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SIERRA MORENA
SIERRA MORENAATLÁNTICA
LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS DE LA SIERRA MORENAATLÁNTICA
Estas tierras al noroeste la Comunidad Andaluza, situadas en la zona centro-occidental del macizo de Sierra
Morena, a modo de barrera que engulle los vientos húmedos provenientes del Atlántico, dan cobijo a la más
bella fusión entre cultura y el marco natural que le da abrigo. Pueblos de calles empedradas motean de
blanco amplias dehesas de encinas y alcornoques por las que campan a sus anchas piaras de cerdos ibéricos,
venados y jabalíes; olivares ecológicos salpicados de huertas, castaños y viñedos derraman por estas sierras
la más bella luz del atlántico.
Son sierras donde dominan materiales fácilmente erosionables, como pizarra, cuarcita o esquisto, que dan
lugar a un relieve suave, en el que alternan anchos valles adehesados con cimas de bosques cerrados y
barrancos encajados por los que discurren los principales ríos (Ribera del Chanza, Múrtigas, Ribera de
Huelva, Huéznar o Bembézar). En las cotas más elevadas mármoles y dolomías, cuya erosión se produce por
disolución de la roca, son causa de la existencia de elementos geológicos de gran interés como la Gruta de
las Maravillas, los travertinos de Alájar y Zufre, el Cerro del Hierro o las Cascadas del Huésna. Hay también
presencia de rocas de origen ígneo, principalmente granito (como los batolitos de las Peñas de Aroche o de
El Pedroso), cuya existencia está vinculada a ricos filones metálicos que han condicionado la intensa e
histórica actividad minera que ha caracterizado a estas comarcas.
La influencia del océano Atlántico determina un clima de moderadas temperaturas y elevada pluviosidad,
idóneo para el desarrollo de la exuberante vegetación que se extiende sobre el conjunto de cadenas
montañosas que conforman su relieve. El respeto por los usos tradicionales de este bosque ha favorecido el
desarrollo de excepcionales dehesas hoy declaradas como Reserva de la Biosfera por el Programa MAB de la
UNESCO. Las casi 450.000 hectáreas de la Reserva de la Biosfera Dehesas de Sierra Morena engloban,
además de las típicas formaciones abiertas de encinas y alcornoques, castañares, quejigares, rebollares,
manchas de matorral noble, bosques de ribera, campos de cultivo y recogidos asentamientos humanos.
La diversidad de hábitats y su estado de conservación permite la presencia de la mayoría de especies
emblemáticas de la fauna andaluza. Así, las zonas más densas del bosque mediterráneo dan cobijo al gato
montes, el tejón, el meloncillo, la garduña, el turón y esporádicamente al lince ibérico, además de especies
cinegéticas como el jabalí y el ciervo. Asociados a los cursos de agua y protegidos por una densa vegetación
de ribera encontramos gran diversidad de anfibios y especies esquivas como la nutria y la cigüeña negra. En
los ambientes rocosos destacan el águila real y el águila perdicera, además de alimoches y buitres leonados.
En las dehesas y bosques aclarados son más frecuentes la gineta, la comadreja, el zorro y aves como el águila
imperial, el ratonero, el milano real, el águila calzada, el águila culebrera o el buitre negro. Esta última
especie tiene en el paraje natural Sierra Pelada y Rivera del Aserrador la mayor colonia nidificante de
Europa.
La Sierra Morena Atlántica conserva además de los valores naturales mencionados un patrimonio cultural de
gran valor. Al oeste, el carácter fronterizo de la comarca de Aracena y Picos de Aroche, primero con las
tierras Andalusíes y después con la raya de Portugal, marcó en gran manera la talla del territorio. Pero ha
sido el quehacer cotidiano, en perfecto entendimiento con el marco natural, lo que ha permitido que este
espacio protegido sea un cúmulo de elementos paisajísticos de sobresaliente valor.
De lo primero es fiel testigo la infinidad de castillos y fortalezas, algunas mudadas a día de hoy a cosos
taurinos, que coronan atalayas y altozanos y que fueron germen de gran número de los pueblos de la sierra:
Aracena, Almonaster la Real, Aroche, Cortegana, Cumbres de San Bartolomé, Cumbres Mayores, Cala y
Santa Olalla de Cala. De lo segundo, son más que una muestra los cientos de kilómetros de hilo enhebrado
en piedra que surcan la dehesa a modo de cañadas y sendas arrieras; pero también lo son los molinos que
salpican ríos y arroyos, como los de Atanasio y Rivera de Mari Prado (Arroyomolinos de León) o la Rivera
del Hierro; las fuentes y lavaderos que llevan riqueza a huertas y ruedos (Doce Caños en Fuenteheridos,
Redonda en Cañaveral de León, del Carmen en Galaroza, Plaza de Toros en Castaño del Robledo, Vieja en
Linares de la Sierra, Tres Caños en Santa Ana la Real, del Concejo en Zufre, o de la Corte y Puerto Gil en
sendas aldeas de Corteconcepción); minas, como las de La Sultana, Cala o Teuler; …o la presencia de diez
municipios catalogados como Bien de Interés Cultural por el valor patrimonial de sus conjuntos históricos.
En el plano monumental no podemos obviar la presencia de elementos tan notables como los menhires y
dólmenes de Aroche también conocidos como Piedras del Diablo, la ciudad hispano romana de Turobriga,
situada junto a la ermita de San Mamés, la mezquita de Almonaster (siglo X) o la espléndida arquitectura
historicista desarrollada por Aníbal González en Aracena y su entorno más inmediato.
Al norte de la provincia de Sevilla y dando cobijo a la Vía de la Plata, el perfecto y continuo entendimiento
entre este territorio y sus gentes ha condicionado que el patrimonio que alberga sea más que sobresaliente.
En este sentido, tenemos los enterramientos de la Cueva de Santiago en Cazalla de la Sierra (Sevilla) o los
monumentos declarados como bien de interés cultural que ascienden a veintiséis, de entre estos destacan los
de materia religiosa, como Santa María de las Nieves (Alanís), Ntra. Sra. de la Consolación (Cazalla de la
Sierra), Santa María de la Encarnación (Constantina), Santa Ana y Santa María de la Asunción (Guadalcanal)
y Ntra. Sra. de la Consolación (El Pedroso); los vinculados a la defensa, como los castillos de Almadén, El
Real de la Jara, Puebla de los Infantes, Ventosilla y Monforte en Guadalcanal; y los conjuntos
monumentales: Cazalla de la Sierra, Constantina y Guadalcanal.
Pero la historia ha querido que la actividad cotidiana se elevara a modo de monumento al trabajo de sus
gentes. Así, por doquier, encontramos ejemplos de retazos vinculados a las actividades que el hombre ha
venido desarrollando en dehesas y cultivos, topándonos con haciendas, cortijos (Los Aguado en El Real de la
Jara), lagares y tribunas (relacionados con la producción de vino), destilerías de anís o cazalla (El Clavel, La
Violetera o Miura entre otros) y almonas -almacén- (Guadalcanal, siglo XIII). Otros ligados a los usos y
domesticación del agua, como batanes, molinos (Molino del Corcho, siglo XV), fábricas de luz (La Sevillana
y el Martinete), pozos de nieve (Constantina, siglo XVII), puentes (el romano de Guadalcanal), fuentes,
pilares y lavaderos. O apegados a la explotación del subsuelo como la Mina del Cerro del Hierro y sus
poblados (tanto el de los trabajadores como el de la Administración inglesa), las canteras de Almadén o la
fundición de El Pedroso, uno de los primeros altos hornos de España que estuvo situado en la confluencia del
arroyo San Pedro con el Huéznar.
Ya en la zona más oriental, en el parque natural de Hornachuelos, la bipolaridad del relieve invita a la
práctica de senderismo, tanto para el amante de la naturaleza como para el que gusta de comprender la
relación histórica entre el hombre y su medio; pues la sierra, abrupta y cortada, rica en filones mineros, ha
favorecido actividades como la minería -complejo de La Plata-, los caleros -Huerta del Rey-, la apicultura, la
cría de cerdo ibérico, la caza o el “retiro místico”, que tiene como mejor exponente el monasterio franciscano
de Nuestra Señora de los Ángeles. Por otra parte, podemos apreciar por doquier restos de la cultura del agua:
molinos -de la Paloma-, puentes, norias -Escalonías-, fuentes -del Barranco del Caño de Hierro-, canales y
presas. Este contraste territorial es también causa de la riqueza cinegética de estos pagos, tanto menor como
mayor, siendo también soporte de otras actividades menos agresivas con el medio como la caza fotográfica o
la observación de la berrea del ciervo.
La vega, con buenas comunicaciones y codiciada históricamente por su riqueza agrícola, fue ocupada desde
muy pronto por comunidades humanas, como así dejan entrever los dólmenes de la Sierrezuela, en Posadas.
Esta doble condición provocó la presencia calzadas romanas, cañadas ganaderas y castillos, como
Hornachuelos, el magnífico de la Floresta en Almodóvar del Río o el de Moratalla, transformado durante el
siglo XIX en espectacular y cinegético palacio.
Por otra parte, los embalses presentan una oferta en materia de educación ambiental, aventura y deportes
náuticos (como esquí acuático) muy consolidada, que se suma a la riqueza agroalimentaria: la carne de caza,
las chacinas de cerdo ibérico, miel y polen, naranjas y la repostería artesana que elaboran las “descalzas” de
la aldea de San Calixto son manjares que debe degustar el viajero a su paso por estas tierras.
