Los radares de velocidad se comenzaron a usar en la década de 1950 y su propósito es medir la velocidad de los vehículos. Funcionan emitiendo una frecuencia con un alcance determinado, y cuando un vehículo en movimiento entra en ese campo, provoca un rebote que altera la frecuencia reflejada, permitiendo al radar conocer la velocidad del vehículo.