María e Isabel eran primas y mejores amigas que compartían sus sueños de casarse y tener hijos. Cuando se casaron y tuvieron que separarse, prometieron encender hogueras para avisar a la otra cuando naciera su primer hijo. Cuando nació Juan, Isabel encendió una hoguera en la montaña para comunicárselo a María. Desde entonces se encienden las hogueras de San Juan en conmemoración de este nacimiento.