SlideShare una empresa de Scribd logo
1 de 24
Descargar para leer sin conexión
EL NIÑO ANTE LA TIRANÍA
DE LA SOCIEDAD DE
CONSUMO
III Concurso Joaquín Guichot


Antonio Cortés Cortés
Moriles, abril 1988




                               0
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo




                      SUMARIO………………………………………………….1

                      PROEMIO
                      Educación y consumo……………………………….……...2

                      CAPITULO PRIMERO
                      Opresión y progreso en la historia………………………….3

                      CAPITULO SEGUNDO
                      Consumismo y propaganda………………………….……...7
                      1.- La nueva Sociedad de Consumo………………….……..7
                      2.- La Propaganda, medio de difusión consumista………....10

                      CAPITULO TERCERO
                      El Niño ante la Propaganda y la Sociedad de Consumo......13
                      1.- El Niño y la Propaganda…………………………..…....13
                      2.- El Niño y la Sociedad de Consumo……………..….…..18

                      CONCLUSIÓN
                      Un nuevo Compromiso entre escuela y sociedad………….22

                      BIBLIOGRAFIA…………………………………….....…..23




                                           1
Antonio Cortés Cortés




        PROEMIO

        EDUCACIÓN Y CONSUMO

        Consciente de la dificultad de afrontar una investigación en la temática de la Educación y
el Consumo, tema que me ha preocupado hondamente en mi tarea de educar en los ambientes
deprimidos y pobres de las zonas rurales de Andalucía, he pensado precisamente en contribuir con
estas páginas a desenmascarar la cruel situación de consumo desmedido en que se encuentra el
pueblo y la clase trabajadora en nuestra sociedad. Quiero fijarme más concretamente en la situa-
ción del Niño, como víctima más indefensa y objeto principal de los intereses consumistas, que le
acosan, desde su nacimiento hasta la edad escolar pasando por el seno de la familia, intentando
"tragárselo" y ganárselo pera el "sistema" o bien hundirlo y convencerlo de su situación de infe-
rioridad, de su condición de "oprimido".

        Es necesario, pues, educar para el consumo a nuestra sociedad; educación que debe co-
menzar entre nuestra población infantil. Al tiempo que acuso como culpables de ese acoso a los
intereses económicos del sistema capitalista, defenderé y expondré como base de la didáctica de
una educación para el Consumo, la independencia del Niño, su originalidad y su creatividad, que
es, al fin y al cabo, lo que, en teoría, pretenden los diez Principios de la Declaración de los Dere-
chos del Niño del 20 de noviembre de 1959, proclamada por la O.N.U.

        Es, pues, necesaria una nueva pedagogía que salga de abajo, una pedagogía que nazca de
la investigación didáctica de quienes día a día estamos en contacto con la realidad social en la
Escuela, no una pedagogía oficial, de gabinete, impuesta desde arriba por unos intereses políticos
y económicos. Según la Pedagogía Tradicional el Niño ha sido siempre un "receptáculo vacío",
una "tabula rasa" que hay que ir llenando conforme a los intereses de la sociedad, que siempre han
sido los de la clase dominante. El sociologismo pedagógico, termina anulando al Niño mediante la
masificación. La Pedagogía Social, desde Durkheim a Natorp, al considerar realidades sociales
tanto al sujeto como el contenido de la educación, hace de ésta un proceso tendente a realizar al
hombre no conforme lo ha hecho la Naturaleza, sino como la sociedad quiere que sea. Pero los
intereses de la sociedad son intereses económicos, de dominio, de poder, de control y de opresión.

        Esa es la palabra: opresión. Realmente el consumismo como doctrina, como nueva reli-
gión para la sociedad de masas no es más que una nueva forma de opresión. Como dice Paulo
Freire en la "Pedagogía del Oprimido" citando "El pensamiento político de la derecha" de Simon-


                                                     2
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo



ne de Beauvoir, lo que pretenden los opresores es "transformar la mentalidad de los oprimidos y
no la situación que los oprime."1

         La propaganda será el arma, el catecismo de esta nueva doctrina en manos de una minoría
dispuesta a drogar, a adormecer las mentes y a fabricar una sociedad masificada, totalmente inma-
nentista, materia apta para la manipulación; dispuesta, en suma, a tiranizar, porque ya no habrá
verdaderas libertades sino servidumbre y opresión en aras de unos intereses económicos.

         Comenzaré el estudio partiendo de la hipótesis de que la sociedad ha progresado gracias al
sometimiento de unas clases por otras, hasta llegar a la sociedad actual, sociedad tecnológica, con
una nueva forma de opresión: la doctrina consumista impuesta por la propaganda de los medios de
difusión de masas; luego situaremos al Niño, como víctima, ante dicha propaganda y ante la mis-
ma sociedad consumista analizando, por fin, las situaciones concretas en que es sometido por
ellas.

         Aquí están, pues, mis reflexiones sobre estos temas. Denunciaré igualmente todos los fac-
tores sociales, económicos, culturales y educativos que tratan de oprimir al Niño, de alienarlo, de
matar en él lo que la Naturaleza ha puesto como base del progreso y el desarrollo: la creatividad y
la originalidad. Como toda denuncia aparecerá triste y amarga, pero creo que la sinceridad cruda
debe ser la premisa de toda investigación didáctica.




         1 Freire P. Pedagogía del Oprimido. Siglo XXI de España Editores. Madrid 1978, p. 79


                                                                  3
Antonio Cortés Cortés




          CAPÍTULO PRIMERO

          OPRESIÓN Y PROGRESO EN LA HISTORIA



          La historia del hombre y su progreso va íntimamente unida a la historia de la opresión y si
unas clases sociales han ido progresando ha sido gracias a la opresión de las más débiles. Actual-
mente, en la sociedad industrial una minoría en poder de los medios de producción ha dominado y
oprimido al mismo productor que ha quedado así reducido a un elemento más en la cadena de
producción.

          Este sistema de opresores y oprimidos ha sido precisamente le clave del progreso en la
historia. Naturalmente un progreso clasista que pretende el desarrollo de unas clases a costa del
subdesarrollo de otras, a costa de la opresión de los más débiles. Y esta cadena comienza con el
Niño, la clase más débil, a merced siempre de los intereses de la sociedad expresados en la familia
que se convierte así en sistema transmisor de unos valores y una cultura opresores.

          Históricamente la forma más primitiva de opresión ha sido la esclavitud, cuya definición
damos como "estado de la persona (esclavo) que es propiedad de otra y se halla bajo su total
dominio."2

          La importancia de la esclavitud ha sido clave para el progreso económico de las diversas
culturas. El esclavo, desposeído de todo derecho, sólo tenía la obligación de trabajar para el señor.
Así se han formado las culturas de la antigüedad en que los pueblos vencedores dominaban y es-
clavizaban a los vencidos. Una teocracia antigua, el Israel del Antiguo Testamento, permitía es-
clavizar al extranjero, al tiempo que pide buenos tratos para el esclavo de la misma raza.3 En otro
lugar de la Ley se lee que al esclavo judío se le dé libertad a los seis años, así como que se acoja al
esclavo huido.4 La situación del niño en el seno de la familia patriarcal era de privilegio siempre
que el hijo fuese respetuoso can sus mayores. Si, por el contrario, el hijo era rebelde debía ser
maldecido y castigado.5 Se garantizaba así la autoridad paterna como expresión de la autoridad
divina.




          2 Moderna Enciclopedia Ilustrada. Ed. Nauta, Barcelona, 1969. Tomo 3º, p. 658
          3 Levítico, 241, 39 y ss.
          4 Deuteronomio, 15, 12-18 y 23, 15-16
          5 Sabiduría, 3, 13; Levítico, 20, 5 y Proverbios, 20, 20
                                                                   4
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo



           Grecia y Roma tenían ideas semejantes con respecto a la esclavitud y al sometimiento y
dependencia de unas clases a otras. En Esparta era tal esta dependencia del Estado que éste pro-
cedía a una "depuración" de los recién nacidos para conseguir una sociedad de "superhombres",
una raza superior. Las corrientes estoicas y el cristianismo mitigan estas ideas, hasta la Edad Me-
dia en que el poder económico, de acuerdo con el religioso, admite la esclavitud para los infieles y
herejes.

           En la economía agraria feudal, la esclavitud se extiende a la servidumbre de la gleba en
que el siervo formaba parte de las tierras del señor, y por tanto, era propiedad suya. De igual ma-
nera el Niño ha sido considerado en muchas culturas propiedad de los padres que podían venderlo
o comerciar con él. Y no digamos nada de la mujer, cuyo contrato matrimonial ha llegado a ser,
incluso en culturas muy cercanas a la nuestra, un auténtico contrato de compra-venta.

           Con la penetración europea en el continente africano a partir del siglo XVI y las confusas
ideas religioso-culturales sobre las razas (en el seno de la Iglesia se llegaba incluso a discutir si los
negros tenían alma), comienza la trata de negros deportados a América, y los Estados de América
del Norte vieron crecer su economía gracias a tan valiosa ayuda en mano de obra y material
humano. Durante más de tres siglos se mantuvo la institución de la esclavitud, hasta que la guerra
civil de Secesión puso fin a tan inhumana situación hace poco más de cien años.

           Pero no termina la esclavitud con el presidente americano Abraham Lincoln, sino que
otras formas más solapadas se han extendido hasta nuestros días. El colonialismo del siglo XIX
dio como resultado unos pueblos muy desarrollados a costa de otros que lo perdieron todo y que
hoy justificamos llamándolos "países del Tercer Mundo”. Los imperialismos continúan aún explo-
tando con su intervencionismo a los países “intervenidos” evitando que éstos se desarrollen por sí
mismos.

           Esta escalada de opresión a nivel mundial dio como resultado una concienciación de los
pueblos de las Naciones Unidas que reafirmaron su "fe en los Derechos fundamentales del hom-
bre, en la dignidad y valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y muje-
res y de las naciones grandes y pequeñas.”6 Fruto de esta concienciación fue la Declaración Uni-
versal de los Derechos Humanos el 10 de diciembre de 1948 y, como un paso más en el respeto
universal de los pueblos y de las libertades fundamentales, los Pactos Internacionales de Derechos
Humanos, firmados el 16 de diciembre de 1966.




           6 Del Preámbulo a la Carta de Fundación de las Naciones Unidas, firmada en San Francisco el 26 de junio de 1945.
                                                                    5
Antonio Cortés Cortés



        La base de las libertades estaba puesta, y hoy la esclavitud llega a horrorizarnos. Pero a
pesar de todo, el sistema opresor no descansa y sigue inventando nuevas formas de mantener el
poderío económico mundial. Según la tesis defendida por el francés Jean Jaques Servan-Schreiber
en su libro "El desafío americano", Europa se está convirtiendo en satélite económico, político y
cultural de los americanos. Pero no solamente Europa; en todos los países en vías de desarrollo se
supeditan al imperialismo todos los derechos que el hombre y los pueblos han ido conquistando a
fuerza de romper cadenas. Cuando las próximas generaciones tengan que juzgar nuestra cultura y
nuestra civilización, la civilización de las multinacionales, del consumismo y la publicidad, cuan-
do tengan que juzgar nuestra sociedad, como comentaba Manuel Alcántara en un reciente artículo
periodístico, quedarán igualmente horrorizados ante las lacras actuales del tráfico de drogas, la
trata de blancas, el mercado clandestino de trabajadores, el desempleo, el subdesarrollo, la tortura,
la explotación de los débiles, el lavado de cerebros, las depuraciones, etc. Una civilización de
bárbaros, dirán. Y nosotros ante esto no sentimos ni siquiera lo que Valle-Inclán llamaba "ver-
güenza fisiológica", no nos extrañamos de vernos tan cercanos (a pesar de lo que hemos llamado
progreso y a pesar de los Derechos Humanos) a nuestros antepasados bípedos a quienes orgullo-
samente llamamos hombres primitivos.

        Nuestra falta de creatividad -que es la base natural del progreso y que poco a poco van
anulando en la sociedad masificada a través de la publicidad, los eslóganes y otros tipos de propa-
ganda que nos ahorran el esfuerzo de pensar- la suplimos adoptando lo que los lacayos del poder
nos ofrecen ya hecho, sin someterlo a la más mínima elaboración crítica. Así adoptamos en nues-
tras escuelas los sistemas de clasificación, de medida, de evaluación y promoción que nos vienen
de otras fronteras con unos oscuros intereses sin darnos cuenta de que estamos privando al Niño
de su capacidad más fuerte: la creatividad, la originalidad, y que estamos seleccionando niños,
como lo harían los espartanos, en busca de una sociedad masificada y esclava. Nos sometemos a
los imperialismos sin darnos cuenta de que al cobijarnos bajo los poderosos vamos a pagar el alto
tributo de nuestra libertad como pueblo. El consumismo se ha revelado hoy como la nueva forma
en que el capital va a seguir colonizando al hombre.

        El hombre coloniza al hombre. Y el Niño crece en esta sociedad colonizada y se hace in-
sensible a la opresión y al dominio; los ve como algo natural. Por eso se oprime al Niño. Una ni-
ñez crecida en la opresión se convertirá en una sociedad de buenos esclavos, obedientes y sumi-
sos. Es el ideal del opresor. Por eso denunciamos el peligro del Niño que, poco a poco, se va "do-
mesticando" en esta sociedad opresora que terminará, como otro Saturno, devorándole en la vorá-
gine del consumismo, indefenso, adormecido y anestesiado por el opio de la propaganda.

                                                       6
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo



        CAPÍTULO SEGUNDO

        CONSUMISMO Y PROPAGANDA



        1.-     LA NUEVA SOCIEDAD DE CONSUMO.

        En este apartado vamos a analizar nuestra sociedad tecnológica, sus orígenes y su doctrina
consumista como nueva ideología que aporta a la sociedad unos nuevos valores. Valores que,
vamos a ver, desgraciadamente están al servicio del poder económico y que, ya de por sí, son ellos
mismos fuente de opresión.

        La economía de producción, base de la sociedad tecnológica, implica dinamismo y expan-
sión so pena de ahogarse y perecer. En otras palabras, necesita crear mercado, y no hay mercado
sin consumo. La sociedad tecnológica se polariza desde ahora en torno a la producción y al con-
sumo. Naturalmente es el capital quien acapara la producción. Los primeros destinatarios de los
bienes de consumo fueron la aristocracia, las clases altas y la burguesía; el obrero era sólo traba-
jador explotado sin acceso a dichos bienes.

        Pronto la concentración de masas proletarias en los núcleos industriales hizo posible am-
pliar el campo de los consumidores a esas mismas masas. Ello supuso una elevación del nivel de
vida del proletariado y el aumento de sus recursos materiales y de cualificación profesional. La
gran masa trabajadora entra así a engrosar el mundo del consumo, al tiempo que las mejoras sala-
riales retornan de nuevo al capital ya que el precio de los bienes de consumo supera el poder ad-
quisitivo de los salarios, con lo que aquél puede lanzar cada vez más productos al mercado. El
proletario-consumidor se convierte así en mano de obra, trabajador asalariado y consumidor de
sus propios productos a los que no tiene acceso sino después de pagar por ellos lo que había reci-
bido en concepto de salario por su trabajo en la producción.

