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Un Curso de esperanza - Ken Wapnick
Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza
Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la
Fundación para Un Curso de Milagros
Temecula (California) (USA)
Doctor Kenneth Wapnick
Parte I
Pregunta: Vengo a clases como estas a escucharte, leo el Curso y trato de practicarlo lo
mejor que puedo, pero chico, cada vez me voy volviendo más consciente de hasta qué
punto no quiero hacerlo. Soy una máquina de proyección, lo digo en serio. A veces pierdo
la esperanza y entonces empiezo a dudar de que podamos llegar a ese "tomador-de-
decisiones" y elegir otro DVD. ¿De verdad podemos hacer eso? ¿O estamos condenados
a vivir este DVD por el resto de nuestra vida y simplemente tomar conciencia de que se
trata de un DVD, en lugar de elegir la paz y elegir ser amoroso? Actualmente en mi trabajo
tenemos mucha presión, mucha ansiedad, y yo no sé cómo dejar de elegir eso. Esto a
veces se vuelve un poco desesperado.
Ken: Creo que todo el mundo estaría de acuerdo con lo que estás comentando. Todos
tienen esa experiencia. La mayoría de las personas recurren al Curso porque sus vidas no
están funcionando, pero no son conscientes de hasta qué punto están mal las cosas hasta
que comienzan a trabajar con este material. Y esto sucede porque el mundo parece
ofrecerles esperanza. Siempre hay algo: otra relación, otro banco que robar sin ser
atrapado, drogas, alcohol, etc. Hay cosas que nos distraen, pero cuando empezamos a
entender realmente lo que el Curso está diciendo, nos ponemos más ansiosos. Nos damos
cuenta de que realmente no hay esperanza en el sistema del ego, que es un sistema de
pensamiento todopoderoso, hecho todopoderoso porque nos gusta.
Esto puede ser muy desconcertante en nuestros días buenos y rotundamente desesperado
en otros días. Sin embargo, no podemos llegar hasta la luz sin traspasar la oscuridad. Eso
es un tema importante del Curso. Jesús dice que juntos disponemos de la lámpara que
desvanecerá al ego (T.11.V.1.3). Eso significa mirar al ego, y algunas de las descripciones
que el Curso hace del ego pintan un retrato horripilante y extremadamente escalofriante.
Y lo que hace esto peor es darnos cuenta de que está hablando de nosotros. Hay secciones
muy intensas en las que se habla de "carne arrancada del hueso" (T.24.V.4.8), "arrojar a
tu hermano por un precipicio" (T.24.V.4.2) y elegir sufrir para que algún otro muera
(T.31.V.15.10).
Descripciones de este tipo no son fáciles de procesar y pueden dar lugar a sentimientos
de desesperanza. La esperanza radica en la comprensión (que es una de las razones por
las que siempre hago hincapié en la metafísica) de que hay una razón por la que nos
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sentimos de esa manera. La razón por la que el mundo es tan desesperado es que cuando
nos identificamos con nuestros cuerpos no hay realmente esperanza. Creemos que somos
libres cuando morimos, pero el Curso dice que "existe el riesgo de pensar que la muerte
es paz" (T.27.VII.10.2). Entonces, antes de darnos cuenta ya estamos aquí de vuelta otra
vez o en otro aspecto del sueño. No hay esperanza en el mundo. No hay esperanza dentro
de la ilusión porque, una vez que nos identificamos con la ilusión, no vemos nada más.
Se necesita tiempo y mucha disciplina para empezar a entender que el mundo no es lo
que parece.
Con frecuencia digo: "No te creas la mentira" y "No creas a quienes te digan que dos y
dos son cuatro", pues ellos se basan en la creencia de que en este mundo hay leyes lógicas
que perduran, cuando el hecho es que todo aquel que esté cuerdo sabe que dos y dos son
cinco porque aquí nada tiene sentido [nota de Toni: para una explicación de las metáforas
de Ken Wapnick con los números (1+1=1), (1+1=2), (2+2=4), (2+2=5) se puede consultar
el siguiente post (de otro de mis
blogs): http://jugandoalegremente.blogspot.com/2014/12/cuando-225.html].
Empezar a entender eso es extraordinariamente útil porque al menos se nos echa un cable
con sentido ((o: se nos proporciona una ayuda —o un salvavidas, o una cuerda de
salvamento, o una tabla de salvación— con significado)).
El mundo ofrece una gran cantidad de salvavidas (cuerdas a las que agarrarse, tablas de
salvación), todo tipo de adicciones. Cerca del final del Textohay una sección muy potente
titulada "La verdadera alternativa" en la que se dice que todos los caminos que hay aquí
(en este mundo ilusorio) conducen a la muerte (T.31.IV.2.11). ¡No hay esperanza en el
mundo! A veces he dicho que Un Curso de Milagros es la única espiritualidad que yo
conozca que ofrece verdadera esperanza en el sentido de que no ofrece ninguna esperanza
de cambio en el mundo. La esperanza que el Curso ofrece es su enseñanza de que todo lo
que parece ocurrir aquí está ocurriendo en la mente tomadora de decisiones. Ahí es donde
está la esperanza, pero el problema es que no vemos ninguna alternativa, lo cual es lo que
esta pregunta está expresando, y eso es cierto. La verdad del ego comienza a venirse abajo
cuando nos damos cuenta de que el ego no ofrece ninguna esperanza y parece
todopoderoso únicamente porque creemos en él. Es entonces cuando empezamos a tener
un asomo de esperanza, que puede crecer y crecer, pero que no estaría dirigida a hacer
que el mundo funcione mejor para nosotros. Recordemos la cita que dice: "No trates de
cambiar el mundo, sino elige cambiar de mentalidad con respecto al mundo"
(T.21.introd.1.7), lo que quiere decir que tenemos el poder sobre él.
Así que puede que estés atravesando un período muy estresante en tu trabajo, y aunque
no seas capaz de elegir la paz, podrías al menos saber en algún nivel que podrías elegir
la paz. Podrías ir a tu trabajo y hacer lo que tengas que hacer, y soportar todas las
chorradas que tengas que soportar, y a pesar de eso estar en paz. Saber que eso es una
posibilidad te daría al menos una luz de esperanza. Es también útil ser consciente de que
los sentimientos de desesperanza y desesperación representan una decisión.
Se necesita mucho trabajo, mucho estudio de lo que el Curso enseña, para ser capaces de
integrar esto en nuestra vida y que empecemos a ver que, efectivamente, no hay por qué
sentirse molesto, y aunque puede que eso no sea lo más agradable que le esté sucediendo
a tu cuerpo, aun así, podrías estar en paz. ¡Eso lleva trabajo! Pero compensa porque
entonces no trabajaremos bajo la ilusión de que algo de aquí va a hacernos felices: la
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creencia de que finalmente encontraré la relación adecuada, el trabajo adecuado, el clima
adecuado, la imagen corporal adecuada —cualquier cosa que me haga sentirme bien con
respecto a mí mismo y que me haga feliz. Ahora nos damos cuenta de que nada de eso
funcionará. Todos tenemos cierta edad cuando nos percatamos de esto. Hemos probado
muchas cosas diferentes del mundo, y simplemente no funcionaron.
La razón por la que Un Curso de Milagros va a funcionar es que nos va a llevar desde el
cuerpo hasta la mente, desde el símbolo hasta la fuente. Tenemos control sobre eso. El
comienzo de la lección 70 establece claramente que no hay nada en el mundo que pueda
hacernos felices o infelices; nada del mundo puede darnos dolor ni placer. Después dice
que esto nos pone a cargo del universo al cual pertenecemos —tenemos el control del
universo de la mente tanto si estamos alegres como tristes (L.70.2.3). Esto no tiene nada
que ver con las circunstancias externas. Incluso si no experimentamos eso, al menos
saberlo intelectualmente es un muy buen comienzo porque se restaura nuestro poder. De
lo contrario todos somos impotentes y estamos condenados a ganar a duras penas una
pizca de poder. Creemos que podemos controlar una parte de nuestras vidas o a veces a
una persona en particular, pero lo que realmente creemos es que estamos a merced de
fuerzas que no podemos controlar, especialmente las fuerzas del envejecimiento y de la
economía. Suceden cosas: la gente pierde sus trabajos y sus casas, y no crearon nada. Eso
es solo como es hoy en día, nuestros pensamientos pasan. O, nos viene un cáncer o le
viene un cáncer a un ser querido, y en el nivel del mundo no tenemos control sobre eso,
pero sí tenemos control sobre cómo lo vemos.
La línea que dice que el mundo que vemos es una "imagen externa de una condición
interna" (T.21.introd.1.5) nos indica el camino de salida. El mundo que vemos es una
proyección, un símbolo de una condición interna, la cual es la decisión de la mente en
favor del ego o del Espíritu Santo —el poder de elegir. Eso nos da la esperanza de que
incluso en medio de circunstancias horribles aún podríamos estar en paz. Al principio
creemos esto intelectualmente o trabajamos con el fin de llegar a creer esto
intelectualmente. Si nos mantenemos trabajando en esto, llegaremos a un punto en el que
esto se convertirá en nuestra experiencia, pero para llegar ahí se necesita un montón de
duro trabajo porque estamos desaprendiendo toda una vida, si es que no vidas, que estuvo
dedicada a considerar el símbolo como lo real y olvidándonos de la fuente.
La pregunta refleja también, a pesar de que no se mencionó esto, la resistencia que todos
tenemos a aceptar que lo que estoy diciendo y lo que el Curso está diciendo es verdad. El
mundo aparenta ser un testigo muy poderoso. Como dijo Wordsworth [poeta inglés]: "El
mundo es demasiado con nosotros". Es demasiado poderoso. La enfermedad es
demasiado poderosa. La situación financiera del mundo es demasiado poderosa. La
guerra es demasiado poderosa. El trastorno mental es demasiado poderoso. La muerte es
demasiado poderosa. No podemos superar esas cosas (no podemos vencerlas), y en el
nivel del cuerpo, no podemos. Pero podemos superar nuestro sistema de creencias porque
tenemos el poder de cambiarlo. Ahí es donde reside la esperanza.
¿Es esto realmente posible? Sí, es realmente posible. Te diría que podrías hacerlo incluso
esta tarde, pero eso te precipitaría al pánico, así que no voy a decir eso.
Parte II
Echemos un vistazo a una lección donde se habla de todo esto de una manera excelente:
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La lección 284, "Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor" [nota
de Toni: en uno de sus libros, Ken Wapnick comentó brevemente esa lección completa,
la traducción podéis leerla aquí: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/02/l-284-
journey-de-ken-wapnick.html]. Lo que esto quiere decir es que no es el mundo lo que nos
hiere; no es nuestro trabajo o nuestro jefe lo que nos hiere; no es nuestra relación especial
la que nos causa dolor; no es el cuerpo lo que nos duele. Son nuestros pensamientos los
que nos causan dolor, lo cual es lo que las lecciones 5 y 34 nos dicen: "Nunca estoy
disgustado por la razón que creo" y "Podría ver paz en lugar de esto". He aquí lo que la
lección 284 dice:
Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente. (L.284.1.1)
El mundo siempre juzga las pérdidas en términos del cuerpo: estoy perdiendo mi salud,
mi vitalidad, mi juventud, mi felicidad [nota de Toni: en el sentido satisfacción o de buena
fortuna ante lo externo/corporal: prosperidad externa, comodidad corporal, etc.], mi
trabajo, mi dinero, a mi ser querido, mi casa. Siempre hay alguna pérdida
exteriorizándose. Cuando percibimos apropiadamente la pérdida nos damos cuenta de que
no podemos perder nada ahí fuera. No hay nada ahí fuera, y cualquier percepción de
pérdida viene de nuestra creencia mental en ella, la cual (la creencia) la podemos cambiar:
"Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor".
El dolor es imposible. No hay pesar que tenga causa alguna. Y cualquier clase de
sufrimiento no es más que un sueño. (L.284.1.2-4)
En otras palabras, el mundo no nos hace sufrir. El sufrimiento es parte del sueño del ego.
Ahora viene un pasaje que es muy importante tener en cuenta, porque nos ayuda a
recordar que esto es un proceso:
Esta es la verdad [es decir, que todo lo de aquí es una ilusión; el placer y el dolor son
ilusorios], que al principio solo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas
veces[probablemente muchas, muchas, muchas veces, pero decirlo así sería estropear el
metro (nota de Toni: del metro del verso... recordemos que gran parte del Curso se dictó
poéticamente en verso), así que hay un único "muchas", pero estoy seguro de que Helen
escuchó "muchas, muchas, muchas veces"], se acepta en parte como cierta, pero con
muchas reservas. Más tarde se considera seriamente cada vez más y finalmente se
acepta como la verdad. (L.284.1.5-6)
Esta es una descripción muy clara del proceso que todo estudiante de Un Curso de
Milagros recorre. Leemos las palabras y decimos que son lindas, tal vez incluso hermosas,
y nos gustaría creer en ellas, pero tenemos reservas: podemos ver que eso funciona en
algunos casos, pero no en otros, en algunas relaciones o enfermedades, pero no en otras:
con un dolor de cabeza, pero no con un cáncer. Objetamos: "¡Pero yo tengo un pago de
la hipoteca vencido!". Y entonces decimos las palabras una y otra vez. Seguimos
leyéndolas y escuchándolas. Después las aceptamos parcialmente, todavía con muchas
reservas. Después empezamos a pensar sobre ellas más y más seriamente. Y finalmente
las aceptamos como la verdad. Lo que nos convence para aceptarlas como la verdad no
son las palabras en sí mismas. Lo que nos convence es nuestra propia experiencia.
Comenzamos a ver que lo que atravesamos en el nivel de la forma puede ser horrible,
pero que todavía podemos estar en paz. Así que alguien puede haber dicho algo muy
desagradable de mí, pero ya no me lo tomo de manera personal. Empezamos a practicar
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eso cada vez más, y a verlo cada vez más. "Los que tienen miedo pueden ser crueles"
(T.3.I.4.2). Las personas pueden actuar con crueldad hacia nosotros, pero ellas están tan
asustadas como nosotros. Tenemos que preguntarnos: "¿Por qué tengo que ser parte de
su (de ellas: las personas) sueño?".
Hay una importante sección en el capítulo 28 titulada "El acuerdo a unirse" (T.28.III). El
contexto es la enfermedad y Jesús nos invita a no aceptar el sueño de enfermedad de
nuestro hermano (T.28.III.3.3; tb. T.28.III.2.3), lo cual no quiere decir que nos volvamos
insensibles ante alguien que esté sufriendo; no nos reímos de eso ni nos volvemos
desagradables. Lo que quiere decir es que no perdemos nuestra paz, lo cual de hecho nos
volverá mucho más cariñosos, atentos y considerados porque no tendremos conflicto,
culpa ni miedo interfiriendo con nuestra libre expresión del amor.
Esto es algo que podemos practicar. Cuando alguien dice algo desagradable, no tenemos
por qué ser parte del sueño de esa persona. Pero si nos enojamos lo que estaremos
diciendo es: "Sí, tienes razón. El sueño de la separación es real y está poblado de víctimas
y verdugos; lo lamento por las víctimas y odio a los verdugos". Podemos dar un paso
hacia atrás de eso y recordar que, si todos somos lo mismo, entonces los verdugos creen
en lo más profundo que ellos han sido víctimas y que la única manera con la que pueden
hacer frente al dolor es mediante el ataque. Una vez más, "los que tienen miedo pueden
ser crueles". Toda víctima es un silencioso verdugo señalando con un dedo acusador
diciendo: "Mírame, hermano, por tu culpa muero" (T.27.I.4.6).
Más tarde, el Texto dice: "Y lo que ves en cualquier clase de sufrimiento que padezcas es
tu propio deseo oculto de matar" (T.31.V.15.10). Siempre he dicho que en todo el libro
ese es el pasaje más difícil de que la gente realmente lo mire. "Y lo que ves en cualquier
clase de sufrimiento que padezcas es tu propio deseo oculto de matar". Queremos sufrir
para que alguna otra persona sea considerada responsable. Existimos, pero no es culpa
nuestra, y Dios castigará y destruirá a esa otra persona. Paralelamente, un pasaje anterior
dice que los pecados de nuestro hermano están "escritos en el Cielo (...) y que van delante
de él (...)" (T.27.I.3.2). Nuestro sufrimiento le dice a Dios que mire los pecados de esa
persona, los cuales están escritos en el Cielo y van delante de ella, queriendo decir que
esos pecados harán caer a esa persona en el infierno, donde ella será castigada. Y dado
que se trata de o el uno o el otro, si esa persona va al infierno, entonces yo debo ir al
Cielo.
Entender esto nos da algo que recordar cuando estemos en medio de situaciones que sean
dolorosas o espantosas, en las cuales estamos todos casi todo el tiempo. Así podremos
decir en serio (o: y tener la intención de) que: "Podría ver paz en lugar de esto".
Reafirmemos este importante punto: esto no quiere decir que vayamos a justificar la
conducta desagradable o la crueldad de las personas. Simplemente significa que no las
atacaremos. Son personas asustadas, pero todo el mundo está asustado y por lo tanto todo
el mundo tiene pensamientos y sentimientos crueles, actuando cruelmente. La mayoría de
nosotros no robaría bancos, ni violaría, ni mataría a gente inocente, ni tirarían bombas
sobre aldeas estando contentos con eso: "¡Oh, hoy he tenido un gran día! He matado a
ciento cincuenta personas y la mayoría de ellas eran mujeres y niños... ¡ya tienen su
merecido!". La mayoría de nosotros no haría eso, pero todos lo haríamos en algún nivel.
Puede que no lo hagamos en la forma, pero cuando nos alegramos de que el violador local
haya sido capturado y severamente castigado, o incluso matado, no somos diferentes del
violador. Pues con eso estamos diciendo que el sufrimiento de alguna otra persona me
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produce placer. Y bien, ¿no es eso lo que hace un violador? Lo que el violador dice es:
"Tú no me importas. Yo sólo quiero mi placer". Pues bien, nosotros queremos el placer
de saber que ese bastardo culpable está siendo matado y nosotros no. Obtenemos de eso
un gran placer, como todos sabemos. Simplemente observa a una familia cuyo hijo ha
sido asesinado; obsérvales fuera de la sala, cuando se ha dado el veredicto y el tipo que
mató a su hijo o que violó y asesinó a su hija se va tras las rejas y nunca saldrá de ahí.
Ellos están totalmente eufóricos. ¡Se ha hecho justicia! Pero es el infierno, no se ha hecho
justicia sino injusticia porque no hay amor ahí. El amor no castiga. El amor puede poner
un límite a la capacidad de las personas para crear falsamente, pero nunca lo haría con un
espíritu de castigo (nunca con ánimo castigador, nunca con odio).
Todos estamos silenciosamente contentos cuando el agresor es atrapado. Eso no nos hace
mejores que él. Esto es lo que tenemos que ver. No hay que confundir el símbolo con la
fuente. En el nivel del símbolo todos somos muy, muy diferentes. En el nivel de la fuente,
que es la mente separada, todos somos lo mismo. Todos somos secretos Hitlers y Stalins.
Todos somos asesinos. Todos somos secretos Jesuses y secretos Budas porque todos
tenemos una mente correcta. Todos somos lo mismo. Todo el mundo tiene una mente
correcta —todo el mundo. Si excluimos a una persona estamos excluyendo a toda la
Filiación, porque lo que hace que la Filiación sea la Filiación es el hecho de estar
unificada. Todos somos uno. Este es un pensamiento muy aleccionador.
Con frecuencia digo que, si quieres ver lo lejos que has llegado con el Curso, simplemente
observa un juicio que haces y pregúntate a ti mismo si harías este juicio con respecto a
todos los aspectos (o todas las personas) de la Filiación. Toma cualquier pensamiento no
amable (o de antipatía, desagradable) que tengas hacia una persona y pregúntate si
extenderías ese pensamiento hasta abarcar a todas las demás personas (nota de Toni: o
aspectos de la Filiación, por ejemplo, animales, etc.), incluyendo a Jesús y la gente que
aquí amas. Lo más probable es que dijeras: "No. Jesús nunca violó a nadie. Él nunca
fabricó una bomba ni la tiró sobre la gente inocente de una aldea". Al juzgar y pensar en
los demás de manera poco amable, lo que estamos haciendo es diferenciar y fragmentar
a la Filiación. Estamos diciendo que hay una jerarquía de ilusiones, lo cual como ya
hemos visto es la primera ley del caos (T.23.II.2.1-2). Estamos diciendo que hay personas
aquí que son diferentes a otras personas.
Las personas son diferentes en el nivel de la forma, pero no en el nivel de la mente. No
hay que confundir el símbolo con la fuente. Los símbolos son diferenciados, a menos que
los hagamos símbolos de la mente correcta, los cuales entonces abarcan a todos. Por lo
tanto, si tú tienes una experiencia maravillosa y beatífica al contemplar una gran obra de
arte o una gran escena de la naturaleza, y no permites que ese amor abarque a todos,
entonces estás negando la belleza de esa experiencia. Estás diciendo que puedes tener una
experiencia maravillosa del Amor de Dios en cualquier forma que pueda tomar, pero que
no puedes llevarlo a casa contigo porque tienes todos estos ruidosos niños interrumpiendo
tu paz; o que no puedes llevarlo al trabajo; o que no puedes llevarlo contigo cuando estás
viendo las noticias.
Cuando pensamos de esa manera, estamos tomando la experiencia del amor y limitándola,
lo cual significa que ya no es amor. Tener un pensamiento poco amable o hacer alguna
cosa desagradable no nos convierte en pecadores, pero ciertamente está diciendo que
todavía valoramos, afirmamos y damos testimonio de la realidad de la separación, la
realidad de la fragmentación, lo cual es lo mismo que decir que hay una jerarquía de
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ilusiones: que en este mundo hay personas buenas y malas. Es cierto que hay personas a
las que juzgamos como buenas y que hacen cosas buenas según nuestra estimación, y
personas a las que llamamos malas y que hacen cosas que consideramos malas. Pero no
todas las personas estarían de acuerdo con nuestra evaluación, lo cual significa que no es
una evaluación universal, y si no es universal, no es real.
Parte III
La mentira del mundo es que los símbolos significan algo, y el significado es que ellos se
diferencian (unos de otros). Esa es la mentira de los símbolos. Ese es el significado que
los símbolos tienen para el ego. El propósito de cualquier símbolo es llevarnos de vuelta
a la fuente. Si se trata de la fuente de la mente-errada, entonces nos conviene cambiar de
mentalidad. Si se trata de la fuente de la mente-correcta, entonces lo que nos conviene es
fortalecerla y compartir el amor que proviene de esa decisión en favor de la mente-
correcta. Eso es lo que hace que el Curso sea tan difícil. Hay una sección titulada
"Salvación sin transigencias" ((o sea: sin hacer concesiones)) (T.23.III). Si de verdad
queremos ser salvados, lo cual quiere decir salvados de nuestra decisión en favor de la
culpa, tenemos que incluir a todos en nuestra decisión. Este Curso es inflexible ((sin
transigencias: no hace concesiones)). El tono de este es muy dulce y suave, y la
experiencia de tener a Jesús como nuestro maestro es muy amorosa, amable y paciente,
pero él (("he": Jesús)) es inflexible ((no hace concesiones)). En un mensaje Jesús le dijo
a Helen algo que en realidad es para todos nosotros: "Te amaré, te honraré y respetaré
absolutamente lo que has hecho, pero no lo apoyaré a menos que sea verdad" (T.4.III.7.7).
Él no apoya nada que nosotros digamos o pensemos. El Curso niega que cualquier cosa
que pensemos ((nuestras creencias en el mundo)) sea cierta. Jesús respeta lo que nosotros
pensamos porque nuestros pensamientos/creencias provienen de nuestro poder de
decisión. Si no respetamos el poder de nuestra decisión de elegir al ego, nunca
respetaremos el poder de elegir al Espíritu Santo, pero Jesús no apoyará nuestra decisión
en favor del ego porque el ego no es verdad.
En ese sentido, el Curso es inflexible. Es dulce, suave, amoroso y amable, ¡pero es
siempre claro e inflexible! Muchos estudiantes se sienten tentados a esquivarlo, pensando
que Jesús no está realmente diciendo lo que dice, o lo esquivan al no hacer caso de ciertas
cosas que leen. Así que cuando Jesús nos dice que nuestros ojos no ven, hacemos como
que no hemos visto o leído ese pasaje. Correcto, ¿entendido? Los ojos no ven. Nosotros
fingimos que no vemos esta frase que dice que nuestros ojos no ven. Vemos ((leemos)) lo
que queremos ver ((leer)).
