El documento narra la historia de Penélope, una joven de 17 años, y su novio Jacobo. Un día deciden tatuarse juntos los símbolos del sol y la luna. Acuden al estudio de tatuajes de Manuel, un tatuador de 25 años con una historia de vida difícil. Al conocer a Manuel, Penélope queda prendada de él a pesar de estar con Jacobo. Mientras se tatúan, Penélope fantasea con Manuel.
1. Tatuando Pieles y corazones.
Los pasos lentos que daba Penélope se hacían tan fuertes y tan intensos que le dolía todo
su cuerpo, lo miraba y se marchaba con una sonrisa en su cara pero con un dolor en su
cuerpo y en su corazón. La dolencia de alejarse, de perder tanto o tan poco, de la
inestabilidad, de sentirse traicionera y como ella se llamaba así misma una “perra”. Adiós
amor mio, hoy te conozco y te desconozco, te dije y Hola y ahora te digo chao, chao para
siempre o hasta luego, te amo no sé quien eres pero te amo, eres tan poco pero estas
siendo tanto, no se si te veré, pero me voy, me voy a imaginarte y a soñar contigo, creare
poemas, fundare misterios sobre tu cuerpo lo pondré bajo el mio o arriba eso lo
pensaremos luego, anhelaré todos tus tatuajes pero sobre todo te espero no ya ni ahora
pero te espero. Decía en su cabezamientras caminaba de la mano de Jacobo su novio a la
salida de el que había sido uno de los días más hermosos e incomodos de su vida, un día
que tenia olor a misterio, a angustia, a felicidad, a humo de cripa y a mucha pero mucha
tinta.
Los ojos color marrón claro, con una mirada triste y serena, esconden problemas en casa,
palabras que no se pueden decir, pensamientos absurdos, preocupaciones sociales, ganas
de cambiar el mundo, un vacío que parece infinito, un amor que no se confirma como
verdadero, problemas mentales con inestabilidades emocionales, cabos sueltos y una
serie de agonías que rodeaban el ser de Penélope la dueña de aquellos ojos. La pequeña
gran Penélope, con tan solo 17 años su cabeza daba vueltas cual ruleta, los 1 con 53 de
estatura no estaban de más para entender que aunque era una pequeña en un mundo de
gigantes tenia un corazón que aparentaba fortaleza, su pelo rojo y corto era signo de no
querer seguir un estereotipo de la aparente mujer ideal y una idea de comodidad con ella
misma, sus labios “russian red” como solía ser el nombre del pintalabios que usaba
incitaban a besarlos hasta desgastarlos, Parecía ser muy temprano para la pelirroja que
sentada en la paralela del barrio Jordán, se perdía en su mundo creado por la música de
sus audífonos a las 10:30 de la mañana, mientras que un fulminante destello de luz se
acercaba, su cara cambiada de aspecto de repente sonrió, se paro, en ese momento su
corazón también sonreía se sentía tan bien por aquella presencia venidera que no le
importaba nada más, Y dijo “Hello daddy, hello Mom I´m a penelope Bom” Río, bailó y
corrió a los brazos del amor, Hola Jacobo, tengo miedo pero te amo así lo recibió, juntaron
2. sus labios como si no hubiera un mañana, entrelazaron sus brazos y que el mundo se
acabara a ellos no les importaba.
Jacobo tiene unos pequeños ojos que se esconden tras un par de lentes, Penélope
siempre se ha preguntado si estos ojos no se cansarán algún día de mirar a través de los
cristales, de brazos fuertes y espalda ancha sueña con ser psicólogo algún día, ha
trabajado desde lo 15 años por lo que valora muy bien las cosas, pero a sus 24 años de
edad no ha madurado como Penélope lo espera esa es la mayor causa de sus peleas, esa
y que el es un romántico y tierno personaje que sueña con el amor eterno y verdadero,
cualquier chica estaría deseosa de conseguir uno así pero ella no.