SIERRA MORENA CONTINENTAL
LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS DE LA SIERRA MORENA CONTINENTAL
La Sierra Morena Continental se eleva en la zona centro oriental de Andalucía dando forma a suaves lomas
pobladas de encinas y alcornoques que se suceden interminablemente, a modo de colosales escalones que
nos elevaran desde lo hondo del Valle del Guadalquivir hasta colonizar el otero manchego; siempre, sobre
nuestras cabezas, el atento vuelo del águila imperial ibérica y el buitre leonado.
La sierra, una de las cordilleras más antiguas de la Península Ibérica, sustenta una gran variedad geológica,
lo que ha condicionado el relieve y la presencia de una importante diversidad paisajística. Al norte dominan
las cuarcitas que dan forma a un relieve abrupto, de encajados barrancos, como se pone de manifiesto en
Despeñaperros o en la Cascada de la Cimbarra. Según descendemos, aparece un relieve de pizarra más
suave, que atesorara gran parte de los filones metalíferos del histórico distrito minero Linares-La Carolina.
Entre estas rocas se cuelan gigantescos bolos y canchales de granito que tienen su mejor exponente en la
llanura Pedrocheña que ocupa el norte del parque natural de la Sierra de Cardeña y Montoro. Ya en contacto
con el valle del Guadalquivir, la sierra da paso a solitarios cerros de arenisca, antiguos depósitos fluviales
cuya piedra es usada tradicionalmente para los edificios monumentales de los municipios serranos y que
también ha dado lugar a elementos geológicos de sumo interés, como el conjunto de huellas de dinosaurio
(icnitas) de Santisteban del Puerto.
Los bosques de encina, en su mayoría adehesados, manchas mixtas de acebuches, quejigos y alcornoques, y,
en las umbrías frescas y húmedas, bosquetes de roble melojo van a caracterizar la flora de estas sierras,
dando lugar a una de las masas forestales mejor conservadas de la Península y a uno de los enclaves más
singulares y de mayor valor ecológico de todo el territorio andaluz. El matorral noble es denso y diverso en
las zonas menos alteradas, siendo las especies más frecuentes madroños, lentiscos, labiérnagos, aladiernos,
espinos, mirtos y brezos y a los que se les unen coscojas. La vegetación de ribera, con presencia de sauces,
fresnos, almeces y alisos, forma en ríos como el Yeguas o el Jándula algunos de los bosques de galería más
auténticos de Andalucía.
Por sus agrestes laderas se mueve la población más numerosa de lince ibérico, uno de los carnívoros más
amenazados, o el lobo, que encuentra en estas sierras su principal cobijo en Andalucía. Es de destacar la
presencia de un número importante de grandes rapaces que pueden avistarse con facilidad desde los senderos
señalizados, como son águila real, buitre negro o búho real, aunque el principal protagonista de esta sierra es
el águila imperial ibérica. También se contabiliza una buena cantidad de parejas de cigüeña negra, cernícalo
primilla y otras especies variopintas como nutria, meloncillo y un endemismo exclusivo de las aguas de los
ríos Jándula y Rumblar: la Bogardilla. Las especies de caza mayor, como ciervo, jabalí y gamo, campean
aquí por algunos de los cotos cinegéticos más prestigiosos de la Península.
La historia de estos lugares viene marcada por su carácter fronterizo entre la meseta y el valle del
Guadalquivir, que los ha dotado de castillos, plazas fuertes monumentales y reconocidas batallas (Navas de
Tolosa, Baecula y Bailén), pero también de caminos históricos, vías romanas y ventas bajomedievales. La
minería ha sido otro de los componentes económicos que ha acompañado el devenir histórico de estas
sierras, como ponen de manifiesto las minas de El Centenillo, el poblado argárico de Peñalosa o la ciudad
íbero romana de Cástulo que, junto a las pinturas rupestres Patrimonio de la Humanidad que salpican todo el
macizo, son los mejores exponentes de prehistoria de este territorio.
En la zona más oriental, sobre el Guadalquivir, a modo de atalaya que controla el importante cruce de
caminos sobre el que se sitúa, Montoro es el máximo exponente monumental de este espacio: la Casa Ducal,
las parroquias de Nuestra Señora del Carmen y San Bartolomé o el edificio de las Tercias, Museo del Olivo,
son solo una muestra que se complementa con la arquitectura popular de las aldeas, como Venta el Charco, y
las molinas, viejas almazaras levantadas sobre una la roja piedra local, la molinaza. Hay también artesanos
que siguen haciendo de lo que da la tierra una obra de arte; así aparecen maestros de la miel, mazapán,
esparto, corcho,…, y hasta del calzado más artesano.
La presencia de suaves pendientes determina un escenario excelente para la práctica del senderismo, pero
también para realizar rutas ecuestres y de cicloturismo aprovechando en su caso puentes, como el de las
Donadas, o viejas calzadas romanas que surcan estas tierras. Según ascendemos, donde el control de los
caminos es fundamental, la historia ha ido moteando de bastiones los oteros, como es el caso del castillo de
Azuel o las atalayas de las Mañuelas y El Escorial. Pero es la arquitectura menor, como herramienta de la
economía, la que identifica a la dehesa, apareciendo por doquier abrevaderos, vallas y bardales realizados
con la dura materia prima que la soporta: el granito.
El pantano de las Tejoneras, a poco más de seis kilómetros de Cardeña, permite que los amantes de la
observación de las aves encuentren aquí un enclave de sumo interés. Para los que buscan sosiego, el tránsito
otoño-invierno es interesante por la recogida de setas o la observación de la berrea, que el amante de las
tradiciones puede combinar con la apreciación de la cría del cerdo ibérico en la dehesa y la visita a un centro
de transformación de sus carnes.
En la zona central, al este del Yeguas y en el parque natural de las Sierras de Andújar, aparecen repartidos
por toda su geografía senderos, uno de ellos señalizado como de Gran Recorrido (GR-48 de Sierra Morena),
miradores, áreas recreativas y un jardín botánico que permiten que el turista disfrute de uno de los bosques
mediterráneos mejor conservados de la Península. Un escenario idóneo para la práctica de actividades de
bajo impacto ambiental, como el senderismo o la caza fotográfica. La existencia de una calzada de tierra que
une el centro de visitantes de las Viñas de Peñallana, puerta del parque natural, con el poblado de El
Centenillo, permite observar la disparidad paisajística de las fincas donde pasta el toro de lidia y las
dedicadas a la caza. Así mismo ofrece un entorno idóneo para la observación de fauna salvaje: durante el
tránsito del verano al otoño es escenario excepcional para apreciar la “berrea” del ciervo. Sus embalses, tanto
el del Encinarejo como el Rumblar, conforman un litoral interior que favorece la práctica náutica (canoa) y el
avistamiento de avifauna.
Con seguridad el patrimonio cultural es otra de las grandes bazas de este espacio. A la monumentalidad de
sus municipios -Baños de la Encina y Andújar- se suma un patrimonio arqueológico y etnográfico nada
desdeñable representado entre otros por yacimientos prehistóricos como Peñalosa, los castilletes íbero
romanos de Los Escoriales y Salas Galiarda o el poblado minero y decimonónico de El Centenillo, edificado
a la usanza británica. El Santuario de la Virgen de la Cabeza acoge anualmente la romería en honor a la
patrona de los monteros, posiblemente la más antigua de España.
Ajeno al ajetreo motorizado que supone la autovía A4, podemos encontrar un verdadero paraíso para los
amantes del senderismo y el cicloturismo: el parque natural de Despeñaperros. De los senderos que ofrece el
espacio protegido, el de la Cueva de los Muñecos profundiza en el legado histórico -santuario ibérico- y el
del Barranco de Valdeazores ofrece un destacada riqueza botánica y unos privilegiados enclaves para
observar la fauna: desde el mirador del Collado de la Aviación se puede avistar al buitre leonado o al águila
real sobrevolando el monumento natural de Los Órganos.
Con la llegada del otoño y las primeras aguas, es también una zona de interés para escuchar la berrea del
ciervo o recoger níscalos; pero sin lugar a dudas es un espacio en el que se puede conocer con profundidad el
arte rupestre esquemático -Cueva del Santo o Vacas del Retamoso-, Patrimonio de la Humanidad, pues a la
cantidad de recursos presentes se une la posibilidad de realizar visitas guiadas con personal formado. En este
sentido, es interesante desplazarse a la vecina localidad de Aldeaquemada, al paraje natural de la Cascada de
la Cimbarra, donde un escenario natural impresionante cobija un número más que notable del mejor arte
rupestre.
Pero es y ha sido el eje viario hacia la llanura manchega, de ahí que aún encontremos un legado más que
interesante vinculado a esa mudanza: calzada romana del Empedraíllo, Venta Nueva (siglo XVIII), la
Estación ferroviaria de Santa Elena o los castillos de Castro Ferral y las Navas. Es interesante también
conocer sus aldeas, como la Aliseda, que concentró uno de los balnearios más destacados del siglo XIX; o la
de Magaña, de un valor etnográfico más que sobresaliente. Estos mismos barrancos fueron escenario de
acontecimientos bélicos de primer orden, como la Batalla de las Navas de Tolosa (1212).
Ajeno a los espacios protegidos, la comarca del Condado, en la zona más oriental de la Sierra Morena de
Jaén y lindera con la Sierras de Segura y el manchego Campo de Montiel, se eleva hogaño como un
verdadero territorio museo. Opidum como el de Giribaile (Vilches), cascos históricos como los de Vilches,
Santisteban del Puerto, Castellar y la bella atalaya de Chiclana de Segura, núcleos ilustrados como Arquillos
o el santuario ibérico de La Lobera en Castellar son solo la aguja de un pajar por aún explorar.
