El poema describe los signos visibles del envejecimiento en el cuello, las manos y los párpados de una persona mayor, producto de años de observar la vida, realizar gestos y estar expuestos al sol. La única parte del cuerpo cuya razón de arrugarse se desconoce es la boca, pudiendo deberse tanto a años de risas como a momentos de tensión al callar cosas.