Este documento trata sobre la mentira de "Yo puedo" y cómo la salvación y vida cristiana dependen de Dios y no de las obras humanas. Señala que nadie puede contribuir a su salvación y que la gracia de Dios es el único requisito. También explica que aunque las buenas obras son fruto de la salvación, su fuente y motivación debe ser Dios y no el esfuerzo propio. Finalmente, cita pasajes bíblicos que resaltan que el poder de Dios se manifiesta en la debilidad humana.