El documento reflexiona sobre dónde estarán las manos de Dios ante la injusticia, el sufrimiento y la pobreza en el mundo. Reconoce que las manos de Dios somos nosotros, quienes tenemos la voluntad y el amor para luchar por un mundo más justo. Pide perdón por no haber compartido suficientemente el amor recibido de Dios con los demás, y comprende que debe usar sus manos para amar y servir a la creación.