Por lo tanto, al practicar el Curso, tenemos seguir compartiendo esa amabilidad y suave
dulzura de nuestro maestro ((Jesús)), pero tenemos que ser inflexibles en no considerar
como causa a nada externo. Nunca estamos disgustados ((o molestos)) por la razón que
creemos (Lección 5). Pensamos que estamos molestos porque... Y todos tenemos una
larga lista de "porqués" ((de causas, justificaciones)). De la misma manera en que
podemos fácilmente decir que creemos ser felices porque... lo cual significa que nunca
somos felices por los motivos que creemos. El mundo miente. El mundo fue hecho para
mentir. "Nada es tan cegador como la percepción de la forma" (T.22.III.6.7). La forma
miente. La forma nos ciega. Los símbolos nos impiden ver la fuente. Por eso es por lo
que: "Nada es tan cegador como la percepción de la forma". Por eso es por lo que no
deberíamos creer a quienes nos digan que dos más dos son cuatro. [nota de Toni: tal como
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mencioné en la parte I, para una explicación de las metáforas de Ken Wapnick con los
números (1+1=1), (1+1=2), (2+2=4), (2+2=5) se puede consultar el siguiente post (de
otro de mis blogs): http://jugandoalegremente.blogspot.com/2014/12/cuando-225.html].
Quienes digan eso, no entienden. Ellos podrían ayudarnos con un problema corporal, pero
no nos serán de ayuda para volver a casa. Ellos podrían ofrecernos una particular forma
de magia que ayude a aliviar el dolor, o nos podrían explicar cómo podemos llegar desde
la calle A hasta la calle B. No hay nada malo en eso, pero así no se llega a casa. Lo que
nos llevará a casa es pedir ayuda a alguien, pero sin tomar esa ayuda en serio ((no hacer
de ello algo real)). Nos tomamos en serio la ayuda en el nivel de los efectos que esa ayuda
pueda tener en nuestro cuerpo o en el cuerpo de nuestros seres queridos, pero no la
tomamos en serio en el sentido de que sea real. Dos más dos no son cuatro; son cinco,
porque nada de este mundo tiene sentido, especialmente el hecho de que parezca tener
sentido.
El mundo se basa en leyes que provienen de la creencia en la nada, según la cual hay un
pensamiento de separación que da lugar a un mundo de tiempo y espacio que está
gobernado por diferentes tipos de leyes: las leyes de la física, química, biología,
psicología, desarrollo humano, etc. Todas ellas se derivan de la creencia de que el tiempo
y el espacio son reales, la cual se deriva a su vez de la idea de que la separación de Dios
es real. Todo esto es en realidad una creencia en la nada —y nada va a venir de la nada.
Todo en este mundo es producto de nuestro pensamiento, tal como dicen los físicos
cuánticos. Sin embargo, lo que los físicos cuánticos generalmente no dicen es que el
pensamiento es la culpabilidad.
Se nos dice que el mundo "es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha
enloquecido" (T.13.introd.2.2). El mundo es el "sistema ilusorio" (queriendo decir que es
demente, loco) "de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido". La culpabilidad
es lo que fabricó a este mundo y la culpabilidad es lo que sostiene a este mundo. El perdón
es la única cosa que deshará la culpabilidad. El perdón dice que ahí fuera no hay nada que
perdonar: tú no me hiciste ninguna cosa a mí. Lo que eso quiere decir es que tú puedes
haber herido mi cuerpo o los cuerpos de mis seres queridos, pero tú no me robaste la paz
de Dios porque ella está en mi mente y sólo yo tengo el poder de expulsar la paz de Dios
lejos de mí. Pero cuando digo que la expulsé lejos de mí porque tú me golpeaste, me
humillaste, abusaste de mí, me abandonaste, me insultaste, me robaste, o lo que sea, lo
que estoy diciendo es que no tengo el poder de expulsar la paz de Dios lejos de mí.
Entonces debe ser que no tengo una mente. Eres tú quien tiene el poder, entonces. De
hecho, tú tienes el poder y lo estás usando. Tú me robaste la paz de Dios. Esa es la mentira.
El mundo del dos-más-dos-son-cuatro nos diría que sí, que eso es lo que la gente hizo, y
se centra en mirar el efecto que eso produjo. Eso produjo un efecto sobre el cuerpo, pero
el cuerpo no existe. El cuerpo es una proyección de un pensamiento que nunca ocurrió.
Insisto otra vez en eso porque esa es la única manera para que el preguntador salga del
lío ((o del caos)). Así que, si quieres ayudar del todo a alguien, tienes que decirle que lo
que te estoy diciendo es cierto. Que es la única manera de salir del lío. No hay esperanza
en este mundo. El mundo no fue hecho para ofrecer esperanza. ¿Por qué? Porque la
esperanza reside únicamente en la mente tomadora-de-decisiones. Ahí es donde está la
esperanza porque es ahí donde está el problema. Cuando nos sacamos a nosotros mismos
de la mente y nos colocamos a nosotros mismos en el sueño como una figura soñada,
como un cuerpo en un mundo, nos estamos privando a nosotros mismos de la
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mente ((literalmente: nos hacemos sin mente)), lo cual quiere decir que estamos cortando
la única fuente de esperanza que existe.
Este Curso, lo repito, es la única cosa que yo conozca que ofrece verdadera esperanza
porque nos lleva de regreso a la mente, al enseñarnos por qué hicimos el mundo al
principio de todo, por qué luego seguimos viniendo a este mundo, por qué seguimos
argumentando en favor de este mundo, por qué incluso llegamos a pensar que Un Curso
de Milagros trata sobre vivir en este mundo y que Jesús nos va a decir algo. ¿Qué podría
él decirnos en nombre de Dios excepto que somos el Nombre de Dios? Eso es lo que él
nos diría. Él no habla con nosotros. Eso es una alucinación auditiva. Eso podría ser de
gran ayuda si llevara a la gente más allá de la alucinación, y a medida que crezcan se
conviertan como él, como en el poema de Helen "Una oración de Jesús": la gente te mira
y ve a Jesús en lugar de a ti (The Gifts of God, pages 82-83). En ese caso la voz es de
ayuda porque conduce más allá de sí misma.
Dios, el Espíritu Santo y Jesús no hablan de cosas concretas. El amor es no-
específico ((no-concreto)). Nosotros lo traducimos en algo específico. Eso puede ser un
símbolo de la mente-correcta y ser de gran ayuda, pero tenemos que usar el símbolo para
volver a la fuente. Recordemos un par de versículos de la lección 161: "El odio es algo
concreto. Tiene que tener un blanco" ((tiene que haber alguna cosa concreta que se
convierta en el blanco del ataque)) (L.161.7.1-2). Un poco antes se dice: "Así fue cómo
surgió lo concreto" ((literalmente: "Así fue como se hizo/fabricó lo
concreto")) (L.161.1.3). Eso se refiere a por qué se hizo el mundo. Hicimos un mundo de
cosas concretas para mantenernos anclados en un sistema de pensamiento de detalles
concretos. Hay un Hijo concreto que atacó a Su Padre concreto —ahora ya tenemos dos
objetos/pensamientos concretos.
Por eso el Curso dice: "El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios"
(L.PII.Preg3.2.1) ((Pág. 446)). Es una proyección del pensamiento de ataque —que
estamos mejor fuera del Amor de Dios. Por lo tanto, hicimos un mundo opuesto al Cielo.
Hicimos un ser opuesto al Cristo que somos. El Cielo es abstracto, lo que significa que es
no-específico ((no-concreto)) y no-dualista, y entonces fabricamos mundos concretos,
cuerpos concretos, problemas concretos, necesidades concretas, el oír voces concretas
diciéndonos cosas concretas —todas las cuales hacen real el mundo de los detalles
concretos. De esa manera nunca llegaremos a casa. Usemos las cosas concretas para
dirigirnos hacia lo no-concreto. Eso es diferente, pero no ha de confundirse el símbolo
con la fuente.
El Curso nos enseña que el propósito del tiempo es enseñarnos que no existe el tiempo.
El propósito de los detalles concretos es enseñarnos que no hay detalles concretos en el
Cielo. El propósito de estar en el mundo es aprender que no hay mundo. Para la mente-
correcta el propósito de estar en un cuerpo es aprender que no somos cuerpos. El Libro
de Ejercicios dice una y otra vez: "No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como
Dios me creó" (L.201-220). Dios nos creó como espíritu. Y cuando creemos ser algo
diferente a eso, es porque creemos que somos una mente separada. Somos siempre una
mente separada, nunca un cuerpo separado. Esa es la ilusión, la mentira. "Nada es tan
cegador como la percepción de la forma" ((Esta potente cita ya fue mencionada en el
tercer párrafo, donde se indicó su localización: T.22.III.6.7)). La percepción ve el
símbolo. Ve la forma y se detiene ahí. No va más allá de la forma. El Curso nos enseña a
utilizar las palabras, los cuerpos y las relaciones como una manera de ir más allá de
ellas. No ha de confundirse el símbolo con la fuente.
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Un símbolo representa algo o simboliza algo que no puede expresarse de ninguna otra
manera. El amor no puede expresarse aquí ((en el mundo de las formas)). El amor es
perfecta unidad. El Curso dice que el perdón es el reflejo del amor del Cielo. Es el
equivalente terrenal del amor, pero no es el amor. El reflejo de la unidad del amor del
Cielo es la igualdad de la Filiación, y en ese reconocimiento de que todos somos lo mismo
no hay juicio. ¿Cómo puede uno juzgar lo que es lo mismo? Uno puede juzgar solo lo que
es diferente. "El amor no hace comparaciones" (L.195.4.2) porque el amor es perfecta
unidad. El amor del ego está todo el tiempo comparando, todo el tiempo. Así es como
sabes que es el ego.
Una vez más, lo que hace difícil este Curso es su naturaleza inflexible, pero en eso mismo
se halla también la esperanza de este Curso; ahí es donde está la salvación; y eso es porque
esto requiere un montón de trabajo duro. Hay una serie de pasajes que son muy
reconfortantes. Uno de ellos nos dice: "No temas que se te vaya a elevar y a arrojar
abruptamente a la realidad" (T.16.VI.8.1). No ocurre así. Hay un pasaje aún más intenso
en el capítulo 27: "Mas ese sueño es tan temible y tan real en apariencia, que él no podría
despertar a la realidad sin verse inundado por el frío sudor del terror y sin dar gritos de
pánico, a menos que un sueño más dulce precediese su despertar y permitiese que su
mente se calmara para poder acoger —no temer— la Voz que con amor lo llama a
despertar (...)" (T.27.VII.13.4). Tenemos que proceder por etapas ((por pasos... paso a
paso)). Nosotros no vamos ((directamente)) desde el ser al Ser. El ser se transforma.
Algunas veces en el Curso Jesús nos dice que el Espíritu Santo no nos arrebata nuestras
relaciones especiales, sino que las transforma (ver por ejemplo T.17.IV.2.3).
Nos transformamos desde un ser culpable, enojado y deprimido hasta convertirnos en un
ser tranquilo. Nuestra percepción se transforma desde una percepción en la que se ve a
todos como diferentes, unos buenos y otros malos, hasta una percepción que ve a todos
como iguales. Esto es todavía dentro de la ilusión, pero es la manera de salir de la ilusión.
Es lo que el Curso llama el sueño feliz (T.18.V). No tiene nada que ver con nada físico.
Los sueños felices son aquellos sueños apacibles que preceden nuestro despertar,
llevándonos al punto desde el cual podemos despertar porque ya no estamos tan
asustados. Nos transformamos gradualmente pasando de un ser de mente-errada hasta un
ser de mente-correcta. El ser de mente errada ataca, juzga y hace diferencias. El ser de
mente-correcta perdona, mira más allá del pecado hasta ver el error, y mira más allá del
error hasta contemplar la verdad. Ve a todos cómo lo mismo, como iguales. El ser de
mente-correcta no juzga, y si hubiera un acto de juicio, el ser de mente-correcta no juzga
esa decisión. En el estado de mente-correcta somos pacientes, dulces y amables con
nuestros propios egos, lo cual nos permite ser pacientes, dulces y amables con el ego de
los demás. Ser más pacientes y amables con los egos de los demás refuerza nuestra
paciencia y amabilidad con nosotros mismos.
Esto requiere un montón de práctica y trabajo duro. Tenemos que mirar cada pensamiento
egoico que tenemos y no justificar ninguno de ellos ni sentir culpabilidad por ellos, ni
castigarnos a nosotros mismos, sin importar lo grande o pequeño ((Nota de Toni: en
importancia, en intensidad, en gravedad aparente, en la aparente repercusión de sus
efectos, etc.)) que ese pensamiento pueda ser. El Curso dice dos veces que una leve
punzada de molestia es una máscara encubriendo una intensa furia (L.21.2 y M.17.4).
Llegamos a creer que los pensamientos egoicos nos sirven de defensa. Nos sentimos
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culpables porque nos hemos desprendido del amor. Esto dejó un vacío dentro de nosotros,
una carencia que tenemos que llenar tomando lo que podamos del exterior, ya sea
mediante relaciones de amor especial que satisfagan nuestras necesidades, o mediante
robar la inocencia de otros lo cual hacemos atacándolos, dándoles así nuestra
pecaminosidad y arrebatándoles su inocencia porque es uno o el otro. Todo esto ocurre
simplemente porque nos volvimos temerosos del amor, porque en la presencia del amor
no existimos. Por lo tanto, nos alejamos del amor para protegernos a nosotros mismos.
Preservamos este ser al tomar nuestro pecado y nuestra culpa para proyectarlos sobre los
demás. Eso es lo que hacemos a lo largo de todo el día.
Nos damos cuenta de que hay un propósito en estar enfadados, en hacer juicios y en
sentirnos mal con respecto a nosotros mismos. Nada de esto sucede por casualidad. La
razón o el propósito es escapar del terrible peso de la culpa, no viéndola en nosotros
mismos sino en otros. "El odio es algo concreto" (L.161.7.1). Tiene que haber alguien ahí
fuera que nosotros podamos odiar, y puesto que no hay nadie ahí fuera, tenemos que
inventar una persona, o inventar algo. Por eso es por lo que andamos por este mundo
estando enfadados, siempre haciendo juicios, siempre estando nerviosos, siempre estando
temerosos, siempre haciendo comparaciones —siempre buscando algo fuera que llene
este agujero que creemos tener dentro.
El ego nos dice que si vamos dentro desapareceremos en el Corazón de Dios y nuestro
ser dejará de existir. Por eso, una vez más, necesitamos dar pasos suaves. No
vamos ((directamente)) del ser al Ser, sino que transformamos el sentido que tenemos del
ser. El proceso para lograr eso implica aprender a ver a todos como iguales, y luego
perdonarnos a nosotros mismos cuando no vemos la igualdad sino a todos como
diferentes.
Recuerda, esto no es un Curso sobre hacer; es un Curso sobre deshacer. Simplemente nos
mantenemos mirando, y si seguimos mirando, con el tiempo aprenderemos a no tomar al
ego tan en serio. Aprenderemos a no darle al ego poder sobre nosotros. Nos daremos
cuenta de que tenemos poder sobre el ego y seremos mucho más indulgentes con nuestros
errores. Diremos: "Simplemente estaba asustado. No es para tanto, no tiene tanta
importancia. Esto no significa que esté haciendo mal el Curso". Hay un solo ego, un único
sistema de pensamiento egoico, así que siempre estamos haciendo la misma cosa una y
otra vez. Lo que importa es la actitud que tenemos hacia el ego.
Parte IV
Siempre me agrada leer esta cita tan reconfortante del Texto:
"La condición necesaria para que el instante santo tenga lugar no requiere que no
abrigues pensamientos impuros. Pero sí requiere que no abrigues ninguno que desees
conservar" (T.15.IV.9.1-2).
Esto no quiere decir que deberíamos estar libres de pensamientos egoicos. No estamos
yendo ((de golpe y porrazo)) desde el ser totalmente egoico hasta el ser totalmente sin
ego. Eso es el final del viaje, pero es un viaje. Lo que también indica esto es que se trata
de un proceso de transformación gradual y suave. No se dice que no deberíamos tener
pensamientos egoicos, pensamientos impuros ((literalmente: pensamientos no puros)).
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Por supuesto que vamos a tener pensamientos impuros: pensamientos de separación,
ataque, etc. Pero la condición sí requiere que no tengamos ninguno que queramos
mantener, lo que significa no ocultárselos al Espíritu Santo ni a nosotros mismos. No
podemos tratar de justificarlos, racionalizarlos, espiritualizarlos o negarlos. Simplemente
hemos de reconocer que nos hemos vuelto temerosos del amor en ese momento, y que la
única manera que vemos de preservarnos a nosotros mismos en presencia del amor —al
que hemos juzgado como temible— es atacar, estar deprimidos, enfermarnos, sentirnos
cansados, correr tras esta o aquella adicción, y así sucesivamente. Simplemente tenemos
que darnos cuenta de lo que estamos haciendo. Eso es todo.
Otra frase que siempre cito tiene que ver con aprender a estar más allá del sufrimiento.
Esa frase dice que la manera de ir más allá del sufrimiento es ver el problema tal como
es, y no de la manera en que lo hemos urdido (T.27.VII.2.2). No se nos pide que dejemos
correr el problema ((o sea: no se nos pide que lo disimulemos, lo toleremos, que le
restemos importancia para permitir que el problema persista, etc.)). No se nos pide que
nos convirtamos en una persona sin ego en un abrir y cerrar de ojos. Si queremos acabar
con el sufrimiento, lo único que necesitamos hacer es ver el problema tal como es, no de
la manera en que lo hemos urdido. La manera en que lo hemos urdido es que hemos
sacado el problema de su fuente, la cual es nuestra mente con su decisión a favor del ego,
y lo proyectamos hacia fuera sobre un símbolo, el cuerpo. Así es como hemos
urdido ((inventado, fabricado)) el problema, y de ese modo nunca será resuelto. Nunca
será resuelto porque hemos sacado el problema de su fuente.
Ver el problema tal como es, es ver que nos hemos vuelto temerosos del amor, por lo que
lo echamos fuera ((nos deprendemos de él: lo rechazamos)). Echamos
fuera ((rechazamos)) el símbolo del amor: Jesús, el Espíritu Santo, o cualquier otro
símbolo que hayamos elegido. Echamos fuera al amor y luego sentimos culpa, porque eso
es una reminiscencia del "pecado original" cuando todos echamos al Amor de Dios fuera.
En lugar de ver el problema tal como es, proyectamos el problema sobre alguna cosa o
lugar en el que el problema no está. El problema está en nuestra mente, así que lo
proyectamos sobre un cuerpo, donde no existe el problema. Lo proyectamos sobre un
mundo de cuerpos donde el problema no existe.
Todo lo que se nos pide es mirar eso y decir: "Sí, esto es lo que he hecho, y lo hice porque
tengo miedo del amor". No es ninguna novedad ((o tb: "Es lo de siempre", o: "No es nada
del otro mundo")). No tenemos que negarlo, racionalizarlo o justificarlo. No tenemos que
hacer nada. Sólo decimos que eso es lo que hemos hecho. Todos estamos asustados del
amor, de lo contrario no habríamos nacido en cuerpos. ¿Y qué? ((Tb: "¿Qué importancia
tiene?", o: "¡No es para tanto!", o: "¿Qué tiene esto de especial?")). Es eso lo que
queremos aprender a decirle al ego: ¿¡Y qué!? ((¡No es para tanto!)).
Hay otro espléndido pasaje que compara todas nuestras relaciones especiales con "plumas
arrastradas sin rumbo por el viento" (T.18.I.7.6). Jesús nos dice que dejemos que el viento
se las lleve a todas (T.18.I.8.1) porque no son nada. Eso es lo que ellas tienen en común.
Todas ellas son como plumas. Ninguna de ellas es nada. Parecen ser diferentes —
diferentes formas, colores y texturas— pero todas ellas son lo mismo porque no son nada.
Ellas no son nada; pretenden ser la causa de nuestros problemas, pero ellas son
literalmente nada. Sin embargo, en la medida en que pensemos que somos algo, lo somos,
así que tenemos que usar los demás "algos" del mundo para aprender que ellos no tienen
ningún poder sobre nosotros.
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No es útil decir solamente que somos ilusiones. Sé que he pasado una buena parte del día
diciéndoos que no estáis aquí [risas], pero yo no soy tan sutil como Jesús. Lo
verdaderamente importante de decir es que lo que es ilusorio es que algo por ahí fuera
pueda hacernos felices o infelices. Eso lo podemos aprender. Cuando nos encontramos
cada mañana en nuestro cuarto de baño y vemos la imagen en el espejo con la cual nos
identificamos, de ningún modo tenemos que creer que no somos cuerpos. Es muy
importante saber eso intelectualmente, pero en el nivel de nuestra experiencia no es muy
útil, y a nivel práctico no tiene sentido. Lo que tiene sentido, sin embargo, es que podemos
aprender que "nunca estoy disgustado por la razón que creo" (L.5). No es culpa de algo o
de alguien más que no experimentemos la paz de Dios en este mismo momento,
independientemente de lo que se nos haya hecho. Sin importar lo que un microorganismo
pueda haber hecho en el cuerpo hasta enfermarlo, no es debido a eso por lo que no
sentimos la paz de Dios. Eso lo podemos aprender.
Por lo tanto, la ilusión dentro de nuestra existencia ilusoria aquí es que el mundo nos ha
hecho esto (sea lo que sea el "esto"). El mundo no nos ha hecho eso. Nos lo hemos hecho
nosotros mismos. Cerca del final del capítulo 27 aprendemos que "el secreto de la
salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo"
(T.27.VIII.10.1). No somos responsables del ataque que nos hacen otros egos. Eso es su
responsabilidad, pero de lo que sí somos responsables es de percibirlo como un ataque
que nos ha robado nuestra paz. Eso es lo que podemos aprender y lo que lleva un montón
de trabajo, pero es factible. Es posible. Esa es la transformación. No es el mundo lo que
se transforma. ¿Cómo podría la nada ser transformada? Es nuestra percepción la que debe
transformarse, y la transformación es un proceso suave que nos lleva desde el punto en el
que hemos hecho del símbolo algo de suma importancia, hasta el punto donde nos damos
cuenta de que el símbolo no es tan importante. Es la fuente la que es importante porque
es la que nos da el poder, el auténtico poder. Es ese suave y amable cambio gradual el
que transforma el mundo a nivel de nuestra percepción ((o sea: el que transforma nuestra
percepción del mundo)).
Las personas no son amables en este mundo. Yo siempre digo que las personas amables
no vienen aquí; se quedan en casa con Dios. Las personas culpables vienen aquí; las
personas temerosas vienen aquí; las personas furiosas y depravadas vienen aquí; las
personas crueles y despiadadas vienen aquí; las personas locas vienen aquí. Las personas
amables no vienen aquí, así que, ¿qué tiene de raro el que ahí fuera haya personas que
nos ataquen? Sabemos que las personas que ocupan un cargo público mienten y engañan.
¿Qué tiene eso de novedoso? Que haya personas que nos roban, que nos mienten en los
negocios y que nos mienten en nuestras relaciones no es noticia. Ahora bien, si hubiera
una persona que fuera íntegra y verdaderamente honesta, eso sí sería noticia. El último
escándalo, mentira o engaño se vuelve algo aburrido al poco tiempo.
Una vez más, no queremos cambiar el mundo: "No trates de cambiar el mundo, sino elige
más bien cambiar de mentalidad con respecto al mundo" (T.21.introd.1.7). El proceso es
una transformación gradual que consiste en dar menos importancia a lo que está ahí fuera
como una fuente de dolor y rechazo o como una fuente de felicidad y placer, y dar más
importancia a lo que está dentro, en nuestra mente. Hacemos eso gradualmente porque el
miedo a perder nuestro ser individual es muy grande. Hicimos el mundo literalmente —
literalmente hicimos el mundo— como un único Hijo colectivo para preservar la
individualidad de la mente separada. No lo hicimos para ocultarnos de Dios. Eso es lo
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que el ego nos dijo, pero la verdadera razón por la que lo hicimos fue ocultar nuestra
mente para que así no la cambiáramos. Esto es algo realmente importante de entender. Es
el significado de la cita que dice: "No es de la crucifixión de lo que realmente tienes
miedo. Lo que verdaderamente te aterra es la redención" (T.13.III.1.10-11).
No tenemos miedo de la crucifixión. Amamos la crucifixión. Fue ella la que nos dio
nuestra existencia en primer lugar. El cristianismo se basó en sus muchas ramas religiosas
en la crucifixión, el sacrificio y el sufrimiento. Lo que de verdad nos aterra es la redención
que se encuentra en nuestra mente tomadora-de-decisiones, que eligió al ego pero que
ahora puede elegir al Espíritu Santo como su maestro. De eso es de lo que tenemos miedo.
Por eso es por lo que fabricamos el mundo de los cuerpos —para privarnos de la mente.
Entonces fabricamos todos los tipos de problemas, para devorar ((distraer)) nuestra
atención.
Hemos pasado eones (como diferentes sociedades a lo largo de la historia) tratando de
entender los problemas que nos aquejan y después eones en intentar resolverlos. Es una
situación de ciegos guiando a ciegos porque confundimos el símbolo con la fuente. Ni
siquiera sabemos que hay una fuente. Los problemas no pueden ser resueltos
externamente porque en cuanto resolvemos uno, el problema real de la culpa en nuestra
mente genera otro problema. Eso es lo que las lecciones 79 y 80 dicen muy claramente.
