1. TEMA 34 LA SOCIEDAD POSTMODERNA
La construcción de las identidades utiliza materiales de la historia, la geografía, la biología,
las instituciones productivas y reproductivas, la memoria colectiva y las fantasías personales,
los aparatos de poder y las revelaciones religiosas. Los individuos, los grupos sociales y las
sociedades procesan todos esos materiales y los reordenan en su sentido, según las
determinaciones sociales y los proyectos culturales implantados en su estructura social y en
su marco espacial/temporal. En términos generales, quién construye la identidad colectiva
determina en buena medida su contenido simbólico y su sentido para quienes se identifican
con ella o se colocan fuera de ella.
La construcción social de la identidad siempre tiene lugar en un contexto marcado por la
relaciones de poder, a continuación señalo una distinción entre tres formas y orígenes de la
construcción de la identidad:
Identidad legitimadora: introducida por las instituciones domínantes de la sociedad para
extender y racionalizar su dominación frente a los actores sociales, podría adecuarse
perfectamente a varias teorías del nacionalismo.
Identidad de resistencia: aquellos que construyen trincheras de resistencia y supervivencia
basándose en principios diferentes u opuestos a los que impregnan las instituciones de la
sociedad.
Identidad proyecto: cuando los actores sociales, basándose en los materiales culturales de
que disponen, construyen una nueva identidad que redefine su posición en la sociedad y, al
hacerlo, buscan la transformación de toda la estructura social. Por ejemplo las feministas en
su desafío al patriarcado y por tanto a la familia patriarcal y a toda la estructura de
producción, reproducción, sexualidad y personalidad sobre la que nuestras sociedades se han
basado a lo largo de la historia.
La globalización y la informacionalización, instituidas por las redes de riqueza, tecnología y
poder, están transformando nuestro mundo. Están ampliando nuestra capacidad productiva,
nuestra creatividad cultural y nuestro potencial de comunicación. La capacidad o incapacidad
del estado para afrontar las lógicas conflictivas del capitalismo global, los movimientos
sociales basados en la identidad y los movimientos defensivos de los trabajadores y
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2. consumidores, condicionará en buena medida el futuro de la sociedad en el siglo XXI. Vamos
a analizar algunos tipos de movimientos sociales actuales que son proactivos más que
reactivos: el ecologismo y el feminismo.
El soberbio desarrollo industrial y la presión demográfica están en el origen de la degradación
del medio ambiente en el mundo, cuya conservación y equilibrio constituye otro de los
desafíos de la sociedad de fin de siglo. Aparte de los cambios climáticos, la sobreexplotación
del suelo, consecuencia del espectacular incremento de las actividades agropecuarias, es una
de las causas del proceso de desertización de amplias áreas del planeta. La actividad humana
también es causa de otros efectos negativos sobre el frágil equilibrio de la naturaleza, como la
provocada por la deforestación masiva por ejemplo en la Amazonia o el progresivo
calentamiento de la superficie terrestre. Las graves amenazas que pesan sobre el medio
ambiente han originado la reacción de distintos sectores, los cuales han promovido la
constitución de grandes organizaciones no gubernamentales como Greenpeace, UICN, WWF
y partidos ecologistas, llamados verdes, cuya actividad se ha visto apoyada por la opinión de
numerosos científicos.
Los indicadores presentes señalan un declive sustancial de las formas tradicionales de la
familia patriarcal. Las causas las encontramos en la transformación de la economía y del
mercado laboral, en estrecha asociación con la apertura de las oportunidades educativas para
las mujeres, el control de la natalidad, la afirmación del feminismo y la rápida difusión de las
ideas en una cultura globalizada y en un mundo interrelacionado, donde la gente y la
experiencia viajan y se mezclan.
La capacidad instrumental del estado-nación resulta decisivamente debilitada por la
globalización de las principales actividades económicas, por la globalización de los medios y
la comunicación electrónica y por la globalización de la delincuencia.
