Rigoberta Menchú ganó el premio Nobel de la Paz en 1992. Tuvo una infancia difícil trabajando desde los 5 años y no pudo ir a la escuela. Se involucró en la lucha por los derechos de los pueblos indígenas y campesinos y publicó su autobiografía en 1983 describiendo las injusticias que sufrió. A pesar de no tener estudios formales, se convirtió en una defensora reconocida internacionalmente de los derechos humanos.