Resolvemos un problema y surge otro para tomar su lugar porque el problema no está en
el mundo; no está en los símbolos. Está en lo que los símbolos representan. Queremos
que haya problemas para que nuestra atención esté siempre dirigida hacia y atrapada por
el mundo exterior, el mundo sin-mente. Así que nunca regresamos a la consciencia ((a la
plenitud de mente)) porque entonces cambiaríamos nuestra mente. Por lo tanto,
necesitamos un proceso que cambie gradualmente la manera como miramos el mundo y
el uno al otro, y lo hacemos gradualmente porque tenemos mucho miedo.
Pensaba concluir con la lectura de otro de los poemas de Helen, titulado
"Transformación" (The Gifts of God, p. 64). Es un poema muy agradable. No entraré en
todas las circunstancias de su escritura, pero fue transcrito en tiempo de Pascua, por lo
que hay una alusión a la Pascua al final. En pocas palabras, ocurrió cuando Helen y yo,
junto a un sacerdote amigo nuestro, estuvimos visitando a un grupo de monjas que vivían
en la parte más baja de la cara este de Manhattan. Era Domingo de Ramos y también la
Pascua judía, así que hicimos una combinación entre Séder de Pésaj ((festividad judía,
una especie de Cena de Pascua en la tradición judía)) y Domingo de Ramos. Terminamos
de comer y, antes de ir a la misa en la capilla, caímos espontáneamente en un profundo
silencio.
Algo ocurrió, y todos nosotros (cinco o seis de nosotros) simplemente nos quedamos muy
tranquilos al mismo tiempo. Fue como si el mundo desapareciera, y nosotros simplemente
permanecimos de esa manera durante un rato. Yo estaba siempre buscando cualquier
excusa para animar a Helen a escribir algún poema, así que durante el camino de regreso
a casa le dije que plasmar este incidente sería un poema precioso, y al siguiente día (o
dos) Helen escribió este poema. Lo estoy usando como cierre de este taller porque
describe eso de lo que estaba hablando antes, especialmente al final cuando el mundo se
transforma: "Lo pequeño ((insignificante)) aumenta de magnitud, mientras que lo que
parecía grande disminuye hasta la pequeñez que es su causa. Lo oscuro se vuelve
brillante, y lo que antes era brillante titila, se oscurece y finalmente desaparece". Estas
palabras son acerca del cambio: el mundo no desaparece de inmediato, sino que lo que
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comienza a cambiar es la manera en que nosotros miramos. Lo que antes parecía grande
se refiere al mundo, el mundo de los símbolos, y lo que parecía pequeño se refiere a la
mente. De hecho, la mente era tan pequeña ((insignificante)) que ni siquiera sabíamos que
existía. Eso empieza a cambiar, y lo que parece ser tan pequeño, insignificante o
inexistente, la mente, lentamente comienza a ir asumiendo una mayor magnitud. Nos
volvemos conscientes de que esta ((la mente)) es la fuente. Por esta es por lo que estamos
disgustados o molestos. Por esta es por lo que estamos en paz. Lo que parecía ser tan
importante y eficaz en todo lo que sentíamos empieza a menguar en importancia porque
ya no confundimos el símbolo con la fuente. Ahora usamos el símbolo como una manera
de regresar a la fuente.
Obviamente, este poema refleja esa experiencia con las hermanas, pero habla de este
cambio repentino, y llegar al punto de que eso suceda requiere trabajo. Esa es la idea.
Tenemos que hacer el trabajo diario de mirar realmente a todo de una manera diferente.
Y aunque podamos estar todavía enfadados, deprimidos o excitados por los eventos o las
cosas, no justificamos nuestros sentimientos, dándonos cuenta de que sí, esto es lo que
estoy experimentando, pero esto no es realmente así. Vemos el problema tal como es —
el cual es realmente la decisión de la mente de ser un ego— y no de la manera como lo
hemos urdido —lo cual es cambiando el problema desde la mente hasta el mundo, y dando
al mundo poder causativo para hacernos felices o tristes. Reconocemos que ese poder
radica solamente y siempre y únicamente en nuestra mente.
Este poema, una vez más, representa este cambio. Finaliza con un símbolo de la
resurrección de Pascua porque fue escrito en tiempo de Pascua, pero en el Curso la
resurrección no tiene nada que ver con la historia bíblica. La resurrección es el despertar
del sueño de la muerte.
Transformación
Sucede repentinamente. Hay una Voz
que pronuncia una Palabra, y todo cambia.
Entiendes una antigua parábola
que parecía ser oscura. Y, sin embargo
significaba exactamente lo que decía. Lo pequeño
aumenta de magnitud, mientras que lo que parecía grande
disminuye hasta la pequeñez que es su causa.
Lo oscuro se vuelve brillante, y lo que antes era brillante
titila, se oscurece y finalmente desaparece.
Todas las cosas asumen la función que tenían asignadas
antes de que el tiempo existiese, en la antigua armonía
de los cantos del Cielo en tonos atractivos
los cuales borran la duda y la preocupación
que todas las otras funciones transmiten. Pues la certeza
tiene que ser de Dios.
Sucede repentinamente,
y todas las cosas cambian. El ritmo del mundo
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se convierte en concierto. Lo que antes era estridente
y parecía hablar de la muerte, ahora canta a la vida,
y se une al coro de la eternidad.
Los ojos que eran ciegos comienzan a ver, y los oídos
mucho tiempo sordos a la melodía comienzan a oír.
En la repentina quietud renace
el cantar ancestral de la canción de la creación,
mucho tiempo silenciada pero recordada. Junto al sepulcro
el ángel se sitúa en brillante esperanza
para dar el mensaje de la salvación: "Sed libres,
y no os quedéis aquí. Seguid hasta Galilea".
(The Gifts of God, p. 64)
Parte V
Pregunta: Dado que el mundo va con cansancio ((Nota de Toni: probablemente se está
aludiendo de paso a la cita de T.5.II.10.6: "El mundo está muy cansado porque es la idea
del cansancio")), también hace que la práctica de Un Curso de Milagros me parece que
cuanto más se avanza y se practica, y cuanto más se desapega uno del mundo, más difícil
es mantener cualquier tipo de interés aquí. Levantarse por la mañana para ir a trabajar es
la misma vieja rutina. Incluso con las actividades deportivas, practicas una durante
algunos años, te aburres, y luego pasas a alguna otra cosa. Te interesas por una teoría de
conspiración, entonces pierdes el interés y encuentras otra. Al practicar con el Curso,
¿cómo podemos lidiar con el cansancio?
Respuesta: La única manera en que podrías conseguir no estar aburrido, desganado y
fatigado es tener realmente claro lo que quieres. Si tuvieras claro que tu objetivo es
despertar de este sueño e ir a casa, nunca experimentarías tu vida como repetitiva y con
cansancio. Verías todo lo que ocurre como una oportunidad de avanzar en tu camino para
que un día salgas de aquí, no saliendo del mundo a través de la muerte, sino saliendo por
completo de ese sistema de pensamiento. El problema es que tú eres ambivalente con
respecto al objetivo, lo cual nos sucede a todos, porque si no fuéramos ambivalentes sobre
el objetivo ya lo habríamos logrado. Estamos todavía aquí progresando lentamente con
el Curso porque todavía somos ambivalentes en cuanto al objetivo.
P: Dentro del mundo, uno va a la universidad durante tres, cuatro o los años que sean.
Uno dedica tiempo a eso, hace su trabajo, obtiene el diploma, lo cuelga en la pared. Así
que supongo que todavía estoy esperando obtener mi diploma del Curso.
R: Cuando vas a la universidad tienes un objetivo, que es graduarte. Haces todo lo que
tienes que hacer para graduarte porque ese es tu objetivo. Si eres ambivalente sobre el
objetivo suspenderás asignaturas, realizarás tareas incompletas, no entregarás trabajos.
No harás todo lo que tienes que hacer, porque no quieres alcanzar la meta. Tienes miedo
de lo que hay más allá de la graduación, así que simplemente te quedas dónde estás. Hay
muchos que hacen eso porque tienen miedo de crecer. Una vez que salgan de la
universidad habrán crecido y tendrán que valerse por sí mismos en el mundo. Pero si ellos
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se arrastran lentamente a lo largo de 6, 8, 10, 12 años, es lo más fácil porque son
ambivalentes sobre la meta.
Es lo mismo aquí. Todos tenemos miedo de crecer, de graduarnos de este Curso y estar
de vuelta en casa con Dios. Somos ambivalentes con respecto al objetivo porque
deseamos nuestra individualidad y nuestro especialismo. Por eso holgazaneamos
(perdiendo el tiempo, caminando despacio hacia la meta), y tras un tiempo holgazaneando
nos envuelve el cansancio. Es la misma idea que la de la respuesta que Jesús le dio a
Helen cuando ella se quejaba de que el Curso no estaba funcionando, que estaba lleno de
cansancio —¡basta ya! Jesús le preguntó si ella alguna vez había considerado la
posibilidad de que ella no hubiera hecho lo que el Curso dice. Si tu objetivo es estar fuera
del sueño, entonces te será imposible no sentir felicidad en tu vida aquí, no debido a algo
intrínseco del mundo, sino por las lecciones que estás aprendiendo. Si realmente quisieras
graduarte de la universidad y al mismo tiempo aprender, disfrutarías de las asignaturas de
la carrera universitaria elegida. Si hubiera una carrera universitaria que no fuera
agradable, o que no te ayudara a alcanzar tu meta, no te matricularías en ella. Así que si
tu objetivo es salir de este mundo tan rápidamente como sea posible, este Curso te servirá
para eso, pero tienes que ser consciente de que, en última instancia, la meta es no estar en
un cuerpo, logrando esto no por medio de la muerte, sino por medio de no formar parte
de este sistema de pensamiento.
Una y otra vez, lo cual siempre es exasperante, Jesús dice que este es un Curso muy
simple, queriendo decir que hay un único problema y una única solución. ¿Qué podría ser
más simple? En respuesta a las quejas de Helen de que el Curso era demasiado difícil,
Jesús dijo:
(T.31.I.1) ¡Qué simple es la salvación! Tan sólo afirma que lo que nunca fue verdad
no es verdad ahora ni lo será nunca. [El problema es que esto significa además que no
tenemos razón] Lo imposible no ha ocurrido, ni puede tener efectos. Eso es todo.
¿Podría ser esto difícil de aprender para aquel que quiere que sea verdad? Lo único
que puede hacer que una lección tan fácil resulte difícil es no estar dispuesto a
aprenderla. ¿Cuán difícil puede ser reconocer que lo falso no puede ser verdad, y que
lo que es verdad no puede ser falso? Ya no puedes decir que no percibes ninguna
diferencia entre lo falso y lo verdadero. [Recuerda, esto se dice en el capítulo 31, tras
tres años de dictado, por no mencionar todos los mensajes personales] Se te ha dicho
exactamente cómo distinguirlounode lootro, y lo que tienes que hacer si te confundes.
¿Por qué, entonces, te empeñas en no aprender cosas tan sencillas como éstas?
Ahora bien, esta es la más suave reprimenda que uno puede recibir; pero la cosa se pone
un poco peor:
Pero no creas que es porque las cosas simples que la salvación te pide que aprendas
sean difíciles.
Una manera de distinguir lo que es falso de lo que es verdadero en este mundo es que
todo lo que te separa de cualquier persona es falso, y todo lo que te permita decir que
todos somos lo mismo es verdadero. La verdad de que todos somos lo mismo es un reflejo
de la verdad de la Unidad del Cielo.
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(T.31.I.2.3-4) La salvación sólo enseña lo que es extremadamente obvio. La salvación
simplemente procede de una aparente lección a la siguiente, mediante pasos muy
sencillos que te llevan dulcemente de una a otra, sin ningún esfuerzo.
El esfuerzo ((strain: tensión, agotamiento, estrés, esfuerzo, etc., todo lo cual está
relacionado con el tema del cansancio, aburrimiento, resistencia, etc.)) que todos sentimos
es nuestra resistencia. Si tu coche va a 100 o 115 kilómetros por hora, no hay
tensión ((esfuerzo, fatiga, "strain")) en el motor. Simplemente va. Pero si tienes puesto el
freno de emergencia, el motor estará soportando mucha tensión (esfuerzo). Si continúas
conduciendo con el freno de emergencia echado, estropearás el motor y los neumáticos,
pero el problema es el freno, no el coche. El motor está bien. Y, en fin, algo así es lo que
todos estamos haciendo. El Curso nos puede conducir velozmente a casa. ¿Qué podría
ser más fácil? Lo que es verdad es verdad; lo que es falso es falso. ¡Eso es todo!
El Curso es increíblemente consistente de principio a fin con respecto a este punto. El
problema es que tenemos miedo, debido a que "lo que es falso es falso" es nuestra
identidad. "Lo que es verdad es verdad" es nuestra verdadera Identidad. Nos aferramos a
nuestra falsa identidad, este especialismo, este cuerpo, y eso es el freno. Por eso es por lo
que hay esfuerzo ((tensión)).
(T.31.I.2.5-6) Esto no puede crear confusión, y, sin embargo, estás confundido. Pues
de alguna manera crees que es más fácil aprender y entender lo que es totalmente
confuso.
Lo que es totalmente confuso es el sistema de pensamiento del ego, que está tratando de
decirnos que lo que es verdad es falso, y que lo que es falso es verdad. Eso es bastante
confuso, y todo esto es porque queremos este ser. Si lees el Curso como un cuerpo, te
confundirás porque creerás que todo lo que dice es acerca del cuerpo y del mundo. Te
confundirás con respecto a lo que dice y lo distorsionarás; y por lo tanto no alcanzarás los
beneficios que se derivan del Curso. Pero si te das cuenta de que el Curso va sobre la
mente, entonces serás consciente de que cualquier dificultad que tengas es porque estás
apreciando tu cuerpo y tus experiencias aquí como una persona. No puedes culpar
al Curso, porque te repite una y otra vez constantemente que se trata de la mente, no del
cuerpo o del mundo. Nos confundimos con respecto a lo que dice y nos resulta difícil
hacer lo que dice porque estamos conduciendo con el freno echado.
(T.31.I.2.7) Lo que te has enseñado a ti mismo constituye una hazaña de aprendizaje
tan gigantesca que es ciertamente increíble.
Esto es realmente importante. Es la cúspide del punto que Jesús nos quiere proponer aquí
—por eso está agitando amablemente su dedo mientras nos dice: "No estás siendo
honesto. No me digas que no puedes aprender este Curso. Mira lo que has aprendido".
Repito que lo que nos hemos enseñado a nosotros mismos es que lo que es falso es verdad
y lo que es verdad es falso. Nos hemos enseñado a nosotros mismos todo este enrevesado,
intrincado y complicado sistema de pensamiento del ego. No solo eso, luego hicimos un
mundo y lo dominamos. Sabemos cómo vivir en este mundo. Sabemos cómo vivir con
nuestros cuerpos. Sabemos qué hay que hacer para que nuestros cuerpos sobrevivan. Es
muy complicado. Eso no es así en el Cielo, ya que el espíritu no hace nada; el espíritu
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simplemente es. En este mundo tenemos que hacer un montón de cosas para sobrevivir,
físicamente solo para mantener el cuerpo en marcha, y después psicológicamente solo
para mantener el cuerpo en condiciones emocionalmente. Lidiar con las relaciones es
extraordinariamente complicado, pero todos somos maestros en eso. Somos maestros de
la culpa; somos expertos (maestros) en ser una víctima.
(T.31.I.3.1) Nadie que entienda lo que tú has aprendido, con cuánto esmero lo
aprendiste, y los sacrificios que llevaste a cabo para practicar y repetir las lecciones
una y otra vez, en toda forma concebible,podría jamás dudar del poder de tu capacidad
para aprender.
No hay un poder más grande en todo el mundo. La "capacidad para aprender" de la que
Jesús está hablando es realmente el poder que tiene la mente para elegir. Jesús dijo que
nadie podría dudar del poder de nuestra capacidad para aprender. Recuerda lo que pasa
al vivir en este mundo. Piensa simplemente en lo que pasa al haber hecho este mundo,
soñándolo.
(T.31.I.3.2-6) No hay un poder más grande en todo el mundo. El mundo se construyó
mediante él, y aún ahora no depende de nada más. [El poder de tu mente para creer en
el mundo es el "nada más"] Las lecciones que te enseñaste a ti mismo las aprendiste
con tanto esmero y se encuentran tan arraigadas en ti que se alzan como pesadas
cortinas para nublar lo simple y lo obvio. No digas que no puedes aprender. Pues tu
capacidad para aprender es tan grande que te ha enseñado cosas tandifícilescomo que
tu voluntad no es tu voluntad, que tus pensamientos no te pertenecen, e incluso, que
no eres quién eres.
Recuerda, no hay tiempo. Esto está siendo escrito justo ahora.
(T.31.I.4) ¿Quiénpodría afirmar que lecciones como éstas son fáciles de aprender? Sin
embargo, tú has aprendido eso y más. Por muy difícil que haya sido, has seguido dando
cada paso sin quejarte, hasta construir un mundo de tu agrado. Y cada una de las
lecciones que configuran al mundo procede del primer logrode tuaprendizaje [Elerror
original de que yo podría estar separado de mi Creador y Fuente, y que podría fabricar
un ser y un mundoopuestos al Ser que Dios creó en el Cielo], el cual fue de tal enormidad
que, ante su magnitud, la Voz del Espíritu Santo parece débil e inaudible. El mundo
comenzó con una extraña lección, lo suficientemente poderosa como para dejar a Dios
relegado al olvido y a Su Hijo convertido en un extraño ante sus propios ojos, exiliado
del hogar donde Dios Mismo lo había ubicado. Tú que te has enseñado a ti mismo que
el Hijo de Dios es culpable, no digas que no puedes aprender las sencillas lecciones
que la salvación te enseña.
Esa es la respuesta a la queja de que el Curso no funciona, de que no es práctico y es
demasiado complicado. No podríamos pedir nada que sea más simple. Tal como se dice
en el Libro de ejercicios, "(...) lo falso es falso y lo que es verdad jamás ha cambiado"
(L.PII.Preg10.1.1). El problema es que no queremos aprenderlo.
Parte VI: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-vi-ken-
wapnick.html
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Parte VI
(T.31.I.2.7-8) Lo que te has enseñado a ti mismo constituye una hazaña de aprendizaje
tan gigantesca que es ciertamente increíble. Pero lo lograste porque ése era tu deseo
(...).
Ése era tu deseo, lo cual quiere decir que no queremos aprender las lecciones que enseña
el Curso, porque si lo quisiéramos, lo haríamos. Mira lo que aprendimos en su lugar. Ese
es el punto clave. No creo que haya nadie que discutiera esto pensando que podría salirse
con la suya. Este mundo es increíblemente complicado. Basta con que pienses en cómo
funciona el cuerpo. El cuerpo es muy complicado, y brillantemente concebido para
confundirnos más aún cuando se estropea (se enferma, etc.) y entonces necesitamos
teorías aún más complicadas para arreglarlo. Esto es interminable. Hicimos
microorganismos, como los virus, que sufren mutaciones y que son más inteligentes que
las vacunas que nos inyectamos para defendernos de ellos. Esto se vuelve cada vez más
increíble, confuso y desesperado. Hicimos el mundo de esa manera, y aprendimos a
sobrevivir en él.
Así que Jesús tiene todo el derecho de decir: "No me digas que no puedes aprender lo que
estoy enseñándote". La razón por la que no aprendemos esto es que no queremos
aprenderlo. Por eso él dice: "Lo lograste porque ése era tu deseo". Una de las
características que hacen único este Curso es que se centra en la motivación, la cual por
supuesto es un importante término psicológico. Cualquier maestro sabe que es muy
frustrante enseñar a alumnos que no están motivados. Y cualquier terapeuta sabe que los
pacientes forzosos (por ejemplo, los enviados por el juzgado o alumnos enviados por la
escuela al psicólogo) son los peores pacientes porque no quieren estar ahí. El tribunal (o
alguna autoridad) les ha dicho que tienen que ir. Pero como no están motivados, no
aprenderán y no cambiarán.
Así que el gran reto de Jesús como nuestro maestro en este Curso es motivarnos a
aprender, y el único modo en que él puede motivarnos a aprender es convenciéndonos de
que necesitamos aprender, lo cual significa que necesitamos saber lo miserables e
infelices que somos debido a lo que nos hemos enseñado a nosotros mismos. Hay dos
frases que al ponerlas juntas quedan así: "Renuncia ahora a ser tu propio maestro. (...)
pues no fuiste un buen maestro ((lo último, literalmente: "pues te enseñaste mal"))"
(T.12.V.8.3; T.28.I.7.1). Tenemos que admitir que nos hemos enseñado mal y que no nos
gusta la manera en que estamos viviendo, pero sin echarle la culpa a las circunstancias
externas.
Todos los que estamos aquí podríamos ser dichosamente felices al aprender que no
estamos aquí. "¿De qué otra forma puedes encontrar dicha en un lugar desdichado,
excepto dándote cuenta de que no estás en él?" (T.6.II.6.1). Darnos cuenta de que no
estamos aquí es la cosa más gozosa (alegre) que podemos aprender. En eso es donde está
la esperanza. Si no estamos aquí, ¿dónde estamos? Estamos en nuestra mente,
y podemos hacer algo con respecto a nuestra mente. Podemos hacer algo con respecto a
21
lo que estamos pensando. Eso nos da esperanza. Eso es lo que nos devuelve nuestro poder,
no el poder para dominar, oprimir y mandar, sino el poder de elegir.
Una vez más, Jesús nos está diciendo que no debemos dudar de nuestra capacidad para
aprender. Miremos lo que nos hemos enseñado a nosotros mismos. Las leyes de las
relaciones especiales son increíblemente complicadas, y pasamos toda la vida tratando de
dominarlas. El amor no es complicado. Simplemente amas. No haces distinciones. Amas
a todos, sin importar lo que ellos hagan, sin importar lo que digan, sin importar quiénes
son.
El especialismo no es así. Con el especialismo te ves obligado a averiguarlo todo. ¿Cuáles
son los puntos débiles de esta persona? ¿Cuáles son sus puntos fuertes? ¿Qué quiero
conseguir? ¿Cómo lo consigo? ¿Cómo puedo hacer que parezca que no estoy
consiguiéndolo cuando en realidad lo he conseguido? ¿Cómo puedo engañarlos? Es muy
complicado, pero todos somos muy buenos en eso; ahora es nuestra segunda naturaleza.
Empezamos a aprender esto al nacer. ¿Cómo puedo conseguir la atención de mis padres?
Lloro. Funciona. Ellos me sostienen y entonces me hacen eructar y me siento bien.
Entonces si quiero más atención, consigo tener más gases. Somos buenos en eso, y nunca
paramos de eructar. Piensa en lo útil que sería ir por la vida sabiendo que todo es
simplemente un eructo, y que lo que toda la gente quiere es simplemente ser sostenidos y
que les den unas palmaditas en la espalda, y que alguien les diga, ya está, ya está, todo
está bien. Sabemos cómo conseguir ese tipo de respuestas de la gente.
No estamos hablando de un simple cuerpo, planeta o sistema solar. Estamos hablando de
todo un cosmos. Es extraordinariamente complicado. Los científicos están buscando una
explicación simple, la única cosa que lo explique todo. Bueno, ellos no saben dónde
buscar. He aquí la única cosa que lo explica todo: el tomador de decisiones eligiendo la
culpa. Esa es la explicación, y la verdadera teoría de cuerdas es cómo todas esas cuerdas
se unen entre sí y forman un mundo. El agujero negro es el agujero negro de la culpa que
se lo traga todo. Esto es muy simple, y la solución es simple. Simplemente miras a eso ((la
culpa)) y recuerdas reírte de lo absurdo que es que un trozo de la viviente y amorosa
Unidad de Dios pudiera arrancarse a sí mismo de esa Unidad y declararse él mismo como
su propio ser y su propio creador. Pero esto significa renunciar a lo que creemos que es
verdad.
Por eso es por lo que al comienzo del capítulo 24 se dice: "Aprender este curso requiere
que estés dispuesto a cuestionar cada uno de los valores que abrigas. Ni uno solo debe
quedar oculto (...)" (T.24.introd.2.1-2). Bueno, todos tenemos una multitudinaria lista de
valores, pero el valor esencial es: Yo me valoro. Valoro el sistema de pensamiento que
me fabricó. Valoro el sistema de pensamiento de ataque que me protege y me preserva,
porque el pensamiento que no perdona, el pensamiento de ataque, "protege la proyección"
(L.PII.Preg1.2.3). Mientras yo pueda justificar el odio y la ira que siento contra ti, mi
ataque contra mí mismo seguirá estando oculto, protegido, y nunca será sanado. Eso es
lo que apreciamos; eso es lo que valoramos. Por eso valoramos el ataque y por eso
valoramos el cuerpo. El cuerpo demuestra que existimos.
22
Por eso es por lo que este no es un curso sobre el cuerpo; es un curso sobre la mente.