        Consumir y producir es la nueva necesidad. El consumo no se reduce a los bienes materia-
les, sino que se extiende a la inteligencia, el arte, la política, el ocio, etc. Todo se convierte en bien
de consumo; por eso hablamos de consumo material, intelectual, artístico, del ocio, etc.

        Consumismo material: los bienes materiales como medio de alcanzar el confort y el
bienestar son la primera droga da la sociedad actual. El pluriempleo camuflado, en un mundo de
parados, la estafa y la delincuencia son los medios habituales de conseguir todo aquello qua ya
sentimos como una necesidad: piso, coche, televisor, electrodomésticos al último grito, cámara
fotográfica, ordenador, vídeo… Justas aspiraciones del hombre pero al alto precio de "prostituir-

                                                        7
Antonio Cortés Cortés



se" ante cualquier tentación de bienestar material. Y no hablemos de los conflictos, casos para el
siquiatra, que esto provoca en familias de economía modesta con aspiraciones de “ascender” de
clase social.

        Consumismo intelectual: En nuestra sociedad de consumo hemos llegado a una superva-
loración de la instrucción que llega a ser la medida intelectual de la persona. No se tiene en cuenta
la formación, la capacidad de crear, de enfrentarse ante la ciencia, sino sólo los conocimientos
transmitidos. De ahí el triunfo del sistema de oposición pera ocupar algún puesto en la sociedad.
Este consumismo intelectual nos lleva a la "titulitis”, al consumo de títulos académicos. Los test y
otras técnicas sicométricas se convierten en medidas infalibles para catalogar a las personas, para
dividirlas en dos clases sociales: los cualificados y los no cualificados, los titulados y los no titu-
lados, los llamados a triunfar o al fracaso.

        Consumismo artístico: coleccionismo, música, cinematografía, fotografía… todo el arte
es objeto de consumo, lo que supone que el auténtico arte quede fuera del alcance de las masas. El
artista y la obra de arte son algo esporádico, aislado y reservado para unas minorías. Los intereses
económicos fabrican un nuevo arte de consumo de masas, producido en serie para satisfacer la
gran demanda. El cine abunda en obras de este tipo y la televisión nos ofrece programas "cultura-
les", deportivos y musicales o de actualidad y entretenimiento que van drogando a la gente con
sus ídolos de la moda, del deporte o de la canción. Se impone así una forma de vida, un estilo
masificado y acrítico que va matando toda iniciativa personal auténticamente artística.

        Consumismo del ocio: El tiempo libre, la primera y autentica conquista del trabajador,
también es objeto de consumo. Aparece así el "boom" de los deportes de masas, de las salas de
diversión, del turismo de masas… Estas actividades no pretenden un desarrollo armónico y libre
de la persona en su tiempo libre sino que lo que les interesa es crear unos estereotipos de ocio
capaces de captar el mayor número de seguidores y consumidores.

        Se comercia ya con la persona y con todos sus valores que sufren una inversión: sobre
ellos se coloca el interés del mercado; el pueblo, la gran masa de consumidores, sigue sin acceder
a los auténticos valores, y entre aquél y éstos se establece un nuevo y todopoderoso valor como
barrera infranqueable: la estructura económica con una nueva medida de las cosas, el dinero. El
dinero es incluso la medida del hombre: "tanto tienes, tanto vales". El dinero se presenta como la
panacea que curará todos los males de la clase oprimida, que le abrirá las puertas a la adquisición
de bienes. Aparece así el crédito como forma más fácil de acceder al consumo. Ya no hay pro-
blemas para consumir: todo está al alcance de todos. Y el trabajador cae de lleno en la trampa del
crédito o de la hipoteca…
                                                       8
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo



        El dinero hace también de medida del nivel profesional, y la profesión se medirá por los in-
gresos económicos, habiendo tantos niveles comosueldos distintos.Cada profesión establece y lucha
por unas tablas reivindicativas que se ven totalmente satisfechas con un simple aumento salarial.

        El tiempo también se mide con dinero: es la época de las prisas; todos tenemos prisa, va-
loramos nuestro tiempo y media hora de trabajo de un profesional supone una cantidad no muy al
alcance de las economías modestas.

        La autoridad también es medible con dinero: a más sueldo más autoridad dentro de la
misma escala social y viceversa. El dinero se convierte así en símbolo de algo sagrado, de algo
que hoy el hombre de la sociedad de consumo respeta y venera por encima de su persona: los ni-
veles jerárquicos y de clase. La estructura de la sociedad de consumo queda, de este modo, perfec-
ta y encuadra perfectamente con la estructura de la opresión y el dominio.

        Al hablar de la sociedad de consumo lo hago en el sentido en el que Max Weber habla de
"tipos ideales" de sociedad, o en el de "modelos conceptuales" que dice Margaret Mead. No exis-
ten tipos puros de sociedad consumista o sociedad tradicional. Se dan más bien subtipos, mezclas,
en los que estas características están más o menos presentes. Comte también hablaba de tres tipos
o estados distintos de sociedad en la historia. Al primitivo estado teológico, en que todo tenía una
razón de ser, una explicación superior, trascendente, sucede el estado metafísico de encuentro del
hombre con el hombre, y a éste, por fin, el estado positivo o sociedad positiva que encontrará en
la ciencia y en sus métodos la respuesta a todos los problemas del hombre. En este estado positivo
es donde aparece la industria que dará origen a la sociedad tecnológica. Para Marx y Engels el
hombre es un ser de necesidades, lo que implica la búsqueda de una producción de bienes que
satisfagan esas necesidades, apareciendo así las fuerzas productivas.

        Sea cual fuere su origen y se dé con más o menos pureza, el caso es que estamos inmersos
de lleno en un nuevo tipo de sociedad que atraviesa su fase de "consumo de masas" o "sociedad de
consumo" y que se caracteriza por "una elevación general del nivel de vida en la población, au-
mento de trabajadores cualificados y aumento de inversiones a la Seguridad Social y Salud
Pública".7

        La doctrina está, pues, perfecta, y como toda doctrina, se presenta con un sentido sote-
riológico, de salvación del hombre. Y el hombre de hoy ha puesto en el consumismo, en el dinero,
toda su esperanza y deseos de liberación.



        7 Rocher Guy. Introducción a la Sociología general. Herder, Barcelona, 1979, p. 571
                                                                  9
Antonio Cortés Cortés



          ¿Estará aquí, por fin, en esta sociedad tecnificada, masificada, la liberación del hombre? Y
una vez más la desilusión viene a responder a tan tremenda incógnita, porque ninguno de los bie-
nes de consumo han podido sacar al hombre de su indigencia, de su opresión. Al contrario, cada
vez se esclaviza más, se ata más a ellos y aquellas ansias de liberarse se ven frustradas, y el hom-
bre cae de nuevo en la alienación o en la angustia. El consumismo no salva, no es doctrina libera-
dora, sino ms bien una doctrina opresora puesta en manos de los poderosos para mantener a las
masas oprimidas, convertidas en una sociedad de esclavos.



          2.-     LA PROPAGANDA, MEDIO DE DIFUSIÓN CONSUMISTA

          ¿Qué medios usa esta doctrina que acabamos de exponer para imponerse con su sentido
universalista en la sociedad? Esta doctrina se impone, sin darnos cuenta, desde cualquier hecho
social y a todos los miembros de la sociedad. Los medios de comunicación de masas son el vehí-
culo de expansión que nos la presentan atrayente, sugestiva, para terminar anulando nuestra capa-
cidad crítica y de defensa ante ella.

          Le propaganda no es sólo aquélla abierta, de carácter imperativo, que nos obliga a consu-
mir tal o cual artículo. Hay otra mucho más sutil y oculta, algo así como aquella otra subliminal
usada en las proyecciones cinematográficas, ya prohibida por no considerarse conforme con la
ética comercial. Pero ésta sí está permitida y se nos mete en todas partes, en la televisión, el cine,
los espectáculos, los comics, la literatura, la escuela… Es un tipo de propaganda que sugiere, que
propone, para terminar imponiendo unos ideales, unos valores, unos modelos y unos estilos de
vida en un contexto emotivo tal que inhibe todo juicio crítico, toda capacidad de defensa. Nuestro
comportamiento está, pues, a merced de la propaganda y por ende, de los que la dominan y con-
trolan.

          Podemos, pues, decir que propaganda es “el conjunto de técnicas y medios de comunica-
ción social tendente a influir con fines ideológicos en el comportamiento humano."8 Precisamente
en esa influencia en el comportamiento humano, en esa violación de la intimidad de la persona, es
donde reside la fuerza de la propaganda. La demanda se crea a través de la publicidad, o lo que es
lo mismo, dicho en forma de eslogan: al consumismo por la publicidad. Y aquí se centra la teoría
actual del mercado con la aparición de una nueva ciencia, la mercadotecnia, auxiliada de la sico-
logía, la sociología, la estadística y la prospectiva, poderosos aliados que han puesto en manos del



          8 DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO ABREVIADO, Espasa Calpe. Madrid 1975, apéndice II
                                                         10
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo



consumismo las voluntades de las masas, creando un nuevo estilo de vida burgués, acrítico e in-
manentista.

        La publicidad comercial no es más que una forma de propaganda tendente a despertar la
demanda en el consumidor. Según la nueva ley sobre Consumo, la publicidad establece un contra-
to entre el empresario y el consumidor. Actualmente, y en boca del profesor Juan Ignacio Font
Galán, catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Córdoba, la voluntad del legislador
es que en ese contrato prime "la defensa del consumidor y el intento de garantizar que el mensaje
publicitario coincida al final con su contenido inicial, es decir, que no sea engañosa, que no con-
duzca a error y que no exista un matiz de omisión que pueda provocar ese posible fraude al usua-
rio".9 Con todo, como veremos en el capítulo tercero, la publicidad sigue siendo engañosa y pro-
vocando ese fraude encubierto al usuario con el único fin de creer mercado.

        Por el contrario la propaganda es algo más amplio, sus fines ideológicos no se concretan a
nivel de mercado, sino que abarcan todas las manifestaciones de la sociedad: economía, política,
ideologías, educación costumbres, cultura… En este sentido siempre ha habido propaganda y por
eso unas ideologías han prevalecido sobre otras, unas culturas sobre otras y unas clases sobre
otras. Pero a partir de la aparición de los medios de comunicación de masas la propaganda cobra
verdadero significado por la rapidez de difusión y la eficacia de sus mensajes. De Guttemberg a
las modernas rotativas informatizadas, de Marconi a la radiodifusión, de Lumière al mercado ci-
nematográfico, de John Logie Baird al mundo de la televisión actual, hay un verdadero abismo; y
las técnicas de comunicación de masas no han superado aún su prehistoria con la aparición de la
informática.

        ¿Pero en qué se funda el poder y la eficacia de la propaganda? Intentaremos hacer un bre-
ve estudio de sus fundamentos que radican en lo más profundo del hombre, tanto en su evolución
bio-sicológica como social y cultural. Hablaremos, por eso, de fundamentos sico-sociológicos, de
valor, antropológicos y semióticos.

        Fundamentos psico-sociológicos: En el hombre existe un sentido social de generaliza-
ción y pertenencia a un grupo. Cada individuo se siente identificado con un grupo social en el que
ve reflejados una serie de valores que le diferencian de otros grupos. La propaganda tiende a des-
pertar ese sentido de pertenencia a un grupo que usa o consume un determinado producto. Este
fenómeno se da igualmente con una determinada persona que ha conseguido una situación de pri-
vilegio en el grupo; en ese caso esa persona encarna los valores del grupo. La preocupación por el


        9
            "Nuevo Diario". Córdoba, jueves7deabril de1988. p.6
                                                                  11
Antonio Cortés Cortés



papel que desempeña dentro del grupo social (el llamado “rol social") es muy acusada en el hom-
bre que siempre pretenderá estar a la altura de las circunstancias, desempeñar un papel correcto en
el grupo, aunque no sea personal sino simplemente imitado.

        Fundamentos de valor: Para comprender el fenómeno de identificación con el grupo hay
que entender el mundo de los valores. Los valores son una manera de ser ideal y estimable y a la
que se aspira. Los percibimos organizados en una escala, con una jerarquía que depende del me-
dio socio-cultural en que se vive y dotados de una carga afectiva que nos hace estimarlos como un
bien, tender hacia ellos. Naturalmente estos valores influyen en nuestra conducta y, en último
término, en la configuración de nuestra personalidad. Para Allport los valores constituyen un im-
portante elemento de la unidad síquica de las personas. Nos demuestra cómo la madurez síquica
se realiza en aquellas personas que logran identificar el conjunto de su siquismo con "un estilo de
vida" inspirado en un conjunto de valores dominantes en el grupo.10

        Fundamentos antropológicos: Los valores dependen del entorno cultural del grupo. El
individuo llega a integrarse en el grupo a través de una cultura aprendida; el aprendizaje le integra
en su entorno cultural y ello le supone adherirse a los valores culturales como ideales del grupo.

        Fundamentos semióticos: Pero los valores como bienes estimables y patrimonio de un
grupo cultural quedarían en el terreno de lo abstracto si no se manifestaran en conductas observa-
bles; necesitamos un nexo entre esos valores ideales y todo aquello que se ofrece como bien con-
creto y realizado en la comunidad. Ese nexo lo dan los fundamentos semióticos.

        Semiología es la ciencia de los signos y símbolos, y símbolo es todo aquello que evoca y
sustituye a otra cosa. En todo simbolismo se dan como elementos integrantes el significante, o
elemento material; el significado, o cosa que simboliza, y la significación o relación entre ambos;
por último hay que añadir el código convencional de significación.

        Esta relación simbólica es importantísima para comprender la teoría de los valores. Los
valores ideales son simbolizados a nivel concreto por conductas observables. Pongamos por caso:
el bienestar como bien deseable, la felicidad, es algo que se concretiza en unos bienes materiales
como son, por ejemplo, los electrodomésticos que se convierten así en símbolos de la sociedad del
confort. El código convencional de significación lo da cada sociedad, cada cultura.

        El caso del lenguaje como sistema de signos es un buen ejemplo de lo que estamos expo-
niendo. El simbolismo que nos relaciona el mundo de los valores con el mundo de lo concreto es



        10 Allport, Gordon, La Personalidad: su configuración y desarrollo. Herder. Barcelona
                                                              12
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo



también una forma de lenguaje. Y considero tendencioso el que todos los medios de comunica-
ción de masas, sobre todo la televisión, no use más que el lenguaje propio de la clase dominante
en la sociedad, un simbolismo burgués y consumista. Para alcanzar los valores de dicha clase hay
que usar aquello que simboliza al mismo valor: traje, coche, casa, muebles, forma de vida… En
otras palabras, se obliga al sujeto a adoptar unos valores impuestos, superiores a su entorno socio-
cultural. Esto va a provocar el problema de los llamados "medios de referencia”, es decir, el con-
flicto de las clases inferiores (niños incluidos) entre su adhesión a los valores de su clase y la
aceptación de los valores “superiores” de la clase propuesta como clase de referencia. En el mun-
do del Niño el conflicto es especialmente peligroso puesto que éste se ve continuamente impelido
a usar la simbología propia del adulto, grupo con el que tiende a identificarse: el uso del alcohol y
el tabaco, las relaciones sexuales precoces o la delincuencia juvenil, vienen impuestos por la mis-
ma sociedad que exige del Niño la aceptación de los valores del adulto.