Se tomaron la mano y empezaron a caminar, contaron los sueños de la noche pasada,
rieron, se miraron mientras sus estómagos avisaban algo, algo que no eran mariposas, era
hambre, de pronto pararon en un sitio de mala muerte que ambos amaban tal vez por su
olor a miel y el exquisito sabor de unas pechugas a la plancha con papas francesas y coca-
cola para alterar sus sentidos, salsa rosada y miel para el, salsa de tomate y de ajo para
ella, una gran pechuga y las papas bañadas en su respectiva salsa, poco a poco era menos
en el plato, no se miraban, no se hablaban, comer para ellos era comer no más, era
sagrado, sin distracciones, sin televisión , ni ruido, para ellos esto era un ritual sagrado a la
hora de una comida, al finalizar sus barrigas estaban llenas, el hielo lo rompió el al decirle
que era increíble la cantidad de comida que cabía en ella con un risa después de estas
palabras, ella amaba comer que le faltara todo menos comida.
Se miraron y marcharon tocando el tema tan importante sobre el suceso que en segundos
ocurriría y que marcaria la vida de los dos literalmente, los astros los más importantes,
Sué y Chía habitarían en la piel de los dos, complemento perfecto, divinidad, dos amantes
de la creación dos aficionados de la mitología y sorprendidos de como el sol y la luna pase
lo que pase siempre los acompañan saliendo todos los días, Luna y sol como libertad y
divinidad, no se sabe si era el calor del momento, si el amor que se sentían, la necesidad
de la juventud y con ello las locuras y los riesgos, o el arte que los incito a ambos a dar
riendas sueltas, llevaban una semana pensado en el diseño, atando cabos para entender
por que lo iban a hacer, al final como siempre el amor gana a la razón, tatuado en ambos
quedaría su recuerdo, como una expresión de amor, pero sobre todo con en mensaje
intrínseco distinto para los dos.
3:00 p.m del mismo día, caminaban hacia su destino, las calles se hacían pequeñas y
cortas, las luz del sol se alejaba, la brisa pegaba fuerte en sus rostro, el corazón de ambos
latía rápido, las manos sudaban, ella jugaba con sus manos, el mordía sus labios,
Penélope estaba nerviosa pero tranquila siempre ha sido el tipo de persona arriesgada y
con ganas de volar, soñar, conocer, viajar y vivir, lo único que pensaba era si el amor que
3. sentía por el era tan grande como para hacer semejante hazaña, mientras que Jacobo
seguro de todo lo que respectaba a su amor por ella, le temía a el dolor que sentiría su
cuerpo, a la sangre, a la aguja, a que a ella le doliera. –Calle derecha, calle izquierda, casa
de color, azul, no esta no es, es la casa de color curaba, pero que curuba? curuba de la
fruta –¿No encuentro otro curuba o cuantos existen? – No sé estoy nerviosa desvarío un
poco. –Allí esta.
Lo que jamás pensó Penélope es que al abrir la puerta de aquella casa desconocida, con
aquel personaje que aun no identificaba, todo lo que pensaba, lo que sentía y lo que creía
cambiaria de inmediato, el destino se encargaría de cambiar un rumbo, tal vez el de su
corazón, el de su cabeza por un momento, el de su vida años después, el de su sentir o
simplemente una inestabilidad más típica de ella. Uno, dos y tres golpes a la puerta, lo que
vino seguido de la apertura de la puerta, por la cara de Penélope la brisa fuerte se paseo,
despeino su cabello y lo sintió en su corazón, una cara se asomo, labios carnudos, sonrisa
definida, brackets que le recordaba que siempre había dicho que los de brackets besan
bien, una sensual barba, ojos pequeños, expansiones en las orejas, la mitad de la cabellera
de aquel personaje era verde el color favorito de ella, sus manos tatuadas totalmente,
vestía como a ella le gustaba Penélope pensó “Encontré la perfección, se escapo de mis
sueños para llegar hoy hasta aquí, no rías más por favor, no seas guapo,¿ acaso tu nombre
es sen y tu apellido sual?” Era Manuel, un joven de 25 años, tatuador empírico, marcado
por una solitaria infancia sin el cariño de un padre que había abandonado su familia a
causa de su amorío homosexual, y una madre que muy poca preocupación mostraba hacia
el, tenía el corazón roto, las ilusiones gastadas y la vida marchitada porque el amor de su
vida con el que tuvo una relación por siete años se marcho con otra persona, su único
refugió eran las anfetas, la perica, la cripa, el licor y el sexo.
