Rubén Darío fue un poeta y diplomático nicaragüense que vivió en el siglo XIX y es considerado el máximo exponente del movimiento literario modernista en lengua española. Sus obras más importantes incluyen "Azul..." y poemas como "Canción de otoño en primavera", en los que exploró nuevas formas métricas y el uso de símbolos e imágenes. Darío renovó la poesía hispánica con su énfasis en la musicalidad y belleza del lenguaje poético.
1. RUBEN DARÍO
Nacido como Félix Rubén García Sarmiento en Nicaragua en 1867, es hoy mundialmente conocido por su
seudónimo: Rubén Darío. Referente del modernismo en nuestro idioma por su obra
"Azul...", en sus poemas se perciben fuertes influencias de escritores franceses. Fue
también representante de su país en el exterior ostentando distintos cargos,
haciéndose evidente su compromiso sociopolítico también en sus obras como en "A
Colón". Son otras obras fundamentales "Sonatina", "Lo fatal" y "Canción de otoño en
primavera".
Durante su primeros años estudió con los jesuitas, a los que dedicó algún poema
cargado de invectivas, aludiendo a sus "sotanas carcomidas" y motejándolos de "endriagos"; pero en esa
etapa de juventud no sólo cultivó la ironía: tan temprana como su poesía influida por Bécquer y por Víctor
Hugo fue su vocación de eterno enamorado.
La obra de Rubén Darío
Su poesía, tan bella como culta, musical y sonora, influyó en centenares de escritores de ambos lados del
océano Atlántico. Darío fue uno de los grandes renovadores del lenguaje poético en las Letras hispánicas.
Los elementos básicos de su poética los podemos encontrar en los prólogos a Prosas profanas,Cantos de
vida y esperanza y El canto errante. Entre ellos es fundamental la búsqueda de la belleza que Rubén
encuentra oculta en la realidad. Para Rubén, el poeta tiene la misión de hacer accesible al resto de los
hombres el lado inefable de la realidad. Para descubrir este lado inefable, el poeta cuenta con la metáfora y
el símbolo como herramientas principales. Directamente relacionado con esto está el rechazo de la estética
realista y su escapismo a escenarios fantásticos, alejados espacial y temporalmente de su realidad.
Recursos formales - Métrica
Darío hizo suyo el lema de su admirado Paul Verlaine: "De la musique avant toute chose". Para él, como para
todos los modernistas, la poesía era, ante todo, música. De ahí que concediese una enorme importancia al
ritmo. Su obra supuso una auténtica revolución en la métrica castellana. Junto a los metros tradicionales
basados en el octosílabo y el endecasílabo, Darío empleó profusamente versos apenas empleados con
anterioridad, o ya en desuso, como el eneasílabo, el dodecasílabo y el alejandrino, enriqueciendo la poesía
en lengua castellana con nuevas posibilidades rítmicas.
Canción de Otoño en Primavera
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
2. Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!
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GABRIELA MISTRAL
Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, conocida por su seudónimo Gabriela
Mistral (Vicuña, 7 de abril de 1889 – Nueva York, 10 de enero de 1957), fue una
destacada poeta, diplomática, feminista y pedagoga chilena. Una de las principales figuras de la literatura
chilena y continental, fue la primera americana no estadounidense en ganar el Premio Nobel de
Literatura, que recibió en 1945.
En costa lejana
y en mar de Pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
3. Ni tú la creíste
ni la creo yo,
«y es cierto y no es cierto»
como en la canción.
Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo:
«Vamos hacia el mar
que devora al Sol».
Y yendo hacia el Norte
decía tu voz:
«Vamos a ver juntos
donde se hace el Sol».
Ni por juego digas
o exageración
que nos separaron
tierra y mar, que son
ella, sueño y el
alucinación.
No te digas solo
ni pida tu voz
albergue para uno
al albergador.
Echarás la sombra
que siempre se echó,
morderás la duna
con paso de dos...
Para que ninguno,
ni hombre ni dios,
nos llame partidos
como luna y sol;
para que ni roca
ni viento errador,
ni río con vado
ni árbol sombreador,
aprendan y digan
mentira o error
del Sur y del Norte,
del uno y del dos!