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Discurso de Motivación Reflexiva N° 07
Soy Ciudadano y Amigo Universal
Por: Reynaldo Charres Vargas
Amigos y Amigas:
Este discurso va dedicado a todos aquellos personajes ansiosos, egoístas,
posesivos, envidiosos de visión y mentes reducidas, que no tuvieron ni tienen
la oportunidad de mirar el horizonte más allá de su pequeño círculo
doméstico, y también para los que sufren del síndrome de Procusto, es decir
aquellas personas limitadas que no quieren reconocer las ideas ni los triunfos
de otros.
Desde cuando era niño mi padre me decía; “Nunca te encierres en tus
mezquindades, aprende a ser amplio porque hay un inmenso mundo poblado
por personas y animales, que tienen idiomas, razas, lugares y países”; esta
lección se gravo en mi conciencia, y ya siendo joven, decidí seguir las
palabras de mi recordado padre, y adoptar un modo de vida experimental
con proyección ilimitada y sin afanes personalistas menos egoístas.
Y una vida personal de tipo experimental, tenía que ser una existencia
comprometida con los demás, lo cual suponía seguir normas y conceptos
propios con bases fundadas en los principios de la solidaridad y el servicio
voluntario, pues así lo hice a largo de más de tres décadas.
De este modo había creado una nueva manera de pensar y actuar, que tuvo
como primera regla el reconocer que pertenecemos a una comunidad de
hombres y mujeres que viven en sobre un inmenso planeta que siendo
unitario asigna espacios y obligaciones para cada uno. Ningún ser humano
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está aislado, al contrario hay la natural necesidad de formar familias y
grupos, y ello significa establecer asociaciones y vínculos de descendencia y
ascendencia.
El hombre es un ser social por sangre y espíritu, sin embargo, muchas de sus
relaciones interpersonales tienen problemas y desencuentros, ya que en vez
de ser felices, se han transformado en relaciones conflictivas con pugnas y
odios debido a una herencia genética egocéntrica.
Por diversas razones y a lo largo de su evolución, el ser humano no ha
podido superar las inclinaciones conflictivas de sus relaciones con los demás,
así lo demuestra la historia humana que está copado de guerras, batallas y
muertes. Lo cual es una clara señal de nuestra irracionalidad para entender
que la convivencia debe ser una comunión de ideas y acciones, pero no de
peleas ni odios. Entonces, queda claro que no hemos descubierto la belleza
de la apreciación al congénere.
El psicoanalista S. Freud, y otros estudios de la psicología humana
contemporánea como Bertrand Russell, Richard Dawkins y otros dicen que
el hombre nace con una genética egocéntrica, por tanto tiene un instinto que
va adicionado en su ADN, sin embargo, también sugieren que se debe
“desobedecer” al gen egoísta a través de estímulos que vengan del raciocinio
solidario y ello hará posible el ingreso de la felicidad y la lealtad.
La presencia del perverso egoísmo en la biología y cultura humana, es causa
y efecto de todos los componentes del trastorno conductual tanto personal
como colectivo. Por lo mismo, debemos hacer esfuerzos personales para
expulsar, superar o atemperar el egocentrismo. Un acto consciente de
liberación del conjunto de males y enfermedades, nos llevará a encontrar el
valor de la solidaridad y por ende la plenitud y el bienestar.
Hoy el planeta está lleno de ególatras en sus diversos niveles y esa
comunidad humana mayoritaria ha impuesto las leyes que rigen el actual
modelo de convivencia. Empero las leyes pueden cambiarse con el poder del
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pensamiento liberador, limpiando aquellos impedimentos que lo obstruyen y
reemplazarlos con las energías correctas.
Una actitud solidaria franca no tiene que ser ocasional, debe ser una
conducta natural y duradera, impulsada por las energía internas, solo así se
conseguirá propiciar la confluencia de valores como: fraternidad,
cooperación, bien común, progreso, amistad, cordialidad, respeto mutuo,
y todas aquellas fuentes vivas de alimento emocional que se necesitan para
alcanzar una coexistencia superior.
Cierto, no todo está perdido y como humanos somos seres adaptativos y
asimiladores, por tanto los valores se pueden adquirir y cultivar desde edades
muy tempranas. Entonces, sería bueno que desde mañana, comencemos a
alimentar nuestros cerebros y corazones con estímulos apropiados. Aquí, se
hace indispensable creer y crear una atmósfera de revalorización de la
solidaridad, y para que ello ocurra todos tenemos que ser sembradores de
semillas solidarias en cada uno de nuestros hogares.
