El documento resume dos poemas en el Salmo 19. El primero alaba la gloria de Dios manifestada en la creación del universo. El segundo describe las excelencias de la ley divina, que brinda felicidad a quienes la aman, de manera similar a como la creación manifiesta la gloria de Dios.
Los Padres de la Iglesia nos iluminan: Si un día nos vemos asaltados por pruebas inevitables, recordemos que fue Jesús quien nos mandó embarcarnos y que quiere que lo precedamos en la orilla opuesta (Mt 14,22). Es imposible, en efecto, para quien no ha pasado por la prueba de las olas y del viento contrario (Mt 14,24), arribar a aquella orilla. Así, cuando nos veamos rodeados por dificultades múltiples y penosas, fatigados de navegar en medio de ellas con la pobreza de nuestros medios, imaginemos que nuestra barca se encuentra entonces en medio de la mar, azotada por las olas que desearían “hacernos naufragar en la fe” (cf. 1 Tm 1,19) o en alguna otra virtud. (...)
Cuando, pues, en estos sufrimientos, hayamos combatido durante las largas horas de la noche oscura que reina en los momentos de prueba, cuando hayamos luchado lo mejor posible procurando evitar “el naufragio de la fe”..., estemos seguros que, hacia el término de la noche, “cuando la noche esté avanzada y a punto de amanecer” (cf. Rm 13,12), el Hijo de Dios vendrá junto a nosotros, caminando sobre las olas, para tranquilizar la mar.
Cuando veamos que el Verbo se nos aparece, quedaremos sobrecogidos hasta el momento en que comprendamos claramente que es el Salvador quien está presente. Creyendo todavía ver un fantasma, gritaremos atemorizados, pero él nos dirá en seguida: Tengan confianza, soy yo, no tengan miedo (Mt 14,27). Quizás estas palabras de confianza harán surgir en nosotros un Pedro animado de gran ardor, que descenderá de la barca, seguro de haber escapado de la prueba que lo asaltaba. Primero, su deseo de ir ante Jesús le hará caminar sobre las aguas; pero, como su fe es todavía poco firme y está dudoso, advertirá la fuerza del viento (Mt 24,30), empezará a temer y a hundirse. Sin embargo, se librará de esta desgracia porque lanzará hacia Jesús este gran grito: “Señor, sálvame”. Y apenas este otro Pedro haya dicho Señor, sálvame, el Verbo extenderá su mano para ayudarle, y lo agarrará en el momento en que comenzaba a hundirse, reprochándole su poca fe y sus dudas. Fíjate, sin embargo, que no dice: “Incrédulo”, sino hombre de poca fe, y que está escrito: ¿Por qué has dudado?, es decir: “Tenías realmente alguna fe, pero te has dejado arrastrar en sentido contrario a esta fe”. A continuación, Jesús y Pedro volverán a la barca, el viento se calmará y los tripulantes, conscientes del peligro que han pasado, adorarán a Jesús diciendo: Verdaderamente es el Hijo de Dios (Mt 14,33). (P. Max Alexander)
¡Vengan a beber agua, todos los sedientos, y el que no tenga plata, venga también; vengan a comer gratis…!
¡Estamos hartos de tanta propaganda, de tantas propuestas; si alguien llegara a ofrecernos algo gratuitamente, inmediatamente desconfiaríamos y frunciendo la nariz olfatearíamos alguna trampa, algún engaño…!
Un atardecer, en un lugar llamado Siete-fuentes, a orillas de un lago, encontramos una multitud que sigue a Jesús, gente con mucha hambre, con muchas hambres… Allí, en descampado, los sorprendió la noche. Hay hambre, ¿qué hacer? Los discípulos del Rabí de Nazaret ni lo dudan: que se vayan, compren y paguen lo comprado. Mismito sería el consejo que daríamos nosotros: ¡Al fin y al cabo nada es gratuito. Toda contabilidad, también la de la vida, tiene su debe y su haber! Todo tiene precio y todos tienen su precio.