Para muchos intelectuales nuestro mundo actual vive una crisis, quizá la más grande de todos
los tiempos. En síntesis muchos lo analizan de la siguiente manera esta problemática de la
época actual:
La técnica: Debido a la técnica el hombre es sacado fuera de la producción y es privado del
saber. La que sabe es la máquina. La máquina puede ser un instrumento del hombre o el
hombre convertirse en un apéndice de la máquina. El desarrollo técnico nunca había
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3. alcanzado semejante expresión. Las máquinas ordenan el mundo, plantean necesidades. El
hombre en esta sociedad técnica se convierte también en técnico: el hombre mecánico. El
hombre en la gran metrópolis es un número más, pierde su historia y su identidad. Es esta
misma sociedad la que produce más de lo que necesita, generando así el consumismo.
Las nuevas actitudes: Apatía, indiferencia, deserción, no hay grandes propósitos. Ninguna
ideología política es capaz de entusiasmar a las masas, la sociedad postmoderna no tiene ni
ídolos, ni tabú, ni tan solo imagen gloriosa de sí misma. Ningún proyecto histórico
movilizador, estamos ya regidos por el vacío, un vacío que no comporta, sin embargo, ni
tragedia ni Apocalipsis. Otra actitud para destacar es el individualismo: ni los partidos
políticos, ni la religión, ni la familia son valores estables y absolutos. Cuanto más la ciudad
desarrolla posibilidades de encuentro, más solos se sienten los individuos; más libres se
vuelven las relaciones, más rara es la posibilidad de encontrar una relación intensa. En todas
partes encontramos la soledad, el vacío, la dificultad de sentir de ser transportados fuera de
sí. En esta sociedad tenemos múltiples modos de estar con otras personas, pero no de
encontrarnos profundamente con aquellos que compartimos quizá más de la mitad del día.
Estamos juntos; pero estamos solos...
El Narcisismo: Hoy el cuerpo ha cobrado gran importancia, basta con encender la TV y ver
un comercial: debemos cuidar nuestro cuerpo con todo tipo de cremas, nuestro cabello
necesita determinados champús, debemos usar determinado tipo de pinturas, etc. Esta imagen
estereotipada ha generado dos patologías bastante graves entre los adolescentes: la bulimia y
la anorexia. Otro elemento a destacar es la pérdida del sentido de continuidad histórica:
queremos vivir el hoy, el ahora, el mañana no importa. Estamos abarrotados por expresiones
de sensibilidad: hay que verlo todo, hacerlo todo, decirlo todo. No hay lugar para el misterio.
La pornografía, el sexo libre, son banderas que esgrime nuestra época. ¿Hay lugar para el
amor?
El consumismo: Asistimos a la apoteosis del consumismo. Somos disciplinados por medio
de las redes de comunicación y la propaganda para consumir cada vez más objetos,
información, deportes, etc. Todo es regulado: consumo, información, organización,
educación. El consumismo es un proceso que funciona por la seducción, los individuos
adoptan sin dudarlo los objetos, las modas, las fórmulas de ocio elaboradas por las
organizaciones especializadas, aceptando eso pero no eso otro. Esta sociedad nos permite
todo, pero he aquí la gran paradoja: somos libres, pero todos queremos lo mismo. Podemos
elegir cualquier tipo de ropa, pero todos usamos la misma.
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4. La mass-media: Una de las características de la época, y que tiene que ver con la
comunicación son:
La velocidad en el acaecer de los hechos: tenemos tanta información que esta se nos
escapa de las manos.
Tenemos acceso a cualquier parte del mundo vía satélite o por medio de la TV por
cable. En muchos casos hay muchos intereses de por medio que provocan
determinado tipo de información que no siempre coincide con lo que en realidad
ocurre en el mundo .
Asistimos a la democratización de la palabra: cuanto mayores son los medios de
expresión, menos cosas se tienen por decir, cuanto más se solicita la subjetividad, más
anónimo y vacío es el efecto.