Es una obligación asimilar aprendizajes de conceptos y experiencias, para
luego conectarlas con nuestras necesidades, además como individuos
sensibles debemos atraer las energías naturales positivas del entorno,
actuando con criterios de discernimiento y solvencia en nuestras decisiones
y acciones a favor del empoderamiento personal.
Yo creo en los beneficios de la auténtica solidaridad, lo he comprobado en
35 años de voluntariado artístico, donde el pensamiento solidario fue mi
principal aliado, ya que me ha proporcionado un conjunto de armas
culturales y artísticas para superar los signos del perverso egoísmo con el
cual había nacido. Hoy miro la vida de otra manera y me he declarado amigo
de todos.
Al descubrir el valor de la solidaridad como sinónimo de amor y cercanía con
los demás, ingresé a la universalidad de las ideas y los saberes, desde
entonces mis proyectos y acciones fueron coherentes y vinculados a las
necesidades del servicio ad-honorem en tres área críticas como son: arte,
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cultura y educación. De este modo, los signos solidarios se grabaron en la
fisiología de mi organismo y me empujaron a declararme ciudadano universal
y con ésa credencial pasé a ser un individuo entregado al servicio social, el
cual pude cumplir a través de numerosas actividades de extensión
comunitaria gratuita.
Durante este desempeño atípico, encontré respuestas y comprobaciones
valiosas, los mismos que me hicieron más creyente de los beneficios del “ser
universales”. Hasta en mis sueños, muchas veces me veía volando, con
propias alas, de un espacio a otro espacio como quien da vuelta completa al
globo terráqueo, de norte a sur y de este a oeste, siempre guiado por una
convicción benévola.
Aunque viajé muy poco, en la imaginación adulta me era fácil llegar a
cualquier país e interactuar con la gente y así entender que ellos eran igual
que yo, y no seres diferentes, misteriosos o raros como cuando creía de niño
al haber leído algunos cuentos de fantasía que me mostraban cuadros
irreales de las conductas humanas.
Es verdad que todos nacemos en un lugar y tiempo determinado, y ése
medio nos dará las características genéticas y anímicas específicas, y yo tuve
el privilegio de haber nacido en los Andes Peruanos, en la meseta más alta
de América Latina, en un modesto hogar rodeado de un verdor y con la
guardia de inmensos arboles de eucaliptos y bajo la luminosidad de un sol
brillante que compensaba el frío imperante.
Pero el nacimiento personal en una determinada geografía, sólo es una
circunstancia efímera, que luego se transforma en un existencia universal de
frontera ilimitada, esto quiere decir que el individuo pasa a ser parte de una
gran comunidad de humanos más allá de cada entorno doméstico, por tanto
sus proyecciones de vida y desempeño tienen un sentido global, ya que sus
capacidades, habilidades, conocimientos e inteligencia no tienen límites y
pueden traspasar fronteras.
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Años más tarde, y dentro mis reflexiones cotidianas quería que el planeta
fuera una sola e inmensa patria, sin nacionalidades, sin separaciones
geográficas, sin monedas; era como una fascinación pensar que no existieran
barreras artificiales, donde unos y otros podrían ir y venir sin ningún
impedimento o asentarse en cualquier territorio. Imaginaba en un verdadera
comunidad fraterna entre seres humanos donde todos se conocieran y
conversarán fácilmente.
Nunca entendí del porque la creación divina había dividido el planeta en
continentes y territorios separados por inmensos mares. Tampoco sabré
porque las leyes humanas crearon naciones y fronteras geográficas hasta
muros de separación entre uno y otros humanos. Hoy, hasta en las villas más
pobres hay divisiones, fragmentaciones y diferencias geopolíticas.
Tampoco me explico del porque tenemos un pensamiento emocional
irracional dominante, tan reducido, precario y copado por el egoísmo
destructivo. Hoy unos y otros nos miramos como enemigos, con recelos, con
odio, con desprecio y hasta deseamos la desaparición del quien nos cae mal.
Nos repugna ver a un ser humano pobre o rico, nos irrita cualquier actitud
de humildad o de poderío. Nos aterra ver que el vecino logre triunfos, y
sentimos envidia por los progresos ajenos. Somos inconformes y soterrados
enemigos del bien y lo bueno. Preferimos elogiar las muertes, los fracasos,
las penas y no sentimos felices al murmurar rencillas y maldiciones.
