Catalina se asusta al ver una mano corriendo por sus cortinas y paredes mientras lee literatura de crimen sobrenatural. Sus vecinas suenan el timbre jugando y ella decide vengarse obligándolas a pedir su juguete de vuelta personalmente. Más tarde descubre una aterradora escena que resulta ser una broma de su amiga Alice para que deje de leer esos libros que le lavan el cerebro.