Este documento describe que Dios es el único dueño de todas las cosas y que los humanos solo son administradores temporales de los dones que Dios les ha dado. Explica que los jóvenes deben valorar y usar responsablemente los talentos, recursos y oportunidades que Dios les ha confiado, reconociendo que nada les pertenece realmente y que deben rendir cuentas a Dios. Finalmente, enfatiza que aunque tengamos muchas posesiones, nada es más valioso que la vida que Dios nos ha dado.