Jacobo y Penélope entraron a la casa, la curuba por supuesto, la mano de ella se resbalo
de la de el como un chuchillo en la mantequilla, ahora esta solo miraba, miraba a Manuel,
miraba su casa, su alma, su aurora, sus labios mientras reía por los efectos de la cripa, sus
tatuajes y trataba de descifrar que figuras eran, miraba su alma su interior, podía ver
como el dolor se ocultaba en todas las carcajadas que compartía con Jacobo, podía ver
como ambos tenían tantas historias juntos, se sentó en un sofá grande estilo vintage
beige de arabescos y flores colores pastel, con miles de formas y figuras que si lo mirara
por una hora encontraría demasiadas representaciones, el sofá tenia un olor, a hojas,
flores, campo, naturaleza muerta, aunque la naturaleza de su corazón estaba viva en ese
momento, dicho aroma recordaba a Penélope su infancia en la casa de su abuela, podía
sentir como sus vidas compaginaban completamente por este sillón.
4. Cripa y marihuana una pipa en la mesa Jacobo la mira y sonríe mientras ella responde con
picardía “Quien necesita la razón cuando tiene drogas, que no duela y sea especial” el
humo sube, lo ojos se enchinan, las miradas se pierden, las bocas se secan, las cosas se
hacen profundas, el tiempo pasa lento, que día tan bizarro, de repente era el amor de dos,
pero ahora para ella el amor es la suma de tres, el humo sube, el corazón late rápido,
quizás sea el, quizás ella, el rock and roll, el temor, quizá lo inestable que Penélope se
pone en las noches, Manuel toma la riendas de la situación. Guantes, maquina, tintas
amarilla, negra, azul, morada, naranja, aguja, vaselina, desinfectante, un desodorante
especial, tapabocas, agua, un lápiz, papel, eran las armas de batalla en aquella guerra que
vivirían juntos entre el amor, el dolor de su cuerpo como lienzo, e instrumento de su arte,
y las miradas que cruzarían durante su tatuaje, la pigmentación en su piel de la luna y el
sol, que en minutos tendía ya no le preocupaba más a Penélope no sabia si era por la cripa
o por que estaba tan concentrada en el rostro de Manuel, prohibido pero deseado, ambos
se miraban con disimulo “Sus ojos son puñales que golpean mi corazón, su manos dibujan
en mi pelvis erizan mi piel, estremecen mi ser, vete Jacobo déjanos solos, deja que
podamos mirarnos hasta morir, deja que me cuente su vida mientras pienso en ti, que sus
labios rocen los míos y que no sienta más frio, que sus problemas sean mios y mis
inestabilidades de el, vete Jacobo y deja que me duela el alma por tu partida, que me
duela el cuerpo por la aguja pigmentado mi piel, aun así reiré y sentiré sus manos en mi
piel soñare a sentirlo cerca, aprovechare su figura para imaginarla después” eso corría por
la mente de Penélope, mientras la aguja se acercaba lentamente con vaselina en la punta
y color negro, cerro los ojos y pensó en Manuel, podía oír la aproximación de esta, un
pinchazo solo uno y abrió los ojos, lo miro y hizo como si nada, era una sensación de
cosquillas y dolor, de amor y calamidad, su piel estaba fría, sudaba, tal vez la droga no
había servido de nada pero que le importaba el dolor si el hombre que la estaba tatuando,
era con el que había soñado aunque no lo conociera, el dolor desaparecía a medida que
las punzadas entraban en su piel, cuando se dio cuenta ya había terminado, y la sangre
brotaba, gota a gota, roja y espesa, tan roja como el color de sus labios, un papel vinipel
cubrió su pelvis, era una hermosa creación, un dolor de satisfacción, el amor en carne
viva, el deseo por un tercero en las partes que no estaban tatuadas, se paro y dio paso a
su amado Jacobo, al cual ignoraba por completo y miraba con desprecio, mientras la piel
de Jacobo se llenaba de colores ella fantaseaba “ Adios sillón, adiós humo, hasta luego
cripa, Manuel te esperare, y cuando te vea te voy a cantar mi canción favorita: Yo solo
busco que me tiemblen las piernas que seas de esas que nadie recomienda. Adiós colores
en mi piel, señora pelvis tatuada usted es hermosa, es indebido pensar en alguien que
nunca existirá más pero no puedo evitar si me gusta soñar, perdón Jacobo, te espero
Manuel.” Ese fue el día más bizarro, hermoso y doloroso pero lleno de esperanza que
viviría Penélope.