CANTAORES
FEDERICO ZAMORA ( FEDE)
PEDRO ORTIZ ( EL PINCHE)
GRUPO RONDA LOS ALMENDROS
MI RONDALLA TIENE HISTORIA
En el año 1953 Marcelino del Moral reorganizó nuestra Rondalla, herencia de la primera que la
regentaban nuestros padres antes de la guerra. Esta Rondalla, la componíamos, dieciocho jóvenes
muchachos entre dieciséis y dieciocho años, más el maestro: seis laúdes seis bandurrias y seis
guitarras.
En vísperas de fiestas, desfilábamos por todas las calles del pueblo vestidos de pantalón negro
camisa blanca y cordón rojo que sujetaba el instrumento.
El maestro, nos dirigía emocionado entre aplausos y felicitaciones que embriagaban. El
ayuntamiento nos montó en los balcones altavoces y con micros tocábamos dentro relevándonos
para bailaren la plaza, disfrutando de esas verbenas inolvidables.
Un dieciocho de Julio, fuimos para las fiestas del Centenillo, paseamos por las calles entre aplausos
y la verbena en la plaza, duró toda la noche.
Pongo algunos nombres de los que compusimos aquella rondalla: Vicente las Heras, Miguel
Campillo, Manuel Ortega, Santiago Muñoz. Juan Parrilla, P.José Muñoz, Gregorio González,
Manuel Villarejo y así hasta dieciocho. Fuimos muy felices.
Ya en los años setenta se dedicó Marcelino a dar clases de música de cuerda, a los niños de Baños,
creo que enseñó a la mitad de niños y niñas del pueblo. En agradecimiento a todo su sacrificio, le
compuse un pasodoble, que según él fue lo más hermoso que le pasó en su vida.
Mi maestro, me dejó dicho que cuando muriera, juntara los niños y niñas que pudiera y alrededor de
su cuerpo yacente, todos le cantáramos su pasodoble que tantas satisfacciones le dio. Como el
había dejado dicho, se cantó llorando en su casa, calle abajo, en la Iglesia y tapando su nicho. Sus
hijas, aceptaron lo dicho.
Como esta afición la traemos desde la cuna, no podemos ser felices, sin revivir nuestra tradición y
sobre el año ochenta y ocho, formamos este grupo de Ronda los almendros.
Para que en este pueblo nuestro, siempre se pueda sentir una serenata nocturna en nuestras calles,
mientras las novias duermen. Hemos tenido muchos éxitos, hemos compuesto canciones, plegaria,
hemos hecho felices a los demás, que es lo más hermoso.
Manuel Villarejo Redondo
Manuel Villarejo, un mito, un hombre que dejó y deja su alma en cuanto pone su empeño.
Precioso grupo el que forman esta Ronda “ Los Alemendros”
POETAS DE SIERRA MORENA ( VILLA BAÑOS)
Poetas de Sierra Morena, nace de la idea de dar a conocer mi pueblo y sus poetas.
Desde muy niña, viví y me formé en otra tierra, lejos de mis raíces, de mis gentes, de aquellas
sierras, que mi madre procuró que nunca olvidase.
La vida en ocasiones, nos lleva por caminos que nos alejan de donde nacimos, de el lugar, donde
hubiésemos querido permanecer, y con el paso del tiempo algunas personas olvidan sus raíces y
anclan su vida allí donde llegaron un día.
No fue mi caso, aún y que adopté o me adoptó mi nueva tierra, gracias a mi madre, que inculcó en
mí el amor a mis raíces y amar el calor que me ofreció mi nueva tierra.
Toda mi vida me he sentido andaluza por los cuatro costados, sin dejar de sentirme catalana de
adopción, es mucho lo que tengo que agradecer, a aquellas gentes, que de niña, me hicieron sentir
una más de aquel enjambre.
He vuelto a mi pueblo y he querido sentirme una más entre mi gente, la tarea no ha sido fácil, en
muchos momentos me he sentido forastera entre los míos, pero también es cierto, que me he sentido
querida y apoyada por muchos, que me han ido conociendo.
Sobre todo por mi familia, que en todo momento ha estado a mi lado, familia, que por
circunstancias de la vida, solo me conocían por llevar el mismo apellido.
Este grupo empezó en Face book, y agradezco a todos y cada uno de los poetas que lo forman, su
apoyo y participación, ellos son los auténticos fundadores del grupo.
Poco a poco, fueron entrando mis paisanos, quizá por mi insistencia, quizá…por que aman la poesía
tanto como yo.
La primera persona que sin ser poeta apoyó mi idea, fue Juani Muñoz Ruiz, que desde el primer
momento, estuvo a mi lado para todo y gracias a su esfuerzo, podemos hoy presentar este recital.
Hoy podemos decir, que somos un grupo de poetas bañuscos, nuestra benjamina, Mariángeles,
Fernanda, Mónica, Manolo, Encarna, y los no poetas como, Ana Belén, María Esther, Luci, Eva y
algunos más de nuestro pueblo.
También contamos con poetas de Bailén y Linares, como, Juan y Antonia.
Espero que este primer Recital de Poesía, Cante y Música de la Ronda los Almendros, sea del
agrado de todos.
Nana Smith
(Ana Cortes Nieto)
RELATOS
LA LEYENDA DE LA HUERTA DEL GATO
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La fecha de este hecho, no existe en ninguno de los archivos de Baños, pero debe remontarse al año
1400.
Una mañana, salieron como era habitual, tres compañeros cazadores, para buscar caza menuda en la
sierra, que era su medio de vida habitual. Cargaban sus escopetas por el cañón, atacando la pólvora
y la munición con una baqueta y colocando el misto en el disparador, previstos de sus perros para la
caza. Cada noche regresaban a sus casas con los morrales repletos, que sus esposas vendían para
mantener a sus familias.
Uno de esos días, se adentraron en la sierra más de
lo habitual, como estaba totalmente poblada de
monte, que casi no se podía andar, ese día, sobre
media mañana, tropezaron con una fuente de agua
cristalina, se avisaron y junto a ésta se pararon a
descansar y a comer que era hora. Ya se levantaron
del suelo para seguir su caza, a pocos metros de
aquel lugar, se arrancaron los perros con mucha
algarabía, corrían velozmente detrás de un gato
negro, que pronto se perdió en aquella jungla, estos
hombres, quedaron sorprendidos al ver en ese sitio
un gato y además negro, salieron los tres andando
uno tras otro, por la dirección que cogió el animal.
A poco rato de pasar aquella selva, aparecieron en
un sitio de ensueño, todo verde y hermoso, cuidado
por manos muy expertas, que criaban hortalizas,
frutas y cereales, para mantener a mucha gente.
Quedaron muy sorprendidos al ver este vergel, escondido en esta selva, pero más quedaron, cuando
aparecieron en la puerta de cada choza, que había bastantes, dos o tres personas, encapuchadas con
túnicas. Al ver estos tres hombres, internados en su recinto y armados con escopetas, uno de
aquellos personajes, se dirigió a ellos y tras una respetuosa reverencia, les dijo por señas, que eran
una comunidad de penitentes mudos, que no se conocían ni hablaban entre sí, podría haber padres e
hijos sin saberlo.
Este personaje, se despidió con la misma reverencia de antes y mostrando una gran cruz, que
llevaba grabada en su tunica.
A este sitio sagrado, estos hombres no volvieron jamás. El gato negro lo utilizaban para sus ritos.
A lo largo del tiempo, descubrieron estos hombres, retirado del recinto, una senda oculta en el
monte, que pasaba junto a las Siete piedras* y se conectaba con la Verea de la Plata*, esa era su
salida.
Manuel Villarejo Redondo
*Verea de la Plata, era en esos tiempos, el único paso de carruajes que existía, de Madrid a Sevilla
LOS PENITENTES MUDOS, UNA DE LAS LEYENDAS
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Contaba mi abuela a mi madre, que a su vez se lo había contado la suya, que en las noches de
Invierno por la cuesta la muela, iban unas mujeres andando hacia el pueblo, cuándo entre los olivos,
vieron un grupo de personas encapuchadas y vestidas de negro, dejaron que llegasen al camino
mientras ellas se escondían tras un olivo, agazapadas para que no las vieran.
Delante, con un farolillo en la mano, alumbraba el camino con una pequeña vela, una figura alta y
esbelta, solo el blanco de su rostro se distinguía de su negro atuendo, a su lado pero con una
guadaña una mujer, a ésta si se le distinguía la cara como si aún fuese de este mundo, detrás
acompañándoles, cinco o seis almas, que agachando el rostro iban arrastrando sus cuerpos como si
estos estuviesen sujetos por cadenas, que no se distinguían, pero daban la sensación de notarse.
Cuándo las dos mujeres vieron que la comitiva se había alejado, salieron al camino y sin cambiar
palabra, se dirigieron veloces al pueblo.
Aquella noche, ambas mujeres no pudieron dormir y a la mañana siguiente, decidieron contárselo a
las vecinas que de común acuerdo decidieron salir de nuevo a la misma hora, por si se los
encontraban.
Al bajar a las eras, una enorme bola blanca les obstaculizó el camino, una de las mujeres se acercó
para saber que era y una enorme hoguera la echó para atrás. Con el miedo en el cuerpo y como si no
pudieran seguir sus propios pasos volvieron al pueblo.
Aquella noche se reunieron todas al calor del brasero en casa de la que se acercó a la bola.
Cada una daba su opinión sobre lo acontecido, todo era disparatado, decían cosas que no podían
tener relación con la realidad, pero aquello que les había ocurrido tan poco podían relacionarlo con
nada de este mundo.
