la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
Ver a jesús y seguirle
1. VER A JESÚS Y
SEGUIRLE
“JESÚS HIJO DE DAVID, TEN COMPASIÓN DE MÍ”
MC, 10, 46-52
2. Jesús está en camino hacia Jerusalén, ya le ha advertido a
sus discípulos que va a padecer la muerte a causa de su
evangelio. Al llegar a Jericó se encuentra con un ciego que
espera al borde del camino que alguien le comparta una
limosna. ¡Qué suerte la de este hombre! Tiene un
encuentro con quien lo provee no de limosna, sino de
vida. Quien está en el camino es aquel que ha
abandonado la batalla, es el que se ha dejado enceguecer
por la noche al distraerse con su tiempo, usando no
efectivamente la Luz del día.
3. Este ciego no es un desconocido, tiene nombre propio,
es reconocido por la comunidad, tiene padre: Bartimeo
hijo de Timeo, pero hoy, es necesario que nos
preguntemos ¿Este ciego soy yo? Pues cuantas veces
nos hemos cansado como Bartimeo de seguir al Señor,
hasta que llega un momento en el que de nuevo
escuchamos su voz y lo clamamos incansablemente;
“Jesús, hijo de David, ten compasión de mí”. Es que
como Bartimeo necesitamos escuchar a Jesús pues se
nos pierde el rumbo y el sentido de lo que somos:
Discípulos.
4. En el seguimiento del Hijo del Misericordioso encontramos
muchas situaciones, personas, etc. que nos piden a gritos
que hagamos silencio, que dejemos a Jesús en paz. Los
gritos de quien clama al Señor son aturdidores para quienes
no desean tener un verdadero encuentro con la Misericordia
y sólo se conforman con seguirlo por lo que da, no por lo
que es.
5. Nosotros podemos ser los estamos en el
camino tras el Hijo de Dios sin saber quién es,
en este caso no seríamos Bartimeo, sino el
obstáculo que encuentran muchas personas
para acercarse a Jesús, pues nuestras
actitudes puede que no sean llamativas para
quienes desean abrir sus ojos para ver al
buen Señor en nosotros.
6. Por otra parte, también podemos ser el obstáculo de nosotros
mismo, ya que al no mostrar a Jesús al otro, también lo
ocultamos a nuestros ojos, por este motivo es importante que
pongamos de nuestra parte, ya que el llamado de Jesús a
Bartimeo es un decirle, “pon de ti”, “permítame que te ayude,
pero no lo haré solo, necesito que tú también te ayudes”, por
eso Jesús no se acerca, sino que lo manda llamar… Esto
significa desacomodarse para darse al que es todo, al que es la
Luz.
7. Dios siempre pone los medios
para que lleguemos a Él, en este
caso, tras la petición de unos
que le decían ¡Cállese! Llegaron
otros que lo condujeron hacia
Jesús, “¿Que quiere que haga
por ti?” Es la pregunta de Jesús
a Bartimeo y para nosotros en
todos aquellos que son un
testimonio del Señor que nos
motivan a mirarlo y seguirle.
8. Cuando se tiene la experiencia de mirar a quien quita de
nuestros ojos las tinieblas se adquiere el compromiso de ser
discípulo comprometido con quien es la causa de nuestra
existencia. Cuando se adquiere un encuentro cara a cara con
Jesús, no importa la cruz y es entonces cuando retomamos el
camino tras Él, que va a Jerusalén a darlo todo por nosotros
para librarnos del pecado… Quien se hace compañero de
camino del maestro aprende a ser como Él, a darlo todo por
los otros, a ser luz para quien busca ver reflejado en nuestra
vida el rostro del amor.
9. Pidamos a Dios que nos ayude a
verlo, a retomar el camino, que nos
haga personas que brillan para
quienes no le conocen y que si
nuestra vida tiene obscuridad y
ceguera que nos enseñe a
escucharle para nosotros ir a buscar
su rostro.