        Recordemos, para terminar, a Piaget. La segunda etapa del desarrollo de la inteligencia en
el niño (que corresponde a los años de edad escolar), es la de la función simbólica y semiótica: el
niño capta la realidad a través de símbolos que irán configurando su forma de ser, de pensar y de
ver las cosas.11 Y este es precisamente el auténtico drama del Niño situado frente a la propaganda
de adhesión simbólica a unos valores que definen la cultura del mundo del adulto como grupo de
referencia. Ésta le asedia por todas partes sin tener en cuenta que el Niño no es un hombre en pe-
queño, sino un ser distinto que forma un grupo con un mundo diferente al de los mayores. El gran
problema de educadores, escritores y cuantos se preocupan por el mundo infantil ha sido el encon-
trar unos símbolos adecuados mediante los cuales hacer realidad el universo ideal de sus valores
como grupo social distinto. Encontrar esos símbolos, reconocerlos y respetarlos, debería ser el
principal objetivo que la escuela debe establecer en su tarea actual de reforma.




        11 Piaget, J. El Nacimiento de la Inteligencia en el Niño. Aguilar, Madrid 1965
                                                                  13
Antonio Cortés Cortés




       CAPÍTULO TERCERO

       EL NIÑO ANTE LA PROPAGANDA Y LA SOCIEDAD DE CONSUMO



       Vamos a investigar en este capítulo cuál es la situación actual del Niño frente a las distin-
tas formas de propaganda que le acosan -unas veces con intencionalidad propia y otras de forma
indirecta- y frente a la misma sociedad de consumo, analizando las situaciones concretas a las que
ésta va a someterle desde su nacimiento hasta que se integre en la sociedad competitiva y capita-
lista del adulto, o bien la rechace, marginándose en esa misma sociedad.



       1.-     EL NIÑO Y LA PROPAGANDA

       Tenemos al Niño frente el complejo mundo de la propaganda que le oprime con sus exi-
gencias. Podemos decir que el lenguaje publicitario lo aprende al mismo tiempo que la lengua
materna (sonidos, imágenes, eslóganes y símbolos de la publicidad). Es más, va a ser éste quien
determine ciertos aspectos semánticos en la adquisición del lenguaje.

       Dentro de la propaganda visual (murales, carteles, revistas, tebeos…), tal vez sean los
comics y tebeos los que más influyan en él de una manera permanente. Denunciamos en primer
lugar esos comics de superhéroes que trasladan al Niño a un mundo irreal que terminará en la
frustración cuando no en la valoración de la fuerza y la astucia por encima de todos las demás
valores humanos y sociales; esas historias suelen exaltar el individualismo y el poder del más
fuerte, que se convierten así en virtudes al servicio de una clase dominante, ya que abunda el su-
perhombre-robot, fácilmente dominado por una mente superior y maligna que institucionaliza la
violencia como forma de progreso personal o de mantener el orden social y el desprecio de las
clases débiles y humildes como forma de afianzamiento social.

       El mural y la revista tienen más bien una influencia de choque, de impacto esporádico que
sitúan al Niño, de golpe, ante un estilo de vida distinto al del medio en que debe desenvolverse,
presentado como un bien necesario; se crea así el imperativo de la moda y los estilos burgueses
de vida, tanto en los medios urbanos como rurales a los que tiranizan exigiendo a sus víctimas
renunciar a un estilo personal para adaptarse a unos estereotipos impuestos por los intereses
económicos.

                                                    14
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo



        La propaganda sonora se difunde a través del disco y de la radio; el mundo del disco re-
presenta para nuestros niños un valor aprendido en la cultura del adulto. Éste les presenta infini-
dad de conceptos indescifrables y sin sentido para ellos relativos al amor y el sexo. Estos concep-
tos, a fuerza de repetidos, pierden su valor al tiempo que alrededor de le estrella de la canción se
crea un mundo artificial, mítico, que trasladan al Niño a un mundo alienante.

        Con respecto al cine y al actual mercado del vídeo, ni que decir tiene que es un arma po-
derosísima en manos de le sociedad de consumo. Dejemos a un lado las películas clasificadas "S"
o "X" (de las que tampoco se ven libres los niños). Hablemos de los telefilmes americanos con su
escalada de violencia, sexo y corrupción; hablemos de las "inocentes" películas de niños o, inclu-
so, de los dibujos animados. Al niño se le presenta la sociedad organizada de los adultos con sus
normas, su moral burguesa y sus leyes; el Niño aprende que para sobrevivir en esa sociedad he de
ser competitivo, precavido, astuto, falso; el Niño aprende a mentir y a mentirse; aprende que la ley
del más fuerte es la que priva, que la violencia e incluso el crimen son métodos naturales de lucha
en la sociedad. Al cine se le imputa tradicionalmente el aumento de delincuencia juvenil y la rela-
jación de costumbres.

        Completando esta visión de la propaganda audiovisual, vamos a analizar el complejo
mundo de la televisión, el más cercano a los niños y el que más influencia ejerce sobre sus con-
ductas. Cuanto se ha dicho del comic, el disco o el cine, es igualmente aplicable al campo televi-
sivo que los abarca; pero el poder de persuasión es mayor, dada la situación de privilegio que el
televisor goza en las hogares; colocado en el puesto más digno de la casa, casi entronizado, el
televisor cobra fuerza de dios, de un nuevo y moderno lar.

        Todo está así dispuesto para un adoctrinamiento de las mentes infantiles. Sólo queda que
unos intereses capitalistas, ayudados de una programación adecuada, inicien el proceso. Y no nos
cabe duda de que quien ostenta la propiedad de tan poderoso medio lo use precisamente para im-
ponerse y justificarse como clase dominante, para extender los valores y los intereses propios de
su clase.

        Además de la propaganda indirecta, pasiva, negativa en el sentido de que no presenta va-
lores apropiados al Niño, tenemos la propaganda directa, la publicidad dirigida al Niño a través de
la televisión. En este sentido vamos a considerar dos aspectos: el lenguaje y el propio mensaje
publicitario; el lenguaje lo vamos a considerar en su aspecto literario (guion) y simbólico, y así
resumiré el fruto de algunas horas de observación y estudio ante la pequeña pantalla tanto en las
semanas anteriores al día de Reyes como en los espacios dedicados a programación infantil.

                                                    15
Antonio Cortés Cortés



        Naturalmente, lo que el publicista pretende no es que el Niño comprenda la correcta utili-
zación del lenguaje sino obligarle a pedir el juguete de turno. De ahí que este lenguaje se exprese
en forma imperativa, enfática y deíctica, sin dar posibilidad a un juicio crítico: "compra", “pide",
"adquiere ahora mismo"… Esto se refuerza con el empleo de superlativos a mansalva y de los
prefijos "súper-", "maxi-", de los comparativos absolutos "el más'', "el mejor", y con el empleo de
adverbios de intensidad: "muy, sólo, siempre, nunca, jamás", o bien con el uso de los artículos
"el" y "la'' con valor semántico de individualidad: "el juguete" será "el único juguete"; también
aparece el posesivo "tu” en sentido de intimidad y afectividad: “tu juguete", "tu compañero de
juego". Igualmente se alude con muchísima frecuencia al sentimiento de pertenencia e identifica-
ción con un grupo: "la gente joven", "gente encantadora", "cosa de hombres", "los audaces leo-
nes", "únete a la gente tal"… También se explota la identificación con un personaje que encarne
los valores del grupo: "Vive las aventuras de…", "siéntete como…”, "fulano usa tal producto"… y
se falsea la imagen que sobre sí mismos se van formando los pequeños.

        Los símbolos influyen tanto o más que el lenguaje oral, pues el Niño capta la realidad a
través de símbolos. El lenguaje publicitario es pródigo en ellos: música, voces, sonidos estriden-
tes, colores, imágenes en gran movimiento, trajes, vestidos o disfraces llamativos… así como la
sensación de felicidad que muestra el rostro de los protagonistas del anuncio una vez conseguido
el artículo anunciado. Otro tipo de símbolos usado en la mayor parte de los anuncios televisivos es
la composición exagerada de la imagen con el fin, no ya de informar de las características del pro-
ducto, sino de producir la necesidad de poseerlo. Así, por ejemplo, se falsea el tamaño del juguete;
se exageran sus posibilidades de movimiento y articulación; se rodea al juguete de un marco, de
un escenario maravilloso, que luego el Niño no lo va a encontrar en la realidad, con lo que la in-
formación que el anuncio trasmite está totalmente manipulada. El niño se presenta así ante el fas-
cinante mundo del juguete no como creador sino como "protagonista-víctima", llamado a la des-
ilusión y a la frustración.

        Terminemos hablando de otro tipo de propaganda, tal vez la más cruel; me refiero a la
propaganda indirecta que en forma de adoctrinamiento recibe el Niño en las escuelas. El adoctri-
namiento se ha usado siempre con fines ideológicos en los regímenes totalitarios con ayuda de los
medios de comunicación y el conocimiento de la sicología. Es como una guerra sicológica que
nos hace caer primero en la autocrítica, rompiendo con nuestros convencimientos más firmes para
llegar a aceptar otros valores. Es un sistema de lavado de cerebro camuflado pero eficaz. Como
tal, es una forma más de opresión y tortura que denunciamos con tanto más dolor cuanto que lo


                                                    16
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo



vemos instalado aún en nuestras escuelas dividiendo a los niños en dos clases: los triunfadores y
los fracasados.

        Analizando las manifestaciones que Paulo Freire señala como relaciones concretas en lo
que él llama "Educación Bancaria"12, vemos que ese tipo de educación permanece aún vigente, si
no por una legislación expresa, sí al menos por la práctica más o menos inconsciente de algunos
educadores que, al decir del mismo Freire, "no saben que están al servicio de la deshumaniza-
ción". Estas manifestaciones las podemos resumir en

        - Distancia educador-educando: El acto educativo es considerado como una donación
del sabio al necio en sentido vertical que elimina el diálogo. La misión del educador consiste en
"llenar depósitos vacíos". Él posee la verdad y en un acto de generoso paternalismo la transmite al
educando que se irá llenando de conocimientos aceptados a priori por la autoridad del maestro.

        - Clases de tipo verbalista y memorístico: La escuela se reduce a la fiel transmisión de
los conocimientos y la cultura burguesa, y el acto educativo a la narración de unos contenidos
petrificados, la presentación de una realidad estanca, no comprometedora, organizada de antema-
no y ajena a la experiencia existencial de los educandos. La palabra cobra su importancia por su
sonoridad y no por su fuerza formadora; la enseñanza se convierte en un "verbalismo alienado y
alienante”.

        Otras manifestaciones de los sistemas educativos actuales nos hacen pensar en que la edu-
cación es un arma más en manos del opresor:

        - Criterios de evaluación y promoción: Estamos de nuevo ante la clase dominante que
impone unos niveles que separarán infranqueablemente, con la fuerza separadora que supone le
posesión o no de la cultura, a las dos eternas clases de opresores y oprimidos.

        Al hablar del consumismo intelectual ya dijimos que nuestro sistema educativo divide a
los hombres en dos clases: los cualificados y los no cualificados, los que superan los niveles edu-
cativos y los "torpes", eternos repetidores de curso. ¿Pero quién ha establecido esos niveles y los
criterios para superarlos? Los intereses de clase han estado siempre presentes a través de los dis-
tintos sistemas educativos.

        -Sistema de premios y castigos: es la base para que el sistema capitalista, en que se pre-
tende instalar al Niño, mantenga la división de la sociedad en las dos clases de dominantes y do-
minados a través de la emulación, la competitividad y la superación de los demás. Se premia el


        12 Freire, P. Op. Cit., pp. 75 y ss.
                                                    17
Antonio Cortés Cortés



    acierto de los que saben asimilar los valores propuestos y se castiga el error de los que no dan la
    talla en la adquisición de conocimientos.

            Una educación así no es más que un medio de propaganda que termina institucionalizando
    la incultura. Inhibiendo el poder de crear, el opresor controla el pensar y la acción, llevando a los
    hombres a la aceptación de un mundo previamente organizado. Se trata, por tanto, de "domesti-
    car" al Niño, mantenerlo en su opresión y convencerlo de su inferioridad.



            2.-      EL NIÑO Y LA SOCIEDAD DE CONSUMO

            En una sociedad como la que hemos analizado en que el hombre coloniza al hombre me-
    diante una doctrina opresora impuesta y unos medios de difusión a su servicio, el Niño es la prin-
    cipal víctima.

)           El Niño es un ser acosado por la sociedad actual; pensar en otra cosa sería engañarnos con
    fantasías e idealismos necios que tratan de hacernos creer en una infancia feliz y sin problemas.
    La realidad es otra; echemos mano a las estadísticas. Tomo datos referidos al año 1976 en la Re-
    pública Federal Alemana y, según afirma el cronista, los expertos aseguran que las cifras han sido
    superadas generosamente en años sucesivos.13

            Pues bien, en dicho año la Oficina Federal de Estadística contabilizó los siguientes datos
    en la población infantil: más de 3.000 niños fueron objeto de violencias que abarcaron desde la
    violación a la tortura. Hubo 500 casos de suicidio de menores de 15 años y varios miles de inten-
    tos de suicidio. 25.000 jóvenes de 14 y 15 años fueron juzgados y sentenciados por tribunales,
    siendo también frecuentes los delitos cometidos por menores de 14 años. Cerca de 70.000 meno-
    res resultaron, ya en 1977, muertos o heridos en las calles de le R.F.A. En España 30.000 menores
    se fugan o desaparecen de sus hogares anualmente. La familia y la casa les resultan insoportables
    y sólo regresan un 10 %. El resto pasará a engrosar el mundo de la delincuencia, la prostitución o
    la droga.

            Este es nuestro mundo competitivo y desarrollado; el Niño sufre las consecuencias del
    consumismo. El colegio, las notas, los exámenes, se convierten en una pesadilla y el temor al re-
    proche de los padres les lleva al borde del suicidio. El abandono, la miseria y la explotación, en el
    seno de una sociedad que nada en la abundancia, les lleva a la delincuencia. De los 1.600 millones



            13 SANTOS, CÉSAR. Diario “Córdoba”, 30 de enero de 1979. Crónica desde Bonn.
                                                                18
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo



de niños con que cuenta actualmente la población mundial, muy pocos serán los que recuerden
más tarde su infancia con nostalgia.

        Y hablo de toda la población infantil mundial porque, aunque este estudio se centre en el
Niño de la sociedad de consumo y en los problemas que el consumismo le ocasiona, no podemos
olvidar al Niño del subdesarrollo ya que éste es una consecuencia del súper desarrollo: para que
unos pueblos naden en la abundancia, otros han de debatirse en le indigencia. Mientras los niños
de nuestra sociedad sufren por el consumismo y la plutocracia, los niños del Tercer Mundo sufren
el subdesarrollo y la indigencia: ceguera, avitaminosis, desnutrición, hambre, desescolarización…

        Esta es la situación. Ahora nos vamos a fijar en las diversas formas que la sociedad de
consumo tiene de oprimir y alienar al Niño desde que nace, con su estructura capitalista.