Pasaron los días y ninguna de ellas volvió a hablar del tema.
Una de las amigas que tenía un olivar muy cerca de Bailen casi en la cuesta la muela, tuvo que
volver al pueblo ya entrada la noche, como le daba miedo, pidió a su hija que la acompañase, pues
pensó que no yendo sola no se le aparecerían y de hacerlo, seguro no se le acercarían.
Pero no fue así, llegando ya a la entrada del pueblo antes de llegar a las huertas, encontraron en un
repecho sentados sobre unas piedras a toda la comitiva, detuvieron sus pasos a escasos metros, el
pavor que sentían no las dejaba avanzar, de pronto…la de la guadaña se levantó y dirigiéndose a sus
acompañantes dijo; levantaos hermanos y sigamos nuestra marcha la luna se ha ocultado y por lo
tanto estas almas no nos pertenecen, y como en otras ocasiones alejados del camino campo a través
sin posar los pies en el suelo, se dirigieron hacía el Castillo que parece ser era su morada.
Muchos años pasaron desde aquel día, la vida había cambiado mucho para todos los habitantes de
la villa y ya parecía que nadie de aquellas mujeres recordaba lo acontecido, era como si hubiesen
querido borrarlo todas a la vez de sus mentes.
Por el camino de Bailén iban dos mujeres camino del pueblo una de ellas la más mayor subida a
lomos de una vieja mula y la más joven, apoyándose en una vara para hacer el camino más
llevadero.
No se divisaba el pueblo todavía, pero la luna llena daba la sensación de que no era de noche.
De pronto la mula se paró en seco, la joven alertada por unos toques en su espalda…se giró y cual
no sería su sorpresa que vio que quien la tocaba era su madre, que minutos antes, que digo minutos
un segundo hacía solo que hablaba con ella subida a la mula.
Helada se quedó la muchacha al oír de boca de su propia madre; Hoy sí que era mi hora, sigue tu
camino y no te detengas hasta llegar a las huertas, allí deja la mula atada y sigue hasta la casa, la
muchacha, no se si por el miedo o por obediencia a su progenitora, hizo exactamente lo que le dijo.
Al subir las eras, un repique a muerto la alertó de que otra alma había dejado este mundo.
Al llegar a su casa, las amigas de su madre la esperaban en la puerta y abrazándose a ella rezaron a
las ánimas para que acompañasen el alma de la difunta.
Aquella noche en la almena gorda, las luces y las sombras se sucedieron hasta bien entrada la
madrugada, cuándo ya la luna se iba retirando para dar paso al nuevo día.
Todas aquellas mujeres murieron de igual manera, excepto una que en otra ocasión os lo explicaré.
Nana Smith
Sierra morena bonita
Sierra morena gallarda
Sierra morena es mi tierra
Moruna de pura raza
Donde rigen los olores
Donde se huele la albahaca
Donde el cielo enmudece
Y el verde de sus montañas
Cuando se despierta el día
Con las águilas reales
Cuando ese río cabalga
Cubriendo los matorrales
Como olvidar yo mi tierra
Como olvidar a su gente
Dime tu si lo has logrado
Por que yo me quedo inerte
Isabel Pérez Sánchez
LOS AROMAS DE MI PUEBLO
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Hoy no tenía la valentía para escribir relato alguno, así que, pensando qué urdir en esta jornada,
determiné evadirme un poco y fui a dar un paseo. El día amaneció grisáceo, el cielo permanecía
encapotado, la bruma ocultaba las cubiertas de las casas; se asemejaba a un día triste, sin embargo,
era uno de esos en los que me incitaba a pasear, cosa que me entusiasma.
Cogí un deslucido paraguas y me alejé con paso sosegado a pasear por mi pueblo para descubrir su
esplendor en un día así. Lo que descubrí en un primer instante no fue nada especial. La gente
irrumpía, apresurada, abandonando las calles para adentrarse al calor de sus hogares y resguardarse
de la fría agua que caía. Algunas de las chimeneas desprendían un denso humo que impregnaba con
un aroma a sierra las calles. Esa fragancia, que tanto me agrada, hacía venir a mi memoria gran
cantidad de recuerdos.
Continué transitando por las deshabitadas calles encaminándome hacía el paseo, el panorama que
desde allí se divisaba era impresionante; me paré detenidamente para contemplar aquel bello
paisaje, el viento soplaba apaciblemente haciendo que los árboles se agitaran suavemente. Algo más
alejado se podía descubrir la sierra, parecía estar envuelta por un denso manto de agua, mi vista se
perdía en el horizonte; en mi pensamiento me trasladé al interior de la misma, me fui confundiendo
entre ella; por un segundo supuse encontrarme en su interior, en medio de sus jaras, caminando,
percibía ese olor a tierra húmeda tan singular que sólo se localiza en esa zona. A mí llegaban las
más peculiares esencias; percibía el olor a coscoja, tomillo, jara, romero, lentisco, madroño además,
de otros diferentes que no alcanzo a describir; era una amalgama de olores que me aturdía.
En un plano anterior a la sierra descubrí un gran pantano; sus aguas parecían diáfanas, pero como
todos, indudablemente tendría un fondo hediondo; a mí jamás me ha cautivado, si bien, acercaba a
mi recuerdo situaciones agradables de cuando todavía era una niña; aun así, siempre me ha asaltado
cierta desconfianza el transitar por su ribera, siendo muy pocas las ocasiones en las que me he
aventurado a sumergirme en sus aguas.
Ya no diluviaba, sin embargo la neblina se tornaba a cada momento más densa. A pesar de todo,
decidí arriesgarme y proseguí mi paseo bajando por la Llaná; apenas recorrí unos metros, contemplé
a lo lejos el castillo. Por un momento dudé si continuar no obstante resolví, ya que había llegado
hasta allí, aproximarme hasta él porque hacía bastante tiempo que no lo visitaba.
Llegué hasta la plaza; estaba completamente desierta, parecía un lugar deshabitado y olvidado, tan
solo tuve oportunidad de ver a un sujeto que se apresuraba a entrar al ayuntamiento portando bajo el
brazo unos papeles que cubría cuidadosamente para que no se impregnaran por el agua.
Subiendo por Santa María, los recuerdos de antaño comenzaron a asaltarme; me recliné sobre la
mojada barandilla, mi mirada se perdía por la campiña: la misma se ocultaba entre la niebla aunque
de vez en cuando se podía advertir el destello de algún coche, entre el mar de olivos, acercándose.
Me giré cuidadosamente para contemplarlo; seguía igual de esplendoroso, sus muros mojados
parecían llorar de lamento por las guerras vividas a lo largo de su vasta vida. Por él han pasado las
más dispares historias, conquistas y reconquistas, de pontificios, bereberes y cristianos. En nuestra
época ha albergado los amores y desamores de muchas generaciones, sus muros han podido
contemplar risas y llantos, los regocijos y el padecer de residentes y foráneos, de toda la
muchedumbre que ha cruzado junto a estos muros. Actualmente acoge las visitas de todo aquel
peregrino que atraído por sus crónicas ansía conocer todo de él. Cuando lo ven majestuoso se
quedan perplejos de descubrir algo tan portentoso en una villa, probablemente ignorada por
muchos.
Reemprendí mi paseo, me había demorado en exceso, retornando sobre mis pasos más ligeramente,
tomé la decisión de subir por la calle Mestanza; al atravesar la plaza observé de soslayo la iglesia
sin embargo no era ocasión de detenerme en ella, debido a la hora, aun así aminoré mi paso para
contemplar su solemnidad.
El empedrado de la calle estaba totalmente empapado ya que hacía un momento que había dejado
de chaparrear. Mientras iba ascendiendo me volvía a llegar el aroma que desprendían las chimeneas,
el frío comenzaba a acentuarse, imaginando, mientras pasaba próxima a ellas, el calor que las
mismas debían desprender y las comidas que estarían condimentando y que, por su olor, deberían
ser serreñas.
Estaba cercana la hora de la comida y quizá por el hambre percibía el olor de la carne asada sobre
las ascuas, unas migas o, por qué no, un puchero hecho lentamente al fuego durante toda la mañana.
Cuando llegué a casa estaba agotada, lo que en un principio parecía que iba a ser un día empalagoso
se había transformado sin apenas darme cuenta en especial, dentro de mí se sucedieron un cúmulo
de emociones. De este modo me surgió el atrevimiento de dejar plasmado lo que había concluido
como un día maravilloso.
EVA
AGRADECIMIENTOS
Este es un gran proyecto el cual se puso en marcha gracias a la iniciativa de muchas personas
ciudadan@s de este municipio, las cuales desde su principio me ayudaron a salir hacia adelante y
poder quitarme la “timidez” que ya quedando atrás tenia en el pueblo.
Juani Muñoz una gran persona que me cedió su amistad desde el primer momento que llegué a este
MI PUEBLO.
Guadalinfo , un centro el cual nunca había acudido a él porque no tenía una opinión exacta de que
podía realizar concretamente dentro del centro , hasta que una día por suerte la personas encargada
del centro ( Ana Belén Guillén) estaba de Baja por maternidad, y siendo vecinas , pusimos “ en
marcha” una conversación de que haciamos la una y la otra, yo escribía poesías ( Nana Smith) y
Dinamizadora Local ( Ana Belén), realizaba su trabajo con gran empeño que aún estando de baja
buscaba a gente y proyectos los cual poder poner en marcha en su municipio. Unimos las ideas de
las dos y salió actividades y proyectos en común poniendo como primera actividad en marcha el I
Recital poético musical en Baños de la Encina.