Cierto, parecemos seres no humanos, porque pensamos y actuamos como
bestias feroces, somos individuos ruines con el prójimo. Y en el otro extremo
también somos tipos vanidosos, frívolos, enloquecidos, con aires de
ostentación y opulencia, altaneros de nuestras posesiones materialistas,
frívolas y fofas. La sinceridad como la amistad son trucos falsos.
No es justo que tengamos tantos atributos perversos, tampoco es apropiado
que expresemos conductas malévolas por todas partes, y a pesar de tener
una carga negativa propia de una psicología obnubilada por la maldad; la
esperanza pervive y podemos revertir tal situación, siempre y cuando
descubramos la hermosura de la sabiduría y la plenitud.
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Nadie entiende que fuerzas extrañas ni que bichos o microbios destructores
alteran nuestras células y neuronas para tener tantos trastornos, que sitúan
al humano como un sujeto temerario, peligroso, injurioso y odioso.
En los pueblos y comunidades, principalmente urbanas, están presentes el
egocentrismo, la individualidad competitiva, la baja autoestima, la pugna
económica, el perverso consumismo, así como las taras y las adicciones auto
destructivas, los mismos que irremediablemente nos conducirán por un
camino antihumano, pues nos hacen perder las perspectivas universales del
saber humano. Ni siquiera la muy mentada globalización puede corregir los
defectos del arraigo individualista que lleva impreso cada cuerpo.
La honestidad, la limpieza, la amistad y la fraternidad son valores vivos y
potentes, constructivos y sanos, pero aún no lo hemos descubierto en su real
dimensión, por eso hay tantos hechos que lindan con el odio, el desprecio,
maltratos y violencia que a diario colman nuestras vidas; cuando debieran
ser la mejor riqueza humana de expresión vital para elevar la convivencia.
Quién de los lectores de este discurso podría decir que es cultivador de una
amistad al 100% honesta?, serán muy pocos, pero la mayoría todavía tiene el
quiste maligno metido en sus cerebros. La amistad debe ser expresión
absoluta para ser tal, no hay media amistad ni amistad parcial. Si no es así,
es hipocresía, disfraz y camuflaje de la falsedad. Queda claro que las mentes
obstruidas harán una amistad debilitada sin ningún grado de
correspondencia.
Dos décadas antes de que culminara el siglo XX, me auto-declaré ciudadano
universal y autor cosmopolita, y me propuse cumplir un rol de pregonero y
motivador de nuevas maneras de pensar y actuar, para ello renuncié a todo
impedimento conservador, mejor dicho dejé atrás herencias, costumbres,
teorías y paradigmas para seguir una “vida experimental”, y ése fue mi
compromiso ante un mapamundi que estaba en mi mesa de trabajo diario, y
me dije; seré un tipo amante de los siete mil millones de seres humanos.
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Exclamé con fervor diciendo: “todos son mis hermanos, y donde vaya los
abrazaré con el corazón desbordante, y les diré que creo en ellos
totalmente”. En aquel memorable día hice un juramento diciendo que desde
hoy para adelante toda la humanidad estará en mi espíritu y mente.
Ahora miro el mundo como una unidad, como un cuerpo cósmico sólido
indivisible, así como se ve en Google Earth, con una redondez perfecta y
unidad indivisible; de igual modo, mis pensamientos y acciones serán
indivisibles para siempre. Y aun ya muerto físicamente mi alma seguirá
clamando la universalidad de la amistad solidaria como un valor demasiado
rico y positivo para la transformación social.
Ahora mi nacionalidad, es ser un amigo fraterno, y aunque nominalmente de
origen peruano y latinoamericano, todos mis sueños, anhelos y obras que
nacieron de un cerebro sensible estarán conectados con los otros cerebros
de niños, jóvenes, adultos y adultos mayores que viven más allá de mi
domicilio.
Los invito a ser humanos universales, repartidores de alegría unitaria,
compartan sus obras ejemplares con otros, sean amantes de los demás,
constructores en vez de destructores, limpien sus mentes de todas aquellas
perturbaciones malévolas,…los bichos de la contaminación y los venenos
tienen que desaparecer,…y por siempre hagan esfuerzos por lograr grandezas
en libertad.
SEAMOS POR SIEMPRE HUMANOS LIBRES Y UNIVERSALES…!!!
Perú, Septiembre 2017
Reynaldo Charres Vargas
https://reynaldocharresvargas.blogspot.pe
Email: charres.rey@gmail.com
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