        La sociedad comercia con el Niño que es considerado un objeto más de consumo. Desde
su nacimiento el Niño es tomado por un muñequito que hay que adornar y exhibir. -¡"Qué bebé
tan mono!" –suele comentar la gente. Mientras tanto, una gran industria de tejidos, artículos de
regalo, artículos para el bebé, lanzan nuevos productos que las mamás se sienten obligadas a con-
sumir; infinidad de modelos, cada vez más sofisticados, se hacen imprescindibles para aquel pe-
queño ser que se merece ya lo mejor del mundo. Los papás se sienten orgullosos no sabemos si
del bebé o de tantos objetos con que han rodeado aquel ser que parece ni siquiera notarlos.

        Y empieza el colegio. Un nuevo martirio pera los padres. ¡Cuánto necesita el niño! El re-
cibo del colegio, la cuota de la asociación, las clases particulares, el uniforme, la colecta para los
"negritos", los libros nuevos cada año… El material escolar se encarece más y más, pero hay que
comprarlo: "Mi hijo no va a ser menos". Naturalmente ellos deben compensar tanto sacrificio
obteniendo buenas notas. Y comienza el martirio del niño que no es capaz de superar esos niveles
mínimos que han impuesto desde la metrópoli unos señores que dicen que entienden de niveles
educativos, de test, de coeficiente intelectual, de normalidad y de subnormalidad. Y, claro, el niño
no "sale" muy normal; no sirve para estudiar y ha de hacer "Formación Profesional". Y ya tene-
mos une nueva clase inferior, la clase de los que fracasaron en los estudios.

        También hay que cumplir con los deberes religiosos. Al niño hay que bautizarlo y ha de
hacer la Primera Comunión. Por supuesto el reportaje fotográfico que reviva esos momentos ha de
ser espléndido, como el carísimo traje blanco en que le han metido, mientras –extrañado y diverti-
do al mismo tiempo- asiste a todo el ceremonial -primero en la iglesia, luego en el salón del res-
taurante- que se ha formado a su alrededor.


                                                     19
Antonio Cortés Cortés



        Parece como si la sociedad estuviera pendiente de hacer feliz al niño, que no le falte un
detalle, que consiga los máximos niveles, que tenga las mayores distracciones, los mejores cuen-
tos, las más preciosas colecciones de cromos. La sociedad propone al Niño unos estereotipos y
éste, inconscientemente, los va adoptando y se va identificando con ellos. La familia, que en la
sociedad tradicional era unidad de producción, se ha convertido hoy en unidad de consumo, y los
hábitos consumistas se transmiten al Niño por imitación del ambiente. Tanto los padres y educa-
dores como la misma sociedad, esperan que el Niño responda siempre como un “hombrecito”, por
lo que éste tratará siempre de copiar -aunque no comprenda- los modelos y estereotipos de los
mayores. Si pedimos a un niño en la escuela que dibuje una casa o un árbol, no creará una forma
personal de ver el árbol o la casa, sino que imitará -lastimosamente­ los esquemas aprendidos del
adulto, quien quedará satisfecho ante los progresos que va haciendo. Si ponemos a un niño a hacer
trabajos manuales tratará de imitar al adulto en vez de crear formas personales de expresión. La
música y la moda, son otras tantas formas estereotipadas que la sociedad propone para que el Ni-
ño viva según sus modelos y renunciando al riquísimo mundo de su libre expresión y creatividad.

        La sociedad adoctrina, pero no educa. Lo que la sociedad pretende es “mantener el orden
establecido” pero no enfrentarse a la gran aventura del cambio, por lo que hace del Niño un “per-
fecto hombrecito”, un ser adaptado a la sociedad ya constituida del adulto.

        La sociedad margina al menor. Todo el cúmulo de opresión y violencia de que es objeto
hace que el menor rechace a la misma sociedad e incluso actúe contra ella. Surge así la delincuen-
cia juvenil con todo el aparato represivo que le acompaña: Tribunal Tutelar y Correccional de
menores. La delincuencia juvenil no es más que la respuesta que los chicos dan ante la opresión
de que son objeto por parte del consumismo y la propaganda. Es por tanto la misma sociedad con
sus intereses económicos quien crea el campo propicio para la delincuencia y quien empuja a los
menores que se sienten explotados y engañados. No todos terminan aceptando esos valores im-
puestos por los adultos, sino que algunos los rechazan y prefieren quedar marginados, fuera de
ellos, para sentirse dentro de su mundo, un mundo que ellos quieren encontrar porque lo sienten y
no lo ven. A su alrededor sólo ven el mundo todopoderoso del adulto.

        Y para completar el estudio, vamos a detenernos en el análisis del mundo del juguete,
aparte de las consideraciones que ya hicimos al hablar del Niño ante la propaganda televisiva.

        Creo que es relevante si decimos que en Norteamérica se vendían hace diez años 5.000
millones de dólares anuales en juguetes y se invertían 160 millones en su publicidad. Y en lo que
a España respecta, la producción juguetera de 1978 fue de 18.000 millones de pesetas, cantidad

                                                    20
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo



considerable comparada con los escasos 2.000 millones que el Ministerio de Cultura dedicó du-
rante el año 1979 (Año Internacional del Niño) a la Dirección General de Libros y Bibliotecas y
Difusión Cultural; el juguete es considerado un negocio y la Cultura, un lujo.

        El juguete está pensado, en economía de consumo, para fabricar unos "perfectos hombre-
citos", para acostumbrar al Niño a asumir su papel en la sociedad. La función del juguete -que
debe ser entretener y divertir estimulando la libre creatividad- se convierte así en motivo de
aprendizaje de conductas adultas. Así, la niña pasará su infancia entre maravillosas muñequitas
polifacéticas que andan, lloran, ríen y hablan, dándoles el biberón y limpiándoles todas las por-
querías que las lindas muñequitas saben hacer. En sus modernas cocinas prepararán la "comidita"
a su bebé adiestrándose en conductas de sumisión y servicio que la sociedad califica de "femeni-
nas".

        Al niño, por el contrario se le ofrecerá la posibilidad de “vivir las maravillosas aventuras”
de tal o cual fantástico y todopoderoso muñeco. La agresividad y la competitividad serán sus
compañeros de juego con esos bólidos súper veloces, y el niño se prepara así para ocupar en la
sociedad un puesto competitivo y agresivo totalmente “masculino”.

        Clasismo sexual, alienación y violencia -hemos pasado por alto el juguete bélico-. Pero no
queda ahí todo el mal del juguete como artículo de consumo, sino que el final de todo ello es la
frustración y la desilusión. Una vez conseguido el juguete, el Niño comprueba que "aquello" no es
como vio en la tele; que la muñequita apenas se mantiene en pie; que el muñeco todopoderoso no
es más que un pobre muñeco; que el mecanismo de aquel cacharro no funciona… Es triste con-
templar la mirada de un niño ante su juguete, su grande y poderoso juguete, roto, inútil, en el sue-
lo. Y el Niño no sabrá qué hacer ante aquellos despojos, porque su creatividad, su imaginación, se
paralizaron ante aquella maravilla que todo lo sabía y todo lo podía. Solamente encontrará el re-
proche de los padres que gastaron todo su presupuesto en la "felicidad" del hijo.




                                                     21
CONCLUSION

          UN NUEVO COMPROMISO ENTRE ESCUELA Y SOCIEDAD

          La sociedad actual sufre un rápido y continuo cambio; estamos comprometidos en esa gran
aventura, pero los esquemas de la sociedad de consumo se nos imponen -llegados de otras fronteras-
frenando los cambios que buscan un sentido de auténtica humanización y canalizándolos hacia for-
mas consumistas y deshumanizadas.

          Pero ese compromiso no debe ser sólo político, que responda a unos postulados impuestos
por la ideología de un partido o de intereses económicos de un grupo; debe ser el compromiso de
toda la comunidad. Por tanto la escuela juega un papel importante en la evolución de dicho cambio
social.

          La escuela no puede verse marginada de él, ni auto marginarse, sino que con su tarea conti-
nua, y cada día nueva, de programación, ha de ir marcando unas pautas sociales de renovación. Pero
el caso es que la escuela se ve desbordada por el cambio social; de ahí la necesidad de la Renovación
Pedagógica, necesaria hoy para lograr ese nuevo compromiso con la sociedad.

          Un pueblo educado en la libertad estará preparado para enfrentarse a una clase social que
pretende que el poder económico que controla la producción y el mercado termine controlando tam-
bién el poder político haciendo que el bienestar social a que aspira nuestra sociedad termine siendo
privilegio de unos pocos.




          Antonio Cortés Cortés

          Moriles, abril 1988




                                                    22
El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo




BIBLIOGRAFÍA



Alport, Gordon W. La personalidad, su configuración y desarrollo. Herder, Barcelona 1968

Camara, Helder. Espiral de violencia. Ed. Sígueme. Salamanca

Coombs, Philipe. La crisis mundial de la educación. Ed. Península, Barcelona

Faure, Edgard y otros. Aprender a ser. Alianza editorial. Madrid 1973.

Ferrández A. y Sarramona, J. La educación: constantes y problemática actual. Editorial
Ceac. Barcelona 1977

F. Otero, Oliveros. Educación y manipulación. E.U.N.S.A., Pamplona

Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. Siglo XXI de España editores. Madrid 1978

Guzmán, J. El lenguaje publicitario y su influencia en el niño. Revista Escuela Española, 20
de diciembre 1978. Páginas 913-915

Gloton, R. La creatividad en el niño. Narcea, Madrid 1972

Marías, Julián. Historia de la Filosofía, 24ª Edición. Revista de Occidente, Madrid 1972

O.N.U. Declaración Universal de los Derechos Humanos. Vida Escolar n.º 185-186, enero-
febrero 1977. Servicio de publicaciones del MEC., pp. 10-13

O.N.U. Pactos Internacionales de Derechos Humanos. Vida Escolar, revista cit., pp. 35-38

O.N.U. Declaración de los Derechos del Niño. Vida Escolar, revista citada, pp. 14-15

Piaget, Jean. Psicología y Pedagogía. Ariel, Barcelona 1969

Rocher, Guy. Introducción a la sociología General. Herder, Barcelona 1979

Servan-Schreiber, Jean-Jacques. El Desafío americano, Plaza & Janés 1968




                                            23

Más contenido relacionado

La actualidad más candente

Schafik balance 25 cierre junio 2006 2
Schafik balance 25 cierre junio 2006 2Schafik balance 25 cierre junio 2006 2
Schafik balance 25 cierre junio 2006 2Antonio MartinezUribe
 
UN ESQUEMA DE LA EVOLUCIÓN SOCIAL DE CHILE EN EL SIGLO XIX
UN ESQUEMA DE LA EVOLUCIÓN SOCIAL DE CHILE  EN EL SIGLO XIXUN ESQUEMA DE LA EVOLUCIÓN SOCIAL DE CHILE  EN EL SIGLO XIX
UN ESQUEMA DE LA EVOLUCIÓN SOCIAL DE CHILE EN EL SIGLO XIXGonzalo Rivas Flores
 
Proyecto educativo institucional_pei-2011
Proyecto educativo institucional_pei-2011Proyecto educativo institucional_pei-2011
Proyecto educativo institucional_pei-2011Manuel Bedoya D
 
La Religión y el Mundo Actual de Federico Salvador Ramón – 11 – El Alma de E...
La Religión y el Mundo Actual  de Federico Salvador Ramón – 11 – El Alma de E...La Religión y el Mundo Actual  de Federico Salvador Ramón – 11 – El Alma de E...
La Religión y el Mundo Actual de Federico Salvador Ramón – 11 – El Alma de E...Antonio García Megía
 
Publicación rebelaos (baja resolución)
Publicación rebelaos (baja resolución)Publicación rebelaos (baja resolución)
Publicación rebelaos (baja resolución)Cris Tofer
 
Proyecto nacional
Proyecto nacionalProyecto nacional
Proyecto nacionalMartinsal
 
Peregrinaje contra la inmoralidad de la banca
Peregrinaje contra la inmoralidad de la bancaPeregrinaje contra la inmoralidad de la banca
Peregrinaje contra la inmoralidad de la bancacolectivoprometeo
 
DSI y modelos economicos
DSI y modelos economicosDSI y modelos economicos
DSI y modelos economicosAMNI2012
 
Desarrollo+histórico+de+la+humanidad
Desarrollo+histórico+de+la+humanidadDesarrollo+histórico+de+la+humanidad
Desarrollo+histórico+de+la+humanidadJony Cordova
 

La actualidad más candente (16)

Resplandores 04
Resplandores 04Resplandores 04
Resplandores 04
 
Schafik balance 25 cierre junio 2006 2
Schafik balance 25 cierre junio 2006 2Schafik balance 25 cierre junio 2006 2
Schafik balance 25 cierre junio 2006 2
 
M shomenajreca0005
M shomenajreca0005M shomenajreca0005
M shomenajreca0005
 
Np 24 de Marzo 2012
Np 24 de Marzo 2012Np 24 de Marzo 2012
Np 24 de Marzo 2012
 
UN ESQUEMA DE LA EVOLUCIÓN SOCIAL DE CHILE EN EL SIGLO XIX
UN ESQUEMA DE LA EVOLUCIÓN SOCIAL DE CHILE  EN EL SIGLO XIXUN ESQUEMA DE LA EVOLUCIÓN SOCIAL DE CHILE  EN EL SIGLO XIX
UN ESQUEMA DE LA EVOLUCIÓN SOCIAL DE CHILE EN EL SIGLO XIX
 
Lectura
LecturaLectura
Lectura
 
Proyecto educativo institucional_pei-2011
Proyecto educativo institucional_pei-2011Proyecto educativo institucional_pei-2011
Proyecto educativo institucional_pei-2011
 
La Religión y el Mundo Actual de Federico Salvador Ramón – 11 – El Alma de E...
La Religión y el Mundo Actual  de Federico Salvador Ramón – 11 – El Alma de E...La Religión y el Mundo Actual  de Federico Salvador Ramón – 11 – El Alma de E...
La Religión y el Mundo Actual de Federico Salvador Ramón – 11 – El Alma de E...
 
