La historia habla de un hombre rico que envió a su hijo con una familia pobre para que aprendiera a apreciar lo que tenía. El hijo regresó diciendo que la familia pobre era más rica porque disfrutaban de la comida que plantaban y pasaban tiempo juntos. El documento luego cita Isaías 55, indicando que aunque el dinero no puede comprar todo, Jesús ofrece un regalo espiritual invaluable que satisface el alma sedienta.