1. ¿Qué misión tiene el Ángel de la Guarda sobre cada hombre?
Los ángeles custodios libran constantemente a sus protegidos de
innumerables males y peligros, así del alma como del cuerpo.
Pregunta:
Cuando uno muere y su alma está en
el purgatorio ¿allí también lo
acompaña su ángel de la guarda o éste
sólo está presente mientras está vivo?
¿Qué opinión tiene la doctrina católica
al respecto?
Respuesta:
Estimado: La existencia de los ángeles “es una verdad de nuestra fe; el
testimonio de la Escritura es tan claro como la unanimidad de la
Tradición”. Como sabemos el término ángel designa, como dice San
Agustín, “no la naturaleza de estos seres, sino su oficio. Si preguntas por
su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te
diré que es un ángel”. “Ángel”, proviene del latín angelus, y este del
griego a,ggeloj, que significa “mensajero”. En los textos inspirados
repetidas veces se insinúa o se supone que esta “misión” de los ángeles
protectores está vinculada a personas particulares, con carácter
permanente y personal; lo cual equivale a insinuar la “custodia angélica”
sobre los hombres. Algunos teólogos defendieron incluso que es de fe la
existencia de los “ángeles custodios” (por ejemplo, Catarino); pero la
opinión más común en teología es que es de fe la existencia de los
ángeles en general, y la de los ángeles guardianes sólo es enseñanza
“católica”, aunque claramente insinuada en la Revelación.
También se encuentra en el Nuevo Testamento, sobre todo en la
afirmación de Nuestro Señor refiriéndose a los niños: Sus ángeles ven de
continuo en el cielo la faz de mi Padre (Mt 18,10). Incluso hay textos que
parecen indicar “ángeles custodios” de las colectividades o personas
morales, como reinos, ejércitos, comunidades, iglesias y naciones; así,
por ejemplo, los capítulos 1 y 2 del Apocalipsis hablan de los siete
ángeles que custodian las siete iglesias, como si cada uno estuviese
destinado a guardar una de ellas.
Como principales efectos de la guarda de nuestros ángeles custodios se
enumeran los siguientes:
1º Los ángeles custodios libran constantemente a sus protegidos de
innumerables males y peligros, así del alma como del cuerpo: Que el
ángel que me ha librado de todo mal –dijo Israel a su hijo José– bendiga
a éstos niños (Gn 48,16).
2º Sujetan a los demonios para que no nos hagan todo el mal que ellos
desearían hacernos: recuérdese la historia de Tobías. Excitan de
continuo en nuestras almas pensamientos santos y consejos saludables
(por ej., Gén 16 y 18; Act 5.8.10).
3º Llevan ante Dios nuestras oraciones, no porque Dios, omnisciente,
necesite de esto para conocerlas, sino para que las oiga benignamente,
e imploran por sí mismos los auxilios divinos de que nos ven
necesitados, cuando a lo mejor nosotros ni siquiera percibimos que los
necesitamos (cf. Tob 3 y 12; Act 10).
4º Iluminan nuestros entendimientos, proporcionándonos las verdades
de modo más fácil de comprender mediante el influjo que pueden
ejercer directamente en nuestros sentidos interiores y exteriores.
5º Nos asisten particularmente en la hora de la muerte, cuando más los
necesitamos.
6º Es opinión piadosa de muchos teólogos que los ángeles custodios
respectivos acompañan las almas de sus protegidos o custodiados al
purgatorio o al cielo después que éstos mueren, como acompañaban las
de los antiguos patriarcas al seno de Abraham; efectivamente, en la
recomendación del alma después de la muerte de los fieles cantaba la
Iglesia: “Salid a su encuentro, ángeles del Señor, recibiendo su alma,
poniéndola en presencia del Altísimo…; Que los ángeles te lleven al seno
de Abraham”.
7º Créese también piadosamente que los ángeles custodios atienden las
oraciones suplicatorias dirigidas por los fieles a las almas de sus
custodiados cuando éstas se encuentran todavía en el purgatorio “en
estado no de socorrer, sino de ser socorridas”; de hecho, las súplicas
hechas a las almas del purgatorio se dice que son de las más efectivas.