Un estudiante universitario pasó un mes de voluntariado en un albergue para niños moribundos en Nairobi, Kenya. Al llegar, se sintió inseguro de cómo podría ayudar sin experiencia. Una monja le pidió que cuidara a un niño que lloraba desconsoladamente; el estudiante lo arrulló y lo calmó, pero el niño murió en sus brazos poco después. La monja le dijo que le había adelantado el amor eterno de Dios con su cariño. Esta experiencia le enseñó la importancia de