Plataforma del poscla
Plataforma del posclaPlataforma del poscla
Plataforma del poscla
 
Publicación rebelaos (baja resolución)
Publicación rebelaos (baja resolución)Publicación rebelaos (baja resolución)
Publicación rebelaos (baja resolución)
 
Proyecto nacional
Proyecto nacionalProyecto nacional
Proyecto nacional
 
Peregrinaje contra la inmoralidad de la banca
Peregrinaje contra la inmoralidad de la bancaPeregrinaje contra la inmoralidad de la banca
Peregrinaje contra la inmoralidad de la banca
 
Dossier1
Dossier1Dossier1
Dossier1
 
DSI y modelos economicos
DSI y modelos economicosDSI y modelos economicos
DSI y modelos economicos
 
Desarrollo+histórico+de+la+humanidad
Desarrollo+histórico+de+la+humanidadDesarrollo+histórico+de+la+humanidad
Desarrollo+histórico+de+la+humanidad
 
Resplandores 10
Resplandores 10Resplandores 10
Resplandores 10
 

Similar a Sociedad de consumo

LA Educacion y los derechos fundamentales
LA Educacion y los derechos fundamentalesLA Educacion y los derechos fundamentales
LA Educacion y los derechos fundamentalesnobego
 
Libertad Libertad Libertad: Para romper las cadenas que no nos dejan crecer -...
Libertad Libertad Libertad: Para romper las cadenas que no nos dejan crecer -...Libertad Libertad Libertad: Para romper las cadenas que no nos dejan crecer -...
Libertad Libertad Libertad: Para romper las cadenas que no nos dejan crecer -...Acracia Ancap
 
Contexto internacional neoliberalismo en educación mao zuñiga
Contexto internacional  neoliberalismo en educación mao zuñigaContexto internacional  neoliberalismo en educación mao zuñiga
Contexto internacional neoliberalismo en educación mao zuñigaJesus Villa
 
La verdad de la prensa
La verdad de la prensaLa verdad de la prensa
La verdad de la prensaGhalis
 
Medios de comunicación masiva
Medios de comunicación masivaMedios de comunicación masiva
Medios de comunicación masivaGabriela Garcia
 
Pobreza
PobrezaPobreza
PobrezaSEV
 
Educar para tener una mirada humana
Educar para tener una mirada humanaEducar para tener una mirada humana
Educar para tener una mirada humanaJovenesop FD
 
El Homo Oeconomicus y la Globalización
El Homo Oeconomicus y la GlobalizaciónEl Homo Oeconomicus y la Globalización
El Homo Oeconomicus y la GlobalizaciónJona Rojas
 
El hombre y la cultura
El hombre y la culturaEl hombre y la cultura
El hombre y la culturaCAROLANGE
 
La Mirada
La MiradaLa Mirada
La Miradaen casa
 
Genero y descolonialidad
Genero y descolonialidadGenero y descolonialidad
Genero y descolonialidaddismarp
 
Documento sociedad preindustrial
Documento sociedad preindustrialDocumento sociedad preindustrial
Documento sociedad preindustrialJeremias Riveros
 
Educacion y lucha de clases
Educacion y lucha de clases Educacion y lucha de clases
Educacion y lucha de clases KATHY_ALEJO
 
Educacion y lucha de clases
Educacion y lucha de clases Educacion y lucha de clases
Educacion y lucha de clases KATHYCSB
 

Similar a Sociedad de consumo (20)

LA Educacion y los derechos fundamentales
LA Educacion y los derechos fundamentalesLA Educacion y los derechos fundamentales
LA Educacion y los derechos fundamentales
 
Libertad Libertad Libertad: Para romper las cadenas que no nos dejan crecer -...
Libertad Libertad Libertad: Para romper las cadenas que no nos dejan crecer -...Libertad Libertad Libertad: Para romper las cadenas que no nos dejan crecer -...
Libertad Libertad Libertad: Para romper las cadenas que no nos dejan crecer -...
 
El fenómeno de las masas
El fenómeno de las masasEl fenómeno de las masas
El fenómeno de las masas
 
Contexto internacional neoliberalismo en educación mao zuñiga
Contexto internacional  neoliberalismo en educación mao zuñigaContexto internacional  neoliberalismo en educación mao zuñiga
Contexto internacional neoliberalismo en educación mao zuñiga
 
Corrupción y desarrollo social
Corrupción y desarrollo socialCorrupción y desarrollo social
Corrupción y desarrollo social
 
La verdad de la prensa
La verdad de la prensaLa verdad de la prensa
La verdad de la prensa
 
Medios de comunicación masiva
Medios de comunicación masivaMedios de comunicación masiva
Medios de comunicación masiva
 
Cindy
CindyCindy
Cindy
 
Pobreza
PobrezaPobreza
Pobreza
 
Educar para tener una mirada humana
Educar para tener una mirada humanaEducar para tener una mirada humana
Educar para tener una mirada humana
 
La sociedad postmoderna
La sociedad postmodernaLa sociedad postmoderna
La sociedad postmoderna
 
El Homo Oeconomicus y la Globalización
El Homo Oeconomicus y la GlobalizaciónEl Homo Oeconomicus y la Globalización
El Homo Oeconomicus y la Globalización
 
Niños esclavos
Niños esclavosNiños esclavos
Niños esclavos
 
El hombre y la cultura
El hombre y la culturaEl hombre y la cultura
El hombre y la cultura
 
La Mirada
La MiradaLa Mirada
La Mirada
 
El humanismo cristiano
El humanismo cristianoEl humanismo cristiano
El humanismo cristiano
 
Genero y descolonialidad
Genero y descolonialidadGenero y descolonialidad
Genero y descolonialidad
 
Documento sociedad preindustrial
Documento sociedad preindustrialDocumento sociedad preindustrial
Documento sociedad preindustrial
 
Educacion y lucha de clases
Educacion y lucha de clases Educacion y lucha de clases
Educacion y lucha de clases
 
Educacion y lucha de clases
Educacion y lucha de clases Educacion y lucha de clases
Educacion y lucha de clases
 

Más de Cortés

Periódico moriles nº 8
Periódico moriles nº 8Periódico moriles nº 8
Periódico moriles nº 8Cortés
 
Bandido tamajon
Bandido tamajonBandido tamajon
Bandido tamajonCortés
 
Libro republica igeño
Libro republica igeño Libro republica igeño
Libro republica igeño Cortés
 
Resolucion escudo
Resolucion escudoResolucion escudo
Resolucion escudoCortés
 
Proyecto ley
Proyecto leyProyecto ley
Proyecto leyCortés
 
Diario cjunio1912
Diario cjunio1912Diario cjunio1912
Diario cjunio1912Cortés
 

Más de Cortés (6)

Periódico moriles nº 8
Periódico moriles nº 8Periódico moriles nº 8
Periódico moriles nº 8
 
Bandido tamajon
Bandido tamajonBandido tamajon
Bandido tamajon
 
Libro republica igeño
Libro republica igeño Libro republica igeño
Libro republica igeño
 
