Jesús deja su testamento espiritual repartiendo sus posesiones simbólicas entre la humanidad. Deja la estrella a los desorientados, el pesebre a los sin hogar, sus sandalias a los dispuestos a caminar, la palangana y el plato a los serviciales, el cáliz a los sedientos de justicia, la cruz a los dispuestos a cargarla, y su túnica a los que la repartan. También deja su palabra, alegría, humildad y perdón para todos, manteniéndose unido a