El poema celebra la sabiduría y perfección de la naturaleza y su capacidad de regeneración constante. Argumenta que al orar, meditar y estar en comunión con Dios, se puede alcanzar la realización personal y espiritual, así como cosechar los frutos de las buenas acciones. Finalmente, afirma que la muerte ya no es importante porque la comunión con lo divino trae esperanza de vida eterna y perfección.