Pedro Ortiz ( El Pinche), Federico Zamora ( El Fede), Alejandro Mondaray ( Guitarra), y Ronda
Los Almendros gracias por ser las personas que sois, y la gan confianza que habeis mostrado en mí
y el gran apoyo dado, que sin vosotros este recital no hubiera sido lo mismo.
Nana Smith
¡¡¡¡¡¡GRACIAS!!!!!!

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  • 1. SIERRA MORENA SIERRA MORENAATLÁNTICA LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS DE LA SIERRA MORENAATLÁNTICA Estas tierras al noroeste la Comunidad Andaluza, situadas en la zona centro-occidental del macizo de Sierra Morena, a modo de barrera que engulle los vientos húmedos provenientes del Atlántico, dan cobijo a la más bella fusión entre cultura y el marco natural que le da abrigo. Pueblos de calles empedradas motean de blanco amplias dehesas de encinas y alcornoques por las que campan a sus anchas piaras de cerdos ibéricos, venados y jabalíes; olivares ecológicos salpicados de huertas, castaños y viñedos derraman por estas sierras la más bella luz del atlántico. Son sierras donde dominan materiales fácilmente erosionables, como pizarra, cuarcita o esquisto, que dan lugar a un relieve suave, en el que alternan anchos valles adehesados con cimas de bosques cerrados y barrancos encajados por los que discurren los principales ríos (Ribera del Chanza, Múrtigas, Ribera de Huelva, Huéznar o Bembézar). En las cotas más elevadas mármoles y dolomías, cuya erosión se produce por disolución de la roca, son causa de la existencia de elementos geológicos de gran interés como la Gruta de las Maravillas, los travertinos de Alájar y Zufre, el Cerro del Hierro o las Cascadas del Huésna. Hay también presencia de rocas de origen ígneo, principalmente granito (como los batolitos de las Peñas de Aroche o de El Pedroso), cuya existencia está vinculada a ricos filones metálicos que han condicionado la intensa e histórica actividad minera que ha caracterizado a estas comarcas. La influencia del océano Atlántico determina un clima de moderadas temperaturas y elevada pluviosidad, idóneo para el desarrollo de la exuberante vegetación que se extiende sobre el conjunto de cadenas montañosas que conforman su relieve. El respeto por los usos tradicionales de este bosque ha favorecido el desarrollo de excepcionales dehesas hoy declaradas como Reserva de la Biosfera por el Programa MAB de la UNESCO. Las casi 450.000 hectáreas de la Reserva de la Biosfera Dehesas de Sierra Morena engloban, además de las típicas formaciones abiertas de encinas y alcornoques, castañares, quejigares, rebollares, manchas de matorral noble, bosques de ribera, campos de cultivo y recogidos asentamientos humanos. La diversidad de hábitats y su estado de conservación permite la presencia de la mayoría de especies emblemáticas de la fauna andaluza. Así, las zonas más densas del bosque mediterráneo dan cobijo al gato montes, el tejón, el meloncillo, la garduña, el turón y esporádicamente al lince ibérico, además de especies cinegéticas como el jabalí y el ciervo. Asociados a los cursos de agua y protegidos por una densa vegetación de ribera encontramos gran diversidad de anfibios y especies esquivas como la nutria y la cigüeña negra. En los ambientes rocosos destacan el águila real y el águila perdicera, además de alimoches y buitres leonados. En las dehesas y bosques aclarados son más frecuentes la gineta, la comadreja, el zorro y aves como el águila imperial, el ratonero, el milano real, el águila calzada, el águila culebrera o el buitre negro. Esta última especie tiene en el paraje natural Sierra Pelada y Rivera del Aserrador la mayor colonia nidificante de Europa.
  • 2. La Sierra Morena Atlántica conserva además de los valores naturales mencionados un patrimonio cultural de gran valor. Al oeste, el carácter fronterizo de la comarca de Aracena y Picos de Aroche, primero con las tierras Andalusíes y después con la raya de Portugal, marcó en gran manera la talla del territorio. Pero ha sido el quehacer cotidiano, en perfecto entendimiento con el marco natural, lo que ha permitido que este espacio protegido sea un cúmulo de elementos paisajísticos de sobresaliente valor. De lo primero es fiel testigo la infinidad de castillos y fortalezas, algunas mudadas a día de hoy a cosos taurinos, que coronan atalayas y altozanos y que fueron germen de gran número de los pueblos de la sierra: Aracena, Almonaster la Real, Aroche, Cortegana, Cumbres de San Bartolomé, Cumbres Mayores, Cala y Santa Olalla de Cala. De lo segundo, son más que una muestra los cientos de kilómetros de hilo enhebrado en piedra que surcan la dehesa a modo de cañadas y sendas arrieras; pero también lo son los molinos que salpican ríos y arroyos, como los de Atanasio y Rivera de Mari Prado (Arroyomolinos de León) o la Rivera del Hierro; las fuentes y lavaderos que llevan riqueza a huertas y ruedos (Doce Caños en Fuenteheridos, Redonda en Cañaveral de León, del Carmen en Galaroza, Plaza de Toros en Castaño del Robledo, Vieja en Linares de la Sierra, Tres Caños en Santa Ana la Real, del Concejo en Zufre, o de la Corte y Puerto Gil en sendas aldeas de Corteconcepción); minas, como las de La Sultana, Cala o Teuler; …o la presencia de diez municipios catalogados como Bien de Interés Cultural por el valor patrimonial de sus conjuntos históricos. En el plano monumental no podemos obviar la presencia de elementos tan notables como los menhires y dólmenes de Aroche también conocidos como Piedras del Diablo, la ciudad hispano romana de Turobriga, situada junto a la ermita de San Mamés, la mezquita de Almonaster (siglo X) o la espléndida arquitectura historicista desarrollada por Aníbal González en Aracena y su entorno más inmediato. Al norte de la provincia de Sevilla y dando cobijo a la Vía de la Plata, el perfecto y continuo entendimiento entre este territorio y sus gentes ha condicionado que el patrimonio que alberga sea más que sobresaliente. En este sentido, tenemos los enterramientos de la Cueva de Santiago en Cazalla de la Sierra (Sevilla) o los monumentos declarados como bien de interés cultural que ascienden a veintiséis, de entre estos destacan los de materia religiosa, como Santa María de las Nieves (Alanís), Ntra. Sra. de la Consolación (Cazalla de la Sierra), Santa María de la Encarnación (Constantina), Santa Ana y Santa María de la Asunción (Guadalcanal) y Ntra. Sra. de la Consolación (El Pedroso); los vinculados a la defensa, como los castillos de Almadén, El Real de la Jara, Puebla de los Infantes, Ventosilla y Monforte en Guadalcanal; y los conjuntos monumentales: Cazalla de la Sierra, Constantina y Guadalcanal. Pero la historia ha querido que la actividad cotidiana se elevara a modo de monumento al trabajo de sus gentes. Así, por doquier, encontramos ejemplos de retazos vinculados a las actividades que el hombre ha venido desarrollando en dehesas y cultivos, topándonos con haciendas, cortijos (Los Aguado en El Real de la Jara), lagares y tribunas (relacionados con la producción de vino), destilerías de anís o cazalla (El Clavel, La Violetera o Miura entre otros) y almonas -almacén- (Guadalcanal, siglo XIII). Otros ligados a los usos y domesticación del agua, como batanes, molinos (Molino del Corcho, siglo XV), fábricas de luz (La Sevillana y el Martinete), pozos de nieve (Constantina, siglo XVII), puentes (el romano de Guadalcanal), fuentes, pilares y lavaderos. O apegados a la explotación del subsuelo como la Mina del Cerro del Hierro y sus poblados (tanto el de los trabajadores como el de la Administración inglesa), las canteras de Almadén o la fundición de El Pedroso, uno de los primeros altos hornos de España que estuvo situado en la confluencia del arroyo San Pedro con el Huéznar. Ya en la zona más oriental, en el parque natural de Hornachuelos, la bipolaridad del relieve invita a la práctica de senderismo, tanto para el amante de la naturaleza como para el que gusta de comprender la relación histórica entre el hombre y su medio; pues la sierra, abrupta y cortada, rica en filones mineros, ha favorecido actividades como la minería -complejo de La Plata-, los caleros -Huerta del Rey-, la apicultura, la cría de cerdo ibérico, la caza o el “retiro místico”, que tiene como mejor exponente el monasterio franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles. Por otra parte, podemos apreciar por doquier restos de la cultura del agua: molinos -de la Paloma-, puentes, norias -Escalonías-, fuentes -del Barranco del Caño de Hierro-, canales y
  • 3. presas. Este contraste territorial es también causa de la riqueza cinegética de estos pagos, tanto menor como mayor, siendo también soporte de otras actividades menos agresivas con el medio como la caza fotográfica o la observación de la berrea del ciervo. La vega, con buenas comunicaciones y codiciada históricamente por su riqueza agrícola, fue ocupada desde muy pronto por comunidades humanas, como así dejan entrever los dólmenes de la Sierrezuela, en Posadas. Esta doble condición provocó la presencia calzadas romanas, cañadas ganaderas y castillos, como Hornachuelos, el magnífico de la Floresta en Almodóvar del Río o el de Moratalla, transformado durante el siglo XIX en espectacular y cinegético palacio. Por otra parte, los embalses presentan una oferta en materia de educación ambiental, aventura y deportes náuticos (como esquí acuático) muy consolidada, que se suma a la riqueza agroalimentaria: la carne de caza, las chacinas de cerdo ibérico, miel y polen, naranjas y la repostería artesana que elaboran las “descalzas” de la aldea de San Calixto son manjares que debe degustar el viajero a su paso por estas tierras.
