Este documento narra la experiencia de un voluntario universitario en un albergue para niños moribundos en Nairobi, Kenia. Al llegar, se sintió inseguro de cómo podría ayudar, pero una monja le pidió que confortara a un niño que lloraba desconsoladamente. Al arrullar y besar al niño, este dejó de llorar y se durmió, aunque lamentablemente falleció en sus brazos minutos después. La monja le dijo que había adelantado los últimos momentos de vida del niño con su amor
UNA HISTORIA DE PERDON BUENO EN NAVIDAD_CUENTO DE NAVIDAD 2023_VALERO CRESPO_...ValeroCrespo
Cuento de Navidad sobre el verdadero perdón en la sociedad actual. La historia trata sobre el valor y virtud del perdón bueno y el antivalor del engaño y el no perdonar.
MEMORIAS DEL ORATORIO DE SAN FRANCISCO DE SALESDiana Núñez
«Hijos míos, cuando después de mi muerte, leáis estas memorias, acordaos de que tuvisteis un padre cariñoso, que os las dejó antes de morir en prenda de su cariño paternal. Al recordarme, rogad a Dios por el descanso eterno de mi alma». Don Bosco.
Diseña una experiencia de aprendizaje sobre lectura y escritura como
herramientas de aprendizaje transversal integrando recursos digitales.
La experiencia se debe planear en el formato 1 y luego, se socializa en
una presentación Power Point y se sube a un Slide Share, Issu u otro
recurso que genere un enlace para su visualización.
Esta guía es una ayuda para hacer por tu cuenta el retiro mensual, allí dónde te encuentres, especialmente en caso de dificultad de asistir en el oratorio o iglesia donde habitualmente nos reunimos para orar.
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Aprende y utiliza este mazo para divertirte.
Fuente: Emeric Amyot d'Inville, C.M. "Anunciar la Buena Nueva de la Salvación siguiendo las huellas de San Vicente", Vincentiana: Vol. 41: No. 4, Artículo 7.
4. Cuando llegamos a
Nairobi (Kenya),
nos preguntábamos
cómo nosotros,
inexpertos
universitarios,
podríamos ayudar
en aquella África
sucia, polvorienta
y calurosa.
5. Quizá arreglando tejados, pero no teníamos
experiencia en construcción.
Quizá pintando un colegio, pero no sabíamos de pintura.
6. Lo que sí teníamos
claro era nuestra
intención de darnos
totalmente a los
demás. Sin embargo,
recibiríamos mucho
más de lo que
logramos dar: tuvimos
la suerte de entrar en
contacto con el Tercer
Mundo, a través de un
alojamiento para
niños moribundos de
las Hermanas de la
Caridad en Nairobi.
7. Todos entramos en
aquella casucha, un
tugurio sin muebles, con
poca luz. Contrastaban las
hamacas llenas de niños
enfermos y lloriqueando
con los limpísimos trajes
talares blancos y azules de
las Hermanas de la
Caridad, que rebosaban
alegría. Yo me quedé
bloqueado, en mitad
de la habitación.
8. Nunca había visto
nada así. Mis
compañeros
universitarios
se
esparcieron
por las
estancias,
siguiendo a
distintas monjas,
que requerían
su
9. Una hermana me preguntó
en inglés:
-¿Has venido a mirar
o quieres ayudar?
Sorprendido por tan directa
pregunta y en estado de
sopor, balbuceé:
-A ayudar…
-¿Ves a ese niño de allí,
el del fondo que
llora?
Lloraba desconsoladamente,
pero sin fuerza.
-Sí, ése (le dije señalándolo).
10. -Bien: tómalo con cuidado
y tráelo.
Lo bautizamos ayer.
Lo noté con una fiebre
altísima.
El niño tendría un par
de años.
-Ahora tómalo y dale todo el amor que puedas…
-No entiendo… -me excusé.
-Que le des todo el cariño de que seas capaz, a tu manera.
-Y me dejó con el niño.
11. Le canté, lo besé, lo arrullé… dejó de llorar,
me sonrió, se durmió.
Al cabo de un rato, busqué llorando a la hermana:
-Hermana: no respira.
12. La monja certificó
su muerte:
-Ha muerto en tus
brazos… Y tú le
has adelantado
quince minutos
con tu cariño el
amor que Dios
le va a dar
por toda la
eternidad.
13. Entonces entendí tantas
cosas: el cielo, el amor
de mis padres, el amor
de Jesús, los detalles
de afecto de mis
amigos… Mi viaje a
Kenya supuso un antes
y un después en mi
vida. Ahora sé que
todos tenemos
“Kenyas” a nuestro
alrededor para dar
amor cada día.
14. “ Voy a pasar por la
vida una sola vez,
cualquier cosa buena
que yo pueda hacer o
alguna amabilidad
que pueda hacer a
algún humano, debo
hacerlo ahora,
porque no pasaré de
nuevo por ahí”.
Madre Teresa de Calcuta