Resolucion escudo
Resolucion escudoResolucion escudo
Resolucion escudo
 
Proyecto ley
Proyecto leyProyecto ley
Proyecto ley
 
Diario cjunio1912
Diario cjunio1912Diario cjunio1912
Diario cjunio1912
 

Sociedad de consumo

  • 1. EL NIÑO ANTE LA TIRANÍA DE LA SOCIEDAD DE CONSUMO III Concurso Joaquín Guichot Antonio Cortés Cortés Moriles, abril 1988 0
  • 2. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo SUMARIO………………………………………………….1 PROEMIO Educación y consumo……………………………….……...2 CAPITULO PRIMERO Opresión y progreso en la historia………………………….3 CAPITULO SEGUNDO Consumismo y propaganda………………………….……...7 1.- La nueva Sociedad de Consumo………………….……..7 2.- La Propaganda, medio de difusión consumista………....10 CAPITULO TERCERO El Niño ante la Propaganda y la Sociedad de Consumo......13 1.- El Niño y la Propaganda…………………………..…....13 2.- El Niño y la Sociedad de Consumo……………..….…..18 CONCLUSIÓN Un nuevo Compromiso entre escuela y sociedad………….22 BIBLIOGRAFIA…………………………………….....…..23 1
  • 3. Antonio Cortés Cortés PROEMIO EDUCACIÓN Y CONSUMO Consciente de la dificultad de afrontar una investigación en la temática de la Educación y el Consumo, tema que me ha preocupado hondamente en mi tarea de educar en los ambientes deprimidos y pobres de las zonas rurales de Andalucía, he pensado precisamente en contribuir con estas páginas a desenmascarar la cruel situación de consumo desmedido en que se encuentra el pueblo y la clase trabajadora en nuestra sociedad. Quiero fijarme más concretamente en la situa- ción del Niño, como víctima más indefensa y objeto principal de los intereses consumistas, que le acosan, desde su nacimiento hasta la edad escolar pasando por el seno de la familia, intentando "tragárselo" y ganárselo pera el "sistema" o bien hundirlo y convencerlo de su situación de infe- rioridad, de su condición de "oprimido". Es necesario, pues, educar para el consumo a nuestra sociedad; educación que debe co- menzar entre nuestra población infantil. Al tiempo que acuso como culpables de ese acoso a los intereses económicos del sistema capitalista, defenderé y expondré como base de la didáctica de una educación para el Consumo, la independencia del Niño, su originalidad y su creatividad, que es, al fin y al cabo, lo que, en teoría, pretenden los diez Principios de la Declaración de los Dere- chos del Niño del 20 de noviembre de 1959, proclamada por la O.N.U. Es, pues, necesaria una nueva pedagogía que salga de abajo, una pedagogía que nazca de la investigación didáctica de quienes día a día estamos en contacto con la realidad social en la Escuela, no una pedagogía oficial, de gabinete, impuesta desde arriba por unos intereses políticos y económicos. Según la Pedagogía Tradicional el Niño ha sido siempre un "receptáculo vacío", una "tabula rasa" que hay que ir llenando conforme a los intereses de la sociedad, que siempre han sido los de la clase dominante. El sociologismo pedagógico, termina anulando al Niño mediante la masificación. La Pedagogía Social, desde Durkheim a Natorp, al considerar realidades sociales tanto al sujeto como el contenido de la educación, hace de ésta un proceso tendente a realizar al hombre no conforme lo ha hecho la Naturaleza, sino como la sociedad quiere que sea. Pero los intereses de la sociedad son intereses económicos, de dominio, de poder, de control y de opresión. Esa es la palabra: opresión. Realmente el consumismo como doctrina, como nueva reli- gión para la sociedad de masas no es más que una nueva forma de opresión. Como dice Paulo Freire en la "Pedagogía del Oprimido" citando "El pensamiento político de la derecha" de Simon- 2
  • 4. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo ne de Beauvoir, lo que pretenden los opresores es "transformar la mentalidad de los oprimidos y no la situación que los oprime."1 La propaganda será el arma, el catecismo de esta nueva doctrina en manos de una minoría dispuesta a drogar, a adormecer las mentes y a fabricar una sociedad masificada, totalmente inma- nentista, materia apta para la manipulación; dispuesta, en suma, a tiranizar, porque ya no habrá verdaderas libertades sino servidumbre y opresión en aras de unos intereses económicos. Comenzaré el estudio partiendo de la hipótesis de que la sociedad ha progresado gracias al sometimiento de unas clases por otras, hasta llegar a la sociedad actual, sociedad tecnológica, con una nueva forma de opresión: la doctrina consumista impuesta por la propaganda de los medios de difusión de masas; luego situaremos al Niño, como víctima, ante dicha propaganda y ante la mis- ma sociedad consumista analizando, por fin, las situaciones concretas en que es sometido por ellas. Aquí están, pues, mis reflexiones sobre estos temas. Denunciaré igualmente todos los fac- tores sociales, económicos, culturales y educativos que tratan de oprimir al Niño, de alienarlo, de matar en él lo que la Naturaleza ha puesto como base del progreso y el desarrollo: la creatividad y la originalidad. Como toda denuncia aparecerá triste y amarga, pero creo que la sinceridad cruda debe ser la premisa de toda investigación didáctica. 1 Freire P. Pedagogía del Oprimido. Siglo XXI de España Editores. Madrid 1978, p. 79 3
  • 5. Antonio Cortés Cortés CAPÍTULO PRIMERO OPRESIÓN Y PROGRESO EN LA HISTORIA La historia del hombre y su progreso va íntimamente unida a la historia de la opresión y si unas clases sociales han ido progresando ha sido gracias a la opresión de las más débiles. Actual- mente, en la sociedad industrial una minoría en poder de los medios de producción ha dominado y oprimido al mismo productor que ha quedado así reducido a un elemento más en la cadena de producción. Este sistema de opresores y oprimidos ha sido precisamente le clave del progreso en la historia. Naturalmente un progreso clasista que pretende el desarrollo de unas clases a costa del subdesarrollo de otras, a costa de la opresión de los más débiles. Y esta cadena comienza con el Niño, la clase más débil, a merced siempre de los intereses de la sociedad expresados en la familia que se convierte así en sistema transmisor de unos valores y una cultura opresores. Históricamente la forma más primitiva de opresión ha sido la esclavitud, cuya definición damos como "estado de la persona (esclavo) que es propiedad de otra y se halla bajo su total dominio."2 La importancia de la esclavitud ha sido clave para el progreso económico de las diversas culturas. El esclavo, desposeído de todo derecho, sólo tenía la obligación de trabajar para el señor. Así se han formado las culturas de la antigüedad en que los pueblos vencedores dominaban y es- clavizaban a los vencidos. Una teocracia antigua, el Israel del Antiguo Testamento, permitía es- clavizar al extranjero, al tiempo que pide buenos tratos para el esclavo de la misma raza.3 En otro lugar de la Ley se lee que al esclavo judío se le dé libertad a los seis años, así como que se acoja al esclavo huido.4 La situación del niño en el seno de la familia patriarcal era de privilegio siempre que el hijo fuese respetuoso can sus mayores. Si, por el contrario, el hijo era rebelde debía ser maldecido y castigado.5 Se garantizaba así la autoridad paterna como expresión de la autoridad divina. 2 Moderna Enciclopedia Ilustrada. Ed. Nauta, Barcelona, 1969. Tomo 3º, p. 658 3 Levítico, 241, 39 y ss. 4 Deuteronomio, 15, 12-18 y 23, 15-16 5 Sabiduría, 3, 13; Levítico, 20, 5 y Proverbios, 20, 20 4
  • 6. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo Grecia y Roma tenían ideas semejantes con respecto a la esclavitud y al sometimiento y dependencia de unas clases a otras. En Esparta era tal esta dependencia del Estado que éste pro- cedía a una "depuración" de los recién nacidos para conseguir una sociedad de "superhombres", una raza superior. Las corrientes estoicas y el cristianismo mitigan estas ideas, hasta la Edad Me- dia en que el poder económico, de acuerdo con el religioso, admite la esclavitud para los infieles y herejes. En la economía agraria feudal, la esclavitud se extiende a la servidumbre de la gleba en que el siervo formaba parte de las tierras del señor, y por tanto, era propiedad suya. De igual ma- nera el Niño ha sido considerado en muchas culturas propiedad de los padres que podían venderlo o comerciar con él. Y no digamos nada de la mujer, cuyo contrato matrimonial ha llegado a ser, incluso en culturas muy cercanas a la nuestra, un auténtico contrato de compra-venta. Con la penetración europea en el continente africano a partir del siglo XVI y las confusas ideas religioso-culturales sobre las razas (en el seno de la Iglesia se llegaba incluso a discutir si los negros tenían alma), comienza la trata de negros deportados a América, y los Estados de América del Norte vieron crecer su economía gracias a tan valiosa ayuda en mano de obra y material humano. Durante más de tres siglos se mantuvo la institución de la esclavitud, hasta que la guerra civil de Secesión puso fin a tan inhumana situación hace poco más de cien años. Pero no termina la esclavitud con el presidente americano Abraham Lincoln, sino que otras formas más solapadas se han extendido hasta nuestros días. El colonialismo del siglo XIX dio como resultado unos pueblos muy desarrollados a costa de otros que lo perdieron todo y que hoy justificamos llamándolos "países del Tercer Mundo”. Los imperialismos continúan aún explo- tando con su intervencionismo a los países “intervenidos” evitando que éstos se desarrollen por sí mismos. Esta escalada de opresión a nivel mundial dio como resultado una concienciación de los pueblos de las Naciones Unidas que reafirmaron su "fe en los Derechos fundamentales del hom- bre, en la dignidad y valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y muje- res y de las naciones grandes y pequeñas.”6 Fruto de esta concienciación fue la Declaración Uni- versal de los Derechos Humanos el 10 de diciembre de 1948 y, como un paso más en el respeto universal de los pueblos y de las libertades fundamentales, los Pactos Internacionales de Derechos Humanos, firmados el 16 de diciembre de 1966. 6 Del Preámbulo a la Carta de Fundación de las Naciones Unidas, firmada en San Francisco el 26 de junio de 1945. 5
  • 7. Antonio Cortés Cortés La base de las libertades estaba puesta, y hoy la esclavitud llega a horrorizarnos. Pero a pesar de todo, el sistema opresor no descansa y sigue inventando nuevas formas de mantener el poderío económico mundial. Según la tesis defendida por el francés Jean Jaques Servan-Schreiber en su libro "El desafío americano", Europa se está convirtiendo en satélite económico, político y cultural de los americanos. Pero no solamente Europa; en todos los países en vías de desarrollo se supeditan al imperialismo todos los derechos que el hombre y los pueblos han ido conquistando a fuerza de romper cadenas. Cuando las próximas generaciones tengan que juzgar nuestra cultura y nuestra civilización, la civilización de las multinacionales, del consumismo y la publicidad, cuan- do tengan que juzgar nuestra sociedad, como comentaba Manuel Alcántara en un reciente artículo periodístico, quedarán igualmente horrorizados ante las lacras actuales del tráfico de drogas, la trata de blancas, el mercado clandestino de trabajadores, el desempleo, el subdesarrollo, la tortura, la explotación de los débiles, el lavado de cerebros, las depuraciones, etc. Una civilización de bárbaros, dirán. Y nosotros ante esto no sentimos ni siquiera lo que Valle-Inclán llamaba "ver- güenza fisiológica", no nos extrañamos de vernos tan cercanos (a pesar de lo que hemos llamado progreso y a pesar de los Derechos Humanos) a nuestros antepasados bípedos a quienes orgullo- samente llamamos hombres primitivos. Nuestra falta de creatividad -que es la base natural del progreso y que poco a poco van anulando en la sociedad masificada a través de la publicidad, los eslóganes y otros tipos de propa- ganda que nos ahorran el esfuerzo de pensar- la suplimos adoptando lo que los lacayos del poder nos ofrecen ya hecho, sin someterlo a la más mínima elaboración crítica. Así adoptamos en nues- tras escuelas los sistemas de clasificación, de medida, de evaluación y promoción que nos vienen de otras fronteras con unos oscuros intereses sin darnos cuenta de que estamos privando al Niño de su capacidad más fuerte: la creatividad, la originalidad, y que estamos seleccionando niños, como lo harían los espartanos, en busca de una sociedad masificada y esclava. Nos sometemos a los imperialismos sin darnos cuenta de que al cobijarnos bajo los poderosos vamos a pagar el alto tributo de nuestra libertad como pueblo. El consumismo se ha revelado hoy como la nueva forma en que el capital va a seguir colonizando al hombre. El hombre coloniza al hombre. Y el Niño crece en esta sociedad colonizada y se hace in- sensible a la opresión y al dominio; los ve como algo natural. Por eso se oprime al Niño. Una ni- ñez crecida en la opresión se convertirá en una sociedad de buenos esclavos, obedientes y sumi- sos. Es el ideal del opresor. Por eso denunciamos el peligro del Niño que, poco a poco, se va "do- mesticando" en esta sociedad opresora que terminará, como otro Saturno, devorándole en la vorá- gine del consumismo, indefenso, adormecido y anestesiado por el opio de la propaganda. 6
  • 8. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo CAPÍTULO SEGUNDO CONSUMISMO Y PROPAGANDA 1.- LA NUEVA SOCIEDAD DE CONSUMO. En este apartado vamos a analizar nuestra sociedad tecnológica, sus orígenes y su doctrina consumista como nueva ideología que aporta a la sociedad unos nuevos valores. Valores que, vamos a ver, desgraciadamente están al servicio del poder económico y que, ya de por sí, son ellos mismos fuente de opresión. La economía de producción, base de la sociedad tecnológica, implica dinamismo y expan- sión so pena de ahogarse y perecer. En otras palabras, necesita crear mercado, y no hay mercado sin consumo. La sociedad tecnológica se polariza desde ahora en torno a la producción y al con- sumo. Naturalmente es el capital quien acapara la producción. Los primeros destinatarios de los bienes de consumo fueron la aristocracia, las clases altas y la burguesía; el obrero era sólo traba- jador explotado sin acceso a dichos bienes. Pronto la concentración de masas proletarias en los núcleos industriales hizo posible am- pliar el campo de los consumidores a esas mismas masas. Ello supuso una elevación del nivel de vida del proletariado y el aumento de sus recursos materiales y de cualificación profesional. La gran masa trabajadora entra así a engrosar el mundo del consumo, al tiempo que las mejoras sala- riales retornan de nuevo al capital ya que el precio de los bienes de consumo supera el poder ad- quisitivo de los salarios, con lo que aquél puede lanzar cada vez más productos al mercado. El proletario-consumidor se convierte así en mano de obra, trabajador asalariado y consumidor de sus propios productos a los que no tiene acceso sino después de pagar por ellos lo que había reci- bido en concepto de salario por su trabajo en la producción. Consumir y producir es la nueva necesidad. El consumo no se reduce a los bienes materia- les, sino que se extiende a la inteligencia, el arte, la política, el ocio, etc. Todo se convierte en bien de consumo; por eso hablamos de consumo material, intelectual, artístico, del ocio, etc. Consumismo material: los bienes materiales como medio de alcanzar el confort y el bienestar son la primera droga da la sociedad actual. El pluriempleo camuflado, en un mundo de parados, la estafa y la delincuencia son los medios habituales de conseguir todo aquello qua ya sentimos como una necesidad: piso, coche, televisor, electrodomésticos al último grito, cámara fotográfica, ordenador, vídeo… Justas aspiraciones del hombre pero al alto precio de "prostituir- 7
  • 9. Antonio Cortés Cortés se" ante cualquier tentación de bienestar material. Y no hablemos de los conflictos, casos para el siquiatra, que esto provoca en familias de economía modesta con aspiraciones de “ascender” de clase social. Consumismo intelectual: En nuestra sociedad de consumo hemos llegado a una superva- loración de la instrucción que llega a ser la medida intelectual de la persona. No se tiene en cuenta la formación, la capacidad de crear, de enfrentarse ante la ciencia, sino sólo los conocimientos transmitidos. De ahí el triunfo del sistema de oposición pera ocupar algún puesto en la sociedad. Este consumismo intelectual nos lleva a la "titulitis”, al consumo de títulos académicos. Los test y otras técnicas sicométricas se convierten en medidas infalibles para catalogar a las personas, para dividirlas en dos clases sociales: los cualificados y los no cualificados, los titulados y los no titu- lados, los llamados a triunfar o al fracaso. Consumismo artístico: coleccionismo, música, cinematografía, fotografía… todo el arte es objeto de consumo, lo que supone que el auténtico arte quede fuera del alcance de las masas. El artista y la obra de arte son algo esporádico, aislado y reservado para unas minorías. Los intereses económicos fabrican un nuevo arte de consumo de masas, producido en serie para satisfacer la gran demanda. El cine abunda en obras de este tipo y la televisión nos ofrece programas "cultura- les", deportivos y musicales o de actualidad y entretenimiento que van drogando a la gente con sus ídolos de la moda, del deporte o de la canción. Se impone así una forma de vida, un estilo masificado y acrítico que va matando toda iniciativa personal auténticamente artística. Consumismo del ocio: El tiempo libre, la primera y autentica conquista del trabajador, también es objeto de consumo. Aparece así el "boom" de los deportes de masas, de las salas de diversión, del turismo de masas… Estas actividades no pretenden un desarrollo armónico y libre de la persona en su tiempo libre sino que lo que les interesa es crear unos estereotipos de ocio capaces de captar el mayor número de seguidores y consumidores. Se comercia ya con la persona y con todos sus valores que sufren una inversión: sobre ellos se coloca el interés del mercado; el pueblo, la gran masa de consumidores, sigue sin acceder a los auténticos valores, y entre aquél y éstos se establece un nuevo y todopoderoso valor como barrera infranqueable: la estructura económica con una nueva medida de las cosas, el dinero. El dinero es incluso la medida del hombre: "tanto tienes, tanto vales". El dinero se presenta como la panacea que curará todos los males de la clase oprimida, que le abrirá las puertas a la adquisición de bienes. Aparece así el crédito como forma más fácil de acceder al consumo. Ya no hay pro- blemas para consumir: todo está al alcance de todos. Y el trabajador cae de lleno en la trampa del crédito o de la hipoteca… 8