  • 4. SIERRA MORENA CONTINENTAL LOS ESPACIOS NATURALES PROTEGIDOS DE LA SIERRA MORENA CONTINENTAL La Sierra Morena Continental se eleva en la zona centro oriental de Andalucía dando forma a suaves lomas pobladas de encinas y alcornoques que se suceden interminablemente, a modo de colosales escalones que nos elevaran desde lo hondo del Valle del Guadalquivir hasta colonizar el otero manchego; siempre, sobre nuestras cabezas, el atento vuelo del águila imperial ibérica y el buitre leonado. La sierra, una de las cordilleras más antiguas de la Península Ibérica, sustenta una gran variedad geológica, lo que ha condicionado el relieve y la presencia de una importante diversidad paisajística. Al norte dominan las cuarcitas que dan forma a un relieve abrupto, de encajados barrancos, como se pone de manifiesto en Despeñaperros o en la Cascada de la Cimbarra. Según descendemos, aparece un relieve de pizarra más suave, que atesorara gran parte de los filones metalíferos del histórico distrito minero Linares-La Carolina. Entre estas rocas se cuelan gigantescos bolos y canchales de granito que tienen su mejor exponente en la llanura Pedrocheña que ocupa el norte del parque natural de la Sierra de Cardeña y Montoro. Ya en contacto con el valle del Guadalquivir, la sierra da paso a solitarios cerros de arenisca, antiguos depósitos fluviales cuya piedra es usada tradicionalmente para los edificios monumentales de los municipios serranos y que también ha dado lugar a elementos geológicos de sumo interés, como el conjunto de huellas de dinosaurio (icnitas) de Santisteban del Puerto. Los bosques de encina, en su mayoría adehesados, manchas mixtas de acebuches, quejigos y alcornoques, y, en las umbrías frescas y húmedas, bosquetes de roble melojo van a caracterizar la flora de estas sierras, dando lugar a una de las masas forestales mejor conservadas de la Península y a uno de los enclaves más singulares y de mayor valor ecológico de todo el territorio andaluz. El matorral noble es denso y diverso en las zonas menos alteradas, siendo las especies más frecuentes madroños, lentiscos, labiérnagos, aladiernos, espinos, mirtos y brezos y a los que se les unen coscojas. La vegetación de ribera, con presencia de sauces, fresnos, almeces y alisos, forma en ríos como el Yeguas o el Jándula algunos de los bosques de galería más auténticos de Andalucía. Por sus agrestes laderas se mueve la población más numerosa de lince ibérico, uno de los carnívoros más amenazados, o el lobo, que encuentra en estas sierras su principal cobijo en Andalucía. Es de destacar la presencia de un número importante de grandes rapaces que pueden avistarse con facilidad desde los senderos señalizados, como son águila real, buitre negro o búho real, aunque el principal protagonista de esta sierra es el águila imperial ibérica. También se contabiliza una buena cantidad de parejas de cigüeña negra, cernícalo primilla y otras especies variopintas como nutria, meloncillo y un endemismo exclusivo de las aguas de los ríos Jándula y Rumblar: la Bogardilla. Las especies de caza mayor, como ciervo, jabalí y gamo, campean aquí por algunos de los cotos cinegéticos más prestigiosos de la Península. La historia de estos lugares viene marcada por su carácter fronterizo entre la meseta y el valle del Guadalquivir, que los ha dotado de castillos, plazas fuertes monumentales y reconocidas batallas (Navas de Tolosa, Baecula y Bailén), pero también de caminos históricos, vías romanas y ventas bajomedievales. La minería ha sido otro de los componentes económicos que ha acompañado el devenir histórico de estas sierras, como ponen de manifiesto las minas de El Centenillo, el poblado argárico de Peñalosa o la ciudad íbero romana de Cástulo que, junto a las pinturas rupestres Patrimonio de la Humanidad que salpican todo el macizo, son los mejores exponentes de prehistoria de este territorio.
  • 5. En la zona más oriental, sobre el Guadalquivir, a modo de atalaya que controla el importante cruce de caminos sobre el que se sitúa, Montoro es el máximo exponente monumental de este espacio: la Casa Ducal, las parroquias de Nuestra Señora del Carmen y San Bartolomé o el edificio de las Tercias, Museo del Olivo, son solo una muestra que se complementa con la arquitectura popular de las aldeas, como Venta el Charco, y las molinas, viejas almazaras levantadas sobre una la roja piedra local, la molinaza. Hay también artesanos que siguen haciendo de lo que da la tierra una obra de arte; así aparecen maestros de la miel, mazapán, esparto, corcho,…, y hasta del calzado más artesano. La presencia de suaves pendientes determina un escenario excelente para la práctica del senderismo, pero también para realizar rutas ecuestres y de cicloturismo aprovechando en su caso puentes, como el de las Donadas, o viejas calzadas romanas que surcan estas tierras. Según ascendemos, donde el control de los caminos es fundamental, la historia ha ido moteando de bastiones los oteros, como es el caso del castillo de Azuel o las atalayas de las Mañuelas y El Escorial. Pero es la arquitectura menor, como herramienta de la economía, la que identifica a la dehesa, apareciendo por doquier abrevaderos, vallas y bardales realizados con la dura materia prima que la soporta: el granito. El pantano de las Tejoneras, a poco más de seis kilómetros de Cardeña, permite que los amantes de la observación de las aves encuentren aquí un enclave de sumo interés. Para los que buscan sosiego, el tránsito otoño-invierno es interesante por la recogida de setas o la observación de la berrea, que el amante de las tradiciones puede combinar con la apreciación de la cría del cerdo ibérico en la dehesa y la visita a un centro de transformación de sus carnes. En la zona central, al este del Yeguas y en el parque natural de las Sierras de Andújar, aparecen repartidos por toda su geografía senderos, uno de ellos señalizado como de Gran Recorrido (GR-48 de Sierra Morena), miradores, áreas recreativas y un jardín botánico que permiten que el turista disfrute de uno de los bosques mediterráneos mejor conservados de la Península. Un escenario idóneo para la práctica de actividades de bajo impacto ambiental, como el senderismo o la caza fotográfica. La existencia de una calzada de tierra que une el centro de visitantes de las Viñas de Peñallana, puerta del parque natural, con el poblado de El Centenillo, permite observar la disparidad paisajística de las fincas donde pasta el toro de lidia y las dedicadas a la caza. Así mismo ofrece un entorno idóneo para la observación de fauna salvaje: durante el tránsito del verano al otoño es escenario excepcional para apreciar la “berrea” del ciervo. Sus embalses, tanto el del Encinarejo como el Rumblar, conforman un litoral interior que favorece la práctica náutica (canoa) y el avistamiento de avifauna. Con seguridad el patrimonio cultural es otra de las grandes bazas de este espacio. A la monumentalidad de sus municipios -Baños de la Encina y Andújar- se suma un patrimonio arqueológico y etnográfico nada desdeñable representado entre otros por yacimientos prehistóricos como Peñalosa, los castilletes íbero romanos de Los Escoriales y Salas Galiarda o el poblado minero y decimonónico de El Centenillo, edificado a la usanza británica. El Santuario de la Virgen de la Cabeza acoge anualmente la romería en honor a la patrona de los monteros, posiblemente la más antigua de España. Ajeno al ajetreo motorizado que supone la autovía A4, podemos encontrar un verdadero paraíso para los amantes del senderismo y el cicloturismo: el parque natural de Despeñaperros. De los senderos que ofrece el espacio protegido, el de la Cueva de los Muñecos profundiza en el legado histórico -santuario ibérico- y el del Barranco de Valdeazores ofrece un destacada riqueza botánica y unos privilegiados enclaves para observar la fauna: desde el mirador del Collado de la Aviación se puede avistar al buitre leonado o al águila real sobrevolando el monumento natural de Los Órganos.
  • 6. Con la llegada del otoño y las primeras aguas, es también una zona de interés para escuchar la berrea del ciervo o recoger níscalos; pero sin lugar a dudas es un espacio en el que se puede conocer con profundidad el arte rupestre esquemático -Cueva del Santo o Vacas del Retamoso-, Patrimonio de la Humanidad, pues a la cantidad de recursos presentes se une la posibilidad de realizar visitas guiadas con personal formado. En este sentido, es interesante desplazarse a la vecina localidad de Aldeaquemada, al paraje natural de la Cascada de la Cimbarra, donde un escenario natural impresionante cobija un número más que notable del mejor arte rupestre. Pero es y ha sido el eje viario hacia la llanura manchega, de ahí que aún encontremos un legado más que interesante vinculado a esa mudanza: calzada romana del Empedraíllo, Venta Nueva (siglo XVIII), la Estación ferroviaria de Santa Elena o los castillos de Castro Ferral y las Navas. Es interesante también conocer sus aldeas, como la Aliseda, que concentró uno de los balnearios más destacados del siglo XIX; o la de Magaña, de un valor etnográfico más que sobresaliente. Estos mismos barrancos fueron escenario de acontecimientos bélicos de primer orden, como la Batalla de las Navas de Tolosa (1212). Ajeno a los espacios protegidos, la comarca del Condado, en la zona más oriental de la Sierra Morena de Jaén y lindera con la Sierras de Segura y el manchego Campo de Montiel, se eleva hogaño como un verdadero territorio museo. Opidum como el de Giribaile (Vilches), cascos históricos como los de Vilches, Santisteban del Puerto, Castellar y la bella atalaya de Chiclana de Segura, núcleos ilustrados como Arquillos o el santuario ibérico de La Lobera en Castellar son solo la aguja de un pajar por aún explorar.
