El mutismo selectivo no es una enfermedad física sino un trastorno emocional en el que los niños que han sufrido un trauma psicológico dejan de hablar en algunas situaciones a pesar de no tener daños físicos en las cuerdas vocales, lo que les impide llevar una vida normal, y son con frecuencia malinterpretados, juzgados irracionalmente o apartados y humillados por la ignorancia de personas mal informadas sobre su condición.