"Este es un curso acerca de causas, no de efectos" (T.21.VII.7.8). El milagro hace retornar
el problema hasta la causa para que así pueda ser cambiada. La magia lleva el problema,
la causa, adentro del mundo de los efectos y confunde ambos. La magia dice que el
mundo, el cual es realmente el efecto, me ha causado. Soy la víctima; estoy a merced de
fuerzas que están más allá de mi control. Por eso la lección 76 es tan importante: "No me
gobiernan otras leyes que las de Dios". Creemos que estamos sometidos a las leyes del
cuerpo, las así llamadas leyes naturales. Las únicas leyes que nos rigen son las leyes de
Dios, las cuales son las leyes del Amor, de la Unidad y de la vida eterna. Si quieres
llamarlo una ley, la ley del perdón es el puente que recorre la grieta ((de la separación)) y
nos lleva desde las leyes del mundo y del cuerpo hasta volver a las leyes de Dios. Por lo
tanto, lo único que Jesús nos está diciendo es: "No me digas que no puedes aprender mi
curso".
Este curso es autosuficiente. A todas las personas siempre les gusta disponer de un truco.
Ellas siempre encuentran otra manera de practicar el perdón, otro libro, etc. Pero está todo
aquí. No se necesita una secuela que continúe y que enmascare Un Curso de Milagros.
El Curso ya viene completo con un maestro —¡y las pilas incluidas! No necesitas
conseguir ningún otro material. Su enseñanza es muy consistente y simple. Por eso no la
usamos, porque nos gusta lo complicado. "La complejidad forma parte del ámbito del
ego" (T.15.IV.6.2). Una vez más, ¿qué podría ser más simple que decir que lo que es falso
es falso y lo que es verdad es verdad? Lo que es falso no puede ser cierto, y lo que es
cierto no puede ser falso.
Aunque el Curso nos habla de la Unidad del Cielo, nos enseña cómo vivir ese principio
de unidad en este mundo al aprender que todos somos lo mismo. "Haz que este año sea
diferente al hacer que todo sea lo mismo" (T.15.XI.10.11). Mira a todos cómo lo mismo
porque todos, todos tenemos la misma mente. Mira cada situación como lo mismo porque
cada situación es parte de nuestra aula de clases, si elegimos aprender de esa situación, o
si elegimos aprender las lecciones del perdón. Una vez más, el Curso viene completo con
un maestro ((Jesús)) y un plan de estudios. Nosotros somos el plan de estudios. El aula es
nuestra vida, y el plan de estudios son todas nuestras relaciones. ¿Por qué buscar en otra
parte? Buscamos en otras partes porque esto es demasiado aterrador, y es aterrador porque
es la verdad. Algo en nuestro interior sabe que esto es la verdad, y por eso hemos acogido
esto ((esta enseñanza, esta práctica)) y le hemos dedicado tanto tiempo, pero es también
realmente importante reconocer cuán temerosos estamos. Volvemos de nuevo a la idea
de la resistencia. Tenemos que observar nuestra resistencia con respecto a por qué no
estamos aprendiendo lo que es tan simple.
Parte VII: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-vii-
ken-wapnick.html
Parte VII
"Entrando en la Presencia de Dios"
"No puedes entrar en la Presencia de Dios si atacas a Su Hijo" es una frase de la sección
23
"La herencia del Hijo de Dios" en el capítulo 11 del Texto ((Aquí he traducido más
literalmente la mencionada cita (T.11.IV.5.6), pues el verbo "entrar" que usa aquí Ken
Wapnick —y que se usa literalmente en el Curso en inglés— se ajusta muy bien al tema
de este artículo)). Es una de esas frases que resumen en sí mismas toda la teoría del Curso.
Nos ayuda a entender por qué nos enfadamos, criticamos, juzgamos y encontramos culpa.
También en esa sección, y de hecho en la sección anterior, así como en muchas otras
partes del Curso, se nos enseña que atacar a otros no es diferente de atacarse uno a sí
mismo. Culparse a uno mismo es lo mismo que culpar a otros porque, dado que no hay
un mundo ahí fuera ((T.12.III.6.6-7)) y que la proyección produce la
percepción ((T.21.introd.1.1)), cualquier cosa que sintamos con respecto a nosotros
mismos la expresaremos a continuación exteriormente. Cualquier cosa que expresemos
exteriormente es el resultado directo de lo que estamos sintiendo dentro.
Por tanto, la idea de que no podemos entrar en la Presencia de Dios si atacamos a Su Hijo
es cierta tanto en el caso de que nos ataquemos a nosotros mismos, como también es cierta
para el caso de cuando atacamos a otros. Nuestro terror a entrar en la Presencia de Dios
es el motivo por el que hicimos el mundo en primer lugar, y una de las principales formas
de defendernos de ese miedo y privarnos a nosotros mismos de entrar en la Presencia de
Dios es atacar. Por eso el Curso nos dice que "el mundo se fabricó como un acto de
agresión contra Dios" (L.PII.Preg3.2.1). ¡Eso fue! Todo aquí es un ataque contra Dios:
nacer es un ataque contra Dios, tomar una respiración es un ataque contra Dios, porque
todo esto hace el cuerpo real, y si somos cuerpos, no somos mentes. Si no somos mentes,
no hay manera de que podamos tener acceso al pensamiento que nos lleva a la Mente, la
Mente de Dios o la Mente de Cristo. Así que atacamos porque no queremos entrar en la
Presencia de Dios.
El cuarto obstáculo para la paz, "El temor a Dios", es una sección maravillosa por muchas
razones. Las subsecciones de "Los obstáculos a la paz" del capítulo 19
del Texto ((T.19.IV)) nos llevan a lo largo de un viaje, y cuando llegamos al cuarto
obstáculo, la idea es que estamos casi listos para penetrar el velo final —deshacer el
obstáculo final y estar en la Presencia de Dios, lo cual realmente es estar en la Presencia
de nuestro verdadero Ser. Esa sección final no habla sobre Dios. No es sobre la unidad
con la Divinidad o sobre "una Unidad ((o Unicidad)) unida cual Una sola" ((T.25.I.7.1
usando las mayúsculas del original de Ken de este artículo en inglés y del original en
inglés de la 3ª edición de ACIM)); no se trata de ninguna quimera o fantasía, ni de ideas
no-dualistas de tipo presuntuoso. De lo que habla esta sección es del perdón a tu hermano.
Eso es lo que hace que el Curso sea tan diferente de cualquier otra espiritualidad. Al
mismo tiempo que contiene todas estas ideas sublimes y maravillosas sobre nuestra
unidad con Dios, sobre la naturaleza ilusoria del universo físico, y sobre el hecho de que
la única realidad es Dios y la Unidad de Dios, nos anima y nos da pautas muy específicas
sobre la manera de vivir en este mundo ilusorio. El principio que debe regir nuestra vida
diaria aquí es el perdón. Esa es la manera de que logremos nuestra meta final de retornar
a lo que en un pasaje se describe como "una Unidad unida cual Una sola" (T.25.I.7.1). La
manera de que entremos en la Presencia de Dios es por medio del perdón total a otra
persona, sea quien sea ese amor especial o ese odio especial.
En vez de hablar de a qué se parece la Presencia de Dios, lo que el Curso nos dice es
cómo alcanzar la Presencia de Dios, cómo volver al lugar del que nunca salimos. El tema
24
de esta clase ((el tema de esta charla de Ken)), No puedes entrar en la Presencia de Dios
si atacas a Su Hijo, lo resume todo. Así es como lo hacemos. Esa idea nos da también
una manera de entender por qué estamos constantemente atacándonos a nosotros mismos
y los unos a los otros. No importa cuántos años hayamos estado estudiando este material
y siendo dedicados, sinceros y serios sobre él, eso no nos impide juzgar, encontrar
culpa ((hacer reproches)), criticar, enfadarnos; y ciertamente no nos impide tener todos
los sentimientos de autoodio que son auto-ataque o culpa. Esto explica por qué.
Siempre me gusta citar la famosa frase de Hamlet, "Aunque esto sea locura, hay cierto
método en ella" ((se ha traducido de diversas maneras, otra forma que podría ser aún más
clara: "Aunque sea locura, aún hay cierto sentido en lo que dice"; pero dejo como
principal la otra forma más literal, porque en lo siguiente que dice Ken sigue el hilo de la
palabra "método")). Hay un método en nuestra locura. Hay una razón, un propósito detrás
de todo lo que hacemos aquí, especialmente para todos nuestros pensamientos de ataque.
Esto es un tema importante del Libro de ejercicios, es un tema importante en todo
este Curso. Hay esa importante lección, "Abrigar resentimientos es un ataque contra el
plan de Dios para la salvación" (L.72). Pues bien, el plan de Dios para la salvación es el
perdón. Si estamos albergando resentimientos, es obvio que no estamos perdonando.
Abrigamos resentimientos por una razón: no queremos aceptar el plan de Dios para la
salvación, el cual es el perdón. La consumación final de ese plan es la aceptación de la
Expiación. Inventamos problemas por una razón. Hay una razón, no solo para enfadarnos,
sino para ponernos ansiosos ((nerviosos, inquietos)), temerosos y deprimidos. Hay una
razón para inventar problemas cuando no hay problemas, para inventar un mundo y creer
que hay un mundo cuando no hay mundo. Hay una razón detrás de todo eso.
La sección "¿Qué es la paz de Dios?" del Manual para el maestro nos dice muy
claramente que cuando nos enfadamos, es como si cayera un telón y entonces la paz de
Dios desaparece de nuestra vista (M.20.3) ((El artículo en inglés da ese párrafo de M.20.3
como referencia, pero para entenderlo mejor con la metáfora del telón hay que seguir
leyendo un par de frases del siguiente párrafo, hasta llegar a M.20.4.2)). Esta es una
afirmación intencional ((centrada en actitudes que mantenemos deliberadamente, o
sea, intencionalmente)). Nos enfadamos porque no queremos la paz de Dios —
queremos que haya un telón, un velo o cortina, algo entre nosotros y la paz de Dios, algo
entre nosotros y nuestro entrar en la Presencia de Dios. Por eso nos enfadamos; por eso
consentimos todos nuestros pensamientos de especialismo y todas nuestras prácticas de
especialismo. Por eso cualquier cosa que hacemos para reforzar el universo fenoménico
—para hacer real el mundo físico— es intencional ((deliberada)). Una vez más, eso es lo
que hace que este Curso sea único.
Muchas otras espiritualidades, especialmente de Oriente, también dicen que el mundo es
una ilusión. Pero ninguna de ellas habla de la naturaleza intencional del mundo, por qué
hicimos el mundo, por qué elegimos nacer en este mundo, por qué constantemente
elegimos tener todos estos pensamientos, por más ilusorios que ellos sean. Hay una razón
para todo eso: estamos aterrorizados de la posibilidad de desaparecer en la Presencia que
hay más allá del velo. Hay esa maravillosa cita que viene cerca del final del cuarto
obstáculo para la paz donde Jesús nos dice: "Juntos desapareceremos en la Presencia que
se encuentra detrás del velo, no para perdernos sino para encontrarnos a nosotros mismos;
25
no para que se nos vea, sino para que se nos conozca" (T.19.IV.D.19.1) —no estar más
tiempo en el mundo de la percepción, el mundo de sujeto y objeto, el mundo de la
dualidad, el mundo de los cuerpos, sino que se nos conozca, lo cual en el Curso es un
sinónimo del Cielo o Unidad.
La palabra clave en esa cita es "juntos". "Juntos desapareceremos en la Presencia que se
encuentra detrás del velo (...)". Juntos, dice Jesús, tú y yo, y con nosotros, todos nuestros
hermanos. La misma sección también dice que levantamos este velo "juntos, o no lo
hacemos en absoluto" (T.19.IV.D.12.8; cursivas mías). La persona con la que hacemos
esto juntos es cualquiera a la que estemos excluyendo, cualquier objeto de nuestro
especialismo, sea de amor especial o de odio especial. Elevamos el velo "juntos, o no lo
hacemos en absoluto", lo cual es la corrección del Espíritu Santo para el principio del ego
de o uno o el otro. El principio de uno o el otro es lo que establece al ego como una
aparente realidad, como una entidad separada. Era uno de dos: o el Amor de Dios y la
perfecta Unidad, o nuestra separación y el amor especial, porque no pueden ser ambas
opciones a la vez. Cuando decidimos creer en las mentiras del ego, cuando elegimos creer
que la "diminuta y alocada idea" ((T.27.VIII.6.2)) de estar separados de Dios fue algo
real, y la tomamos seriamente, en ese momento el ego nació. Ese fue el instante en que
surgió el principio de uno o el otro. Una de dos: o yo existo, o Dios es.
Pronto en el Texto,Jesús muestra la diferencia entre existencia ((existence)) y ser ((being;
esto último en el UCDM español frecuentemente se prefirió traducirlo como "estado de
ser")). Ser es un estado de realidad; existencia es nuestra vida aparente en este mundo.
Podemos decir que el ego existe; el espíritu es. Hay una frase en el Libro de ejercicios que
dice: «Decimos "Dios es", y luego guardamos silencio» (L.169.5.4). ¿Qué más se puede
decir? Dios es, lo cual significa que Dios es perfecto Ser. Ese es el estado de la perfecta
Unidad. «Decimos "Dios es", y luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las
palabras carecen de sentido». No hay labios para pronunciar las palabras, ni oídos para
poder escucharlas, porque todo lo que hay en la realidad es "una Unidad unida cual Una
sola" ((repitamos la referencia, T.25.I.7.1, ya dada anteriormente un par de veces)), una
unidad indiferenciada, que es la manera en que muchos de los místicos se refieren a esa
experiencia. No hay comienzo ni final. Hay un hermoso pasaje en el Libro de
ejercicios que describe cómo las luces del Cielo se iluminan ((se encienden)), y no hay
ningún lugar donde una comience y otra termine (L.129.7.5). Todas se vuelven una sola
luz, un solo amor, un solo Ser.
Parte VIII: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-viii-
ken-wapnick.html
Parte VIII
"Entrando en la Presencia de Dios" (continuación)
Una vez más, es uno o el otro. O existo yo como un objeto separado, una cosa separada,
comenzando como un pensamiento separado en la mente y luego más tarde volviéndose
un cuerpo separado, o la alternativa: es Dios lo que hay. Lo uno o lo otro. Dado que
creemos que existimos, eso significa que no hay Dios, lo cual desde luego es lo que el
ego quiere. Si no hay Dios, ¿cómo podemos entrar en Su Presencia? Eso, por supuesto,
26
es lo que todos queremos ((que no haya Dios)). No queremos entrar en la Presencia de
Dios porque en esa Presencia no hay individualidad, no hay exclusividad ((literalmente
"uniquicidad": un ser diferente, especial, original, único, bien separado y diferenciado de
los demás)), ni hay especialismo. Únicamente hay "una Unidad unida cual Una
sola" ((T.25.I.7.1)). Al tener miedo de eso, siempre estamos eligiendo estar separados, y
dado que el cuerpo es la encarnación de la idea/pensamiento de la separación, siempre
estamos eligiendo hacer nuestros cuerpos reales.
Una de las mejores formas de hacer el cuerpo real es atacar a los demás, para vernos a
nosotros mismos como separados ((tb: aparte, distintos)) de los otros cuerpos. Tú me has
herido, tú has abusado de mí, tú me has ridiculizado, tú me has traicionado, tú me has
abandonado, tú has sido desagradable conmigo. Hay un "tú" que ha sido el agresor, y un
"yo" que es la víctima. Por lo tanto, hay separación, y por consiguiente es uno o el otro.
Ver todo cómo lo mismo es la corrección para la creencia del ego de que todos somos
diferentes. El principio de uno o el otro está diciendo que somos diferentes, comenzando
con la percepción de que Dios es diferente de Su Hijo, el Hijo es diferente de Su Padre.
Eso se traslada a todas las cosas de este mundo con nuestros cuerpos diciéndonos que
somos diferentes de los otros cuerpos. No hay dos cuerpos iguales. Incluso los gemelos
idénticos acaban no siendo perfectamente iguales. Ellos tendrán personalidades
diferentes, gustos y aversiones diferentes, y desarrollarán síntomas ((síntomas de
enfermedad, o también cualidades diferentes en general)) diferentes. Aquí nadie ni nada
es lo mismo; aquí todos somos diferentes. Uno o el otro.
Pero en el nivel de la mente, en el cual está nuestra verdadera realidad, todos somos lo
mismo, y es en ese nivel donde reconocemos la verdad del principio que dice: juntos, o
de ningún modo en absoluto. No puedo entrar en la Presencia de Dios a menos que lo
haga contigo. Esto no se refiere a que tenga que hacerlo contigo físicamente. Tú podrías
haber fallecido hace 30 años, y yo todavía podría tener algún reproche ((queja)) contra ti.
Eso es suficiente para mantenerme fuera del Cielo, lo cual es lo que quiero. Esa es la idea
clave que subyace a todo en este Curso. No queremos entrar en el Cielo, porque si lo
quisiéramos, estaríamos ya en él. Estaríamos ya en él porque ya estamos en él. En otras
palabras, despertaríamos del sueño que nos dice que no estamos en el Cielo. "Estás en tu
hogar en Dios, soñando con el exilio (...)" (T.10.I.2.1). Aquí todo es un sueño. Estamos
en casa en Dios. Esa es nuestra realidad. Nunca nos fuimos. Aún somos el único Hijo de
Dios, perfectamente unificados con Él ((con Dios)), indiferenciados de Él, pero estamos
soñando que estamos en el exilio de la separación, protegidos por la defensa del
especialismo ((el deseo de ser especial)).
Así que soy una persona especial con necesidades especiales, y tú eres una persona
especial con habilidades especiales que pueden satisfacer mis necesidades especiales. Mis
necesidades especiales y tus habilidades especiales se encontrarán, y ese es el
"matrimonio hecho en el Cielo", que, por supuesto es realmente el infierno, pero nosotros
creemos que es el Cielo ((Ken no menciona la localización de la cita, además la modifica
un poco al usar la palabra "matrimonio" en lugar de "unión", que aquí de todos modos
significa lo mismo. Pero la cita a la que se refiere es la de T.16.V.8.3 la cual en inglés
decía "a union made in Heaven", que se tradujo en español como "una unión bendecida
en el Cielo", refiriéndose obviamente al infierno de las relaciones especiales, como se ve
claramente si se lee el párrafo completo)). Es el Cielo, porque es nuestra versión del Cielo.
Nuestra versión del Cielo es la existencia, y no importa si se trata de una existencia feliz
o de una existencia miserable. No importa si estamos felices o tristes, vivos o muertos. Si
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estoy muerto, entonces existo en otro punto, y dependiendo de cuál sea mi sistema de
creencias, puedo seguir existiendo después de que mi cuerpo muera. Mientras existimos,
todo está en orden, todo marcha bien, todo OK. Eso es el Reino del Cielo para el ego.
El ataque es una manera maravillosa de reforzar nuestra existencia. Tu existencia
amenaza la mía, así que tengo derecho a defenderme. Del mismo modo, tú crees que mi
existencia amenaza la tuya y entonces crees que tienes derecho a defenderte. La mayoría
de las relaciones se mueven en torno a eso. De hecho, todas las relaciones giran en torno
a eso hasta que nos damos cuenta de en torno a qué giran verdaderamente, y entonces
cambiamos de mentalidad y pedimos ayuda. Todas ellas giran en torno a intentar
reafirmar nuestra existencia ((por lo tanto, en torno a la culpa)).
Hay una importante sección hacia el final del capítulo 28 titulada "Los votos secretos"
que habla de los votos ((juramentos, promesas)) que hacemos los unos con los otros
(T.28.VI). El contexto del discurso es la enfermedad, pero el principio funciona con todo
lo demás. Todos hacemos un voto —de hecho, hay un párrafo que habla de un
juramento ((oath en inglés: en T.28.VI.4.4 y en T.28.VI.5.4 aunque en esta segunda cita
"oath" se tradujo en español como "voto", en lugar de como "juramento"))— que
continuamente renovamos los unos con los otros para defender y apoyar nuestra
existencia. No importa quién está en la cima ((quién manda)), quién triunfa, quién pierde
o quién gana. No hay ninguna diferencia, en tanto que estamos ayudándonos los unos a
los otros a confirmar la realidad de nuestra existencia aquí como cuerpos, como criaturas
separadas. No importa si tú crees que estás en una relación de amor o en una relación de
odio, porque son lo mismo. Y son lo mismo en última instancia porque sirven al mismo
propósito, y no solo eso, por debajo de ese aparente amor lo que hay es odio subyacente
de todos modos. Ellas ((las relaciones de amor especial y de odio especial)) reflejan un
voto secreto, un juramento sagrado, una promesa que nunca romperemos de reforzarnos
la existencia los unos a los otros. Al ego no le importa si nos amamos el uno al otro ((con
cada relación especial)) durante 50 años o si nos odiamos el uno al otro durante 50 años,
siempre que siga habiendo un "uno al otro".
Esa es otra forma de entender por qué, cuando escribimos nuestro guion como individuos
y soñamos nuestro sueño, empezamos nuestra vida física con padres. Ellos son el "otro".
En primer lugar, hay dos de ellos. Tienen que ser dos si va a haber un tercero. En algún
momento el bebé nace. Ahora hay un "otro" en relación con los otros dos, o con los
sustitutos de los padres. Eso no supone ninguna diferencia. Siempre hay un "otro". El
bebé no puede sobrevivir sin la ayuda de alguien más. Si no hay alguien más, el bebé
muere, porque no va a ser capaz de conseguir comida ni de protegerse a sí mismo. Por lo
tanto, en el sistema está incluido el hecho de que hay un "otro". Eso es lo que creemos
sobre nuestro nacimiento físico, pero es solo una reconstrucción ((o recreación)) del
nacimiento del ego.
El ego nace a raíz de su oposición a Dios. Es por eso por lo que el Curso aborda el
problema de la autoridad. ((Quien quiera repasar este tema en el Curso, puede consultar
sobre todo la sección T.3.VI y también echar un vistazo a T.3.VII y los alrededores de las
citas T.5.V.3.3 y T.11.introd.2.3)) Aquí todo el mundo tiene un problema de autoridad.
¿Quién es el autor de mi existencia? Dios y el ego, desde el punto de vista del ego, están
luchando por la autoría de nuestra existencia. Y evidentemente el dios que está luchando
es solo una proyección del ego, porque el verdadero Dios ni siquiera sabe que nos fuimos,
porque no nos fuimos. Siempre tiene que haber alguien en la oposición.
28
El ego surgió de su creencia de que él estaba en oposición a Dios y de que Dios está en
oposición con nosotros. Uno o el otro. Hay una cita del Manual para el maestro que dice:
"No creas que Él se ha olvidado" (M.17.7.4). Dios nunca se ha olvidado de nuestro
pecado. Así que Él, el padre enfadado ((o iracundo)), "persigue a su hijo culpable. Mata
o muere ((mata o te matarán)) (...)" (M.17.7.10-11). Uno o el otro. Ese es el fundamento
ontológico de cualquier cosa que haya acontecido jamás. La totalidad del universo físico,
abarcando miles y miles de millones de años —no solo nuestro sistema solar ni solo
nuestra galaxia— surge de la proyección de ese único pensamiento de uno o el otro.
Nosotros (el único Hijo) nos opusimos a Dios al abandonarle y decirle, en definitiva, que
Su Amor no era suficiente, y que queríamos algo más que el Todo. Luego proyectamos
esa idea hacia fuera y creímos que Dios ahora estaba abandonándonos y que estaba
enfadado con nosotros. Esa es la eterna batalla de la que tratamos de escapar; pero nunca
escaparemos. No podemos escapar porque el recuerdo de eso está siempre ahí: "No creas
que Él se ha olvidado". Dios nunca se olvidará de lo que hicimos.
Eso es lo que continuamente nos impulsa a hacer real el mundo. La pregunta que la gente
a veces se hace es: ¿por qué la gente sigue viniendo aquí? ¿Es que no saben lo que se van
a encontrar? ¿No se acuerdan de lo horrible que era? ¿Quién quiere pasar otra vez por la
adolescencia? ¿Quién quiere luchar con todas estas relaciones horribles? ¿Quién quiere
experimentar el dolor de hacerse viejo y luego morir? ¿Quién quiere hacer eso? ¿Por qué
seguimos haciéndolo? Bueno, no es que nos olvidemos. Lo recordamos sobradamente ((el
original tiene un tono algo más picante, tal vez parecido a "lo recordamos jodidamente
bien", o "lo recordamos condenadamente bien", etc.)). Queremos el sufrimiento, el dolor,
el Sturm und Drang de nuestras vidas ((Sturm und Drang puede traducirse como
"tormenta e ímpetu", o "arrebato y asalto"; en realidad es una corriente literaria y artística
de Alemania, del siglo XVIII, que se oponía a las normas usuales y prefería la sorpresa,
el drama, el dejarse llevar por las emociones, lo rebelde: ver por ejemplo en
la Wikipedia)). Queremos el conflicto, porque el conflicto es lo que demuestra que
existimos. Eso es lo que la gente no entiende. Recordamos nuestro propósito. Nos gusta
ser individuos, motivo por el cual Jesús nos llama constantemente dementes ((locos)).
