Fermín era admirado porque le gustaba leer desde niño. Mientras sus amigos veían televisión, él pasaba tiempo leyendo libros con ilustraciones. Sus padres lo incentivaban a leer comprándole libros. Cuando un vendedor de libros visitó la escuela y Fermín dijo que ya había leído todos los libros que ofrecía, el vendedor lo felicitó y prometió regresar para darle más libros gratis, lo que inspiró a que otros alumnos también comenzaran a leer más.