1. Bendito Señor de los Milagros
tú que eres mi Dios y me das tu paz para
no desesperar,
gracias por poner en mi cada día,
esfuerzo, fe y paciencia.
Gracias Señor por devolverme la paz a mi
espíritu,
no me dejes solo y ven pronto a mi auxilio,
solo tú eres mi roca y mi refugio.
Señor de los Milagros quiero agradecerte
y pedirte que nos escuches,
nos atiendas y nos hagas sentir la
esperanza de alcanzar
tus favores en esta vida y en la muerte
veamos tu salvación y la vida eterna.
2. En el siglo XVI el español Hernán González, encomendero de Pachacámac (Lurín), adquirió algunos
terrenos en Lima. Uno de ellos fue conocido como la Huerta de Pachacamilla, porque era cuidada por
indígenas provenientes de Pachacámac. Estos indios, mal cristianizados, adoraban en secreto una imagen
de Pachacámac, el antiguo dios de los terremotos, que pintaron en una pared.
Este culto perduró con el paso del tiempo y fue contagiado a los negros esclavos del lugar. En el siglo XVII
los indios desaparecieron y los negros angoras reemplazaron la imagen de Pachacámac por una del Cristo
crucificado. Se sabe que desde 1650 los negros formaron una cofradía y se reunían para rendir culto a la
imagen y le construyeron una ermita.
En 1655, ocurrió un terremoto en Lima, causando pánico en la población. Se destruyó buen número de
casas e iglesias. La ermita de Pachacamilla, sufrió el derrumbe de su techo, pero la pared donde estaba la
imagen de Cristo crucificado no quedó afectada. Esto fue considerado como un milagro.
Por esos años, el negro Antonio León sufría de un tumor que parecía no tener curación. Pero empezó a
visitar y suplicar con frecuencia al “Señor de los Milagros” y el tumor fue reduciendo de tamaño hasta
desaparecer completamente. La noticia se propagó e hizo aumentar el número de devotos.
3. 1º MILAGRO
• En 1920, varios periódicos y
habitantes de Lima, hicieron
eco de la repentina curación
de Rosa Angélica Castro, una
pobre tullida de modesta
familia, que había pasado por
dos operaciones y que por
causas desconocidas por los
médicos, había quedado
inmovilizada en ambas
piernas.
2º MILAGRO
• En 1935 hallamos otros dos casos.
Uno es el de la Sra. Elvira R. De
Dávila, curada de un tumor canceroso
en el útero. Tanto el médico que la
atendió como los que la examinaron
en el Hospital Arzobispo Loayza,
entre ellos el Dr. Constantino
Carvallo, juzgaron que el mal no tenía
remedio. La enferma sacando
fuerzas de flaqueza, pidió que le
permitiesen abandonar el Hospital y
acudió a la novena del Señor en su
templo. El divino crucificado escuchó
y sin operación el tumor desapareció
y se sintió sana.