La confusión creciente entre lo que pertenece a la esfera pública y a la privada es una
segunda pantalla que dificulta la lectura del mundo contemporáneo. Muchas preocupaciones
individuales invaden el campo político. El proceso no es nuevo, pues se remonta a finales de
los años sesenta, pero se está acelerando. Las cuestiones familiares, los problemas de
sexualidad, de moral, de ética, se imponen a los políticos y se convierten en dominantes en
las sociedades. Francia dispone desde 1983 de un Comité Consultivo Nacional de Ética para
la ciencias de la vida y de la salud; debe emitir dictámenes sobre los problemas morales que
plantea la investigación en los campos de la biología, la medicina y la salud, que afectan al
hombre, a los grupos sociales o a la sociedad en su conjunto.
Mientras se pide a los poderes públicos que se pronuncien cada vez más sobre la
reproducción, el dolor y la muerte, la crisis de valores está minando las sociedades. Cada vez
sabemos menos evaluar, preferir, identificar. El cambio de óptica nace del desfase entre el
sentido y el poder. El mundo bipolar descansaba en una relativa coherencia entre la
capacidad para producir sentido (emitir un mensaje universalista) y la de generar poder
(económico y militar). Ahora el poder se manifiesta a escala global, mientras que el sentido
aparece a escala infraestatal. Ninguna nación, ni siquiera Estados Unidos, combina ambos
atributos.
Por tanto entramos en un nuevo siglo con sensación de crisis, evanescente o inaprensible y
susceptible, como tal, de interpretaciones contradictorias. Se constata la desaparición de las
interpretaciones omnicomprensivas de la vida humana, los metarrelatos o los paradigmas
interpretativos de carácter global. Todas ellas tenían en realidad una vocación a la vez
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5. salvadora de los seres humanos y totalitaria en su traducción política. Así mismo es
determinante el final del marxismo y la integración del liberalismo democrático en la
sociedad. Una de las rutas en la que nos sentimos inmersos es el de la tercera vía, pero al
contrario de lo que prodigaba Perón en una clara dirección nacionalista ahora nos
encontramos en una tercera vía socialdemócrata, caracterizada por la plena aceptación de la
globalización y el repudio de instrumentos habituales de la política socialdemócrata, como
las nacionalizaciones.
Vivimos en una sociedad con un sentido del humor irónico y distante que no se toma
por completo en serio a sí mismo. La época postmoderna en arte viene a ser una crítica
desencantada de la modernidad, incluso de las innovaciones aportadas por la vanguardia.
El individualismo sería la nota dominante pero con matices, es decir aunque raramente
nos sacrifiquemos los unos por los otros sí mostramos una compasión general hacia todos los
miembros de la especie humana, por ejemplo las organizaciones no gubernamentales como
“médicos sin fronteras”pero también tenemos muy claro lo que es un Estado y lo que
mínimamente se le debe exigir a los políticos que es paradójicamente una “cobertura social”.
En el caso concreto del resurgimiento de la familia y de los valores identificados con ella,
también es perceptible esta actitud. Las actitudes contrarias al divorcio han quedado
reducidas a la mínima expresión y, en cambio, se ha impuesto como solución la familia a la
carta. Se ha pasado, de la moral del trabajo al descubrimiento de la realización personal a
través de él. Aparece una ciudadanía fatigada en cuestiones políticas, con un mínimo
porcentaje de gente dispuesta a sacrificar su tiempo en aras de mejorar su sociedad por la vía
política, precisamente sea por ese individualismo que preconiza una política personalizada
donde prima lo espectacular.
La sociedad postmoderna también puede ser caracterizada por la peculiar y ambigua relación
que mantiene con los medios puestos a su disposición. En el mundo occidental, se permite un
consumo que ha digerido la crítica a la opulencia y que da la sensación de recuperar los
valores materialistas hacia otros radicalmente nuevos que parecen estar más allá de nuestra
civilización. Los medios materiales a veces parecen haber dejado de serlo para apoderarse de
los humanos. El mismo acto de chupar televisión produce a su vez un empobrecimiento del
intelecto, es decir cada vez somos más susceptibles de manipulación y con mayor facilidad
podemos caer en pautas o seguir modelos no analizados con la precisión debida que nuestra
capacidad racional es capaz de procesar.
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