  • 10. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo El dinero hace también de medida del nivel profesional, y la profesión se medirá por los in- gresos económicos, habiendo tantos niveles comosueldos distintos.Cada profesión establece y lucha por unas tablas reivindicativas que se ven totalmente satisfechas con un simple aumento salarial. El tiempo también se mide con dinero: es la época de las prisas; todos tenemos prisa, va- loramos nuestro tiempo y media hora de trabajo de un profesional supone una cantidad no muy al alcance de las economías modestas. La autoridad también es medible con dinero: a más sueldo más autoridad dentro de la misma escala social y viceversa. El dinero se convierte así en símbolo de algo sagrado, de algo que hoy el hombre de la sociedad de consumo respeta y venera por encima de su persona: los ni- veles jerárquicos y de clase. La estructura de la sociedad de consumo queda, de este modo, perfec- ta y encuadra perfectamente con la estructura de la opresión y el dominio. Al hablar de la sociedad de consumo lo hago en el sentido en el que Max Weber habla de "tipos ideales" de sociedad, o en el de "modelos conceptuales" que dice Margaret Mead. No exis- ten tipos puros de sociedad consumista o sociedad tradicional. Se dan más bien subtipos, mezclas, en los que estas características están más o menos presentes. Comte también hablaba de tres tipos o estados distintos de sociedad en la historia. Al primitivo estado teológico, en que todo tenía una razón de ser, una explicación superior, trascendente, sucede el estado metafísico de encuentro del hombre con el hombre, y a éste, por fin, el estado positivo o sociedad positiva que encontrará en la ciencia y en sus métodos la respuesta a todos los problemas del hombre. En este estado positivo es donde aparece la industria que dará origen a la sociedad tecnológica. Para Marx y Engels el hombre es un ser de necesidades, lo que implica la búsqueda de una producción de bienes que satisfagan esas necesidades, apareciendo así las fuerzas productivas. Sea cual fuere su origen y se dé con más o menos pureza, el caso es que estamos inmersos de lleno en un nuevo tipo de sociedad que atraviesa su fase de "consumo de masas" o "sociedad de consumo" y que se caracteriza por "una elevación general del nivel de vida en la población, au- mento de trabajadores cualificados y aumento de inversiones a la Seguridad Social y Salud Pública".7 La doctrina está, pues, perfecta, y como toda doctrina, se presenta con un sentido sote- riológico, de salvación del hombre. Y el hombre de hoy ha puesto en el consumismo, en el dinero, toda su esperanza y deseos de liberación. 7 Rocher Guy. Introducción a la Sociología general. Herder, Barcelona, 1979, p. 571 9
  • 11. Antonio Cortés Cortés ¿Estará aquí, por fin, en esta sociedad tecnificada, masificada, la liberación del hombre? Y una vez más la desilusión viene a responder a tan tremenda incógnita, porque ninguno de los bie- nes de consumo han podido sacar al hombre de su indigencia, de su opresión. Al contrario, cada vez se esclaviza más, se ata más a ellos y aquellas ansias de liberarse se ven frustradas, y el hom- bre cae de nuevo en la alienación o en la angustia. El consumismo no salva, no es doctrina libera- dora, sino ms bien una doctrina opresora puesta en manos de los poderosos para mantener a las masas oprimidas, convertidas en una sociedad de esclavos. 2.- LA PROPAGANDA, MEDIO DE DIFUSIÓN CONSUMISTA ¿Qué medios usa esta doctrina que acabamos de exponer para imponerse con su sentido universalista en la sociedad? Esta doctrina se impone, sin darnos cuenta, desde cualquier hecho social y a todos los miembros de la sociedad. Los medios de comunicación de masas son el vehí- culo de expansión que nos la presentan atrayente, sugestiva, para terminar anulando nuestra capa- cidad crítica y de defensa ante ella. Le propaganda no es sólo aquélla abierta, de carácter imperativo, que nos obliga a consu- mir tal o cual artículo. Hay otra mucho más sutil y oculta, algo así como aquella otra subliminal usada en las proyecciones cinematográficas, ya prohibida por no considerarse conforme con la ética comercial. Pero ésta sí está permitida y se nos mete en todas partes, en la televisión, el cine, los espectáculos, los comics, la literatura, la escuela… Es un tipo de propaganda que sugiere, que propone, para terminar imponiendo unos ideales, unos valores, unos modelos y unos estilos de vida en un contexto emotivo tal que inhibe todo juicio crítico, toda capacidad de defensa. Nuestro comportamiento está, pues, a merced de la propaganda y por ende, de los que la dominan y con- trolan. Podemos, pues, decir que propaganda es “el conjunto de técnicas y medios de comunica- ción social tendente a influir con fines ideológicos en el comportamiento humano."8 Precisamente en esa influencia en el comportamiento humano, en esa violación de la intimidad de la persona, es donde reside la fuerza de la propaganda. La demanda se crea a través de la publicidad, o lo que es lo mismo, dicho en forma de eslogan: al consumismo por la publicidad. Y aquí se centra la teoría actual del mercado con la aparición de una nueva ciencia, la mercadotecnia, auxiliada de la sico- logía, la sociología, la estadística y la prospectiva, poderosos aliados que han puesto en manos del 8 DICCIONARIO ENCICLOPÉDICO ABREVIADO, Espasa Calpe. Madrid 1975, apéndice II 10
  • 12. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo consumismo las voluntades de las masas, creando un nuevo estilo de vida burgués, acrítico e in- manentista. La publicidad comercial no es más que una forma de propaganda tendente a despertar la demanda en el consumidor. Según la nueva ley sobre Consumo, la publicidad establece un contra- to entre el empresario y el consumidor. Actualmente, y en boca del profesor Juan Ignacio Font Galán, catedrático de Derecho Mercantil de la Universidad de Córdoba, la voluntad del legislador es que en ese contrato prime "la defensa del consumidor y el intento de garantizar que el mensaje publicitario coincida al final con su contenido inicial, es decir, que no sea engañosa, que no con- duzca a error y que no exista un matiz de omisión que pueda provocar ese posible fraude al usua- rio".9 Con todo, como veremos en el capítulo tercero, la publicidad sigue siendo engañosa y pro- vocando ese fraude encubierto al usuario con el único fin de creer mercado. Por el contrario la propaganda es algo más amplio, sus fines ideológicos no se concretan a nivel de mercado, sino que abarcan todas las manifestaciones de la sociedad: economía, política, ideologías, educación costumbres, cultura… En este sentido siempre ha habido propaganda y por eso unas ideologías han prevalecido sobre otras, unas culturas sobre otras y unas clases sobre otras. Pero a partir de la aparición de los medios de comunicación de masas la propaganda cobra verdadero significado por la rapidez de difusión y la eficacia de sus mensajes. De Guttemberg a las modernas rotativas informatizadas, de Marconi a la radiodifusión, de Lumière al mercado ci- nematográfico, de John Logie Baird al mundo de la televisión actual, hay un verdadero abismo; y las técnicas de comunicación de masas no han superado aún su prehistoria con la aparición de la informática. ¿Pero en qué se funda el poder y la eficacia de la propaganda? Intentaremos hacer un bre- ve estudio de sus fundamentos que radican en lo más profundo del hombre, tanto en su evolución bio-sicológica como social y cultural. Hablaremos, por eso, de fundamentos sico-sociológicos, de valor, antropológicos y semióticos. Fundamentos psico-sociológicos: En el hombre existe un sentido social de generaliza- ción y pertenencia a un grupo. Cada individuo se siente identificado con un grupo social en el que ve reflejados una serie de valores que le diferencian de otros grupos. La propaganda tiende a des- pertar ese sentido de pertenencia a un grupo que usa o consume un determinado producto. Este fenómeno se da igualmente con una determinada persona que ha conseguido una situación de pri- vilegio en el grupo; en ese caso esa persona encarna los valores del grupo. La preocupación por el 9 "Nuevo Diario". Córdoba, jueves7deabril de1988. p.6 11
  • 13. Antonio Cortés Cortés papel que desempeña dentro del grupo social (el llamado “rol social") es muy acusada en el hom- bre que siempre pretenderá estar a la altura de las circunstancias, desempeñar un papel correcto en el grupo, aunque no sea personal sino simplemente imitado. Fundamentos de valor: Para comprender el fenómeno de identificación con el grupo hay que entender el mundo de los valores. Los valores son una manera de ser ideal y estimable y a la que se aspira. Los percibimos organizados en una escala, con una jerarquía que depende del me- dio socio-cultural en que se vive y dotados de una carga afectiva que nos hace estimarlos como un bien, tender hacia ellos. Naturalmente estos valores influyen en nuestra conducta y, en último término, en la configuración de nuestra personalidad. Para Allport los valores constituyen un im- portante elemento de la unidad síquica de las personas. Nos demuestra cómo la madurez síquica se realiza en aquellas personas que logran identificar el conjunto de su siquismo con "un estilo de vida" inspirado en un conjunto de valores dominantes en el grupo.10 Fundamentos antropológicos: Los valores dependen del entorno cultural del grupo. El individuo llega a integrarse en el grupo a través de una cultura aprendida; el aprendizaje le integra en su entorno cultural y ello le supone adherirse a los valores culturales como ideales del grupo. Fundamentos semióticos: Pero los valores como bienes estimables y patrimonio de un grupo cultural quedarían en el terreno de lo abstracto si no se manifestaran en conductas observa- bles; necesitamos un nexo entre esos valores ideales y todo aquello que se ofrece como bien con- creto y realizado en la comunidad. Ese nexo lo dan los fundamentos semióticos. Semiología es la ciencia de los signos y símbolos, y símbolo es todo aquello que evoca y sustituye a otra cosa. En todo simbolismo se dan como elementos integrantes el significante, o elemento material; el significado, o cosa que simboliza, y la significación o relación entre ambos; por último hay que añadir el código convencional de significación. Esta relación simbólica es importantísima para comprender la teoría de los valores. Los valores ideales son simbolizados a nivel concreto por conductas observables. Pongamos por caso: el bienestar como bien deseable, la felicidad, es algo que se concretiza en unos bienes materiales como son, por ejemplo, los electrodomésticos que se convierten así en símbolos de la sociedad del confort. El código convencional de significación lo da cada sociedad, cada cultura. El caso del lenguaje como sistema de signos es un buen ejemplo de lo que estamos expo- niendo. El simbolismo que nos relaciona el mundo de los valores con el mundo de lo concreto es 10 Allport, Gordon, La Personalidad: su configuración y desarrollo. Herder. Barcelona 12
  • 14. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo también una forma de lenguaje. Y considero tendencioso el que todos los medios de comunica- ción de masas, sobre todo la televisión, no use más que el lenguaje propio de la clase dominante en la sociedad, un simbolismo burgués y consumista. Para alcanzar los valores de dicha clase hay que usar aquello que simboliza al mismo valor: traje, coche, casa, muebles, forma de vida… En otras palabras, se obliga al sujeto a adoptar unos valores impuestos, superiores a su entorno socio- cultural. Esto va a provocar el problema de los llamados "medios de referencia”, es decir, el con- flicto de las clases inferiores (niños incluidos) entre su adhesión a los valores de su clase y la aceptación de los valores “superiores” de la clase propuesta como clase de referencia. En el mun- do del Niño el conflicto es especialmente peligroso puesto que éste se ve continuamente impelido a usar la simbología propia del adulto, grupo con el que tiende a identificarse: el uso del alcohol y el tabaco, las relaciones sexuales precoces o la delincuencia juvenil, vienen impuestos por la mis- ma sociedad que exige del Niño la aceptación de los valores del adulto. Recordemos, para terminar, a Piaget. La segunda etapa del desarrollo de la inteligencia en el niño (que corresponde a los años de edad escolar), es la de la función simbólica y semiótica: el niño capta la realidad a través de símbolos que irán configurando su forma de ser, de pensar y de ver las cosas.11 Y este es precisamente el auténtico drama del Niño situado frente a la propaganda de adhesión simbólica a unos valores que definen la cultura del mundo del adulto como grupo de referencia. Ésta le asedia por todas partes sin tener en cuenta que el Niño no es un hombre en pe- queño, sino un ser distinto que forma un grupo con un mundo diferente al de los mayores. El gran problema de educadores, escritores y cuantos se preocupan por el mundo infantil ha sido el encon- trar unos símbolos adecuados mediante los cuales hacer realidad el universo ideal de sus valores como grupo social distinto. Encontrar esos símbolos, reconocerlos y respetarlos, debería ser el principal objetivo que la escuela debe establecer en su tarea actual de reforma. 11 Piaget, J. El Nacimiento de la Inteligencia en el Niño. Aguilar, Madrid 1965 13
  • 15. Antonio Cortés Cortés CAPÍTULO TERCERO EL NIÑO ANTE LA PROPAGANDA Y LA SOCIEDAD DE CONSUMO Vamos a investigar en este capítulo cuál es la situación actual del Niño frente a las distin- tas formas de propaganda que le acosan -unas veces con intencionalidad propia y otras de forma indirecta- y frente a la misma sociedad de consumo, analizando las situaciones concretas a las que ésta va a someterle desde su nacimiento hasta que se integre en la sociedad competitiva y capita- lista del adulto, o bien la rechace, marginándose en esa misma sociedad. 1.- EL NIÑO Y LA PROPAGANDA Tenemos al Niño frente el complejo mundo de la propaganda que le oprime con sus exi- gencias. Podemos decir que el lenguaje publicitario lo aprende al mismo tiempo que la lengua materna (sonidos, imágenes, eslóganes y símbolos de la publicidad). Es más, va a ser éste quien determine ciertos aspectos semánticos en la adquisición del lenguaje. Dentro de la propaganda visual (murales, carteles, revistas, tebeos…), tal vez sean los comics y tebeos los que más influyan en él de una manera permanente. Denunciamos en primer lugar esos comics de superhéroes que trasladan al Niño a un mundo irreal que terminará en la frustración cuando no en la valoración de la fuerza y la astucia por encima de todos las demás valores humanos y sociales; esas historias suelen exaltar el individualismo y el poder del más fuerte, que se convierten así en virtudes al servicio de una clase dominante, ya que abunda el su- perhombre-robot, fácilmente dominado por una mente superior y maligna que institucionaliza la violencia como forma de progreso personal o de mantener el orden social y el desprecio de las clases débiles y humildes como forma de afianzamiento social. El mural y la revista tienen más bien una influencia de choque, de impacto esporádico que sitúan al Niño, de golpe, ante un estilo de vida distinto al del medio en que debe desenvolverse, presentado como un bien necesario; se crea así el imperativo de la moda y los estilos burgueses de vida, tanto en los medios urbanos como rurales a los que tiranizan exigiendo a sus víctimas renunciar a un estilo personal para adaptarse a unos estereotipos impuestos por los intereses económicos. 14
  • 16. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo La propaganda sonora se difunde a través del disco y de la radio; el mundo del disco re- presenta para nuestros niños un valor aprendido en la cultura del adulto. Éste les presenta infini- dad de conceptos indescifrables y sin sentido para ellos relativos al amor y el sexo. Estos concep- tos, a fuerza de repetidos, pierden su valor al tiempo que alrededor de le estrella de la canción se crea un mundo artificial, mítico, que trasladan al Niño a un mundo alienante. Con respecto al cine y al actual mercado del vídeo, ni que decir tiene que es un arma po- derosísima en manos de le sociedad de consumo. Dejemos a un lado las películas clasificadas "S" o "X" (de las que tampoco se ven libres los niños). Hablemos de los telefilmes americanos con su escalada de violencia, sexo y corrupción; hablemos de las "inocentes" películas de niños o, inclu- so, de los dibujos animados. Al niño se le presenta la sociedad organizada de los adultos con sus normas, su moral burguesa y sus leyes; el Niño aprende que para sobrevivir en esa sociedad he de ser competitivo, precavido, astuto, falso; el Niño aprende a mentir y a mentirse; aprende que la ley del más fuerte es la que priva, que la violencia e incluso el crimen son métodos naturales de lucha en la sociedad. Al cine se le imputa tradicionalmente el aumento de delincuencia juvenil y la rela- jación de costumbres. Completando esta visión de la propaganda audiovisual, vamos a analizar el complejo mundo de la televisión, el más cercano a los niños y el que más influencia ejerce sobre sus con- ductas. Cuanto se ha dicho del comic, el disco o el cine, es igualmente aplicable al campo televi- sivo que los abarca; pero el poder de persuasión es mayor, dada la situación de privilegio que el televisor goza en las hogares; colocado en el puesto más digno de la casa, casi entronizado, el televisor cobra fuerza de dios, de un nuevo y moderno lar. Todo está así dispuesto para un adoctrinamiento de las mentes infantiles. Sólo queda que unos intereses capitalistas, ayudados de una programación adecuada, inicien el proceso. Y no nos cabe duda de que quien ostenta la propiedad de tan poderoso medio lo use precisamente para im- ponerse y justificarse como clase dominante, para extender los valores y los intereses propios de su clase. Además de la propaganda indirecta, pasiva, negativa en el sentido de que no presenta va- lores apropiados al Niño, tenemos la propaganda directa, la publicidad dirigida al Niño a través de la televisión. En este sentido vamos a considerar dos aspectos: el lenguaje y el propio mensaje publicitario; el lenguaje lo vamos a considerar en su aspecto literario (guion) y simbólico, y así resumiré el fruto de algunas horas de observación y estudio ante la pequeña pantalla tanto en las semanas anteriores al día de Reyes como en los espacios dedicados a programación infantil. 15