¡Qué lástima quedar aprisionados en la inexorable lógica del acumular, del tener…!
La lógica de Jesús es muy distinta: dar: den, dense a sí mismos… Jesús nos introduce en su mundo, en el del Reino, enseñándonos a conjugar la vida con otro verbo: dar y darse, regalar y regalarse. No, no se trata de comprar, tampoco de prestar… Se trata de aprender a dar sin esperar nada a cambio, a no ser alegría dada, compartida, multiplicada… No hay necesidad de dinero, se ofrece lo que se es y tiene. En la contabilidad de Dios tu hambre es un problema material, pero el hambre de tu hermano, de tu hermana, es un problema espiritual: en el último día te harán el balance de acuerdo a lo que hiciste con el hambre, la sed, el frío y el dolor del más pequeño de los hermanos, de las hermanas de Jesús: les aseguro que cada vez que lo hicieron [que no lo hicieron] con el más pequeño de mis hermanos lo hicieron [no lo hicieron] conmigo.
Cada uno de nosotros es testigo de las maravillas, las multiplicaciones, ocurridas en nuestra vida: son innumerables, enumeremos apenas alguna: nada, ni el hambre, ni el desierto, ni la noche pueden separarnos del amor de Jesús, de la fascinación por Cristo; cinco son los panes que pasando de las manos de uno al corazón de todos, a todos saciaron… El primer gran milagro es el de la desmultiplicación de mis egoísmos, temores y desconfianzas, logrando que me multiplique sin tasa y sin cuento, dándome y dándome…, haciendo que ‘mi pan’ se transforme en ‘nuestro pan’: ¡Padre nuestro…, danos el pan nuestro de cada día!.
Misteriosa y maravillosa lógica la del Reino: el poco pan, compartido entre todos, alcanza para todos, al convertirse,- ¡al convertirnos! -, en pan-de-Dios. El hambre comienza cuando yo guardo mi pan solo para mí. Cuando países y personas que tenemos alimento en sobreabundancia no lo compartimos. En cambio, cuando se instaura la lógica del Reino, la del dar y darse, entonces de lo compartido nada se pierde y lo que sobreabunda, los pedazos que quedan, al ser atesorados amorosa y cuidadosamente en doce canastas, sacian las hambres de los que van llegando.
¡Doce son las canastas recogidas: una para cada uno de los meses del año, una para cada una de las doce tribus del Israel de Dios! ¡Para que en ninguno de los doce meses olvidemos las hambres de cuantos nos rodean; para que no cerremos los ojos ante ninguna de las tribus que integran y conforman el mundo entero!
Y las palabras de Jesús que ordenan: recojan los pedazos, adquieren de pronto otras resonancias, trayéndonos el eco de otros pedazos: estamos hecho pedazos, divididos entre tantas cosas y tantos intereses, despedazándonos mutuamente. Unidos y reunidos en el Pan único y partido, todo dolor y todo sufrimiento queda ‘enterado’ [es decir, entero e integrado] en el Pan partido y entregado, en el Cáliz derramado… Es como si el Maestro nos dijera: “no dejen que nada se pierda, anonádense, piérdanse más bien ustedes dándose por entero”.
¿Quién podrá separarnos del amor a Cristo? ¿Las tribulaciones, las
Texto del Evangelio (Lc 10,38-42): En aquel tiempo, Jesús entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude». Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada».
Salmo 3
Rodeado de enemigos que tratan de quitarle la confianza en Dios (v. 3), el salmista se pone totalmente bajo la protección divina.
Su confianza se funda en el recuerdo de la ayuda que recibió del Señor en circunstancias similares (vs. 4-5, 8).
La “multitud innumerable” mencionada en el v. 7
(literalmente, “un ejército de diez mil”),
podría indicar que este Salmo fue inicialmente
la súplica de un rey o de un jefe militar,
y que sólo más tarde comenzó a ser recitado
por el común de los fieles.