  • 7. CANTAORES FEDERICO ZAMORA ( FEDE) PEDRO ORTIZ ( EL PINCHE)
  • 8. GRUPO RONDA LOS ALMENDROS MI RONDALLA TIENE HISTORIA En el año 1953 Marcelino del Moral reorganizó nuestra Rondalla, herencia de la primera que la regentaban nuestros padres antes de la guerra. Esta Rondalla, la componíamos, dieciocho jóvenes muchachos entre dieciséis y dieciocho años, más el maestro: seis laúdes seis bandurrias y seis guitarras. En vísperas de fiestas, desfilábamos por todas las calles del pueblo vestidos de pantalón negro camisa blanca y cordón rojo que sujetaba el instrumento. El maestro, nos dirigía emocionado entre aplausos y felicitaciones que embriagaban. El ayuntamiento nos montó en los balcones altavoces y con micros tocábamos dentro relevándonos para bailaren la plaza, disfrutando de esas verbenas inolvidables. Un dieciocho de Julio, fuimos para las fiestas del Centenillo, paseamos por las calles entre aplausos y la verbena en la plaza, duró toda la noche. Pongo algunos nombres de los que compusimos aquella rondalla: Vicente las Heras, Miguel Campillo, Manuel Ortega, Santiago Muñoz. Juan Parrilla, P.José Muñoz, Gregorio González, Manuel Villarejo y así hasta dieciocho. Fuimos muy felices. Ya en los años setenta se dedicó Marcelino a dar clases de música de cuerda, a los niños de Baños, creo que enseñó a la mitad de niños y niñas del pueblo. En agradecimiento a todo su sacrificio, le compuse un pasodoble, que según él fue lo más hermoso que le pasó en su vida. Mi maestro, me dejó dicho que cuando muriera, juntara los niños y niñas que pudiera y alrededor de su cuerpo yacente, todos le cantáramos su pasodoble que tantas satisfacciones le dio. Como el había dejado dicho, se cantó llorando en su casa, calle abajo, en la Iglesia y tapando su nicho. Sus hijas, aceptaron lo dicho. Como esta afición la traemos desde la cuna, no podemos ser felices, sin revivir nuestra tradición y sobre el año ochenta y ocho, formamos este grupo de Ronda los almendros. Para que en este pueblo nuestro, siempre se pueda sentir una serenata nocturna en nuestras calles, mientras las novias duermen. Hemos tenido muchos éxitos, hemos compuesto canciones, plegaria, hemos hecho felices a los demás, que es lo más hermoso. Manuel Villarejo Redondo
  • 9. Manuel Villarejo, un mito, un hombre que dejó y deja su alma en cuanto pone su empeño. Precioso grupo el que forman esta Ronda “ Los Alemendros”
  • 10. POETAS DE SIERRA MORENA ( VILLA BAÑOS) Poetas de Sierra Morena, nace de la idea de dar a conocer mi pueblo y sus poetas. Desde muy niña, viví y me formé en otra tierra, lejos de mis raíces, de mis gentes, de aquellas sierras, que mi madre procuró que nunca olvidase. La vida en ocasiones, nos lleva por caminos que nos alejan de donde nacimos, de el lugar, donde hubiésemos querido permanecer, y con el paso del tiempo algunas personas olvidan sus raíces y anclan su vida allí donde llegaron un día. No fue mi caso, aún y que adopté o me adoptó mi nueva tierra, gracias a mi madre, que inculcó en mí el amor a mis raíces y amar el calor que me ofreció mi nueva tierra. Toda mi vida me he sentido andaluza por los cuatro costados, sin dejar de sentirme catalana de adopción, es mucho lo que tengo que agradecer, a aquellas gentes, que de niña, me hicieron sentir una más de aquel enjambre. He vuelto a mi pueblo y he querido sentirme una más entre mi gente, la tarea no ha sido fácil, en muchos momentos me he sentido forastera entre los míos, pero también es cierto, que me he sentido querida y apoyada por muchos, que me han ido conociendo. Sobre todo por mi familia, que en todo momento ha estado a mi lado, familia, que por circunstancias de la vida, solo me conocían por llevar el mismo apellido.
  • 11. Este grupo empezó en Face book, y agradezco a todos y cada uno de los poetas que lo forman, su apoyo y participación, ellos son los auténticos fundadores del grupo. Poco a poco, fueron entrando mis paisanos, quizá por mi insistencia, quizá…por que aman la poesía tanto como yo. La primera persona que sin ser poeta apoyó mi idea, fue Juani Muñoz Ruiz, que desde el primer momento, estuvo a mi lado para todo y gracias a su esfuerzo, podemos hoy presentar este recital. Hoy podemos decir, que somos un grupo de poetas bañuscos, nuestra benjamina, Mariángeles, Fernanda, Mónica, Manolo, Encarna, y los no poetas como, Ana Belén, María Esther, Luci, Eva y algunos más de nuestro pueblo. También contamos con poetas de Bailén y Linares, como, Juan y Antonia. Espero que este primer Recital de Poesía, Cante y Música de la Ronda los Almendros, sea del agrado de todos. Nana Smith (Ana Cortes Nieto)
  • 12. RELATOS LA LEYENDA DE LA HUERTA DEL GATO ---------------------------------------------------------- La fecha de este hecho, no existe en ninguno de los archivos de Baños, pero debe remontarse al año 1400. Una mañana, salieron como era habitual, tres compañeros cazadores, para buscar caza menuda en la sierra, que era su medio de vida habitual. Cargaban sus escopetas por el cañón, atacando la pólvora y la munición con una baqueta y colocando el misto en el disparador, previstos de sus perros para la caza. Cada noche regresaban a sus casas con los morrales repletos, que sus esposas vendían para mantener a sus familias. Uno de esos días, se adentraron en la sierra más de lo habitual, como estaba totalmente poblada de monte, que casi no se podía andar, ese día, sobre media mañana, tropezaron con una fuente de agua cristalina, se avisaron y junto a ésta se pararon a descansar y a comer que era hora. Ya se levantaron del suelo para seguir su caza, a pocos metros de aquel lugar, se arrancaron los perros con mucha algarabía, corrían velozmente detrás de un gato negro, que pronto se perdió en aquella jungla, estos hombres, quedaron sorprendidos al ver en ese sitio un gato y además negro, salieron los tres andando uno tras otro, por la dirección que cogió el animal. A poco rato de pasar aquella selva, aparecieron en un sitio de ensueño, todo verde y hermoso, cuidado por manos muy expertas, que criaban hortalizas, frutas y cereales, para mantener a mucha gente. Quedaron muy sorprendidos al ver este vergel, escondido en esta selva, pero más quedaron, cuando aparecieron en la puerta de cada choza, que había bastantes, dos o tres personas, encapuchadas con túnicas. Al ver estos tres hombres, internados en su recinto y armados con escopetas, uno de aquellos personajes, se dirigió a ellos y tras una respetuosa reverencia, les dijo por señas, que eran una comunidad de penitentes mudos, que no se conocían ni hablaban entre sí, podría haber padres e hijos sin saberlo. Este personaje, se despidió con la misma reverencia de antes y mostrando una gran cruz, que llevaba grabada en su tunica. A este sitio sagrado, estos hombres no volvieron jamás. El gato negro lo utilizaban para sus ritos. A lo largo del tiempo, descubrieron estos hombres, retirado del recinto, una senda oculta en el monte, que pasaba junto a las Siete piedras* y se conectaba con la Verea de la Plata*, esa era su salida. Manuel Villarejo Redondo *Verea de la Plata, era en esos tiempos, el único paso de carruajes que existía, de Madrid a Sevilla
  • 13. LOS PENITENTES MUDOS, UNA DE LAS LEYENDAS ------------------------------------------------------------------------------- Contaba mi abuela a mi madre, que a su vez se lo había contado la suya, que en las noches de Invierno por la cuesta la muela, iban unas mujeres andando hacia el pueblo, cuándo entre los olivos, vieron un grupo de personas encapuchadas y vestidas de negro, dejaron que llegasen al camino mientras ellas se escondían tras un olivo, agazapadas para que no las vieran. Delante, con un farolillo en la mano, alumbraba el camino con una pequeña vela, una figura alta y esbelta, solo el blanco de su rostro se distinguía de su negro atuendo, a su lado pero con una guadaña una mujer, a ésta si se le distinguía la cara como si aún fuese de este mundo, detrás acompañándoles, cinco o seis almas, que agachando el rostro iban arrastrando sus cuerpos como si estos estuviesen sujetos por cadenas, que no se distinguían, pero daban la sensación de notarse. Cuándo las dos mujeres vieron que la comitiva se había alejado, salieron al camino y sin cambiar palabra, se dirigieron veloces al pueblo. Aquella noche, ambas mujeres no pudieron dormir y a la mañana siguiente, decidieron contárselo a las vecinas que de común acuerdo decidieron salir de nuevo a la misma hora, por si se los encontraban. Al bajar a las eras, una enorme bola blanca les obstaculizó el camino, una de las mujeres se acercó para saber que era y una enorme hoguera la echó para atrás. Con el miedo en el cuerpo y como si no pudieran seguir sus propios pasos volvieron al pueblo. Aquella noche se reunieron todas al calor del brasero en casa de la que se acercó a la bola. Cada una daba su opinión sobre lo acontecido, todo era disparatado, decían cosas que no podían tener relación con la realidad, pero aquello que les había ocurrido tan poco podían relacionarlo con nada de este mundo. Pasaron los días y ninguna de ellas volvió a hablar del tema. Una de las amigas que tenía un olivar muy cerca de Bailen casi en la cuesta la muela, tuvo que volver al pueblo ya entrada la noche, como le daba miedo, pidió a su hija que la acompañase, pues pensó que no yendo sola no se le aparecerían y de hacerlo, seguro no se le acercarían. Pero no fue así, llegando ya a la entrada del pueblo antes de llegar a las huertas, encontraron en un repecho sentados sobre unas piedras a toda la comitiva, detuvieron sus pasos a escasos metros, el pavor que sentían no las dejaba avanzar, de pronto…la de la guadaña se levantó y dirigiéndose a sus acompañantes dijo; levantaos hermanos y sigamos nuestra marcha la luna se ha ocultado y por lo tanto estas almas no nos pertenecen, y como en otras ocasiones alejados del camino campo a través sin posar los pies en el suelo, se dirigieron hacía el Castillo que parece ser era su morada. Muchos años pasaron desde aquel día, la vida había cambiado mucho para todos los habitantes de la villa y ya parecía que nadie de aquellas mujeres recordaba lo acontecido, era como si hubiesen querido borrarlo todas a la vez de sus mentes. Por el camino de Bailén iban dos mujeres camino del pueblo una de ellas la más mayor subida a lomos de una vieja mula y la más joven, apoyándose en una vara para hacer el camino más
