de la salvación eterna. Dios la ha
constituido mediadora de todas las gracias, es
decir, de todo aquello que necesitamos para
poder ser verdaderos cristianos, vivir
santamente en este mundo y alcanzar la vida
eterna. A su protección nos acogemos y la
invocamos como Auxilio de los Cristianos,
Refugio de los Pecadores, Consoladora de los
Afligidos y con otros títulos que reflejan los
favores que de ella han recibido los hombres a lo
largo de los siglos. En Arequipa, además, la
invocamos como nuestra Mamita de Chapi y
gozamos de su especial protección, ya que ella
está íntimamente vinculada a nuestra Región
porque la fundación de nuestra ciudad capital se
realizó justamente un 15 de agosto, día en el cual
la Iglesia celebra la Asunción de la Virgen María
al Cielo.
Por eso, en este mes de mayo, además de
reflexionar, contemplar y celebrar a la Madre de
Dios, los invito a acudir también a ella y
presentarle sus necesidades, con la confianza
con la que un hijo acude a su mamá. Pidámosle
que proteja a nuestras familias, que en todos los
hogares reine la comunión, que los esposos
vivan unidos, que los niños crezcan cuidados y
bien educados por sus padres, que los jóvenes
no se dejen engañar por los ídolos de este
mundo, que los ancianos se sientan acogidos
por sus hijos y nietos, y que haya paz en las
naciones. Con esa finalidad, los invito también a
participar en la celebración mariana que, como lo
venimos haciendo desde hace varios años,
tendremos el próximo martes, 13 de mayo, a las
6:30 p.m. en la Catedral de Arequipa. Ahí, juntos
como Iglesia de Cristo, renovaremos nuestra
consagración a la Virgen María y pondremos
nuestra vida en sus manos de Madre, para que
ella la presente a Jesús y, con Él, a Dios Padre.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa