La Edad Moderna se caracterizó por un cambio de la visión teocéntrica a una antropocéntrica, donde el mundo clásico pasó a ser el ejemplo a seguir. Se desarrolló una mentalidad basada en el conocimiento y las capacidades humanas. Artísticamente, surgió el entusiasmo por crear obras laicas que transmitieran emociones a través del estudio de la figura humana y la perspectiva.