El paciente se sienta en el diván del psicoanalista y le confiesa que sus padres le mintieron constantemente durante su vida. Enumera varias mentiras y engaños que sus padres le dijeron y que afectaron su forma de ver la realidad, como que la policía siempre ayuda, que en la Argentina nadie se muere de hambre y que después de jubilarse se vive sin trabajar. Al terminar de contar esto, tanto él como su terapeuta se ponen a llorar al darse cuenta de cuánto crecieron engañados.