Este documento describe cómo algunos adolescentes visitaron un refugio para personas sin hogar y hablaron con los residentes sobre su fe. Uno tranquilizó a un veterano sobre su futuro en el cielo, otro encontró que la fe de un joven llamado Miguel le daba esperanza a pesar de vivir en un refugio, y otro trató de alentar la fe de un hombre que casi había dejado de creer. Al compartir el mensaje de reconciliación de Dios, los adolescentes descubrieron que algunas personas ya conocían a Dios y necesitaban ser guiadas hacia una fe más
1. Siendo un embajador
Lectura:
2 Corintios 5:14-21
“[Dios] nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así
que, somos embajadores en nombre de Cristo”
— 2 Corintios 5:19
2. Después de visitar un refugio para personas sin hogar, algunos adolescentes se morían por
expresar lo que habían experimentado. Llenos de emoción, escribieron acerca de su visita a
hombres y mujeres de todas las edades que eran pobres e indigentes.
Un adolescente escribió: «Hablé con un veterano de Vietnam y le dije que en cielo tendría un
cuerpo nuevo. Pude tranquilizarle en su fe».
Otro dijo: «Un muchacho llamado Miguel me mostró que, incluso cuando estaba viviendo en
un refugio para personas sin hogar, tener fe marcaba para él toda la diferencia».
Y otro escribió: «Hablé con un hombre que casi había dejado de creer en Dios. Traté de
[alentarle en su fe]».
En su deseo de compartir el mensaje de reconciliación de Dios, estos adolescentes quedaron
sorprendidos al encontrar que algunas de las personas con las que hablaban ya conocían a
Dios. Superando el malestar de las diferencias entre ellos, los muchachos descubrieron a
personas que necesitaban la tranquilidad y seguridad de que Dios seguía cuidando de ellas.
El papel de los adolescentes cambió de compartir las buenas nuevas a guiar a sus nuevos
amigos hacia una fe más profunda.
Ser «embajadores de Cristo» (2 Corintios 5:20) abre puertas de oportunidad, tanto para
compartir el Evangelio como para fortalecer a los que están luchando. Busca a alguien hoy
que necesite aliento o «la palabra de la reconciliación» (v. 19).
4. Lectura Bíblica: 2 Corintios 5
El ministerio de la reconciliación
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Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo
que
q somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias. 12 No nos recomendamos, pues, otra
vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a
l
los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. 13 Porque si estamos locos, es para Dios; y si
s
somos cuerdos, es para vosotros. 14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno
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murió por todos, luego todos murieron; 15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí,
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sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie
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conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 17 De
modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son
h
hechas nuevas. 18 Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos
d
dio el ministerio de la reconciliación; 19 que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no
tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos encargó a nosotros la palabra de la
reconciliación. 20 Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de
r
n
nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios. 21 Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
Reina Valera Revisada (1960). 1998 (electrónica ed.) . Sociedades Bíblicas Unidas: Miami
5. Biblia del diario vivir.
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5.18 , 19 Dios nos atrae hacia sí mismo (nos reconcilia), borra nuestros
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pecados (véase también Efesios 2.13–18 ) y nos hace justos. Dejamos de
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ser enemigos, extraños o extranjeros para Dios, cuando confiamos en Cristo.
Al reconciliados con Dios, tenemos el privilegio de animar a otros para que
hagan lo mismo, y de esa manera somos aquellos que tienen «el ministerio
de la reconciliación».