Nos olvidamos del dolor —no del dolor físico y psicológico: ese lo recordamos y nos
encanta. Nos encanta el hecho de que estamos aquí. Lo que olvidamos es el dolor de estar
separados, lo costoso que es para nosotros. Ese momento fugaz del placer de decirle a
Dios que se largue ((que se esfume, que queremos perderle de vista, que queremos que se
vaya lejos y deje de molestar)), creyendo que nos salimos con la nuestra ((en que
perdimos a Dios de vista, o sea, que ¡conseguimos la "independencia"!)), y entonces
fabricar un mundo entero para apoyar el hecho de que nos salimos con la nuestra, un
mundo que nos sostuviera —y nos olvidamos de la agonía. No hay palabras en ningún
idioma que puedan verdaderamente expresar la punzante agonía y dolor de estar
separados. Lo único que sabemos es que apreciamos nuestra existencia, y estaríamos
encantados de morir, y de hecho morimos una y otra vez, para apoyar-sostener-mantener-
continuar esa existencia.
Lo que tenemos que hacer con este Curso es permitirnos a nosotros mismos elevarnos
por encima del campo de batalla ((ver por ejemplo la sección T.23.IV: Por encima del
campo de batalla)) y mirar de nuevo con Jesús hacia abajo a este mundo para ver a qué
se parece realmente. Por eso hay tantos pasajes en el Curso que hablan de a qué se parece
el mundo. En el Curso se habla muy poco de a qué se parece el Cielo, pero se habla mucho
de a qué se parece el mundo y a qué se parece la vida en el cuerpo. El comienzo del
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  • 1. 1 Un Curso de esperanza - Ken Wapnick Un Curso de Milagros: Una espiritualidad llena de esperanza Extractos de las charlas llevadas a cabo en la Academia de la Fundación para Un Curso de Milagros Temecula (California) (USA) Doctor Kenneth Wapnick Parte I Pregunta: Vengo a clases como estas a escucharte, leo el Curso y trato de practicarlo lo mejor que puedo, pero chico, cada vez me voy volviendo más consciente de hasta qué punto no quiero hacerlo. Soy una máquina de proyección, lo digo en serio. A veces pierdo la esperanza y entonces empiezo a dudar de que podamos llegar a ese "tomador-de- decisiones" y elegir otro DVD. ¿De verdad podemos hacer eso? ¿O estamos condenados a vivir este DVD por el resto de nuestra vida y simplemente tomar conciencia de que se trata de un DVD, en lugar de elegir la paz y elegir ser amoroso? Actualmente en mi trabajo tenemos mucha presión, mucha ansiedad, y yo no sé cómo dejar de elegir eso. Esto a veces se vuelve un poco desesperado. Ken: Creo que todo el mundo estaría de acuerdo con lo que estás comentando. Todos tienen esa experiencia. La mayoría de las personas recurren al Curso porque sus vidas no están funcionando, pero no son conscientes de hasta qué punto están mal las cosas hasta que comienzan a trabajar con este material. Y esto sucede porque el mundo parece ofrecerles esperanza. Siempre hay algo: otra relación, otro banco que robar sin ser atrapado, drogas, alcohol, etc. Hay cosas que nos distraen, pero cuando empezamos a entender realmente lo que el Curso está diciendo, nos ponemos más ansiosos. Nos damos cuenta de que realmente no hay esperanza en el sistema del ego, que es un sistema de pensamiento todopoderoso, hecho todopoderoso porque nos gusta. Esto puede ser muy desconcertante en nuestros días buenos y rotundamente desesperado en otros días. Sin embargo, no podemos llegar hasta la luz sin traspasar la oscuridad. Eso es un tema importante del Curso. Jesús dice que juntos disponemos de la lámpara que desvanecerá al ego (T.11.V.1.3). Eso significa mirar al ego, y algunas de las descripciones que el Curso hace del ego pintan un retrato horripilante y extremadamente escalofriante. Y lo que hace esto peor es darnos cuenta de que está hablando de nosotros. Hay secciones muy intensas en las que se habla de "carne arrancada del hueso" (T.24.V.4.8), "arrojar a tu hermano por un precipicio" (T.24.V.4.2) y elegir sufrir para que algún otro muera (T.31.V.15.10). Descripciones de este tipo no son fáciles de procesar y pueden dar lugar a sentimientos de desesperanza. La esperanza radica en la comprensión (que es una de las razones por las que siempre hago hincapié en la metafísica) de que hay una razón por la que nos
  • 2. 2 sentimos de esa manera. La razón por la que el mundo es tan desesperado es que cuando nos identificamos con nuestros cuerpos no hay realmente esperanza. Creemos que somos libres cuando morimos, pero el Curso dice que "existe el riesgo de pensar que la muerte es paz" (T.27.VII.10.2). Entonces, antes de darnos cuenta ya estamos aquí de vuelta otra vez o en otro aspecto del sueño. No hay esperanza en el mundo. No hay esperanza dentro de la ilusión porque, una vez que nos identificamos con la ilusión, no vemos nada más. Se necesita tiempo y mucha disciplina para empezar a entender que el mundo no es lo que parece. Con frecuencia digo: "No te creas la mentira" y "No creas a quienes te digan que dos y dos son cuatro", pues ellos se basan en la creencia de que en este mundo hay leyes lógicas que perduran, cuando el hecho es que todo aquel que esté cuerdo sabe que dos y dos son cinco porque aquí nada tiene sentido [nota de Toni: para una explicación de las metáforas de Ken Wapnick con los números (1+1=1), (1+1=2), (2+2=4), (2+2=5) se puede consultar el siguiente post (de otro de mis blogs): http://jugandoalegremente.blogspot.com/2014/12/cuando-225.html]. Empezar a entender eso es extraordinariamente útil porque al menos se nos echa un cable con sentido ((o: se nos proporciona una ayuda —o un salvavidas, o una cuerda de salvamento, o una tabla de salvación— con significado)). El mundo ofrece una gran cantidad de salvavidas (cuerdas a las que agarrarse, tablas de salvación), todo tipo de adicciones. Cerca del final del Textohay una sección muy potente titulada "La verdadera alternativa" en la que se dice que todos los caminos que hay aquí (en este mundo ilusorio) conducen a la muerte (T.31.IV.2.11). ¡No hay esperanza en el mundo! A veces he dicho que Un Curso de Milagros es la única espiritualidad que yo conozca que ofrece verdadera esperanza en el sentido de que no ofrece ninguna esperanza de cambio en el mundo. La esperanza que el Curso ofrece es su enseñanza de que todo lo que parece ocurrir aquí está ocurriendo en la mente tomadora de decisiones. Ahí es donde está la esperanza, pero el problema es que no vemos ninguna alternativa, lo cual es lo que esta pregunta está expresando, y eso es cierto. La verdad del ego comienza a venirse abajo cuando nos damos cuenta de que el ego no ofrece ninguna esperanza y parece todopoderoso únicamente porque creemos en él. Es entonces cuando empezamos a tener un asomo de esperanza, que puede crecer y crecer, pero que no estaría dirigida a hacer que el mundo funcione mejor para nosotros. Recordemos la cita que dice: "No trates de cambiar el mundo, sino elige cambiar de mentalidad con respecto al mundo" (T.21.introd.1.7), lo que quiere decir que tenemos el poder sobre él. Así que puede que estés atravesando un período muy estresante en tu trabajo, y aunque no seas capaz de elegir la paz, podrías al menos saber en algún nivel que podrías elegir la paz. Podrías ir a tu trabajo y hacer lo que tengas que hacer, y soportar todas las chorradas que tengas que soportar, y a pesar de eso estar en paz. Saber que eso es una posibilidad te daría al menos una luz de esperanza. Es también útil ser consciente de que los sentimientos de desesperanza y desesperación representan una decisión. Se necesita mucho trabajo, mucho estudio de lo que el Curso enseña, para ser capaces de integrar esto en nuestra vida y que empecemos a ver que, efectivamente, no hay por qué sentirse molesto, y aunque puede que eso no sea lo más agradable que le esté sucediendo a tu cuerpo, aun así, podrías estar en paz. ¡Eso lleva trabajo! Pero compensa porque entonces no trabajaremos bajo la ilusión de que algo de aquí va a hacernos felices: la
  • 3. 3 creencia de que finalmente encontraré la relación adecuada, el trabajo adecuado, el clima adecuado, la imagen corporal adecuada —cualquier cosa que me haga sentirme bien con respecto a mí mismo y que me haga feliz. Ahora nos damos cuenta de que nada de eso funcionará. Todos tenemos cierta edad cuando nos percatamos de esto. Hemos probado muchas cosas diferentes del mundo, y simplemente no funcionaron. La razón por la que Un Curso de Milagros va a funcionar es que nos va a llevar desde el cuerpo hasta la mente, desde el símbolo hasta la fuente. Tenemos control sobre eso. El comienzo de la lección 70 establece claramente que no hay nada en el mundo que pueda hacernos felices o infelices; nada del mundo puede darnos dolor ni placer. Después dice que esto nos pone a cargo del universo al cual pertenecemos —tenemos el control del universo de la mente tanto si estamos alegres como tristes (L.70.2.3). Esto no tiene nada que ver con las circunstancias externas. Incluso si no experimentamos eso, al menos saberlo intelectualmente es un muy buen comienzo porque se restaura nuestro poder. De lo contrario todos somos impotentes y estamos condenados a ganar a duras penas una pizca de poder. Creemos que podemos controlar una parte de nuestras vidas o a veces a una persona en particular, pero lo que realmente creemos es que estamos a merced de fuerzas que no podemos controlar, especialmente las fuerzas del envejecimiento y de la economía. Suceden cosas: la gente pierde sus trabajos y sus casas, y no crearon nada. Eso es solo como es hoy en día, nuestros pensamientos pasan. O, nos viene un cáncer o le viene un cáncer a un ser querido, y en el nivel del mundo no tenemos control sobre eso, pero sí tenemos control sobre cómo lo vemos. La línea que dice que el mundo que vemos es una "imagen externa de una condición interna" (T.21.introd.1.5) nos indica el camino de salida. El mundo que vemos es una proyección, un símbolo de una condición interna, la cual es la decisión de la mente en favor del ego o del Espíritu Santo —el poder de elegir. Eso nos da la esperanza de que incluso en medio de circunstancias horribles aún podríamos estar en paz. Al principio creemos esto intelectualmente o trabajamos con el fin de llegar a creer esto intelectualmente. Si nos mantenemos trabajando en esto, llegaremos a un punto en el que esto se convertirá en nuestra experiencia, pero para llegar ahí se necesita un montón de duro trabajo porque estamos desaprendiendo toda una vida, si es que no vidas, que estuvo dedicada a considerar el símbolo como lo real y olvidándonos de la fuente. La pregunta refleja también, a pesar de que no se mencionó esto, la resistencia que todos tenemos a aceptar que lo que estoy diciendo y lo que el Curso está diciendo es verdad. El mundo aparenta ser un testigo muy poderoso. Como dijo Wordsworth [poeta inglés]: "El mundo es demasiado con nosotros". Es demasiado poderoso. La enfermedad es demasiado poderosa. La situación financiera del mundo es demasiado poderosa. La guerra es demasiado poderosa. El trastorno mental es demasiado poderoso. La muerte es demasiado poderosa. No podemos superar esas cosas (no podemos vencerlas), y en el nivel del cuerpo, no podemos. Pero podemos superar nuestro sistema de creencias porque tenemos el poder de cambiarlo. Ahí es donde reside la esperanza. ¿Es esto realmente posible? Sí, es realmente posible. Te diría que podrías hacerlo incluso esta tarde, pero eso te precipitaría al pánico, así que no voy a decir eso. Parte II Echemos un vistazo a una lección donde se habla de todo esto de una manera excelente:
  • 4. 4 La lección 284, "Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor" [nota de Toni: en uno de sus libros, Ken Wapnick comentó brevemente esa lección completa, la traducción podéis leerla aquí: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/02/l-284- journey-de-ken-wapnick.html]. Lo que esto quiere decir es que no es el mundo lo que nos hiere; no es nuestro trabajo o nuestro jefe lo que nos hiere; no es nuestra relación especial la que nos causa dolor; no es el cuerpo lo que nos duele. Son nuestros pensamientos los que nos causan dolor, lo cual es lo que las lecciones 5 y 34 nos dicen: "Nunca estoy disgustado por la razón que creo" y "Podría ver paz en lugar de esto". He aquí lo que la lección 284 dice: Las pérdidas no son pérdidas cuando se perciben correctamente. (L.284.1.1) El mundo siempre juzga las pérdidas en términos del cuerpo: estoy perdiendo mi salud, mi vitalidad, mi juventud, mi felicidad [nota de Toni: en el sentido satisfacción o de buena fortuna ante lo externo/corporal: prosperidad externa, comodidad corporal, etc.], mi trabajo, mi dinero, a mi ser querido, mi casa. Siempre hay alguna pérdida exteriorizándose. Cuando percibimos apropiadamente la pérdida nos damos cuenta de que no podemos perder nada ahí fuera. No hay nada ahí fuera, y cualquier percepción de pérdida viene de nuestra creencia mental en ella, la cual (la creencia) la podemos cambiar: "Puedo elegir cambiar todos los pensamientos que me causan dolor". El dolor es imposible. No hay pesar que tenga causa alguna. Y cualquier clase de sufrimiento no es más que un sueño. (L.284.1.2-4) En otras palabras, el mundo no nos hace sufrir. El sufrimiento es parte del sueño del ego. Ahora viene un pasaje que es muy importante tener en cuenta, porque nos ayuda a recordar que esto es un proceso: Esta es la verdad [es decir, que todo lo de aquí es una ilusión; el placer y el dolor son ilusorios], que al principio solo se dice de boca, y luego, después de repetirse muchas veces[probablemente muchas, muchas, muchas veces, pero decirlo así sería estropear el metro (nota de Toni: del metro del verso... recordemos que gran parte del Curso se dictó poéticamente en verso), así que hay un único "muchas", pero estoy seguro de que Helen escuchó "muchas, muchas, muchas veces"], se acepta en parte como cierta, pero con muchas reservas. Más tarde se considera seriamente cada vez más y finalmente se acepta como la verdad. (L.284.1.5-6) Esta es una descripción muy clara del proceso que todo estudiante de Un Curso de Milagros recorre. Leemos las palabras y decimos que son lindas, tal vez incluso hermosas, y nos gustaría creer en ellas, pero tenemos reservas: podemos ver que eso funciona en algunos casos, pero no en otros, en algunas relaciones o enfermedades, pero no en otras: con un dolor de cabeza, pero no con un cáncer. Objetamos: "¡Pero yo tengo un pago de la hipoteca vencido!". Y entonces decimos las palabras una y otra vez. Seguimos leyéndolas y escuchándolas. Después las aceptamos parcialmente, todavía con muchas reservas. Después empezamos a pensar sobre ellas más y más seriamente. Y finalmente las aceptamos como la verdad. Lo que nos convence para aceptarlas como la verdad no son las palabras en sí mismas. Lo que nos convence es nuestra propia experiencia. Comenzamos a ver que lo que atravesamos en el nivel de la forma puede ser horrible, pero que todavía podemos estar en paz. Así que alguien puede haber dicho algo muy desagradable de mí, pero ya no me lo tomo de manera personal. Empezamos a practicar
  • 5. 5 eso cada vez más, y a verlo cada vez más. "Los que tienen miedo pueden ser crueles" (T.3.I.4.2). Las personas pueden actuar con crueldad hacia nosotros, pero ellas están tan asustadas como nosotros. Tenemos que preguntarnos: "¿Por qué tengo que ser parte de su (de ellas: las personas) sueño?". Hay una importante sección en el capítulo 28 titulada "El acuerdo a unirse" (T.28.III). El contexto es la enfermedad y Jesús nos invita a no aceptar el sueño de enfermedad de nuestro hermano (T.28.III.3.3; tb. T.28.III.2.3), lo cual no quiere decir que nos volvamos insensibles ante alguien que esté sufriendo; no nos reímos de eso ni nos volvemos desagradables. Lo que quiere decir es que no perdemos nuestra paz, lo cual de hecho nos volverá mucho más cariñosos, atentos y considerados porque no tendremos conflicto, culpa ni miedo interfiriendo con nuestra libre expresión del amor. Esto es algo que podemos practicar. Cuando alguien dice algo desagradable, no tenemos por qué ser parte del sueño de esa persona. Pero si nos enojamos lo que estaremos diciendo es: "Sí, tienes razón. El sueño de la separación es real y está poblado de víctimas y verdugos; lo lamento por las víctimas y odio a los verdugos". Podemos dar un paso hacia atrás de eso y recordar que, si todos somos lo mismo, entonces los verdugos creen en lo más profundo que ellos han sido víctimas y que la única manera con la que pueden hacer frente al dolor es mediante el ataque. Una vez más, "los que tienen miedo pueden ser crueles". Toda víctima es un silencioso verdugo señalando con un dedo acusador diciendo: "Mírame, hermano, por tu culpa muero" (T.27.I.4.6). Más tarde, el Texto dice: "Y lo que ves en cualquier clase de sufrimiento que padezcas es tu propio deseo oculto de matar" (T.31.V.15.10). Siempre he dicho que en todo el libro ese es el pasaje más difícil de que la gente realmente lo mire. "Y lo que ves en cualquier clase de sufrimiento que padezcas es tu propio deseo oculto de matar". Queremos sufrir para que alguna otra persona sea considerada responsable. Existimos, pero no es culpa nuestra, y Dios castigará y destruirá a esa otra persona. Paralelamente, un pasaje anterior dice que los pecados de nuestro hermano están "escritos en el Cielo (...) y que van delante de él (...)" (T.27.I.3.2). Nuestro sufrimiento le dice a Dios que mire los pecados de esa persona, los cuales están escritos en el Cielo y van delante de ella, queriendo decir que esos pecados harán caer a esa persona en el infierno, donde ella será castigada. Y dado que se trata de o el uno o el otro, si esa persona va al infierno, entonces yo debo ir al Cielo. Entender esto nos da algo que recordar cuando estemos en medio de situaciones que sean dolorosas o espantosas, en las cuales estamos todos casi todo el tiempo. Así podremos decir en serio (o: y tener la intención de) que: "Podría ver paz en lugar de esto". Reafirmemos este importante punto: esto no quiere decir que vayamos a justificar la conducta desagradable o la crueldad de las personas. Simplemente significa que no las atacaremos. Son personas asustadas, pero todo el mundo está asustado y por lo tanto todo el mundo tiene pensamientos y sentimientos crueles, actuando cruelmente. La mayoría de nosotros no robaría bancos, ni violaría, ni mataría a gente inocente, ni tirarían bombas sobre aldeas estando contentos con eso: "¡Oh, hoy he tenido un gran día! He matado a ciento cincuenta personas y la mayoría de ellas eran mujeres y niños... ¡ya tienen su merecido!". La mayoría de nosotros no haría eso, pero todos lo haríamos en algún nivel. Puede que no lo hagamos en la forma, pero cuando nos alegramos de que el violador local haya sido capturado y severamente castigado, o incluso matado, no somos diferentes del violador. Pues con eso estamos diciendo que el sufrimiento de alguna otra persona me
  • 6. 6 produce placer. Y bien, ¿no es eso lo que hace un violador? Lo que el violador dice es: "Tú no me importas. Yo sólo quiero mi placer". Pues bien, nosotros queremos el placer de saber que ese bastardo culpable está siendo matado y nosotros no. Obtenemos de eso un gran placer, como todos sabemos. Simplemente observa a una familia cuyo hijo ha sido asesinado; obsérvales fuera de la sala, cuando se ha dado el veredicto y el tipo que mató a su hijo o que violó y asesinó a su hija se va tras las rejas y nunca saldrá de ahí. Ellos están totalmente eufóricos. ¡Se ha hecho justicia! Pero es el infierno, no se ha hecho justicia sino injusticia porque no hay amor ahí. El amor no castiga. El amor puede poner un límite a la capacidad de las personas para crear falsamente, pero nunca lo haría con un espíritu de castigo (nunca con ánimo castigador, nunca con odio). Todos estamos silenciosamente contentos cuando el agresor es atrapado. Eso no nos hace mejores que él. Esto es lo que tenemos que ver. No hay que confundir el símbolo con la fuente. En el nivel del símbolo todos somos muy, muy diferentes. En el nivel de la fuente, que es la mente separada, todos somos lo mismo. Todos somos secretos Hitlers y Stalins. Todos somos asesinos. Todos somos secretos Jesuses y secretos Budas porque todos tenemos una mente correcta. Todos somos lo mismo. Todo el mundo tiene una mente correcta —todo el mundo. Si excluimos a una persona estamos excluyendo a toda la Filiación, porque lo que hace que la Filiación sea la Filiación es el hecho de estar unificada. Todos somos uno. Este es un pensamiento muy aleccionador. Con frecuencia digo que, si quieres ver lo lejos que has llegado con el Curso, simplemente observa un juicio que haces y pregúntate a ti mismo si harías este juicio con respecto a todos los aspectos (o todas las personas) de la Filiación. Toma cualquier pensamiento no amable (o de antipatía, desagradable) que tengas hacia una persona y pregúntate si extenderías ese pensamiento hasta abarcar a todas las demás personas (nota de Toni: o aspectos de la Filiación, por ejemplo, animales, etc.), incluyendo a Jesús y la gente que aquí amas. Lo más probable es que dijeras: "No. Jesús nunca violó a nadie. Él nunca fabricó una bomba ni la tiró sobre la gente inocente de una aldea". Al juzgar y pensar en los demás de manera poco amable, lo que estamos haciendo es diferenciar y fragmentar a la Filiación. Estamos diciendo que hay una jerarquía de ilusiones, lo cual como ya hemos visto es la primera ley del caos (T.23.II.2.1-2). Estamos diciendo que hay personas aquí que son diferentes a otras personas. Las personas son diferentes en el nivel de la forma, pero no en el nivel de la mente. No hay que confundir el símbolo con la fuente. Los símbolos son diferenciados, a menos que los hagamos símbolos de la mente correcta, los cuales entonces abarcan a todos. Por lo tanto, si tú tienes una experiencia maravillosa y beatífica al contemplar una gran obra de arte o una gran escena de la naturaleza, y no permites que ese amor abarque a todos, entonces estás negando la belleza de esa experiencia. Estás diciendo que puedes tener una experiencia maravillosa del Amor de Dios en cualquier forma que pueda tomar, pero que no puedes llevarlo a casa contigo porque tienes todos estos ruidosos niños interrumpiendo tu paz; o que no puedes llevarlo al trabajo; o que no puedes llevarlo contigo cuando estás viendo las noticias. Cuando pensamos de esa manera, estamos tomando la experiencia del amor y limitándola, lo cual significa que ya no es amor. Tener un pensamiento poco amable o hacer alguna cosa desagradable no nos convierte en pecadores, pero ciertamente está diciendo que todavía valoramos, afirmamos y damos testimonio de la realidad de la separación, la realidad de la fragmentación, lo cual es lo mismo que decir que hay una jerarquía de
