Este cuento presenta una clase escolar donde todos los estudiantes son esqueletos iguales para enfatizar que se tratan igual sin importar sus diferencias. Luego, el narrador revela que en realidad son de diversos orígenes étnicos, religiosos y familias, e incluso una maestra es una pareja del mismo sexo. A pesar de sus diferencias, se llevan bien y se apoyan mutuamente. El cuento concluye que aunque las personas sean únicas, lo más importante es que se traten con igualdad y felicidad.

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¿Os imagináis un mundo en el que sólo se nos vieran los huesos? Ni
el cuerpo, ni el pelo… ¡incluso no tendríamos por qué llevar ropa!
Seríamos… seríamos… ¡como esqueletos vivientes!
Imaginaros un colegio. Todos los alumnos serían iguales, solo se les verían los huesos y
naaaada más. No sabríamos quién es chico o chica, quién tiene el pelo rubio, moreno o
pelirrojo, si el profesor o profesora tiene un gran bigote o si por el contrario es una chica
con el pelo largo… ¡no nos diferenciaríamos en nada!
- Noah: (Tose) Bueno, es hora de presentarse…esta es mi clase, y yo, soy Noah. Aquí me
podéis ver contándole la lección de Historia a mi profe Reyes, y detrás de mí podéis ver
a mis compañeros de clase. Ellos son Mei, Martina, Indira y Omar.
Cuando estamos en clase nos lo pasamos muy bien. Hacemos las actividades todos
juntos y si alguno tiene un problema, intentamos solucionarlo entre todos.
Cuando salimos al recreo es aún más divertido. Yo suelo jugar con todos, pero lo que
más me gusta es correr tan rápido como me den las piernas. A Mei le encanta jugar a los
profesores, a veces imita a Reyes y el ruido que hace al sorber su zumo de naranja…
jajaja siempre que lo hace nos provoca una risa tremenda, sobre todo a Omar.
Martina adora jugar con los peluches, y cuando aprieta la barriga del oso Bubu, Indira
baila al sol de la música que este produce. Cuanto más aprieta Martina al peluche…
¡Mejor nos lo pasamos!
Cuando salimos del cole también nos pasan muchas cosas. A veces mis papás llegan
más tarde, pero los papás de Omar esperan conmigo hasta que salen del trabajo y

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pueden venir a buscarme. A veces me dan el currusco de la barra de pan que acaban de
comprar jajaja, saben que me encanta.
Recuerdo también un día que salimos del cole ¡y llovía a cántaros! Los únicos que
habían llevado paraguas eran los papás de Indira, y cuando salimos del cole nos taparon
a todos para que no nos mojásemos. ¡Qué majos!
Otro día tuve que irme a casa con Martina, ya que mis papás estaban de viaje de
negocios, y me pusieron unos espaguetis ¡para chuparse los dedos!
Con los papás de Mei también solía ir al cine. Comíamos palomitas a montones y nos
reíamos un montón con las pelis de dibujos.
A Reyes también iba otro esqueleto a buscarla a la salida del cole, y siempre que se
veían, se daban muchos cariños y se montaban en el coche para irse a casa. Se veía que
se querían mucho, así que imaginamos que son novios.
Todos nos apoyábamos mucho y nuestros papás y nuestras mamás se llevaban de
maravilla. ¿A que son todos muy divertidos? Pues ahora tengo un secreto que
contaros…
¿Os acordáis del día cuando os presenté a mi clase y yo estaba contándole la lección de
Historia a Reyes? En realidad, yo tengo este aspecto. Soy Judío, por eso llevo esa túnica
larga, pero todos mis compañeros de clase me respetan y juegan conmigo igual que con
cualquier otro niño o niña.
Mi profe Reyes es así, y mis compañeros, en realidad, se ven así:
Mei, ahí donde la veis, es china. Vino hace dos años a España, pero habla perfectamente
nuestro idioma.
Martina es Española, y lleva unas gafas muy chulas.
Indira es musulmana, no come carne de cerdo, pero a mí, por ejemplo, tampoco me
gusta el queso.
Y Omar, en realidad, es de África y tiene la piel morena.

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A nosotros nos daba igual de dónde fuéramos cada uno, o si teníamos una religión u
otra. Jugábamos siempre juntos y éramos muy buenos amigos.
Como habéis podido comprobar… también nos llevamos genial con todos los papás y
mamás, nos cuidan mucho, así que toca presentároslos.
Estos son los Papás de Omar. Como ya he dicho, son de África; Tienen la miel morena
pero no por ello dudan en esperar conmigo hasta que vengan mis papás.
Estos otros, son los papás de Indira, son musulmanes, y debido a su religión llevan esa
ropa, ¿pero os acordáis lo bien que se portaron aquel día que llovía tanto?
Seguro que el día que fui a comer espaguetis a casa de Martina, no os
pensasteis que en lugar de tener papá y mamá, Martina tenía dos mamás.
Ellas son Flor y Gadea.
Estos, son los papás de Mei, con los que solía ir al cine. Son suuuuper
elegantes y también son chinos como Mei.
¿Os acordáis del esqueleto que iba a recoger a la profe Reyes al colegio?
Se llama Sara, y sí, es una chica, eran novias, pero… ¿Qué más da que
sea chico o chica si se querían tanto? ¡Lo importante es que fueran felices!
Si cuando éramos todos esqueletos no nos tratábamos diferente, y no importaba que
fuéramos chinos, musulmanes, que tuviéramos dos mamás en lugar de papá y mamá o
que tuviéramos la piel morena… ¿Por qué iba a importarnos ahora?
Esa idea de ser todos esqueletos iguales… no me terminaba de convencer. Había
comprendido que siendo todos iguales nos tratábamos igual, jugábamos todos juntos y
nuestros papás nos trataban a todos por igual, pero… ¿Por qué ser todos iguales?

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Pienso que debemos ser todos diferentes, con nuestras características que hacen que
cada uno de nosotros seamos especiales, nuestras gafas, nuestro color de piel, nuestras
religiones… pero también, y lo más importante, pienso que debemos tratarnos todos por
igual, consiguiendo con ello, ¡ser lo más felices que podamos, y hacer feliz a todo aquel
que esté a nuestro lado!
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.