  • 17. Antonio Cortés Cortés Naturalmente, lo que el publicista pretende no es que el Niño comprenda la correcta utili- zación del lenguaje sino obligarle a pedir el juguete de turno. De ahí que este lenguaje se exprese en forma imperativa, enfática y deíctica, sin dar posibilidad a un juicio crítico: "compra", “pide", "adquiere ahora mismo"… Esto se refuerza con el empleo de superlativos a mansalva y de los prefijos "súper-", "maxi-", de los comparativos absolutos "el más'', "el mejor", y con el empleo de adverbios de intensidad: "muy, sólo, siempre, nunca, jamás", o bien con el uso de los artículos "el" y "la'' con valor semántico de individualidad: "el juguete" será "el único juguete"; también aparece el posesivo "tu” en sentido de intimidad y afectividad: “tu juguete", "tu compañero de juego". Igualmente se alude con muchísima frecuencia al sentimiento de pertenencia e identifica- ción con un grupo: "la gente joven", "gente encantadora", "cosa de hombres", "los audaces leo- nes", "únete a la gente tal"… También se explota la identificación con un personaje que encarne los valores del grupo: "Vive las aventuras de…", "siéntete como…”, "fulano usa tal producto"… y se falsea la imagen que sobre sí mismos se van formando los pequeños. Los símbolos influyen tanto o más que el lenguaje oral, pues el Niño capta la realidad a través de símbolos. El lenguaje publicitario es pródigo en ellos: música, voces, sonidos estriden- tes, colores, imágenes en gran movimiento, trajes, vestidos o disfraces llamativos… así como la sensación de felicidad que muestra el rostro de los protagonistas del anuncio una vez conseguido el artículo anunciado. Otro tipo de símbolos usado en la mayor parte de los anuncios televisivos es la composición exagerada de la imagen con el fin, no ya de informar de las características del pro- ducto, sino de producir la necesidad de poseerlo. Así, por ejemplo, se falsea el tamaño del juguete; se exageran sus posibilidades de movimiento y articulación; se rodea al juguete de un marco, de un escenario maravilloso, que luego el Niño no lo va a encontrar en la realidad, con lo que la in- formación que el anuncio trasmite está totalmente manipulada. El niño se presenta así ante el fas- cinante mundo del juguete no como creador sino como "protagonista-víctima", llamado a la des- ilusión y a la frustración. Terminemos hablando de otro tipo de propaganda, tal vez la más cruel; me refiero a la propaganda indirecta que en forma de adoctrinamiento recibe el Niño en las escuelas. El adoctri- namiento se ha usado siempre con fines ideológicos en los regímenes totalitarios con ayuda de los medios de comunicación y el conocimiento de la sicología. Es como una guerra sicológica que nos hace caer primero en la autocrítica, rompiendo con nuestros convencimientos más firmes para llegar a aceptar otros valores. Es un sistema de lavado de cerebro camuflado pero eficaz. Como tal, es una forma más de opresión y tortura que denunciamos con tanto más dolor cuanto que lo 16
  • 18. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo vemos instalado aún en nuestras escuelas dividiendo a los niños en dos clases: los triunfadores y los fracasados. Analizando las manifestaciones que Paulo Freire señala como relaciones concretas en lo que él llama "Educación Bancaria"12, vemos que ese tipo de educación permanece aún vigente, si no por una legislación expresa, sí al menos por la práctica más o menos inconsciente de algunos educadores que, al decir del mismo Freire, "no saben que están al servicio de la deshumaniza- ción". Estas manifestaciones las podemos resumir en - Distancia educador-educando: El acto educativo es considerado como una donación del sabio al necio en sentido vertical que elimina el diálogo. La misión del educador consiste en "llenar depósitos vacíos". Él posee la verdad y en un acto de generoso paternalismo la transmite al educando que se irá llenando de conocimientos aceptados a priori por la autoridad del maestro. - Clases de tipo verbalista y memorístico: La escuela se reduce a la fiel transmisión de los conocimientos y la cultura burguesa, y el acto educativo a la narración de unos contenidos petrificados, la presentación de una realidad estanca, no comprometedora, organizada de antema- no y ajena a la experiencia existencial de los educandos. La palabra cobra su importancia por su sonoridad y no por su fuerza formadora; la enseñanza se convierte en un "verbalismo alienado y alienante”. Otras manifestaciones de los sistemas educativos actuales nos hacen pensar en que la edu- cación es un arma más en manos del opresor: - Criterios de evaluación y promoción: Estamos de nuevo ante la clase dominante que impone unos niveles que separarán infranqueablemente, con la fuerza separadora que supone le posesión o no de la cultura, a las dos eternas clases de opresores y oprimidos. Al hablar del consumismo intelectual ya dijimos que nuestro sistema educativo divide a los hombres en dos clases: los cualificados y los no cualificados, los que superan los niveles edu- cativos y los "torpes", eternos repetidores de curso. ¿Pero quién ha establecido esos niveles y los criterios para superarlos? Los intereses de clase han estado siempre presentes a través de los dis- tintos sistemas educativos. -Sistema de premios y castigos: es la base para que el sistema capitalista, en que se pre- tende instalar al Niño, mantenga la división de la sociedad en las dos clases de dominantes y do- minados a través de la emulación, la competitividad y la superación de los demás. Se premia el 12 Freire, P. Op. Cit., pp. 75 y ss. 17
  • 19. Antonio Cortés Cortés acierto de los que saben asimilar los valores propuestos y se castiga el error de los que no dan la talla en la adquisición de conocimientos. Una educación así no es más que un medio de propaganda que termina institucionalizando la incultura. Inhibiendo el poder de crear, el opresor controla el pensar y la acción, llevando a los hombres a la aceptación de un mundo previamente organizado. Se trata, por tanto, de "domesti- car" al Niño, mantenerlo en su opresión y convencerlo de su inferioridad. 2.- EL NIÑO Y LA SOCIEDAD DE CONSUMO En una sociedad como la que hemos analizado en que el hombre coloniza al hombre me- diante una doctrina opresora impuesta y unos medios de difusión a su servicio, el Niño es la prin- cipal víctima. ) El Niño es un ser acosado por la sociedad actual; pensar en otra cosa sería engañarnos con fantasías e idealismos necios que tratan de hacernos creer en una infancia feliz y sin problemas. La realidad es otra; echemos mano a las estadísticas. Tomo datos referidos al año 1976 en la Re- pública Federal Alemana y, según afirma el cronista, los expertos aseguran que las cifras han sido superadas generosamente en años sucesivos.13 Pues bien, en dicho año la Oficina Federal de Estadística contabilizó los siguientes datos en la población infantil: más de 3.000 niños fueron objeto de violencias que abarcaron desde la violación a la tortura. Hubo 500 casos de suicidio de menores de 15 años y varios miles de inten- tos de suicidio. 25.000 jóvenes de 14 y 15 años fueron juzgados y sentenciados por tribunales, siendo también frecuentes los delitos cometidos por menores de 14 años. Cerca de 70.000 meno- res resultaron, ya en 1977, muertos o heridos en las calles de le R.F.A. En España 30.000 menores se fugan o desaparecen de sus hogares anualmente. La familia y la casa les resultan insoportables y sólo regresan un 10 %. El resto pasará a engrosar el mundo de la delincuencia, la prostitución o la droga. Este es nuestro mundo competitivo y desarrollado; el Niño sufre las consecuencias del consumismo. El colegio, las notas, los exámenes, se convierten en una pesadilla y el temor al re- proche de los padres les lleva al borde del suicidio. El abandono, la miseria y la explotación, en el seno de una sociedad que nada en la abundancia, les lleva a la delincuencia. De los 1.600 millones 13 SANTOS, CÉSAR. Diario “Córdoba”, 30 de enero de 1979. Crónica desde Bonn. 18
  • 20. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo de niños con que cuenta actualmente la población mundial, muy pocos serán los que recuerden más tarde su infancia con nostalgia. Y hablo de toda la población infantil mundial porque, aunque este estudio se centre en el Niño de la sociedad de consumo y en los problemas que el consumismo le ocasiona, no podemos olvidar al Niño del subdesarrollo ya que éste es una consecuencia del súper desarrollo: para que unos pueblos naden en la abundancia, otros han de debatirse en le indigencia. Mientras los niños de nuestra sociedad sufren por el consumismo y la plutocracia, los niños del Tercer Mundo sufren el subdesarrollo y la indigencia: ceguera, avitaminosis, desnutrición, hambre, desescolarización… Esta es la situación. Ahora nos vamos a fijar en las diversas formas que la sociedad de consumo tiene de oprimir y alienar al Niño desde que nace, con su estructura capitalista. La sociedad comercia con el Niño que es considerado un objeto más de consumo. Desde su nacimiento el Niño es tomado por un muñequito que hay que adornar y exhibir. -¡"Qué bebé tan mono!" –suele comentar la gente. Mientras tanto, una gran industria de tejidos, artículos de regalo, artículos para el bebé, lanzan nuevos productos que las mamás se sienten obligadas a con- sumir; infinidad de modelos, cada vez más sofisticados, se hacen imprescindibles para aquel pe- queño ser que se merece ya lo mejor del mundo. Los papás se sienten orgullosos no sabemos si del bebé o de tantos objetos con que han rodeado aquel ser que parece ni siquiera notarlos. Y empieza el colegio. Un nuevo martirio pera los padres. ¡Cuánto necesita el niño! El re- cibo del colegio, la cuota de la asociación, las clases particulares, el uniforme, la colecta para los "negritos", los libros nuevos cada año… El material escolar se encarece más y más, pero hay que comprarlo: "Mi hijo no va a ser menos". Naturalmente ellos deben compensar tanto sacrificio obteniendo buenas notas. Y comienza el martirio del niño que no es capaz de superar esos niveles mínimos que han impuesto desde la metrópoli unos señores que dicen que entienden de niveles educativos, de test, de coeficiente intelectual, de normalidad y de subnormalidad. Y, claro, el niño no "sale" muy normal; no sirve para estudiar y ha de hacer "Formación Profesional". Y ya tene- mos une nueva clase inferior, la clase de los que fracasaron en los estudios. También hay que cumplir con los deberes religiosos. Al niño hay que bautizarlo y ha de hacer la Primera Comunión. Por supuesto el reportaje fotográfico que reviva esos momentos ha de ser espléndido, como el carísimo traje blanco en que le han metido, mientras –extrañado y diverti- do al mismo tiempo- asiste a todo el ceremonial -primero en la iglesia, luego en el salón del res- taurante- que se ha formado a su alrededor. 19
  • 21. Antonio Cortés Cortés Parece como si la sociedad estuviera pendiente de hacer feliz al niño, que no le falte un detalle, que consiga los máximos niveles, que tenga las mayores distracciones, los mejores cuen- tos, las más preciosas colecciones de cromos. La sociedad propone al Niño unos estereotipos y éste, inconscientemente, los va adoptando y se va identificando con ellos. La familia, que en la sociedad tradicional era unidad de producción, se ha convertido hoy en unidad de consumo, y los hábitos consumistas se transmiten al Niño por imitación del ambiente. Tanto los padres y educa- dores como la misma sociedad, esperan que el Niño responda siempre como un “hombrecito”, por lo que éste tratará siempre de copiar -aunque no comprenda- los modelos y estereotipos de los mayores. Si pedimos a un niño en la escuela que dibuje una casa o un árbol, no creará una forma personal de ver el árbol o la casa, sino que imitará -lastimosamente­ los esquemas aprendidos del adulto, quien quedará satisfecho ante los progresos que va haciendo. Si ponemos a un niño a hacer trabajos manuales tratará de imitar al adulto en vez de crear formas personales de expresión. La música y la moda, son otras tantas formas estereotipadas que la sociedad propone para que el Ni- ño viva según sus modelos y renunciando al riquísimo mundo de su libre expresión y creatividad. La sociedad adoctrina, pero no educa. Lo que la sociedad pretende es “mantener el orden establecido” pero no enfrentarse a la gran aventura del cambio, por lo que hace del Niño un “per- fecto hombrecito”, un ser adaptado a la sociedad ya constituida del adulto. La sociedad margina al menor. Todo el cúmulo de opresión y violencia de que es objeto hace que el menor rechace a la misma sociedad e incluso actúe contra ella. Surge así la delincuen- cia juvenil con todo el aparato represivo que le acompaña: Tribunal Tutelar y Correccional de menores. La delincuencia juvenil no es más que la respuesta que los chicos dan ante la opresión de que son objeto por parte del consumismo y la propaganda. Es por tanto la misma sociedad con sus intereses económicos quien crea el campo propicio para la delincuencia y quien empuja a los menores que se sienten explotados y engañados. No todos terminan aceptando esos valores im- puestos por los adultos, sino que algunos los rechazan y prefieren quedar marginados, fuera de ellos, para sentirse dentro de su mundo, un mundo que ellos quieren encontrar porque lo sienten y no lo ven. A su alrededor sólo ven el mundo todopoderoso del adulto. Y para completar el estudio, vamos a detenernos en el análisis del mundo del juguete, aparte de las consideraciones que ya hicimos al hablar del Niño ante la propaganda televisiva. Creo que es relevante si decimos que en Norteamérica se vendían hace diez años 5.000 millones de dólares anuales en juguetes y se invertían 160 millones en su publicidad. Y en lo que a España respecta, la producción juguetera de 1978 fue de 18.000 millones de pesetas, cantidad 20
  • 22. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo considerable comparada con los escasos 2.000 millones que el Ministerio de Cultura dedicó du- rante el año 1979 (Año Internacional del Niño) a la Dirección General de Libros y Bibliotecas y Difusión Cultural; el juguete es considerado un negocio y la Cultura, un lujo. El juguete está pensado, en economía de consumo, para fabricar unos "perfectos hombre- citos", para acostumbrar al Niño a asumir su papel en la sociedad. La función del juguete -que debe ser entretener y divertir estimulando la libre creatividad- se convierte así en motivo de aprendizaje de conductas adultas. Así, la niña pasará su infancia entre maravillosas muñequitas polifacéticas que andan, lloran, ríen y hablan, dándoles el biberón y limpiándoles todas las por- querías que las lindas muñequitas saben hacer. En sus modernas cocinas prepararán la "comidita" a su bebé adiestrándose en conductas de sumisión y servicio que la sociedad califica de "femeni- nas". Al niño, por el contrario se le ofrecerá la posibilidad de “vivir las maravillosas aventuras” de tal o cual fantástico y todopoderoso muñeco. La agresividad y la competitividad serán sus compañeros de juego con esos bólidos súper veloces, y el niño se prepara así para ocupar en la sociedad un puesto competitivo y agresivo totalmente “masculino”. Clasismo sexual, alienación y violencia -hemos pasado por alto el juguete bélico-. Pero no queda ahí todo el mal del juguete como artículo de consumo, sino que el final de todo ello es la frustración y la desilusión. Una vez conseguido el juguete, el Niño comprueba que "aquello" no es como vio en la tele; que la muñequita apenas se mantiene en pie; que el muñeco todopoderoso no es más que un pobre muñeco; que el mecanismo de aquel cacharro no funciona… Es triste con- templar la mirada de un niño ante su juguete, su grande y poderoso juguete, roto, inútil, en el sue- lo. Y el Niño no sabrá qué hacer ante aquellos despojos, porque su creatividad, su imaginación, se paralizaron ante aquella maravilla que todo lo sabía y todo lo podía. Solamente encontrará el re- proche de los padres que gastaron todo su presupuesto en la "felicidad" del hijo. 21
  • 23. CONCLUSION UN NUEVO COMPROMISO ENTRE ESCUELA Y SOCIEDAD La sociedad actual sufre un rápido y continuo cambio; estamos comprometidos en esa gran aventura, pero los esquemas de la sociedad de consumo se nos imponen -llegados de otras fronteras- frenando los cambios que buscan un sentido de auténtica humanización y canalizándolos hacia for- mas consumistas y deshumanizadas. Pero ese compromiso no debe ser sólo político, que responda a unos postulados impuestos por la ideología de un partido o de intereses económicos de un grupo; debe ser el compromiso de toda la comunidad. Por tanto la escuela juega un papel importante en la evolución de dicho cambio social. La escuela no puede verse marginada de él, ni auto marginarse, sino que con su tarea conti- nua, y cada día nueva, de programación, ha de ir marcando unas pautas sociales de renovación. Pero el caso es que la escuela se ve desbordada por el cambio social; de ahí la necesidad de la Renovación Pedagógica, necesaria hoy para lograr ese nuevo compromiso con la sociedad. Un pueblo educado en la libertad estará preparado para enfrentarse a una clase social que pretende que el poder económico que controla la producción y el mercado termine controlando tam- bién el poder político haciendo que el bienestar social a que aspira nuestra sociedad termine siendo privilegio de unos pocos. Antonio Cortés Cortés Moriles, abril 1988 22
  • 24. El Niño ante la tiranía de la Sociedad de Consumo BIBLIOGRAFÍA Alport, Gordon W. La personalidad, su configuración y desarrollo. Herder, Barcelona 1968 Camara, Helder. Espiral de violencia. Ed. Sígueme. Salamanca Coombs, Philipe. La crisis mundial de la educación. Ed. Península, Barcelona Faure, Edgard y otros. Aprender a ser. Alianza editorial. Madrid 1973. Ferrández A. y Sarramona, J. La educación: constantes y problemática actual. Editorial Ceac. Barcelona 1977 F. Otero, Oliveros. Educación y manipulación. E.U.N.S.A., Pamplona Freire, Paulo. Pedagogía del oprimido. Siglo XXI de España editores. Madrid 1978 Guzmán, J. El lenguaje publicitario y su influencia en el niño. Revista Escuela Española, 20 de diciembre 1978. Páginas 913-915 Gloton, R. La creatividad en el niño. Narcea, Madrid 1972 Marías, Julián. Historia de la Filosofía, 24ª Edición. Revista de Occidente, Madrid 1972 O.N.U. Declaración Universal de los Derechos Humanos. Vida Escolar n.º 185-186, enero- febrero 1977. Servicio de publicaciones del MEC., pp. 10-13 O.N.U. Pactos Internacionales de Derechos Humanos. Vida Escolar, revista cit., pp. 35-38 O.N.U. Declaración de los Derechos del Niño. Vida Escolar, revista citada, pp. 14-15 Piaget, Jean. Psicología y Pedagogía. Ariel, Barcelona 1969 Rocher, Guy. Introducción a la sociología General. Herder, Barcelona 1979 Servan-Schreiber, Jean-Jacques. El Desafío americano, Plaza & Janés 1968 23