El Mundial de 1978 en Argentina tuvo fines políticos más allá de los deportivos. La dictadura militar argentina vio al Mundial como una oportunidad para desviar la atención de la población de los conflictos internos en el país y crear un sentimiento de nacionalismo en torno al fútbol. Ganar el Mundial era muy importante para la junta militar como forma de distracción y propaganda política. Otros mundiales también han tenido dimensiones políticas, como cuando se excluyó a ciertos países después de la Primera Guerra Mundial