La tradición cristiana, apoyándose en el v. 6, ha utilizado este Salmo como oración de la mañana.
La transfiguracion del señor 8 de agostodevociones
La Transfiguración es un acontecimiento de oración: orando a Jesús se sumerge en Dios, se unen íntimamente a Él, adheridos con la propia voluntad humana a la voluntad de amor Padre, y así la luz lo invade y aparece visiblemente la verdad de su ser: Él es Dios, Luz de Luz. Incluso la túnica de Jesús se vuelve blanca y deslumbrante... Aquí está el momento crucial: la transfiguración es la anticipación de la resurrección, pero esta presupone la muerte. Jesús manifiesta a los Apóstoles su gloria, para que tengan la fuerza de afrontar el escándalo de la cruz, y comprendan que es lo que ocurre a través de las muchas tribulaciones para alcanzar el Reino de Dios. La voz del Padre, que resuena de lo alto proclama a Jesús su Hijo predilecto como en el Bautismo en el Jordán... Para entrar en la vida eterna debemos escuchar a Jesús, seguir el camino de la cruz, portando en el corazón, como Él la esperanza de la resurrección.
(BENEDICTO XVI)
Fuente: Emeric Amyot d'Inville, C.M. "Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de San Vicente", Vincentiana: Vol. 41: No. 4, Artículo 7.
A. ¿Qué es la soledad?
• En el Antiguo Testamento la palabra hebrea que más se utiliza para “solitario” es shamem, que significa “desolado”.
• En el Nuevo Testamento la palabra griega eremos significa “lugares desiertos”.
• La soledad es el estado emocional de tristeza causado por sentirse solo, aislado o alejado de los demás.
• Una persona puede sentir la falta de cercanía con otros aún cuando estén en su presencia.
• David exclamó al Señor en tiempo de soledad:
“Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido”.
(Salmos 25:16)
B. ¿Qué significa estar solo?
• En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea que se traduce solo es badad, que significa “estar con uno mismo”.
• En el Nuevo Testamento, la palabra griega monos denota “sin compañía, solo, solitario”.
• Estar solo es la condición de estar sin compañía, separado de otros.
• Con frecuencia, Jesús buscó estar a solas. Se apartaba de los demás para poder tener comunión con el Padre.
“Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo”.
(Mateo 14:23)
C. ¿Cuál es la diferencia entre estar a solas y sentir soledad?
• La soledad se refiere al estado emocional (por sentirse rechazado y desolado).
• Estar a solas se refiere al estado físico (el estado de estar separado de los demás).
• La soledad generalmente es una experiencia negativa (que va acompañada de un sentimiento de desesperanza).
• Estar a solas puede ser una experiencia positiva (convirtiéndola en un momento de creatividad y comunión con el Señor).
D. Ejemplos bíblicos de soledad
DAVID EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR EL RECHAZO.
“Mira a mi diestra y observa, pues no hay quien me quiera conocer;
No tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida”.
(Salmos 142:4)
JOB EXPERIMENTÓ SOLEDAD POR SUS AMIGOS DESLEALES.
“El atribulado es consolado por su compañero; aun aquel que abandona el temor del Omnipotente. Pero mis hermanos me traicionaron como un torrente; pasan como corrientes impetuosas”.
(Job 6:14–15)
ELÍAS EXPERIMENTÓ SOLEDAD PORQUE TEMIÓ LA IRA DE DIOS.
“Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres”.
(1 Reyes 19:3–4)
E. Ejemplos bíblicos de estar solo
PABLO ESTUVO SOLO CUANDO SUS AMIGOS LO ABANDONARON.
“En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león”.