  • 14. llevadero. No se divisaba el pueblo todavía, pero la luna llena daba la sensación de que no era de noche. De pronto la mula se paró en seco, la joven alertada por unos toques en su espalda…se giró y cual no sería su sorpresa que vio que quien la tocaba era su madre, que minutos antes, que digo minutos un segundo hacía solo que hablaba con ella subida a la mula. Helada se quedó la muchacha al oír de boca de su propia madre; Hoy sí que era mi hora, sigue tu camino y no te detengas hasta llegar a las huertas, allí deja la mula atada y sigue hasta la casa, la muchacha, no se si por el miedo o por obediencia a su progenitora, hizo exactamente lo que le dijo. Al subir las eras, un repique a muerto la alertó de que otra alma había dejado este mundo. Al llegar a su casa, las amigas de su madre la esperaban en la puerta y abrazándose a ella rezaron a las ánimas para que acompañasen el alma de la difunta. Aquella noche en la almena gorda, las luces y las sombras se sucedieron hasta bien entrada la madrugada, cuándo ya la luna se iba retirando para dar paso al nuevo día. Todas aquellas mujeres murieron de igual manera, excepto una que en otra ocasión os lo explicaré. Nana Smith
  • 15. Sierra morena bonita Sierra morena gallarda Sierra morena es mi tierra Moruna de pura raza Donde rigen los olores Donde se huele la albahaca Donde el cielo enmudece Y el verde de sus montañas Cuando se despierta el día Con las águilas reales Cuando ese río cabalga Cubriendo los matorrales Como olvidar yo mi tierra Como olvidar a su gente Dime tu si lo has logrado Por que yo me quedo inerte Isabel Pérez Sánchez
  • 16. LOS AROMAS DE MI PUEBLO ------------------------------------------ Hoy no tenía la valentía para escribir relato alguno, así que, pensando qué urdir en esta jornada, determiné evadirme un poco y fui a dar un paseo. El día amaneció grisáceo, el cielo permanecía encapotado, la bruma ocultaba las cubiertas de las casas; se asemejaba a un día triste, sin embargo, era uno de esos en los que me incitaba a pasear, cosa que me entusiasma. Cogí un deslucido paraguas y me alejé con paso sosegado a pasear por mi pueblo para descubrir su esplendor en un día así. Lo que descubrí en un primer instante no fue nada especial. La gente irrumpía, apresurada, abandonando las calles para adentrarse al calor de sus hogares y resguardarse de la fría agua que caía. Algunas de las chimeneas desprendían un denso humo que impregnaba con un aroma a sierra las calles. Esa fragancia, que tanto me agrada, hacía venir a mi memoria gran cantidad de recuerdos. Continué transitando por las deshabitadas calles encaminándome hacía el paseo, el panorama que desde allí se divisaba era impresionante; me paré detenidamente para contemplar aquel bello paisaje, el viento soplaba apaciblemente haciendo que los árboles se agitaran suavemente. Algo más alejado se podía descubrir la sierra, parecía estar envuelta por un denso manto de agua, mi vista se perdía en el horizonte; en mi pensamiento me trasladé al interior de la misma, me fui confundiendo entre ella; por un segundo supuse encontrarme en su interior, en medio de sus jaras, caminando, percibía ese olor a tierra húmeda tan singular que sólo se localiza en esa zona. A mí llegaban las más peculiares esencias; percibía el olor a coscoja, tomillo, jara, romero, lentisco, madroño además, de otros diferentes que no alcanzo a describir; era una amalgama de olores que me aturdía. En un plano anterior a la sierra descubrí un gran pantano; sus aguas parecían diáfanas, pero como todos, indudablemente tendría un fondo hediondo; a mí jamás me ha cautivado, si bien, acercaba a mi recuerdo situaciones agradables de cuando todavía era una niña; aun así, siempre me ha asaltado cierta desconfianza el transitar por su ribera, siendo muy pocas las ocasiones en las que me he aventurado a sumergirme en sus aguas. Ya no diluviaba, sin embargo la neblina se tornaba a cada momento más densa. A pesar de todo, decidí arriesgarme y proseguí mi paseo bajando por la Llaná; apenas recorrí unos metros, contemplé a lo lejos el castillo. Por un momento dudé si continuar no obstante resolví, ya que había llegado hasta allí, aproximarme hasta él porque hacía bastante tiempo que no lo visitaba. Llegué hasta la plaza; estaba completamente desierta, parecía un lugar deshabitado y olvidado, tan solo tuve oportunidad de ver a un sujeto que se apresuraba a entrar al ayuntamiento portando bajo el brazo unos papeles que cubría cuidadosamente para que no se impregnaran por el agua. Subiendo por Santa María, los recuerdos de antaño comenzaron a asaltarme; me recliné sobre la mojada barandilla, mi mirada se perdía por la campiña: la misma se ocultaba entre la niebla aunque de vez en cuando se podía advertir el destello de algún coche, entre el mar de olivos, acercándose. Me giré cuidadosamente para contemplarlo; seguía igual de esplendoroso, sus muros mojados parecían llorar de lamento por las guerras vividas a lo largo de su vasta vida. Por él han pasado las más dispares historias, conquistas y reconquistas, de pontificios, bereberes y cristianos. En nuestra época ha albergado los amores y desamores de muchas generaciones, sus muros han podido
  • 17. contemplar risas y llantos, los regocijos y el padecer de residentes y foráneos, de toda la muchedumbre que ha cruzado junto a estos muros. Actualmente acoge las visitas de todo aquel peregrino que atraído por sus crónicas ansía conocer todo de él. Cuando lo ven majestuoso se quedan perplejos de descubrir algo tan portentoso en una villa, probablemente ignorada por muchos. Reemprendí mi paseo, me había demorado en exceso, retornando sobre mis pasos más ligeramente, tomé la decisión de subir por la calle Mestanza; al atravesar la plaza observé de soslayo la iglesia sin embargo no era ocasión de detenerme en ella, debido a la hora, aun así aminoré mi paso para contemplar su solemnidad. El empedrado de la calle estaba totalmente empapado ya que hacía un momento que había dejado de chaparrear. Mientras iba ascendiendo me volvía a llegar el aroma que desprendían las chimeneas, el frío comenzaba a acentuarse, imaginando, mientras pasaba próxima a ellas, el calor que las mismas debían desprender y las comidas que estarían condimentando y que, por su olor, deberían ser serreñas. Estaba cercana la hora de la comida y quizá por el hambre percibía el olor de la carne asada sobre las ascuas, unas migas o, por qué no, un puchero hecho lentamente al fuego durante toda la mañana. Cuando llegué a casa estaba agotada, lo que en un principio parecía que iba a ser un día empalagoso se había transformado sin apenas darme cuenta en especial, dentro de mí se sucedieron un cúmulo de emociones. De este modo me surgió el atrevimiento de dejar plasmado lo que había concluido como un día maravilloso. EVA
  • 18. AGRADECIMIENTOS Este es un gran proyecto el cual se puso en marcha gracias a la iniciativa de muchas personas ciudadan@s de este municipio, las cuales desde su principio me ayudaron a salir hacia adelante y poder quitarme la “timidez” que ya quedando atrás tenia en el pueblo. Juani Muñoz una gran persona que me cedió su amistad desde el primer momento que llegué a este MI PUEBLO. Guadalinfo , un centro el cual nunca había acudido a él porque no tenía una opinión exacta de que podía realizar concretamente dentro del centro , hasta que una día por suerte la personas encargada del centro ( Ana Belén Guillén) estaba de Baja por maternidad, y siendo vecinas , pusimos “ en marcha” una conversación de que haciamos la una y la otra, yo escribía poesías ( Nana Smith) y Dinamizadora Local ( Ana Belén), realizaba su trabajo con gran empeño que aún estando de baja buscaba a gente y proyectos los cual poder poner en marcha en su municipio. Unimos las ideas de las dos y salió actividades y proyectos en común poniendo como primera actividad en marcha el I Recital poético musical en Baños de la Encina. Pedro Ortiz ( El Pinche), Federico Zamora ( El Fede), Alejandro Mondaray ( Guitarra), y Ronda Los Almendros gracias por ser las personas que sois, y la gan confianza que habeis mostrado en mí y el gran apoyo dado, que sin vosotros este recital no hubiera sido lo mismo. Nana Smith ¡¡¡¡¡¡GRACIAS!!!!!!