  • 7. 7 ilusiones: que en este mundo hay personas buenas y malas. Es cierto que hay personas a las que juzgamos como buenas y que hacen cosas buenas según nuestra estimación, y personas a las que llamamos malas y que hacen cosas que consideramos malas. Pero no todas las personas estarían de acuerdo con nuestra evaluación, lo cual significa que no es una evaluación universal, y si no es universal, no es real. Parte III La mentira del mundo es que los símbolos significan algo, y el significado es que ellos se diferencian (unos de otros). Esa es la mentira de los símbolos. Ese es el significado que los símbolos tienen para el ego. El propósito de cualquier símbolo es llevarnos de vuelta a la fuente. Si se trata de la fuente de la mente-errada, entonces nos conviene cambiar de mentalidad. Si se trata de la fuente de la mente-correcta, entonces lo que nos conviene es fortalecerla y compartir el amor que proviene de esa decisión en favor de la mente- correcta. Eso es lo que hace que el Curso sea tan difícil. Hay una sección titulada "Salvación sin transigencias" ((o sea: sin hacer concesiones)) (T.23.III). Si de verdad queremos ser salvados, lo cual quiere decir salvados de nuestra decisión en favor de la culpa, tenemos que incluir a todos en nuestra decisión. Este Curso es inflexible ((sin transigencias: no hace concesiones)). El tono de este es muy dulce y suave, y la experiencia de tener a Jesús como nuestro maestro es muy amorosa, amable y paciente, pero él (("he": Jesús)) es inflexible ((no hace concesiones)). En un mensaje Jesús le dijo a Helen algo que en realidad es para todos nosotros: "Te amaré, te honraré y respetaré absolutamente lo que has hecho, pero no lo apoyaré a menos que sea verdad" (T.4.III.7.7). Él no apoya nada que nosotros digamos o pensemos. El Curso niega que cualquier cosa que pensemos ((nuestras creencias en el mundo)) sea cierta. Jesús respeta lo que nosotros pensamos porque nuestros pensamientos/creencias provienen de nuestro poder de decisión. Si no respetamos el poder de nuestra decisión de elegir al ego, nunca respetaremos el poder de elegir al Espíritu Santo, pero Jesús no apoyará nuestra decisión en favor del ego porque el ego no es verdad. En ese sentido, el Curso es inflexible. Es dulce, suave, amoroso y amable, ¡pero es siempre claro e inflexible! Muchos estudiantes se sienten tentados a esquivarlo, pensando que Jesús no está realmente diciendo lo que dice, o lo esquivan al no hacer caso de ciertas cosas que leen. Así que cuando Jesús nos dice que nuestros ojos no ven, hacemos como que no hemos visto o leído ese pasaje. Correcto, ¿entendido? Los ojos no ven. Nosotros fingimos que no vemos esta frase que dice que nuestros ojos no ven. Vemos ((leemos)) lo que queremos ver ((leer)). Por lo tanto, al practicar el Curso, tenemos seguir compartiendo esa amabilidad y suave dulzura de nuestro maestro ((Jesús)), pero tenemos que ser inflexibles en no considerar como causa a nada externo. Nunca estamos disgustados ((o molestos)) por la razón que creemos (Lección 5). Pensamos que estamos molestos porque... Y todos tenemos una larga lista de "porqués" ((de causas, justificaciones)). De la misma manera en que podemos fácilmente decir que creemos ser felices porque... lo cual significa que nunca somos felices por los motivos que creemos. El mundo miente. El mundo fue hecho para mentir. "Nada es tan cegador como la percepción de la forma" (T.22.III.6.7). La forma miente. La forma nos ciega. Los símbolos nos impiden ver la fuente. Por eso es por lo que: "Nada es tan cegador como la percepción de la forma". Por eso es por lo que no deberíamos creer a quienes nos digan que dos más dos son cuatro. [nota de Toni: tal como
  • 8. 8 mencioné en la parte I, para una explicación de las metáforas de Ken Wapnick con los números (1+1=1), (1+1=2), (2+2=4), (2+2=5) se puede consultar el siguiente post (de otro de mis blogs): http://jugandoalegremente.blogspot.com/2014/12/cuando-225.html]. Quienes digan eso, no entienden. Ellos podrían ayudarnos con un problema corporal, pero no nos serán de ayuda para volver a casa. Ellos podrían ofrecernos una particular forma de magia que ayude a aliviar el dolor, o nos podrían explicar cómo podemos llegar desde la calle A hasta la calle B. No hay nada malo en eso, pero así no se llega a casa. Lo que nos llevará a casa es pedir ayuda a alguien, pero sin tomar esa ayuda en serio ((no hacer de ello algo real)). Nos tomamos en serio la ayuda en el nivel de los efectos que esa ayuda pueda tener en nuestro cuerpo o en el cuerpo de nuestros seres queridos, pero no la tomamos en serio en el sentido de que sea real. Dos más dos no son cuatro; son cinco, porque nada de este mundo tiene sentido, especialmente el hecho de que parezca tener sentido. El mundo se basa en leyes que provienen de la creencia en la nada, según la cual hay un pensamiento de separación que da lugar a un mundo de tiempo y espacio que está gobernado por diferentes tipos de leyes: las leyes de la física, química, biología, psicología, desarrollo humano, etc. Todas ellas se derivan de la creencia de que el tiempo y el espacio son reales, la cual se deriva a su vez de la idea de que la separación de Dios es real. Todo esto es en realidad una creencia en la nada —y nada va a venir de la nada. Todo en este mundo es producto de nuestro pensamiento, tal como dicen los físicos cuánticos. Sin embargo, lo que los físicos cuánticos generalmente no dicen es que el pensamiento es la culpabilidad. Se nos dice que el mundo "es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido" (T.13.introd.2.2). El mundo es el "sistema ilusorio" (queriendo decir que es demente, loco) "de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloquecido". La culpabilidad es lo que fabricó a este mundo y la culpabilidad es lo que sostiene a este mundo. El perdón es la única cosa que deshará la culpabilidad. El perdón dice que ahí fuera no hay nada que perdonar: tú no me hiciste ninguna cosa a mí. Lo que eso quiere decir es que tú puedes haber herido mi cuerpo o los cuerpos de mis seres queridos, pero tú no me robaste la paz de Dios porque ella está en mi mente y sólo yo tengo el poder de expulsar la paz de Dios lejos de mí. Pero cuando digo que la expulsé lejos de mí porque tú me golpeaste, me humillaste, abusaste de mí, me abandonaste, me insultaste, me robaste, o lo que sea, lo que estoy diciendo es que no tengo el poder de expulsar la paz de Dios lejos de mí. Entonces debe ser que no tengo una mente. Eres tú quien tiene el poder, entonces. De hecho, tú tienes el poder y lo estás usando. Tú me robaste la paz de Dios. Esa es la mentira. El mundo del dos-más-dos-son-cuatro nos diría que sí, que eso es lo que la gente hizo, y se centra en mirar el efecto que eso produjo. Eso produjo un efecto sobre el cuerpo, pero el cuerpo no existe. El cuerpo es una proyección de un pensamiento que nunca ocurrió. Insisto otra vez en eso porque esa es la única manera para que el preguntador salga del lío ((o del caos)). Así que, si quieres ayudar del todo a alguien, tienes que decirle que lo que te estoy diciendo es cierto. Que es la única manera de salir del lío. No hay esperanza en este mundo. El mundo no fue hecho para ofrecer esperanza. ¿Por qué? Porque la esperanza reside únicamente en la mente tomadora-de-decisiones. Ahí es donde está la esperanza porque es ahí donde está el problema. Cuando nos sacamos a nosotros mismos de la mente y nos colocamos a nosotros mismos en el sueño como una figura soñada, como un cuerpo en un mundo, nos estamos privando a nosotros mismos de la
  • 9. 9 mente ((literalmente: nos hacemos sin mente)), lo cual quiere decir que estamos cortando la única fuente de esperanza que existe. Este Curso, lo repito, es la única cosa que yo conozca que ofrece verdadera esperanza porque nos lleva de regreso a la mente, al enseñarnos por qué hicimos el mundo al principio de todo, por qué luego seguimos viniendo a este mundo, por qué seguimos argumentando en favor de este mundo, por qué incluso llegamos a pensar que Un Curso de Milagros trata sobre vivir en este mundo y que Jesús nos va a decir algo. ¿Qué podría él decirnos en nombre de Dios excepto que somos el Nombre de Dios? Eso es lo que él nos diría. Él no habla con nosotros. Eso es una alucinación auditiva. Eso podría ser de gran ayuda si llevara a la gente más allá de la alucinación, y a medida que crezcan se conviertan como él, como en el poema de Helen "Una oración de Jesús": la gente te mira y ve a Jesús en lugar de a ti (The Gifts of God, pages 82-83). En ese caso la voz es de ayuda porque conduce más allá de sí misma. Dios, el Espíritu Santo y Jesús no hablan de cosas concretas. El amor es no- específico ((no-concreto)). Nosotros lo traducimos en algo específico. Eso puede ser un símbolo de la mente-correcta y ser de gran ayuda, pero tenemos que usar el símbolo para volver a la fuente. Recordemos un par de versículos de la lección 161: "El odio es algo concreto. Tiene que tener un blanco" ((tiene que haber alguna cosa concreta que se convierta en el blanco del ataque)) (L.161.7.1-2). Un poco antes se dice: "Así fue cómo surgió lo concreto" ((literalmente: "Así fue como se hizo/fabricó lo concreto")) (L.161.1.3). Eso se refiere a por qué se hizo el mundo. Hicimos un mundo de cosas concretas para mantenernos anclados en un sistema de pensamiento de detalles concretos. Hay un Hijo concreto que atacó a Su Padre concreto —ahora ya tenemos dos objetos/pensamientos concretos. Por eso el Curso dice: "El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios" (L.PII.Preg3.2.1) ((Pág. 446)). Es una proyección del pensamiento de ataque —que estamos mejor fuera del Amor de Dios. Por lo tanto, hicimos un mundo opuesto al Cielo. Hicimos un ser opuesto al Cristo que somos. El Cielo es abstracto, lo que significa que es no-específico ((no-concreto)) y no-dualista, y entonces fabricamos mundos concretos, cuerpos concretos, problemas concretos, necesidades concretas, el oír voces concretas diciéndonos cosas concretas —todas las cuales hacen real el mundo de los detalles concretos. De esa manera nunca llegaremos a casa. Usemos las cosas concretas para dirigirnos hacia lo no-concreto. Eso es diferente, pero no ha de confundirse el símbolo con la fuente. El Curso nos enseña que el propósito del tiempo es enseñarnos que no existe el tiempo. El propósito de los detalles concretos es enseñarnos que no hay detalles concretos en el Cielo. El propósito de estar en el mundo es aprender que no hay mundo. Para la mente- correcta el propósito de estar en un cuerpo es aprender que no somos cuerpos. El Libro de Ejercicios dice una y otra vez: "No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó" (L.201-220). Dios nos creó como espíritu. Y cuando creemos ser algo diferente a eso, es porque creemos que somos una mente separada. Somos siempre una mente separada, nunca un cuerpo separado. Esa es la ilusión, la mentira. "Nada es tan cegador como la percepción de la forma" ((Esta potente cita ya fue mencionada en el tercer párrafo, donde se indicó su localización: T.22.III.6.7)). La percepción ve el símbolo. Ve la forma y se detiene ahí. No va más allá de la forma. El Curso nos enseña a utilizar las palabras, los cuerpos y las relaciones como una manera de ir más allá de ellas. No ha de confundirse el símbolo con la fuente.
  • 10. 10 Un símbolo representa algo o simboliza algo que no puede expresarse de ninguna otra manera. El amor no puede expresarse aquí ((en el mundo de las formas)). El amor es perfecta unidad. El Curso dice que el perdón es el reflejo del amor del Cielo. Es el equivalente terrenal del amor, pero no es el amor. El reflejo de la unidad del amor del Cielo es la igualdad de la Filiación, y en ese reconocimiento de que todos somos lo mismo no hay juicio. ¿Cómo puede uno juzgar lo que es lo mismo? Uno puede juzgar solo lo que es diferente. "El amor no hace comparaciones" (L.195.4.2) porque el amor es perfecta unidad. El amor del ego está todo el tiempo comparando, todo el tiempo. Así es como sabes que es el ego. Una vez más, lo que hace difícil este Curso es su naturaleza inflexible, pero en eso mismo se halla también la esperanza de este Curso; ahí es donde está la salvación; y eso es porque esto requiere un montón de trabajo duro. Hay una serie de pasajes que son muy reconfortantes. Uno de ellos nos dice: "No temas que se te vaya a elevar y a arrojar abruptamente a la realidad" (T.16.VI.8.1). No ocurre así. Hay un pasaje aún más intenso en el capítulo 27: "Mas ese sueño es tan temible y tan real en apariencia, que él no podría despertar a la realidad sin verse inundado por el frío sudor del terror y sin dar gritos de pánico, a menos que un sueño más dulce precediese su despertar y permitiese que su mente se calmara para poder acoger —no temer— la Voz que con amor lo llama a despertar (...)" (T.27.VII.13.4). Tenemos que proceder por etapas ((por pasos... paso a paso)). Nosotros no vamos ((directamente)) desde el ser al Ser. El ser se transforma. Algunas veces en el Curso Jesús nos dice que el Espíritu Santo no nos arrebata nuestras relaciones especiales, sino que las transforma (ver por ejemplo T.17.IV.2.3). Nos transformamos desde un ser culpable, enojado y deprimido hasta convertirnos en un ser tranquilo. Nuestra percepción se transforma desde una percepción en la que se ve a todos como diferentes, unos buenos y otros malos, hasta una percepción que ve a todos como iguales. Esto es todavía dentro de la ilusión, pero es la manera de salir de la ilusión. Es lo que el Curso llama el sueño feliz (T.18.V). No tiene nada que ver con nada físico. Los sueños felices son aquellos sueños apacibles que preceden nuestro despertar, llevándonos al punto desde el cual podemos despertar porque ya no estamos tan asustados. Nos transformamos gradualmente pasando de un ser de mente-errada hasta un ser de mente-correcta. El ser de mente errada ataca, juzga y hace diferencias. El ser de mente-correcta perdona, mira más allá del pecado hasta ver el error, y mira más allá del error hasta contemplar la verdad. Ve a todos cómo lo mismo, como iguales. El ser de mente-correcta no juzga, y si hubiera un acto de juicio, el ser de mente-correcta no juzga esa decisión. En el estado de mente-correcta somos pacientes, dulces y amables con nuestros propios egos, lo cual nos permite ser pacientes, dulces y amables con el ego de los demás. Ser más pacientes y amables con los egos de los demás refuerza nuestra paciencia y amabilidad con nosotros mismos. Esto requiere un montón de práctica y trabajo duro. Tenemos que mirar cada pensamiento egoico que tenemos y no justificar ninguno de ellos ni sentir culpabilidad por ellos, ni castigarnos a nosotros mismos, sin importar lo grande o pequeño ((Nota de Toni: en importancia, en intensidad, en gravedad aparente, en la aparente repercusión de sus efectos, etc.)) que ese pensamiento pueda ser. El Curso dice dos veces que una leve punzada de molestia es una máscara encubriendo una intensa furia (L.21.2 y M.17.4). Llegamos a creer que los pensamientos egoicos nos sirven de defensa. Nos sentimos
  • 11. 11 culpables porque nos hemos desprendido del amor. Esto dejó un vacío dentro de nosotros, una carencia que tenemos que llenar tomando lo que podamos del exterior, ya sea mediante relaciones de amor especial que satisfagan nuestras necesidades, o mediante robar la inocencia de otros lo cual hacemos atacándolos, dándoles así nuestra pecaminosidad y arrebatándoles su inocencia porque es uno o el otro. Todo esto ocurre simplemente porque nos volvimos temerosos del amor, porque en la presencia del amor no existimos. Por lo tanto, nos alejamos del amor para protegernos a nosotros mismos. Preservamos este ser al tomar nuestro pecado y nuestra culpa para proyectarlos sobre los demás. Eso es lo que hacemos a lo largo de todo el día. Nos damos cuenta de que hay un propósito en estar enfadados, en hacer juicios y en sentirnos mal con respecto a nosotros mismos. Nada de esto sucede por casualidad. La razón o el propósito es escapar del terrible peso de la culpa, no viéndola en nosotros mismos sino en otros. "El odio es algo concreto" (L.161.7.1). Tiene que haber alguien ahí fuera que nosotros podamos odiar, y puesto que no hay nadie ahí fuera, tenemos que inventar una persona, o inventar algo. Por eso es por lo que andamos por este mundo estando enfadados, siempre haciendo juicios, siempre estando nerviosos, siempre estando temerosos, siempre haciendo comparaciones —siempre buscando algo fuera que llene este agujero que creemos tener dentro. El ego nos dice que si vamos dentro desapareceremos en el Corazón de Dios y nuestro ser dejará de existir. Por eso, una vez más, necesitamos dar pasos suaves. No vamos ((directamente)) del ser al Ser, sino que transformamos el sentido que tenemos del ser. El proceso para lograr eso implica aprender a ver a todos como iguales, y luego perdonarnos a nosotros mismos cuando no vemos la igualdad sino a todos como diferentes. Recuerda, esto no es un Curso sobre hacer; es un Curso sobre deshacer. Simplemente nos mantenemos mirando, y si seguimos mirando, con el tiempo aprenderemos a no tomar al ego tan en serio. Aprenderemos a no darle al ego poder sobre nosotros. Nos daremos cuenta de que tenemos poder sobre el ego y seremos mucho más indulgentes con nuestros errores. Diremos: "Simplemente estaba asustado. No es para tanto, no tiene tanta importancia. Esto no significa que esté haciendo mal el Curso". Hay un solo ego, un único sistema de pensamiento egoico, así que siempre estamos haciendo la misma cosa una y otra vez. Lo que importa es la actitud que tenemos hacia el ego. Parte IV Siempre me agrada leer esta cita tan reconfortante del Texto: "La condición necesaria para que el instante santo tenga lugar no requiere que no abrigues pensamientos impuros. Pero sí requiere que no abrigues ninguno que desees conservar" (T.15.IV.9.1-2). Esto no quiere decir que deberíamos estar libres de pensamientos egoicos. No estamos yendo ((de golpe y porrazo)) desde el ser totalmente egoico hasta el ser totalmente sin ego. Eso es el final del viaje, pero es un viaje. Lo que también indica esto es que se trata de un proceso de transformación gradual y suave. No se dice que no deberíamos tener pensamientos egoicos, pensamientos impuros ((literalmente: pensamientos no puros)).
  • 12. 12 Por supuesto que vamos a tener pensamientos impuros: pensamientos de separación, ataque, etc. Pero la condición sí requiere que no tengamos ninguno que queramos mantener, lo que significa no ocultárselos al Espíritu Santo ni a nosotros mismos. No podemos tratar de justificarlos, racionalizarlos, espiritualizarlos o negarlos. Simplemente hemos de reconocer que nos hemos vuelto temerosos del amor en ese momento, y que la única manera que vemos de preservarnos a nosotros mismos en presencia del amor —al que hemos juzgado como temible— es atacar, estar deprimidos, enfermarnos, sentirnos cansados, correr tras esta o aquella adicción, y así sucesivamente. Simplemente tenemos que darnos cuenta de lo que estamos haciendo. Eso es todo. Otra frase que siempre cito tiene que ver con aprender a estar más allá del sufrimiento. Esa frase dice que la manera de ir más allá del sufrimiento es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo hemos urdido (T.27.VII.2.2). No se nos pide que dejemos correr el problema ((o sea: no se nos pide que lo disimulemos, lo toleremos, que le restemos importancia para permitir que el problema persista, etc.)). No se nos pide que nos convirtamos en una persona sin ego en un abrir y cerrar de ojos. Si queremos acabar con el sufrimiento, lo único que necesitamos hacer es ver el problema tal como es, no de la manera en que lo hemos urdido. La manera en que lo hemos urdido es que hemos sacado el problema de su fuente, la cual es nuestra mente con su decisión a favor del ego, y lo proyectamos hacia fuera sobre un símbolo, el cuerpo. Así es como hemos urdido ((inventado, fabricado)) el problema, y de ese modo nunca será resuelto. Nunca será resuelto porque hemos sacado el problema de su fuente. Ver el problema tal como es, es ver que nos hemos vuelto temerosos del amor, por lo que lo echamos fuera ((nos deprendemos de él: lo rechazamos)). Echamos fuera ((rechazamos)) el símbolo del amor: Jesús, el Espíritu Santo, o cualquier otro símbolo que hayamos elegido. Echamos fuera al amor y luego sentimos culpa, porque eso es una reminiscencia del "pecado original" cuando todos echamos al Amor de Dios fuera. En lugar de ver el problema tal como es, proyectamos el problema sobre alguna cosa o lugar en el que el problema no está. El problema está en nuestra mente, así que lo proyectamos sobre un cuerpo, donde no existe el problema. Lo proyectamos sobre un mundo de cuerpos donde el problema no existe. Todo lo que se nos pide es mirar eso y decir: "Sí, esto es lo que he hecho, y lo hice porque tengo miedo del amor". No es ninguna novedad ((o tb: "Es lo de siempre", o: "No es nada del otro mundo")). No tenemos que negarlo, racionalizarlo o justificarlo. No tenemos que hacer nada. Sólo decimos que eso es lo que hemos hecho. Todos estamos asustados del amor, de lo contrario no habríamos nacido en cuerpos. ¿Y qué? ((Tb: "¿Qué importancia tiene?", o: "¡No es para tanto!", o: "¿Qué tiene esto de especial?")). Es eso lo que queremos aprender a decirle al ego: ¿¡Y qué!? ((¡No es para tanto!)). Hay otro espléndido pasaje que compara todas nuestras relaciones especiales con "plumas arrastradas sin rumbo por el viento" (T.18.I.7.6). Jesús nos dice que dejemos que el viento se las lleve a todas (T.18.I.8.1) porque no son nada. Eso es lo que ellas tienen en común. Todas ellas son como plumas. Ninguna de ellas es nada. Parecen ser diferentes — diferentes formas, colores y texturas— pero todas ellas son lo mismo porque no son nada. Ellas no son nada; pretenden ser la causa de nuestros problemas, pero ellas son literalmente nada. Sin embargo, en la medida en que pensemos que somos algo, lo somos, así que tenemos que usar los demás "algos" del mundo para aprender que ellos no tienen ningún poder sobre nosotros.