(2 Timoteo 4:16–17)
JOB ESTUVO SOLO CUANDO
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3. En este Salmo se encuentran yuxtapuestos dos poemas de estilo y contenido diversos. ► El primero es un himno de intensa vibración lírica, que celebra la gloria del Creador manifestada en la armonía y grandiosidad del firmamento (vs. 2-7). ► El segundo es un poema didáctico, en el que se describen las excelencias de la Ley divina. Se establece un paralelismo entre las dos manifestaciones de la gloria de Dios: una en la Creación y en las perfecciones del universo, y otra en la Revelación concedida a su Pueblo, fuente de felicidad y de vida para los que le aman y aceptan sus exigencias.
4. 3. CON NUESTRO TIEMPO 2. CON JESÚS 1. CON ISRAEL Para un judío fervoroso, la ley, lejos de ser una traba minuciosa, una regla legalista y formalista, es un verdadero "don de Dios". Al revelar al hombre la ley de su ser, Dios hace Alianza con él, para ayudarlo en sus comportamientos vitales: como el sol que "desposa la tierra" para darle vida, en el don de la ley hay algo así como la alegría de las nupcias, ¡es un misterio nupcial! La letanía de "cualidades" atribuidas a la ley recuerda las cualidades que se dan los enamorados. De seguro, Jesús cantó este salmo con mucho fervor. Sus parábolas, casi todas tomadas de la "naturaleza", nos muestran su gran admiración por la creación. ¡Todo lo bello le "hablaba", le hablaba del Padre! La ley de Dios. Nosotros, hombres modernos, ¿no tendríamos que redescubrir lo que es una "ley"? El autor de este salmo, proclama jubilosamente que tiene una "ley". No da la impresión de estar presionado, forzado por ella, como si esta ley se la impusieran de fuera... "Los mandatos del Señor son rectos, alegran el corazón... son más preciosos que el oro, más dulces que la miel".
5. El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje.
6. Allí le ha puesto su tienda al sol: él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino. Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calor.
7. La ley del Señor es perfecta, y es descanso del alma; el precepto del Señor es fiel, e instruye al ignorante . Los mandatos del Señor son rectos, y alegran el corazón; la norma del Señor es límpida, y da luz a los ojos.
8. Más preciosos que el oro, más que el oro fino; más dulces que la miel, de un panal que destila. La voluntad del Señor es pura, y eternamente estable; los mandamientos del Señor son verdaderos, y enteramente justos.
9. Aunque tu siervo vigila para guardarlos con cuidado, ¿quién conoce sus faltas? Absuélveme de lo que se me oculta. Preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine: así quedaré libre e inocente del gran pecado.
10. Que te agraden las palabras de mi boca, y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón, Señor, roca mía, redentor mío.
11. «El día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje». E se pregón, ese lenguaje, esa sabiduría secreta nos habla a nosotros también. Su mensaje es claro: Dios no falla nunca. Ese es el secreto de las estrellas. Y la misma mano que las guía a ellas eternamente por las rutas invisibles del cielo nos guía también a nosotros por los laberintos imposibles de nuestro viaje sobre la tierra. Mira a los cielos y cobra ánimo. Dios respalda a su creación. C ielo y tierra al unísono. Tu Hijo nos enseñó a pedir que tu voluntad se haga en la tierra como en el cielo. Veo a todos los cuerpos celestes que obedecen a tu voluntad con fácil perfección, y pido para mí esa misma facilidad en seguir las rutas de tu gracia. Esa es la oración que rezo a diario, enseñado por tu Hijo. E s verdad que yo tengo la libertad -que el sol y la luna no tienen- de escoger dirección y desviarme de tu camino. Por eso te pido que me dirijas despacio, me corrijas suavemente, me cuides a lo largo de mi órbita.
12. D emos gracias a Dios y proclamemos su gloria por el don de la creación y por el sol que ilumina nuestro día; pero más aún porque Cristo, luz verdadera que ilumina a todo hombre, resplandece sobre nosotros y asoma por un extremo del cielo y llega al otro extremo sin que nada se libre de su calor .
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