  • 13. 13 No es útil decir solamente que somos ilusiones. Sé que he pasado una buena parte del día diciéndoos que no estáis aquí [risas], pero yo no soy tan sutil como Jesús. Lo verdaderamente importante de decir es que lo que es ilusorio es que algo por ahí fuera pueda hacernos felices o infelices. Eso lo podemos aprender. Cuando nos encontramos cada mañana en nuestro cuarto de baño y vemos la imagen en el espejo con la cual nos identificamos, de ningún modo tenemos que creer que no somos cuerpos. Es muy importante saber eso intelectualmente, pero en el nivel de nuestra experiencia no es muy útil, y a nivel práctico no tiene sentido. Lo que tiene sentido, sin embargo, es que podemos aprender que "nunca estoy disgustado por la razón que creo" (L.5). No es culpa de algo o de alguien más que no experimentemos la paz de Dios en este mismo momento, independientemente de lo que se nos haya hecho. Sin importar lo que un microorganismo pueda haber hecho en el cuerpo hasta enfermarlo, no es debido a eso por lo que no sentimos la paz de Dios. Eso lo podemos aprender. Por lo tanto, la ilusión dentro de nuestra existencia ilusoria aquí es que el mundo nos ha hecho esto (sea lo que sea el "esto"). El mundo no nos ha hecho eso. Nos lo hemos hecho nosotros mismos. Cerca del final del capítulo 27 aprendemos que "el secreto de la salvación no es sino éste: que eres tú el que se está haciendo todo esto a sí mismo" (T.27.VIII.10.1). No somos responsables del ataque que nos hacen otros egos. Eso es su responsabilidad, pero de lo que sí somos responsables es de percibirlo como un ataque que nos ha robado nuestra paz. Eso es lo que podemos aprender y lo que lleva un montón de trabajo, pero es factible. Es posible. Esa es la transformación. No es el mundo lo que se transforma. ¿Cómo podría la nada ser transformada? Es nuestra percepción la que debe transformarse, y la transformación es un proceso suave que nos lleva desde el punto en el que hemos hecho del símbolo algo de suma importancia, hasta el punto donde nos damos cuenta de que el símbolo no es tan importante. Es la fuente la que es importante porque es la que nos da el poder, el auténtico poder. Es ese suave y amable cambio gradual el que transforma el mundo a nivel de nuestra percepción ((o sea: el que transforma nuestra percepción del mundo)). Las personas no son amables en este mundo. Yo siempre digo que las personas amables no vienen aquí; se quedan en casa con Dios. Las personas culpables vienen aquí; las personas temerosas vienen aquí; las personas furiosas y depravadas vienen aquí; las personas crueles y despiadadas vienen aquí; las personas locas vienen aquí. Las personas amables no vienen aquí, así que, ¿qué tiene de raro el que ahí fuera haya personas que nos ataquen? Sabemos que las personas que ocupan un cargo público mienten y engañan. ¿Qué tiene eso de novedoso? Que haya personas que nos roban, que nos mienten en los negocios y que nos mienten en nuestras relaciones no es noticia. Ahora bien, si hubiera una persona que fuera íntegra y verdaderamente honesta, eso sí sería noticia. El último escándalo, mentira o engaño se vuelve algo aburrido al poco tiempo. Una vez más, no queremos cambiar el mundo: "No trates de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad con respecto al mundo" (T.21.introd.1.7). El proceso es una transformación gradual que consiste en dar menos importancia a lo que está ahí fuera como una fuente de dolor y rechazo o como una fuente de felicidad y placer, y dar más importancia a lo que está dentro, en nuestra mente. Hacemos eso gradualmente porque el miedo a perder nuestro ser individual es muy grande. Hicimos el mundo literalmente — literalmente hicimos el mundo— como un único Hijo colectivo para preservar la individualidad de la mente separada. No lo hicimos para ocultarnos de Dios. Eso es lo
  • 14. 14 que el ego nos dijo, pero la verdadera razón por la que lo hicimos fue ocultar nuestra mente para que así no la cambiáramos. Esto es algo realmente importante de entender. Es el significado de la cita que dice: "No es de la crucifixión de lo que realmente tienes miedo. Lo que verdaderamente te aterra es la redención" (T.13.III.1.10-11). No tenemos miedo de la crucifixión. Amamos la crucifixión. Fue ella la que nos dio nuestra existencia en primer lugar. El cristianismo se basó en sus muchas ramas religiosas en la crucifixión, el sacrificio y el sufrimiento. Lo que de verdad nos aterra es la redención que se encuentra en nuestra mente tomadora-de-decisiones, que eligió al ego pero que ahora puede elegir al Espíritu Santo como su maestro. De eso es de lo que tenemos miedo. Por eso es por lo que fabricamos el mundo de los cuerpos —para privarnos de la mente. Entonces fabricamos todos los tipos de problemas, para devorar ((distraer)) nuestra atención. Hemos pasado eones (como diferentes sociedades a lo largo de la historia) tratando de entender los problemas que nos aquejan y después eones en intentar resolverlos. Es una situación de ciegos guiando a ciegos porque confundimos el símbolo con la fuente. Ni siquiera sabemos que hay una fuente. Los problemas no pueden ser resueltos externamente porque en cuanto resolvemos uno, el problema real de la culpa en nuestra mente genera otro problema. Eso es lo que las lecciones 79 y 80 dicen muy claramente. Resolvemos un problema y surge otro para tomar su lugar porque el problema no está en el mundo; no está en los símbolos. Está en lo que los símbolos representan. Queremos que haya problemas para que nuestra atención esté siempre dirigida hacia y atrapada por el mundo exterior, el mundo sin-mente. Así que nunca regresamos a la consciencia ((a la plenitud de mente)) porque entonces cambiaríamos nuestra mente. Por lo tanto, necesitamos un proceso que cambie gradualmente la manera como miramos el mundo y el uno al otro, y lo hacemos gradualmente porque tenemos mucho miedo. Pensaba concluir con la lectura de otro de los poemas de Helen, titulado "Transformación" (The Gifts of God, p. 64). Es un poema muy agradable. No entraré en todas las circunstancias de su escritura, pero fue transcrito en tiempo de Pascua, por lo que hay una alusión a la Pascua al final. En pocas palabras, ocurrió cuando Helen y yo, junto a un sacerdote amigo nuestro, estuvimos visitando a un grupo de monjas que vivían en la parte más baja de la cara este de Manhattan. Era Domingo de Ramos y también la Pascua judía, así que hicimos una combinación entre Séder de Pésaj ((festividad judía, una especie de Cena de Pascua en la tradición judía)) y Domingo de Ramos. Terminamos de comer y, antes de ir a la misa en la capilla, caímos espontáneamente en un profundo silencio. Algo ocurrió, y todos nosotros (cinco o seis de nosotros) simplemente nos quedamos muy tranquilos al mismo tiempo. Fue como si el mundo desapareciera, y nosotros simplemente permanecimos de esa manera durante un rato. Yo estaba siempre buscando cualquier excusa para animar a Helen a escribir algún poema, así que durante el camino de regreso a casa le dije que plasmar este incidente sería un poema precioso, y al siguiente día (o dos) Helen escribió este poema. Lo estoy usando como cierre de este taller porque describe eso de lo que estaba hablando antes, especialmente al final cuando el mundo se transforma: "Lo pequeño ((insignificante)) aumenta de magnitud, mientras que lo que parecía grande disminuye hasta la pequeñez que es su causa. Lo oscuro se vuelve brillante, y lo que antes era brillante titila, se oscurece y finalmente desaparece". Estas palabras son acerca del cambio: el mundo no desaparece de inmediato, sino que lo que
  • 15. 15 comienza a cambiar es la manera en que nosotros miramos. Lo que antes parecía grande se refiere al mundo, el mundo de los símbolos, y lo que parecía pequeño se refiere a la mente. De hecho, la mente era tan pequeña ((insignificante)) que ni siquiera sabíamos que existía. Eso empieza a cambiar, y lo que parece ser tan pequeño, insignificante o inexistente, la mente, lentamente comienza a ir asumiendo una mayor magnitud. Nos volvemos conscientes de que esta ((la mente)) es la fuente. Por esta es por lo que estamos disgustados o molestos. Por esta es por lo que estamos en paz. Lo que parecía ser tan importante y eficaz en todo lo que sentíamos empieza a menguar en importancia porque ya no confundimos el símbolo con la fuente. Ahora usamos el símbolo como una manera de regresar a la fuente. Obviamente, este poema refleja esa experiencia con las hermanas, pero habla de este cambio repentino, y llegar al punto de que eso suceda requiere trabajo. Esa es la idea. Tenemos que hacer el trabajo diario de mirar realmente a todo de una manera diferente. Y aunque podamos estar todavía enfadados, deprimidos o excitados por los eventos o las cosas, no justificamos nuestros sentimientos, dándonos cuenta de que sí, esto es lo que estoy experimentando, pero esto no es realmente así. Vemos el problema tal como es — el cual es realmente la decisión de la mente de ser un ego— y no de la manera como lo hemos urdido —lo cual es cambiando el problema desde la mente hasta el mundo, y dando al mundo poder causativo para hacernos felices o tristes. Reconocemos que ese poder radica solamente y siempre y únicamente en nuestra mente. Este poema, una vez más, representa este cambio. Finaliza con un símbolo de la resurrección de Pascua porque fue escrito en tiempo de Pascua, pero en el Curso la resurrección no tiene nada que ver con la historia bíblica. La resurrección es el despertar del sueño de la muerte. Transformación Sucede repentinamente. Hay una Voz que pronuncia una Palabra, y todo cambia. Entiendes una antigua parábola que parecía ser oscura. Y, sin embargo significaba exactamente lo que decía. Lo pequeño aumenta de magnitud, mientras que lo que parecía grande disminuye hasta la pequeñez que es su causa. Lo oscuro se vuelve brillante, y lo que antes era brillante titila, se oscurece y finalmente desaparece. Todas las cosas asumen la función que tenían asignadas antes de que el tiempo existiese, en la antigua armonía de los cantos del Cielo en tonos atractivos los cuales borran la duda y la preocupación que todas las otras funciones transmiten. Pues la certeza tiene que ser de Dios. Sucede repentinamente, y todas las cosas cambian. El ritmo del mundo
  • 16. 16 se convierte en concierto. Lo que antes era estridente y parecía hablar de la muerte, ahora canta a la vida, y se une al coro de la eternidad. Los ojos que eran ciegos comienzan a ver, y los oídos mucho tiempo sordos a la melodía comienzan a oír. En la repentina quietud renace el cantar ancestral de la canción de la creación, mucho tiempo silenciada pero recordada. Junto al sepulcro el ángel se sitúa en brillante esperanza para dar el mensaje de la salvación: "Sed libres, y no os quedéis aquí. Seguid hasta Galilea". (The Gifts of God, p. 64) Parte V Pregunta: Dado que el mundo va con cansancio ((Nota de Toni: probablemente se está aludiendo de paso a la cita de T.5.II.10.6: "El mundo está muy cansado porque es la idea del cansancio")), también hace que la práctica de Un Curso de Milagros me parece que cuanto más se avanza y se practica, y cuanto más se desapega uno del mundo, más difícil es mantener cualquier tipo de interés aquí. Levantarse por la mañana para ir a trabajar es la misma vieja rutina. Incluso con las actividades deportivas, practicas una durante algunos años, te aburres, y luego pasas a alguna otra cosa. Te interesas por una teoría de conspiración, entonces pierdes el interés y encuentras otra. Al practicar con el Curso, ¿cómo podemos lidiar con el cansancio? Respuesta: La única manera en que podrías conseguir no estar aburrido, desganado y fatigado es tener realmente claro lo que quieres. Si tuvieras claro que tu objetivo es despertar de este sueño e ir a casa, nunca experimentarías tu vida como repetitiva y con cansancio. Verías todo lo que ocurre como una oportunidad de avanzar en tu camino para que un día salgas de aquí, no saliendo del mundo a través de la muerte, sino saliendo por completo de ese sistema de pensamiento. El problema es que tú eres ambivalente con respecto al objetivo, lo cual nos sucede a todos, porque si no fuéramos ambivalentes sobre el objetivo ya lo habríamos logrado. Estamos todavía aquí progresando lentamente con el Curso porque todavía somos ambivalentes en cuanto al objetivo. P: Dentro del mundo, uno va a la universidad durante tres, cuatro o los años que sean. Uno dedica tiempo a eso, hace su trabajo, obtiene el diploma, lo cuelga en la pared. Así que supongo que todavía estoy esperando obtener mi diploma del Curso. R: Cuando vas a la universidad tienes un objetivo, que es graduarte. Haces todo lo que tienes que hacer para graduarte porque ese es tu objetivo. Si eres ambivalente sobre el objetivo suspenderás asignaturas, realizarás tareas incompletas, no entregarás trabajos. No harás todo lo que tienes que hacer, porque no quieres alcanzar la meta. Tienes miedo de lo que hay más allá de la graduación, así que simplemente te quedas dónde estás. Hay muchos que hacen eso porque tienen miedo de crecer. Una vez que salgan de la universidad habrán crecido y tendrán que valerse por sí mismos en el mundo. Pero si ellos
  • 17. 17 se arrastran lentamente a lo largo de 6, 8, 10, 12 años, es lo más fácil porque son ambivalentes sobre la meta. Es lo mismo aquí. Todos tenemos miedo de crecer, de graduarnos de este Curso y estar de vuelta en casa con Dios. Somos ambivalentes con respecto al objetivo porque deseamos nuestra individualidad y nuestro especialismo. Por eso holgazaneamos (perdiendo el tiempo, caminando despacio hacia la meta), y tras un tiempo holgazaneando nos envuelve el cansancio. Es la misma idea que la de la respuesta que Jesús le dio a Helen cuando ella se quejaba de que el Curso no estaba funcionando, que estaba lleno de cansancio —¡basta ya! Jesús le preguntó si ella alguna vez había considerado la posibilidad de que ella no hubiera hecho lo que el Curso dice. Si tu objetivo es estar fuera del sueño, entonces te será imposible no sentir felicidad en tu vida aquí, no debido a algo intrínseco del mundo, sino por las lecciones que estás aprendiendo. Si realmente quisieras graduarte de la universidad y al mismo tiempo aprender, disfrutarías de las asignaturas de la carrera universitaria elegida. Si hubiera una carrera universitaria que no fuera agradable, o que no te ayudara a alcanzar tu meta, no te matricularías en ella. Así que si tu objetivo es salir de este mundo tan rápidamente como sea posible, este Curso te servirá para eso, pero tienes que ser consciente de que, en última instancia, la meta es no estar en un cuerpo, logrando esto no por medio de la muerte, sino por medio de no formar parte de este sistema de pensamiento. Una y otra vez, lo cual siempre es exasperante, Jesús dice que este es un Curso muy simple, queriendo decir que hay un único problema y una única solución. ¿Qué podría ser más simple? En respuesta a las quejas de Helen de que el Curso era demasiado difícil, Jesús dijo: (T.31.I.1) ¡Qué simple es la salvación! Tan sólo afirma que lo que nunca fue verdad no es verdad ahora ni lo será nunca. [El problema es que esto significa además que no tenemos razón] Lo imposible no ha ocurrido, ni puede tener efectos. Eso es todo. ¿Podría ser esto difícil de aprender para aquel que quiere que sea verdad? Lo único que puede hacer que una lección tan fácil resulte difícil es no estar dispuesto a aprenderla. ¿Cuán difícil puede ser reconocer que lo falso no puede ser verdad, y que lo que es verdad no puede ser falso? Ya no puedes decir que no percibes ninguna diferencia entre lo falso y lo verdadero. [Recuerda, esto se dice en el capítulo 31, tras tres años de dictado, por no mencionar todos los mensajes personales] Se te ha dicho exactamente cómo distinguirlounode lootro, y lo que tienes que hacer si te confundes. ¿Por qué, entonces, te empeñas en no aprender cosas tan sencillas como éstas? Ahora bien, esta es la más suave reprimenda que uno puede recibir; pero la cosa se pone un poco peor: Pero no creas que es porque las cosas simples que la salvación te pide que aprendas sean difíciles. Una manera de distinguir lo que es falso de lo que es verdadero en este mundo es que todo lo que te separa de cualquier persona es falso, y todo lo que te permita decir que todos somos lo mismo es verdadero. La verdad de que todos somos lo mismo es un reflejo de la verdad de la Unidad del Cielo.
  • 18. 18 (T.31.I.2.3-4) La salvación sólo enseña lo que es extremadamente obvio. La salvación simplemente procede de una aparente lección a la siguiente, mediante pasos muy sencillos que te llevan dulcemente de una a otra, sin ningún esfuerzo. El esfuerzo ((strain: tensión, agotamiento, estrés, esfuerzo, etc., todo lo cual está relacionado con el tema del cansancio, aburrimiento, resistencia, etc.)) que todos sentimos es nuestra resistencia. Si tu coche va a 100 o 115 kilómetros por hora, no hay tensión ((esfuerzo, fatiga, "strain")) en el motor. Simplemente va. Pero si tienes puesto el freno de emergencia, el motor estará soportando mucha tensión (esfuerzo). Si continúas conduciendo con el freno de emergencia echado, estropearás el motor y los neumáticos, pero el problema es el freno, no el coche. El motor está bien. Y, en fin, algo así es lo que todos estamos haciendo. El Curso nos puede conducir velozmente a casa. ¿Qué podría ser más fácil? Lo que es verdad es verdad; lo que es falso es falso. ¡Eso es todo! El Curso es increíblemente consistente de principio a fin con respecto a este punto. El problema es que tenemos miedo, debido a que "lo que es falso es falso" es nuestra identidad. "Lo que es verdad es verdad" es nuestra verdadera Identidad. Nos aferramos a nuestra falsa identidad, este especialismo, este cuerpo, y eso es el freno. Por eso es por lo que hay esfuerzo ((tensión)). (T.31.I.2.5-6) Esto no puede crear confusión, y, sin embargo, estás confundido. Pues de alguna manera crees que es más fácil aprender y entender lo que es totalmente confuso. Lo que es totalmente confuso es el sistema de pensamiento del ego, que está tratando de decirnos que lo que es verdad es falso, y que lo que es falso es verdad. Eso es bastante confuso, y todo esto es porque queremos este ser. Si lees el Curso como un cuerpo, te confundirás porque creerás que todo lo que dice es acerca del cuerpo y del mundo. Te confundirás con respecto a lo que dice y lo distorsionarás; y por lo tanto no alcanzarás los beneficios que se derivan del Curso. Pero si te das cuenta de que el Curso va sobre la mente, entonces serás consciente de que cualquier dificultad que tengas es porque estás apreciando tu cuerpo y tus experiencias aquí como una persona. No puedes culpar al Curso, porque te repite una y otra vez constantemente que se trata de la mente, no del cuerpo o del mundo. Nos confundimos con respecto a lo que dice y nos resulta difícil hacer lo que dice porque estamos conduciendo con el freno echado. (T.31.I.2.7) Lo que te has enseñado a ti mismo constituye una hazaña de aprendizaje tan gigantesca que es ciertamente increíble. Esto es realmente importante. Es la cúspide del punto que Jesús nos quiere proponer aquí —por eso está agitando amablemente su dedo mientras nos dice: "No estás siendo honesto. No me digas que no puedes aprender este Curso. Mira lo que has aprendido". Repito que lo que nos hemos enseñado a nosotros mismos es que lo que es falso es verdad y lo que es verdad es falso. Nos hemos enseñado a nosotros mismos todo este enrevesado, intrincado y complicado sistema de pensamiento del ego. No solo eso, luego hicimos un mundo y lo dominamos. Sabemos cómo vivir en este mundo. Sabemos cómo vivir con nuestros cuerpos. Sabemos qué hay que hacer para que nuestros cuerpos sobrevivan. Es muy complicado. Eso no es así en el Cielo, ya que el espíritu no hace nada; el espíritu
  • 19. 19 simplemente es. En este mundo tenemos que hacer un montón de cosas para sobrevivir, físicamente solo para mantener el cuerpo en marcha, y después psicológicamente solo para mantener el cuerpo en condiciones emocionalmente. Lidiar con las relaciones es extraordinariamente complicado, pero todos somos maestros en eso. Somos maestros de la culpa; somos expertos (maestros) en ser una víctima. (T.31.I.3.1) Nadie que entienda lo que tú has aprendido, con cuánto esmero lo aprendiste, y los sacrificios que llevaste a cabo para practicar y repetir las lecciones una y otra vez, en toda forma concebible,podría jamás dudar del poder de tu capacidad para aprender. No hay un poder más grande en todo el mundo. La "capacidad para aprender" de la que Jesús está hablando es realmente el poder que tiene la mente para elegir. Jesús dijo que nadie podría dudar del poder de nuestra capacidad para aprender. Recuerda lo que pasa al vivir en este mundo. Piensa simplemente en lo que pasa al haber hecho este mundo, soñándolo. (T.31.I.3.2-6) No hay un poder más grande en todo el mundo. El mundo se construyó mediante él, y aún ahora no depende de nada más. [El poder de tu mente para creer en el mundo es el "nada más"] Las lecciones que te enseñaste a ti mismo las aprendiste con tanto esmero y se encuentran tan arraigadas en ti que se alzan como pesadas cortinas para nublar lo simple y lo obvio. No digas que no puedes aprender. Pues tu capacidad para aprender es tan grande que te ha enseñado cosas tandifícilescomo que tu voluntad no es tu voluntad, que tus pensamientos no te pertenecen, e incluso, que no eres quién eres. Recuerda, no hay tiempo. Esto está siendo escrito justo ahora. (T.31.I.4) ¿Quiénpodría afirmar que lecciones como éstas son fáciles de aprender? Sin embargo, tú has aprendido eso y más. Por muy difícil que haya sido, has seguido dando cada paso sin quejarte, hasta construir un mundo de tu agrado. Y cada una de las lecciones que configuran al mundo procede del primer logrode tuaprendizaje [Elerror original de que yo podría estar separado de mi Creador y Fuente, y que podría fabricar un ser y un mundoopuestos al Ser que Dios creó en el Cielo], el cual fue de tal enormidad que, ante su magnitud, la Voz del Espíritu Santo parece débil e inaudible. El mundo comenzó con una extraña lección, lo suficientemente poderosa como para dejar a Dios relegado al olvido y a Su Hijo convertido en un extraño ante sus propios ojos, exiliado del hogar donde Dios Mismo lo había ubicado. Tú que te has enseñado a ti mismo que el Hijo de Dios es culpable, no digas que no puedes aprender las sencillas lecciones que la salvación te enseña. Esa es la respuesta a la queja de que el Curso no funciona, de que no es práctico y es demasiado complicado. No podríamos pedir nada que sea más simple. Tal como se dice en el Libro de ejercicios, "(...) lo falso es falso y lo que es verdad jamás ha cambiado" (L.PII.Preg10.1.1). El problema es que no queremos aprenderlo. Parte VI: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-vi-ken- wapnick.html
  • 20. 20 Parte VI (T.31.I.2.7-8) Lo que te has enseñado a ti mismo constituye una hazaña de aprendizaje tan gigantesca que es ciertamente increíble. Pero lo lograste porque ése era tu deseo (...). Ése era tu deseo, lo cual quiere decir que no queremos aprender las lecciones que enseña el Curso, porque si lo quisiéramos, lo haríamos. Mira lo que aprendimos en su lugar. Ese es el punto clave. No creo que haya nadie que discutiera esto pensando que podría salirse con la suya. Este mundo es increíblemente complicado. Basta con que pienses en cómo funciona el cuerpo. El cuerpo es muy complicado, y brillantemente concebido para confundirnos más aún cuando se estropea (se enferma, etc.) y entonces necesitamos teorías aún más complicadas para arreglarlo. Esto es interminable. Hicimos microorganismos, como los virus, que sufren mutaciones y que son más inteligentes que las vacunas que nos inyectamos para defendernos de ellos. Esto se vuelve cada vez más increíble, confuso y desesperado. Hicimos el mundo de esa manera, y aprendimos a sobrevivir en él. Así que Jesús tiene todo el derecho de decir: "No me digas que no puedes aprender lo que estoy enseñándote". La razón por la que no aprendemos esto es que no queremos aprenderlo. Por eso él dice: "Lo lograste porque ése era tu deseo". Una de las características que hacen único este Curso es que se centra en la motivación, la cual por supuesto es un importante término psicológico. Cualquier maestro sabe que es muy frustrante enseñar a alumnos que no están motivados. Y cualquier terapeuta sabe que los pacientes forzosos (por ejemplo, los enviados por el juzgado o alumnos enviados por la escuela al psicólogo) son los peores pacientes porque no quieren estar ahí. El tribunal (o alguna autoridad) les ha dicho que tienen que ir. Pero como no están motivados, no aprenderán y no cambiarán. Así que el gran reto de Jesús como nuestro maestro en este Curso es motivarnos a aprender, y el único modo en que él puede motivarnos a aprender es convenciéndonos de que necesitamos aprender, lo cual significa que necesitamos saber lo miserables e infelices que somos debido a lo que nos hemos enseñado a nosotros mismos. Hay dos frases que al ponerlas juntas quedan así: "Renuncia ahora a ser tu propio maestro. (...) pues no fuiste un buen maestro ((lo último, literalmente: "pues te enseñaste mal"))" (T.12.V.8.3; T.28.I.7.1). Tenemos que admitir que nos hemos enseñado mal y que no nos gusta la manera en que estamos viviendo, pero sin echarle la culpa a las circunstancias externas. Todos los que estamos aquí podríamos ser dichosamente felices al aprender que no estamos aquí. "¿De qué otra forma puedes encontrar dicha en un lugar desdichado, excepto dándote cuenta de que no estás en él?" (T.6.II.6.1). Darnos cuenta de que no estamos aquí es la cosa más gozosa (alegre) que podemos aprender. En eso es donde está la esperanza. Si no estamos aquí, ¿dónde estamos? Estamos en nuestra mente, y podemos hacer algo con respecto a nuestra mente. Podemos hacer algo con respecto a
  • 21. 21 lo que estamos pensando. Eso nos da esperanza. Eso es lo que nos devuelve nuestro poder, no el poder para dominar, oprimir y mandar, sino el poder de elegir. Una vez más, Jesús nos está diciendo que no debemos dudar de nuestra capacidad para aprender. Miremos lo que nos hemos enseñado a nosotros mismos. Las leyes de las relaciones especiales son increíblemente complicadas, y pasamos toda la vida tratando de dominarlas. El amor no es complicado. Simplemente amas. No haces distinciones. Amas a todos, sin importar lo que ellos hagan, sin importar lo que digan, sin importar quiénes son. El especialismo no es así. Con el especialismo te ves obligado a averiguarlo todo. ¿Cuáles son los puntos débiles de esta persona? ¿Cuáles son sus puntos fuertes? ¿Qué quiero conseguir? ¿Cómo lo consigo? ¿Cómo puedo hacer que parezca que no estoy consiguiéndolo cuando en realidad lo he conseguido? ¿Cómo puedo engañarlos? Es muy complicado, pero todos somos muy buenos en eso; ahora es nuestra segunda naturaleza. Empezamos a aprender esto al nacer. ¿Cómo puedo conseguir la atención de mis padres? Lloro. Funciona. Ellos me sostienen y entonces me hacen eructar y me siento bien. Entonces si quiero más atención, consigo tener más gases. Somos buenos en eso, y nunca paramos de eructar. Piensa en lo útil que sería ir por la vida sabiendo que todo es simplemente un eructo, y que lo que toda la gente quiere es simplemente ser sostenidos y que les den unas palmaditas en la espalda, y que alguien les diga, ya está, ya está, todo está bien. Sabemos cómo conseguir ese tipo de respuestas de la gente. No estamos hablando de un simple cuerpo, planeta o sistema solar. Estamos hablando de todo un cosmos. Es extraordinariamente complicado. Los científicos están buscando una explicación simple, la única cosa que lo explique todo. Bueno, ellos no saben dónde buscar. He aquí la única cosa que lo explica todo: el tomador de decisiones eligiendo la culpa. Esa es la explicación, y la verdadera teoría de cuerdas es cómo todas esas cuerdas se unen entre sí y forman un mundo. El agujero negro es el agujero negro de la culpa que se lo traga todo. Esto es muy simple, y la solución es simple. Simplemente miras a eso ((la culpa)) y recuerdas reírte de lo absurdo que es que un trozo de la viviente y amorosa Unidad de Dios pudiera arrancarse a sí mismo de esa Unidad y declararse él mismo como su propio ser y su propio creador. Pero esto significa renunciar a lo que creemos que es verdad. Por eso es por lo que al comienzo del capítulo 24 se dice: "Aprender este curso requiere que estés dispuesto a cuestionar cada uno de los valores que abrigas. Ni uno solo debe quedar oculto (...)" (T.24.introd.2.1-2). Bueno, todos tenemos una multitudinaria lista de valores, pero el valor esencial es: Yo me valoro. Valoro el sistema de pensamiento que me fabricó. Valoro el sistema de pensamiento de ataque que me protege y me preserva, porque el pensamiento que no perdona, el pensamiento de ataque, "protege la proyección" (L.PII.Preg1.2.3). Mientras yo pueda justificar el odio y la ira que siento contra ti, mi ataque contra mí mismo seguirá estando oculto, protegido, y nunca será sanado. Eso es lo que apreciamos; eso es lo que valoramos. Por eso valoramos el ataque y por eso valoramos el cuerpo. El cuerpo demuestra que existimos.
  • 22. 22 Por eso es por lo que este no es un curso sobre el cuerpo; es un curso sobre la mente. "Este es un curso acerca de causas, no de efectos" (T.21.VII.7.8). El milagro hace retornar el problema hasta la causa para que así pueda ser cambiada. La magia lleva el problema, la causa, adentro del mundo de los efectos y confunde ambos. La magia dice que el mundo, el cual es realmente el efecto, me ha causado. Soy la víctima; estoy a merced de fuerzas que están más allá de mi control. Por eso la lección 76 es tan importante: "No me gobiernan otras leyes que las de Dios". Creemos que estamos sometidos a las leyes del cuerpo, las así llamadas leyes naturales. Las únicas leyes que nos rigen son las leyes de Dios, las cuales son las leyes del Amor, de la Unidad y de la vida eterna. Si quieres llamarlo una ley, la ley del perdón es el puente que recorre la grieta ((de la separación)) y nos lleva desde las leyes del mundo y del cuerpo hasta volver a las leyes de Dios. Por lo tanto, lo único que Jesús nos está diciendo es: "No me digas que no puedes aprender mi curso". Este curso es autosuficiente. A todas las personas siempre les gusta disponer de un truco. Ellas siempre encuentran otra manera de practicar el perdón, otro libro, etc. Pero está todo aquí. No se necesita una secuela que continúe y que enmascare Un Curso de Milagros. El Curso ya viene completo con un maestro —¡y las pilas incluidas! No necesitas conseguir ningún otro material. Su enseñanza es muy consistente y simple. Por eso no la usamos, porque nos gusta lo complicado. "La complejidad forma parte del ámbito del ego" (T.15.IV.6.2). Una vez más, ¿qué podría ser más simple que decir que lo que es falso es falso y lo que es verdad es verdad? Lo que es falso no puede ser cierto, y lo que es cierto no puede ser falso. Aunque el Curso nos habla de la Unidad del Cielo, nos enseña cómo vivir ese principio de unidad en este mundo al aprender que todos somos lo mismo. "Haz que este año sea diferente al hacer que todo sea lo mismo" (T.15.XI.10.11). Mira a todos cómo lo mismo porque todos, todos tenemos la misma mente. Mira cada situación como lo mismo porque cada situación es parte de nuestra aula de clases, si elegimos aprender de esa situación, o si elegimos aprender las lecciones del perdón. Una vez más, el Curso viene completo con un maestro ((Jesús)) y un plan de estudios. Nosotros somos el plan de estudios. El aula es nuestra vida, y el plan de estudios son todas nuestras relaciones. ¿Por qué buscar en otra parte? Buscamos en otras partes porque esto es demasiado aterrador, y es aterrador porque es la verdad. Algo en nuestro interior sabe que esto es la verdad, y por eso hemos acogido esto ((esta enseñanza, esta práctica)) y le hemos dedicado tanto tiempo, pero es también realmente importante reconocer cuán temerosos estamos. Volvemos de nuevo a la idea de la resistencia. Tenemos que observar nuestra resistencia con respecto a por qué no estamos aprendiendo lo que es tan simple. Parte VII: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-vii- ken-wapnick.html Parte VII "Entrando en la Presencia de Dios" "No puedes entrar en la Presencia de Dios si atacas a Su Hijo" es una frase de la sección
  • 23. 23 "La herencia del Hijo de Dios" en el capítulo 11 del Texto ((Aquí he traducido más literalmente la mencionada cita (T.11.IV.5.6), pues el verbo "entrar" que usa aquí Ken Wapnick —y que se usa literalmente en el Curso en inglés— se ajusta muy bien al tema de este artículo)). Es una de esas frases que resumen en sí mismas toda la teoría del Curso. Nos ayuda a entender por qué nos enfadamos, criticamos, juzgamos y encontramos culpa. También en esa sección, y de hecho en la sección anterior, así como en muchas otras partes del Curso, se nos enseña que atacar a otros no es diferente de atacarse uno a sí mismo. Culparse a uno mismo es lo mismo que culpar a otros porque, dado que no hay un mundo ahí fuera ((T.12.III.6.6-7)) y que la proyección produce la percepción ((T.21.introd.1.1)), cualquier cosa que sintamos con respecto a nosotros mismos la expresaremos a continuación exteriormente. Cualquier cosa que expresemos exteriormente es el resultado directo de lo que estamos sintiendo dentro. Por tanto, la idea de que no podemos entrar en la Presencia de Dios si atacamos a Su Hijo es cierta tanto en el caso de que nos ataquemos a nosotros mismos, como también es cierta para el caso de cuando atacamos a otros. Nuestro terror a entrar en la Presencia de Dios es el motivo por el que hicimos el mundo en primer lugar, y una de las principales formas de defendernos de ese miedo y privarnos a nosotros mismos de entrar en la Presencia de Dios es atacar. Por eso el Curso nos dice que "el mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios" (L.PII.Preg3.2.1). ¡Eso fue! Todo aquí es un ataque contra Dios: nacer es un ataque contra Dios, tomar una respiración es un ataque contra Dios, porque todo esto hace el cuerpo real, y si somos cuerpos, no somos mentes. Si no somos mentes, no hay manera de que podamos tener acceso al pensamiento que nos lleva a la Mente, la Mente de Dios o la Mente de Cristo. Así que atacamos porque no queremos entrar en la Presencia de Dios. El cuarto obstáculo para la paz, "El temor a Dios", es una sección maravillosa por muchas razones. Las subsecciones de "Los obstáculos a la paz" del capítulo 19 del Texto ((T.19.IV)) nos llevan a lo largo de un viaje, y cuando llegamos al cuarto obstáculo, la idea es que estamos casi listos para penetrar el velo final —deshacer el obstáculo final y estar en la Presencia de Dios, lo cual realmente es estar en la Presencia de nuestro verdadero Ser. Esa sección final no habla sobre Dios. No es sobre la unidad con la Divinidad o sobre "una Unidad ((o Unicidad)) unida cual Una sola" ((T.25.I.7.1 usando las mayúsculas del original de Ken de este artículo en inglés y del original en inglés de la 3ª edición de ACIM)); no se trata de ninguna quimera o fantasía, ni de ideas no-dualistas de tipo presuntuoso. De lo que habla esta sección es del perdón a tu hermano. Eso es lo que hace que el Curso sea tan diferente de cualquier otra espiritualidad. Al mismo tiempo que contiene todas estas ideas sublimes y maravillosas sobre nuestra unidad con Dios, sobre la naturaleza ilusoria del universo físico, y sobre el hecho de que la única realidad es Dios y la Unidad de Dios, nos anima y nos da pautas muy específicas sobre la manera de vivir en este mundo ilusorio. El principio que debe regir nuestra vida diaria aquí es el perdón. Esa es la manera de que logremos nuestra meta final de retornar a lo que en un pasaje se describe como "una Unidad unida cual Una sola" (T.25.I.7.1). La manera de que entremos en la Presencia de Dios es por medio del perdón total a otra persona, sea quien sea ese amor especial o ese odio especial. En vez de hablar de a qué se parece la Presencia de Dios, lo que el Curso nos dice es cómo alcanzar la Presencia de Dios, cómo volver al lugar del que nunca salimos. El tema
  • 24. 24 de esta clase ((el tema de esta charla de Ken)), No puedes entrar en la Presencia de Dios si atacas a Su Hijo, lo resume todo. Así es como lo hacemos. Esa idea nos da también una manera de entender por qué estamos constantemente atacándonos a nosotros mismos y los unos a los otros. No importa cuántos años hayamos estado estudiando este material y siendo dedicados, sinceros y serios sobre él, eso no nos impide juzgar, encontrar culpa ((hacer reproches)), criticar, enfadarnos; y ciertamente no nos impide tener todos los sentimientos de autoodio que son auto-ataque o culpa. Esto explica por qué. Siempre me gusta citar la famosa frase de Hamlet, "Aunque esto sea locura, hay cierto método en ella" ((se ha traducido de diversas maneras, otra forma que podría ser aún más clara: "Aunque sea locura, aún hay cierto sentido en lo que dice"; pero dejo como principal la otra forma más literal, porque en lo siguiente que dice Ken sigue el hilo de la palabra "método")). Hay un método en nuestra locura. Hay una razón, un propósito detrás de todo lo que hacemos aquí, especialmente para todos nuestros pensamientos de ataque. Esto es un tema importante del Libro de ejercicios, es un tema importante en todo este Curso. Hay esa importante lección, "Abrigar resentimientos es un ataque contra el plan de Dios para la salvación" (L.72). Pues bien, el plan de Dios para la salvación es el perdón. Si estamos albergando resentimientos, es obvio que no estamos perdonando. Abrigamos resentimientos por una razón: no queremos aceptar el plan de Dios para la salvación, el cual es el perdón. La consumación final de ese plan es la aceptación de la Expiación. Inventamos problemas por una razón. Hay una razón, no solo para enfadarnos, sino para ponernos ansiosos ((nerviosos, inquietos)), temerosos y deprimidos. Hay una razón para inventar problemas cuando no hay problemas, para inventar un mundo y creer que hay un mundo cuando no hay mundo. Hay una razón detrás de todo eso. La sección "¿Qué es la paz de Dios?" del Manual para el maestro nos dice muy claramente que cuando nos enfadamos, es como si cayera un telón y entonces la paz de Dios desaparece de nuestra vista (M.20.3) ((El artículo en inglés da ese párrafo de M.20.3 como referencia, pero para entenderlo mejor con la metáfora del telón hay que seguir leyendo un par de frases del siguiente párrafo, hasta llegar a M.20.4.2)). Esta es una afirmación intencional ((centrada en actitudes que mantenemos deliberadamente, o sea, intencionalmente)). Nos enfadamos porque no queremos la paz de Dios — queremos que haya un telón, un velo o cortina, algo entre nosotros y la paz de Dios, algo entre nosotros y nuestro entrar en la Presencia de Dios. Por eso nos enfadamos; por eso consentimos todos nuestros pensamientos de especialismo y todas nuestras prácticas de especialismo. Por eso cualquier cosa que hacemos para reforzar el universo fenoménico —para hacer real el mundo físico— es intencional ((deliberada)). Una vez más, eso es lo que hace que este Curso sea único. Muchas otras espiritualidades, especialmente de Oriente, también dicen que el mundo es una ilusión. Pero ninguna de ellas habla de la naturaleza intencional del mundo, por qué hicimos el mundo, por qué elegimos nacer en este mundo, por qué constantemente elegimos tener todos estos pensamientos, por más ilusorios que ellos sean. Hay una razón para todo eso: estamos aterrorizados de la posibilidad de desaparecer en la Presencia que hay más allá del velo. Hay esa maravillosa cita que viene cerca del final del cuarto obstáculo para la paz donde Jesús nos dice: "Juntos desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo, no para perdernos sino para encontrarnos a nosotros mismos;
  • 25. 25 no para que se nos vea, sino para que se nos conozca" (T.19.IV.D.19.1) —no estar más tiempo en el mundo de la percepción, el mundo de sujeto y objeto, el mundo de la dualidad, el mundo de los cuerpos, sino que se nos conozca, lo cual en el Curso es un sinónimo del Cielo o Unidad. La palabra clave en esa cita es "juntos". "Juntos desapareceremos en la Presencia que se encuentra detrás del velo (...)". Juntos, dice Jesús, tú y yo, y con nosotros, todos nuestros hermanos. La misma sección también dice que levantamos este velo "juntos, o no lo hacemos en absoluto" (T.19.IV.D.12.8; cursivas mías). La persona con la que hacemos esto juntos es cualquiera a la que estemos excluyendo, cualquier objeto de nuestro especialismo, sea de amor especial o de odio especial. Elevamos el velo "juntos, o no lo hacemos en absoluto", lo cual es la corrección del Espíritu Santo para el principio del ego de o uno o el otro. El principio de uno o el otro es lo que establece al ego como una aparente realidad, como una entidad separada. Era uno de dos: o el Amor de Dios y la perfecta Unidad, o nuestra separación y el amor especial, porque no pueden ser ambas opciones a la vez. Cuando decidimos creer en las mentiras del ego, cuando elegimos creer que la "diminuta y alocada idea" ((T.27.VIII.6.2)) de estar separados de Dios fue algo real, y la tomamos seriamente, en ese momento el ego nació. Ese fue el instante en que surgió el principio de uno o el otro. Una de dos: o yo existo, o Dios es. Pronto en el Texto,Jesús muestra la diferencia entre existencia ((existence)) y ser ((being; esto último en el UCDM español frecuentemente se prefirió traducirlo como "estado de ser")). Ser es un estado de realidad; existencia es nuestra vida aparente en este mundo. Podemos decir que el ego existe; el espíritu es. Hay una frase en el Libro de ejercicios que dice: «Decimos "Dios es", y luego guardamos silencio» (L.169.5.4). ¿Qué más se puede decir? Dios es, lo cual significa que Dios es perfecto Ser. Ese es el estado de la perfecta Unidad. «Decimos "Dios es", y luego guardamos silencio, pues en ese conocimiento las palabras carecen de sentido». No hay labios para pronunciar las palabras, ni oídos para poder escucharlas, porque todo lo que hay en la realidad es "una Unidad unida cual Una sola" ((repitamos la referencia, T.25.I.7.1, ya dada anteriormente un par de veces)), una unidad indiferenciada, que es la manera en que muchos de los místicos se refieren a esa experiencia. No hay comienzo ni final. Hay un hermoso pasaje en el Libro de ejercicios que describe cómo las luces del Cielo se iluminan ((se encienden)), y no hay ningún lugar donde una comience y otra termine (L.129.7.5). Todas se vuelven una sola luz, un solo amor, un solo Ser. Parte VIII: http://hablemosdeucdm.blogspot.com/2015/08/un-curso-de-esperanza-viii- ken-wapnick.html Parte VIII "Entrando en la Presencia de Dios" (continuación) Una vez más, es uno o el otro. O existo yo como un objeto separado, una cosa separada, comenzando como un pensamiento separado en la mente y luego más tarde volviéndose un cuerpo separado, o la alternativa: es Dios lo que hay. Lo uno o lo otro. Dado que creemos que existimos, eso significa que no hay Dios, lo cual desde luego es lo que el ego quiere. Si no hay Dios, ¿cómo podemos entrar en Su Presencia? Eso, por supuesto,
  • 26. 26 es lo que todos queremos ((que no haya Dios)). No queremos entrar en la Presencia de Dios porque en esa Presencia no hay individualidad, no hay exclusividad ((literalmente "uniquicidad": un ser diferente, especial, original, único, bien separado y diferenciado de los demás)), ni hay especialismo. Únicamente hay "una Unidad unida cual Una sola" ((T.25.I.7.1)). Al tener miedo de eso, siempre estamos eligiendo estar separados, y dado que el cuerpo es la encarnación de la idea/pensamiento de la separación, siempre estamos eligiendo hacer nuestros cuerpos reales. Una de las mejores formas de hacer el cuerpo real es atacar a los demás, para vernos a nosotros mismos como separados ((tb: aparte, distintos)) de los otros cuerpos. Tú me has herido, tú has abusado de mí, tú me has ridiculizado, tú me has traicionado, tú me has abandonado, tú has sido desagradable conmigo. Hay un "tú" que ha sido el agresor, y un "yo" que es la víctima. Por lo tanto, hay separación, y por consiguiente es uno o el otro. Ver todo cómo lo mismo es la corrección para la creencia del ego de que todos somos diferentes. El principio de uno o el otro está diciendo que somos diferentes, comenzando con la percepción de que Dios es diferente de Su Hijo, el Hijo es diferente de Su Padre. Eso se traslada a todas las cosas de este mundo con nuestros cuerpos diciéndonos que somos diferentes de los otros cuerpos. No hay dos cuerpos iguales. Incluso los gemelos idénticos acaban no siendo perfectamente iguales. Ellos tendrán personalidades diferentes, gustos y aversiones diferentes, y desarrollarán síntomas ((síntomas de enfermedad, o también cualidades diferentes en general)) diferentes. Aquí nadie ni nada es lo mismo; aquí todos somos diferentes. Uno o el otro. Pero en el nivel de la mente, en el cual está nuestra verdadera realidad, todos somos lo mismo, y es en ese nivel donde reconocemos la verdad del principio que dice: juntos, o de ningún modo en absoluto. No puedo entrar en la Presencia de Dios a menos que lo haga contigo. Esto no se refiere a que tenga que hacerlo contigo físicamente. Tú podrías haber fallecido hace 30 años, y yo todavía podría tener algún reproche ((queja)) contra ti. Eso es suficiente para mantenerme fuera del Cielo, lo cual es lo que quiero. Esa es la idea clave que subyace a todo en este Curso. No queremos entrar en el Cielo, porque si lo quisiéramos, estaríamos ya en él. Estaríamos ya en él porque ya estamos en él. En otras palabras, despertaríamos del sueño que nos dice que no estamos en el Cielo. "Estás en tu hogar en Dios, soñando con el exilio (...)" (T.10.I.2.1). Aquí todo es un sueño. Estamos en casa en Dios. Esa es nuestra realidad. Nunca nos fuimos. Aún somos el único Hijo de Dios, perfectamente unificados con Él ((con Dios)), indiferenciados de Él, pero estamos soñando que estamos en el exilio de la separación, protegidos por la defensa del especialismo ((el deseo de ser especial)). Así que soy una persona especial con necesidades especiales, y tú eres una persona especial con habilidades especiales que pueden satisfacer mis necesidades especiales. Mis necesidades especiales y tus habilidades especiales se encontrarán, y ese es el "matrimonio hecho en el Cielo", que, por supuesto es realmente el infierno, pero nosotros creemos que es el Cielo ((Ken no menciona la localización de la cita, además la modifica un poco al usar la palabra "matrimonio" en lugar de "unión", que aquí de todos modos significa lo mismo. Pero la cita a la que se refiere es la de T.16.V.8.3 la cual en inglés decía "a union made in Heaven", que se tradujo en español como "una unión bendecida en el Cielo", refiriéndose obviamente al infierno de las relaciones especiales, como se ve claramente si se lee el párrafo completo)). Es el Cielo, porque es nuestra versión del Cielo. Nuestra versión del Cielo es la existencia, y no importa si se trata de una existencia feliz o de una existencia miserable. No importa si estamos felices o tristes, vivos o muertos. Si
  • 27. 27 estoy muerto, entonces existo en otro punto, y dependiendo de cuál sea mi sistema de creencias, puedo seguir existiendo después de que mi cuerpo muera. Mientras existimos, todo está en orden, todo marcha bien, todo OK. Eso es el Reino del Cielo para el ego. El ataque es una manera maravillosa de reforzar nuestra existencia. Tu existencia amenaza la mía, así que tengo derecho a defenderme. Del mismo modo, tú crees que mi existencia amenaza la tuya y entonces crees que tienes derecho a defenderte. La mayoría de las relaciones se mueven en torno a eso. De hecho, todas las relaciones giran en torno a eso hasta que nos damos cuenta de en torno a qué giran verdaderamente, y entonces cambiamos de mentalidad y pedimos ayuda. Todas ellas giran en torno a intentar reafirmar nuestra existencia ((por lo tanto, en torno a la culpa)). Hay una importante sección hacia el final del capítulo 28 titulada "Los votos secretos" que habla de los votos ((juramentos, promesas)) que hacemos los unos con los otros (T.28.VI). El contexto del discurso es la enfermedad, pero el principio funciona con todo lo demás. Todos hacemos un voto —de hecho, hay un párrafo que habla de un juramento ((oath en inglés: en T.28.VI.4.4 y en T.28.VI.5.4 aunque en esta segunda cita "oath" se tradujo en español como "voto", en lugar de como "juramento"))— que continuamente renovamos los unos con los otros para defender y apoyar nuestra existencia. No importa quién está en la cima ((quién manda)), quién triunfa, quién pierde o quién gana. No hay ninguna diferencia, en tanto que estamos ayudándonos los unos a los otros a confirmar la realidad de nuestra existencia aquí como cuerpos, como criaturas separadas. No importa si tú crees que estás en una relación de amor o en una relación de odio, porque son lo mismo. Y son lo mismo en última instancia porque sirven al mismo propósito, y no solo eso, por debajo de ese aparente amor lo que hay es odio subyacente de todos modos. Ellas ((las relaciones de amor especial y de odio especial)) reflejan un voto secreto, un juramento sagrado, una promesa que nunca romperemos de reforzarnos la existencia los unos a los otros. Al ego no le importa si nos amamos el uno al otro ((con cada relación especial)) durante 50 años o si nos odiamos el uno al otro durante 50 años, siempre que siga habiendo un "uno al otro". Esa es otra forma de entender por qué, cuando escribimos nuestro guion como individuos y soñamos nuestro sueño, empezamos nuestra vida física con padres. Ellos son el "otro". En primer lugar, hay dos de ellos. Tienen que ser dos si va a haber un tercero. En algún momento el bebé nace. Ahora hay un "otro" en relación con los otros dos, o con los sustitutos de los padres. Eso no supone ninguna diferencia. Siempre hay un "otro". El bebé no puede sobrevivir sin la ayuda de alguien más. Si no hay alguien más, el bebé muere, porque no va a ser capaz de conseguir comida ni de protegerse a sí mismo. Por lo tanto, en el sistema está incluido el hecho de que hay un "otro". Eso es lo que creemos sobre nuestro nacimiento físico, pero es solo una reconstrucción ((o recreación)) del nacimiento del ego. El ego nace a raíz de su oposición a Dios. Es por eso por lo que el Curso aborda el problema de la autoridad. ((Quien quiera repasar este tema en el Curso, puede consultar sobre todo la sección T.3.VI y también echar un vistazo a T.3.VII y los alrededores de las citas T.5.V.3.3 y T.11.introd.2.3)) Aquí todo el mundo tiene un problema de autoridad. ¿Quién es el autor de mi existencia? Dios y el ego, desde el punto de vista del ego, están luchando por la autoría de nuestra existencia. Y evidentemente el dios que está luchando es solo una proyección del ego, porque el verdadero Dios ni siquiera sabe que nos fuimos, porque no nos fuimos. Siempre tiene que haber alguien en la oposición.
  • 28. 28 El ego surgió de su creencia de que él estaba en oposición a Dios y de que Dios está en oposición con nosotros. Uno o el otro. Hay una cita del Manual para el maestro que dice: "No creas que Él se ha olvidado" (M.17.7.4). Dios nunca se ha olvidado de nuestro pecado. Así que Él, el padre enfadado ((o iracundo)), "persigue a su hijo culpable. Mata o muere ((mata o te matarán)) (...)" (M.17.7.10-11). Uno o el otro. Ese es el fundamento ontológico de cualquier cosa que haya acontecido jamás. La totalidad del universo físico, abarcando miles y miles de millones de años —no solo nuestro sistema solar ni solo nuestra galaxia— surge de la proyección de ese único pensamiento de uno o el otro. Nosotros (el único Hijo) nos opusimos a Dios al abandonarle y decirle, en definitiva, que Su Amor no era suficiente, y que queríamos algo más que el Todo. Luego proyectamos esa idea hacia fuera y creímos que Dios ahora estaba abandonándonos y que estaba enfadado con nosotros. Esa es la eterna batalla de la que tratamos de escapar; pero nunca escaparemos. No podemos escapar porque el recuerdo de eso está siempre ahí: "No creas que Él se ha olvidado". Dios nunca se olvidará de lo que hicimos. Eso es lo que continuamente nos impulsa a hacer real el mundo. La pregunta que la gente a veces se hace es: ¿por qué la gente sigue viniendo aquí? ¿Es que no saben lo que se van a encontrar? ¿No se acuerdan de lo horrible que era? ¿Quién quiere pasar otra vez por la adolescencia? ¿Quién quiere luchar con todas estas relaciones horribles? ¿Quién quiere experimentar el dolor de hacerse viejo y luego morir? ¿Quién quiere hacer eso? ¿Por qué seguimos haciéndolo? Bueno, no es que nos olvidemos. Lo recordamos sobradamente ((el original tiene un tono algo más picante, tal vez parecido a "lo recordamos jodidamente bien", o "lo recordamos condenadamente bien", etc.)). Queremos el sufrimiento, el dolor, el Sturm und Drang de nuestras vidas ((Sturm und Drang puede traducirse como "tormenta e ímpetu", o "arrebato y asalto"; en realidad es una corriente literaria y artística de Alemania, del siglo XVIII, que se oponía a las normas usuales y prefería la sorpresa, el drama, el dejarse llevar por las emociones, lo rebelde: ver por ejemplo en la Wikipedia)). Queremos el conflicto, porque el conflicto es lo que demuestra que existimos. Eso es lo que la gente no entiende. Recordamos nuestro propósito. Nos gusta ser individuos, motivo por el cual Jesús nos llama constantemente dementes ((locos)). Nos olvidamos del dolor —no del dolor físico y psicológico: ese lo recordamos y nos encanta. Nos encanta el hecho de que estamos aquí. Lo que olvidamos es el dolor de estar separados, lo costoso que es para nosotros. Ese momento fugaz del placer de decirle a Dios que se largue ((que se esfume, que queremos perderle de vista, que queremos que se vaya lejos y deje de molestar)), creyendo que nos salimos con la nuestra ((en que perdimos a Dios de vista, o sea, que ¡conseguimos la "independencia"!)), y entonces fabricar un mundo entero para apoyar el hecho de que nos salimos con la nuestra, un mundo que nos sostuviera —y nos olvidamos de la agonía. No hay palabras en ningún idioma que puedan verdaderamente expresar la punzante agonía y dolor de estar separados. Lo único que sabemos es que apreciamos nuestra existencia, y estaríamos encantados de morir, y de hecho morimos una y otra vez, para apoyar-sostener-mantener- continuar esa existencia. Lo que tenemos que hacer con este Curso es permitirnos a nosotros mismos elevarnos por encima del campo de batalla ((ver por ejemplo la sección T.23.IV: Por encima del campo de batalla)) y mirar de nuevo con Jesús hacia abajo a este mundo para ver a qué se parece realmente. Por eso hay tantos pasajes en el Curso que hablan de a qué se parece el mundo. En el Curso se habla muy poco de a qué se parece el Cielo, pero se habla mucho de a qué se parece el mundo y a qué se parece la vida en el cuerpo. El comienzo del